CALDAS Y TENORIO FRANCISCO JOSE

SABIO.- Nació en Popayán el 17 de noviembre de 1768 y fueron sus padres legítimos el Alférez José de Caldas y Rodríguez de Gamboa, natural de la villa de Santa María de Arcos de la Condesa, cerca de Caldas
del Rey, Provincia de Santiago de Compostela, Galicia, España, que pasó a establecerse en Popayán donde casó con Vicenta Tenorio y Arboleda, natural de esa localidad.

Aprendió las primeras letras en su casa y las concluyó en la escuela de Joaquín Basto situada en la calle del Reloj, después siguió latinidad y filosofía en el Colegio Seminario de Popayán, de quince años fue discípulo de José Félix de Restrepo quien le inició en el conocimiento científico de la Ilustración y fue su mentor hasta que se graduó de Bachiller. El 88 vistió la beca del célebre Colegio de Nuestra Señora del Rosario en Bogotá para complacer a su familia estudiando la carrera de Abogado que no le gustaba en lo absoluto, mientras devoraba por las noches libros de física y matemáticas y las madrugadas le sorprendían observando los astros. Por eso escribiría que tras perder los tres años más preciosos de mi vida estudiando leyes se aficionó al cultivo de la astronomía en Popayán y ayudó a su madre viuda en diversos pleitos, reconstruyó la casa paterna, fue Defensor General de Menores y desempeñó la cátedra de Derecho Civil en el Seminario, que dejó al poco tiempo para dedicarse al comercio de ropas quiteñas en las localidades de la Plata y Timaná en el noreste del valle del alto Magdalena, iniciando entonces la elaboración de Mapas basados en sus observaciones astronómicas. El resto de su tiempo y los fines de semana realizaba investigaciones astronómicas y paseos botánicos por los alrededores, construía instrumentos como un pequeño gnomon con el que tiraba meridianos, observaba alturas del sol, fijaba latitud, calculaba azimutes y levantó una Carta de Viaje en Timaná. Como mercader ganó bastante dinero que aprovechó en adquirir más libros de astronomía.

(1) Bernardo Torres. – Religioso de la Orden de San Agustín nacido en Valladolid pero pasado al Perú de niño, donde tomó el hábito mientras se hallaba de estudiante en el Colegio de San Martín. Por sus buenas notas y contracción a las ciencias llegó a catedrático perpetuo de la Cátedra supernumeraria de Maestro de las Sentencias. También fue Cronista de la Orden y como tal culminó la segunda parte de la Crónica moralizadora de la Orden de San Agustín, que su autor el padre Antonio de la Calancha había dejado sin acabar e inédito. Posteriormente publicó una “Crónica peruana del Orden de los Ermitaños de San Agustín” en la imprenta de Julián Santos de Saldaña, Lima. 1657, en folio.Joaquín Braulio.- Religioso de San Agustín natural de Italia, tomó el hábito en la provincia alemana de Colonia cerca del Rhin. Hizo estudios con grande aprovechamiento y extraordinario aplauso hasta graduarse de Doctor en Teología. Posteriormente debió pasar al Perú y se valió de la primera parte de la Crónica moralizadora de la Orden de San Agustín del padre Antonio de la Calancha para editar en Lima y por su propia cuenta en 1651, un resumen en latín, bajo el título de “Historia Peruana del Orden de San Agustín”, en dieciocho libros pequeños. Se conoce una segunda edición entre 1651 y el 52 en la imprenta de Guillermo Lestenio, Bruselas, Bélgica.

Entre 1798 y 1801 permaneció en Popayán distraído en útiles observaciones sobre la altura y la ebullición del agua, la física, la botánica y la astronomía. Todo le era fácil, adelantándose en muchos casos a los sabios europeos pero consciente de las dificultades para proveerse de instrumentos adecuados en el

dominio de la compleja disciplina de la astronomía, optó por buscar una ciencia que no exigiese el aparato de aquella y se encontró con la botánica de la que casi nada sabía, de suerte que leyó “Las Instituciones” de Tournefort y un pequeño Curso de Botánica de Casimiro Gómez Ortega, Director del Jardín Botánico de Madrid durante muchos años, así como la Parte Práctica del sabio Linneo traducida por Palau, en la que pudo determinar muchas plantas . En cuanto a la parte científica, esto es, su Filosofía Botánica, no pudiendo encontrarla en Popayán la solicitó sin éxito a Cartagena de Indias y a Bogotá, hasta que recibió un ejemplar como obsequio del sabio José Celestino Mutis, nada menos que con una primera carta en la que pretendía integrarlo a la red de colaboradores botánicos que estaba formando.

