NOVELISTA.- Nació en la población de Cañar, Provincia de ese nombre, el 10 de Diciembre de 1950.
Hijo legítimo de Arturo Cárdenas Espinosa, Empleado Público, Guarda de Estancos, Inspector de Canales de Riego del Centro de Reconversión Económica del Azuay, Cañar y Morona – Santiago CREA y “contador de historias” y de Soledad Espinosa Cordero, Profesora Fiscal. Ambos jubilados. Ella, hermana entera del periodista Simón Espinosa Cordero.
Segundo de nueve hermanos que habitaban una vieja casona de la abuela Blanca Cordero de Espinosa en la Bolívar y Estévez de Toral, barrio de San Sebastián.
Aprendió con su madre las primeras letras, luego asistió a la escuela Borja de los padres Jesuitas. “Cuando tenía ocho ó nueve años yo leía cuentos, poesía infantil, etc. y así me vino el deseo de narrar.” Realizó la secundaria en varios Colegios pues a causa del sistema represivo imperante, los cuestionaba. En uno de ellos fue suspendido para que volviera con su representante, lo que no hizo. Como buen romántico, a los diecisiete años tuvo una decepción amorosa y hasta pensó en quitarse la vida pero se le pasó enseguida.
A los quince años había comenzado a escribir relatos de tipo indigenista y hasta proyectos de novelas. Leía mucha poesía de los decapitados y literatura existencialista, por lo que llegó a cuestionar el sentido que tenía su vida, sin lograr respuestas. En 1.971 publicó su primer cuento “Hoy al General”.
Otra de sus facetas fue el quehacer político. “Desde el Colegio me interesé por conseguir folletos de izquierda y llegué a ser presidente de la Federación de Estudiantes Secundarios de Cuenca en 1969. Asistía a las reuniones de la Juventud Socialista, luchamos contra el Ministro de Educación, Ing. Alfonso Arroyo Robelly, por defender el libre ingreso a las Universidades. Concurrí a las jornadas del 29 de Mayo de ese año. Caí preso en Junio del 70 durante la dictadura civil de Velasco Ibarra y con otros dirigentes estudiantiles fuimos
conducidos al Panóptico pero al mes nos pusieron en libertad y regresamos a Cuenca. Ese año fue perdido porque clausuraron el Colegio, pasé al César Dávila Andrade y como en Noviembre ocurrió el secuestro del General Rhon Sandoval tuve que esconderme tres meses para evitar más atropellos. Finalmente el 71 me matricule en al nocturno Francisco Febres – Cordero y finalmente me gradué de Bachiller.”
El 72 viajó a Quito, ingresó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central y consiguió trabajo en el estudio profesional de su primo el Dr. Germán Cárdenas Zamora, en cuya casa vivió con setecientos sucres mensuales de sueldo.
En la Universidad hizo contacto con Ulises Estrella, Raúl Pérez Torres e Iván Eguez que tenían un Taller Literario “Nos reuníamos en la sección Administración o en la oficina de Relaciones Públicas, casi siempre dos veces a la semana. En 1976 logró el título de Licenciado en Ciencias Sociales y contrajo matrimonio en Cuenca con Carmen Patiño Ullaury. “Hemos tenido dos hijas”.
“Mi primera novela llamó Juego de Mártires, apareció el 76 en 230 págs. en la editorial de la Universidad, trata sobre la frustración de un hombre que vegeta en un empleo público, narrando otras historias de familia. También entré de reportero al diario El Tiempo con mil quinientos sucres al mes”.
El 77 comenzó a escribir por las noches una novela sobre el bandolerismo de Naún Briones. Le tomó un año terminarla en 235 págs. y le puso por título “Polvo y Ceniza”. Enseguida la envió al concurso de Novelas de la Casa de la Cultura para autores menores de cuarenta años y ganó el Primer Premio el 78, pero a causa del descuido de su Presidente Galo René Pérez, la institución no cumplió con la edición.
Pasados varios meses se interesó por ella Alberto Crespo, quien la dio a la luz el 79 con impresionante éxito. Se agotaron cinco mil ejemplares en pocos meses. “Polvo y Ceniza” es la novela ecuatoriana que más se ha vendido desde entonces pero relativamente no le ha proporcionado riqueza a su autor por las numerosas ediciones fantasmas.
La obra respira un arraigo filial por la tierra, una voluntad de testimonio y combate del pueblo ecuatoriano y por ende, de vigor épico. En ese sentido la novela se emparenta muy estrechamente con las grandes del Continente: Martín Fierro de José Hernández, Gran Sertón Veredas de Guimaraes Rosa, etc. Su protagonista el bandolero Naún Briones es un típico producto de las inhóspitas tierras del sur del Ecuador, pero su drama rompe con la estrechez regional y en la medida que sintetiza una tragedia común a los pueblos de nuestra América, alcanza la dimensión de lo universalmente válido. Se gana el corazón de los hombres de todas partes // Solo, sobre el erial de Catacocha / Naún Briones ama el infinito / y en las laderas donde el peón trasnoche / su desnuda inocencia es todo un mito. // Finalmente muere en un duelo con su enemigo personal el Mayor Morocho, Jefe de la Policía Rural, a quien había dejado en la vida real baldado de un brazo, por habérselo prensado, años antes, en las ruedas dentadas de un trapiche. Al morir Naún expresa su ideario de renovación social.
El mérito de tan excelente novela por supuesto es de su autor, quien logró escribir un texto tan testimonial como profundo por su juventud idealista y excelente tónica literaria, llevando el realismo a niveles intimistas y poéticos de alto lirismo, sin trastornar por ello el duro y miserable entorno social y sin romantizar la figura del protagonista y demás personajes de toda calaña, error que lo hubiera desviado del objeto primario y los propósitos de su espíritu.