Ese último año fue contratado en Bogotá por Mutis para viajar a Quito como miembro de la Expedición Botánica encargada de la recolección de las especies vegetales de la zona. Fue el período más feliz de su vida pues en esta capital trabó amistad con el Presidente de la Audiencia, Barón de Carondelet, quien le comisionó para investigar el avance de los trabajos del camino a Malbucho que unía por el norte a las poblaciones de Ibarra en la sierra y San Lorenzo en la costa frente al mar. Tenía 33 años de edad.

El 31 de Diciembre de 1801 se desplazó a Ibarra para recibir a los sabios europeos Alexander von Humboldt y Amidee Bompland. En Enero del 2 se entrevistaron en esa ciudad. Los visitantes sabían de Caldas a través de la recomendación que les hizo Mutis. Durante un mes vivieron los tres sabios en la hermosa hacienda de Los Chillos, propiedad del Marqués de Selva Alegre, Juan Pio Montúfar. Allí Caldas se entusiasmó ante la vastedad de conocimientos de sus nuevos amigos, sus almas gemelas en la vocación científica, pues ya había inventado el hipsómetro, que consistía en una forma de conocer la altitud, midiendo la temperatura del agua.

Humbold reconoció el valor de Caldas al comprobar que sus mediciones sobre los satélites de Júpiter se diferenciaban en solo tres segundos de las suyas y escribió “es sorprendente que este joven americano se haya elevado hasta las más delicadas observaciones astronómicas por si mismo y con unos instrumentos hechos de sus manos.

Mientras que chocaba con el carácter expansivo de Humboldt simpatizaba y hacía una buena amistad con Bonpland, personalidad menos expansiva pero más acorde con la psiquis de Caldas. Por eso se unieron en útiles expediciones dedicadas por entero a herborizar, el europeo prestó sus libros al americano, algunos tan importantes como Species Plantarum de Wildenow. Caldas terminó calificándole de un ser comprensivo y desprevenido, que no dudó en desempacar parte de su colección de plantas disecadas para que pudiera conocerla, y de paso pudiera enterarme del tratamiento dado a la misma, y termina escribiendo: pero este joven botánico llegó y desapareció como un cometa.

Vivió entonces una etapa de gran fervor científico y envió a Mutis dos trabajos titulados “Memoria sobre el origen del sistema de medir las montañas y sobre el proyecto de una expedición científica” y “Memoria sobre el plan de un viaje proyectado de Quito a la América septentrional, presentada al célebre Director de la Expedición Botánica de la Nueva Granada, don José Celestino Mutis” pues tenía pensado un viaje a México por la ruta de Guatemala en compañía de Humbold y Bompland.

En tan buenas circunstancias Caldas les acompañó a Humboldt y Bompland Loja y recogieron diversas variedades de plantas de quina que clasificaron con esmero, pero en Abril conoció que Humboldt había decidido que no le iba a llevar de compañero de viaje y se indignó pues éste había preferido a Carlos Montúfar y Larrea, joven “ignorante, sin principios y disipado” que le había hecho conocer al sabio el “aire voluptuoso de Quito”, capital a la que calificó de nueva Babilonia.

La negativa de Humboldt indudablemente agrió las relaciones entre ambos pero el alemán quiso superar la crisis vendiéndole muy ventajosamente un excelente Cuarto de Círculo de John Bird, que Caldas pudo adquirir gracias al mecenazgo de su amigo José Ignacio de Pombo.

Caldas volvió a Quito, amistó con José Mejía y juntos abrieron un Certamen de Cultura Naturalista aunque también terminaron distanciándose porque el neo granadino era bastante feo de rostro y por eso hipersensible y muy tímido y veía competidores en vez de colegas. Por esta época y debido a las ideas recibidas de Humboldt y sobre todo de Bompland, dedicó todos sus esfuerzos a la biogeografía, disciplina que estudia sistemáticamente las relaciones entre el medio orgánico e inorgánico y en particular la influencia del clima y de la altura en la configuración del paisaje vegetal, fruto de lo cual es su “Memoria sobre la nivelación de las plantas que se cultivan en la vecindad del Ecuador” usó sus conocimientos astronómicos y botánicos, indicando cuales son las alturas óptimas para el cultivo de ciertas plantas como el trigo, que dedicó y envió a Mutis en 1802.