Por otra parte Polvo y Ceniza es una racional e íntima tragedia, con texto y tema de impresionante y cruel historia impregnada de belleza y poesía, que situó a Eliecer Cárdenas en el pináculo de la narrativa nacional de los años 80 (1)
(1) Polvo y Cenizas. Ha conocido hasta 1991 dos ediciones de El Conejo, una de Oveja Negra en la Colección Historia de la Literatura Hispanoamericana. Una más en Cuba y dos no autorizadas, es decir, piratas, en Guayaquil y Lima. Consultado Alfredo Pareja Diez-Canseco sobre cual era su opinión de Polvo y Ceniza manifestó que era una novela que él hubiera querido escribir, rubricando así el excelente concepto en que la tiene. Otros autores famosos han coincidido con esa crítica favorable. |
Rodrigo Pesantez Rodas ha opinado que el personaje central de Polvo y Cenizas” se deja llevar con una pasión pocas veces lograda, por encarar valores más que legales, humanos, con una casualidad de percepción moral expresamente manejada por un lenguaje expresivo. Con esta novela la narrativa ecuatoriana reconquistó la leyenda popular desde el vértice de la heroicidad. Sus personajes son
verdaderos y como tales vuelven hacia nosotros reencarnados en nuestras ambiciones y esperanzas, en nuestros delirios y lo que es más, en nuestras luchas de clase”. Es además, una novela histórica. Naún Briones y el Mayor Morocho existieron realmente. Este último fue padre del General Segundo Deifilio Morocho Jimbo que extranjerizó su apellido indígena en Morochz años antes de la dictadura de la Junta Militar de Gobierno del 63 al 66 donde fue Ministro de Defensa.
Miguel Donoso Pareja ha mencionado que Polvo y Ceniza mantiene el interés del lector a través de tres vertientes: La revalorización del marginado lojano que robaba a los ricos para dar a los pobres, la sintaxis del personaje central con sus dudas vitales y problemas cotidianos, y por la identificación que produce en el lector a través del anhelo heroico y la coincidencia con las necesidades reales de las masas.
Reconocido Eliecer Cárdenas a nivel nacional como un gran escritor, ingresó con honores al Núcleo del Azuay de la CCE y fue ascendido a Jefe de Redacción del Diario “El Tiempo”. El Presidente Jaime Roldó le mandó a ofrecer la dirección de la SENDIP pero no aceptó.
El 80 trabajó su tercera novela “Del silencio profundo” en 173 páginas, editada el 81 por la Universidad de Cuenca y trata sobre un pobre lustrabotas y su familia pero ha tenido relativamente una escasa difusión a pesar de sus dos ediciones, simplemente debido a que el lustrabotas no es un personaje de las dimensiones heroicas del bandolero justiciero Naum Briones.
Para entonces vivía en una casa propiedad de sus padres pero el 86 pudo construir una villa en el Cebollar donde reside con su familia. Ese año viajó dos meses a Cuba y participó en el Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de Nuestros Pueblos. A su regreso escribió “Háblanos Bolívar”, supuesta historia, a medias entre lo detectivesco y lo policial, de unos documentos antiguos que demostraban el asesinato del Libertador, en 235 págs. Se conocen dos ediciones.
El 85 editó un libro de Relatos “Siempre se mira el cielo” con cuatro historias sobre niños. El 86 apareció su tercera novela “Las Humanas Certezas” en 180 págs. donde los animales y las cosas opinan sobre una comunidad indígena del Cañar, para lo cual el autor aprovechó sus experiencias como político. “Todo el texto es una maravillosa prosopopeya articulada en un lenguaje de gran sugerencia poética. El desenlace ensalza el poder de la vida sobre la muerte”.
El 88 editó una obra para teatro denominada “Morir en Vilcabamba” que mereció el Premio Espinosa Pólit y fue candidatizado a Concejal en Cuenca pero no triunfó.
El 89 volvió a publicar otra novela, la cuarta, titulada “Los Diamantes y los hombres de provecho” en 230 págs. que contiene las historias de tres jóvenes revolucionarios y vitales (dos hombres y una mujer) cuyas vidas se entrelazan.
Del 90 es su quinta novela “Diario de un idólatra” en 225 págs. con doble argumento, técnica nueva que otorga mayor audacia al relato. La primera se desliza en los años posteriores a la conquista española y la segunda en el momento actual.
El asunto central es la supervivencia de la cultura indígena en el nuevo sistema. Los personajes son dos que pueden ser uno solo. El primero es un fraile de la colonia y el segundo un arqueólogo que participa en una excavación cerca de Quito buscando sus raíces para responder la pregunta ¿Quién soy?
En Mayo del 91 salió electo presidente de la Casa de la Cultura, Núcleo del Azuay y ganó el Tercer Premio en la Bienal Nacional de Novela con la sexta “Que te perdone el viento”.
Piensa que para un escritor es mejor vivir en una ciudad pequeña como Cuenca que le permite una vida más laxa, menos tensionante. Se dice supersticioso y católico aunque no practicante, cree en la labor pastoral hacia los indígenas y teme al diablo que todos llevamos dentro.
Refiriéndose a “Polvo y Ceniza” acepta que el título lo tomó de una obra poco conocida de James Joyce. El personaje central nace del contexto semi feudal de la sociedad agraria lojana de principios del siglo XX, como respuesta a tanta injusticia se torna bandolero, para hacerse a si mismo justicia. Es pues, un sujeto rebelde e inconformista ante la crisis y agonía de una sociedad que está por terminar. Alto, trigueño, grandes bigotes, ojos y pelo negro. Es uno de los mayores escritores ecuatorianos de la hora presente.