Se ha dicho que por esta Memoria, por su trabajo sobre la ebullición del agua y el cálculo de la altura y por el plan de un viaje científico que proyectaba realizar por América, Mutis le designó en Julio miembro de la Expedición Botánica de la Nueva Granada, en cargándole la recolección de plantas, con especial atención en las quinas, en realizar la geografía y estadística del mismo territorio, las observaciones astronómicas,   barométricas,

termométricas, etc. y la descripción de usos y costumbres.

El resto del años lo pasó en la actual provincia de Imbabura, recorriendo esa zona, especialmente Otavalo y escalando montañas como el Cayambe, Cotacachi, Imbabura, el 14 de Septiembre le salvó la vida el indígena Salvador Chuquín mientras estaban en los borde del cráter de esa última montaña.

En 1803 escribió una Memoria titulada “Viaje de Quito a las costas del Océano Pacífico, por Malbucho, hecho entre Julio y Agosto de 1803” y al año siguiente remitió a Mutis la Carta del Camino de Malbucho para que éste la envíe a José Ignacio Pombo, que hacía las veces de mecenas de Caldas porque le pagaba parte de sus gastos en Quito. En este viaje encontró a los miembro de la Expedición Botánica del Perú formada por Juan Tafalla y Agustín Manzanilla y constató que las dos terceras partes de su trabajo ya había sido estudiado y publicado por ellos.

En 1804 pasó varias semanas aquejado de paludismo, enfermedad que había contraído en Malbucho, pero al recuperar su salud herborizó en Loja para adelantarse a los miembros de la Expedición Botánica del Perú que habían sido designados para recoger y herborizar cascarilla en esa región. Caldas sabía que La Condamine había trabajado en el tema, pero en forma por demás imperfecta, de manera que siguiendo la disposición de su amigo el presidente de Quito, Barón de Carondelet, elaboró una “Memoria sobre el estado de las quinas en general y en particular sobre la de Loja” pues este protegía también sus trabajos científicos. En esta célebre Memoria se aprecia su talento multifacético como botánico y matemático, pues incluyó la Carta Hidrográfica de la comarca de Intag (que representa la región occidental de la actual provincia de Imbabura colindante con la de Esmeraldas) la Carta Topográfica de una parte de la actual provincia de Loja y el corte y perfil de la cordillera de los Andes con indicación en medidas barométricas de la altura sobre el nivel del mar en que se comprende la zona botánica en que vegetan naturalmente las quinas.

Una copia de ella envió a Mutis para que la remita a José Ignacio de Pombo, Presidente del Tribunal del Consulado en Cartagena de Indias, quien le tenía ofrecido hacerla llegar a la Corte para lograr la designación Real como miembro efectivo de la Expedición Botánica de la Nueva Granada.

De esta época es también su “Chinchografía o geografía de los árboles de la Quina” que le sirvió a Mutis para elaborar un capítulo de su “Quinología,” pues cada vez era mayor el interés en Europa por la quinina, también llamada el Oro amargo, único remedio conocido por entonces contra las temidas tercianas o paludismo.

En Marzo de 1805 regresó a Bogotá tras pasar cuatro años de intensas actividades en la presidencia de Quito, conduciendo “un herbario de casi seis mil especies, dos volúmenes de descripciones, muchos diseños de las plantas más notables, semillas, cortezas, algunos minerales y el material necesario para formar la Carta Geográfica de la mitad del Virreinato, las Cartas Botánica, Zoográfica, los perfiles de los Andes, las alturas de las montañas, observaciones meteorológicas, un volumen de astronómicas y magnéticas y algunos animales y aves. A esto se agregaba una colección numerosa de eptipas, dos volúmenes de usos y costumbres del país recorrido”.

En agosto continuó visitando otras zonas de la Nueva Granada para completar su obra sobre las quinas y estrenó el Observatorio Astronómico de Bogotá cuya dirección le confió Mutis. Fue un período de entrega total a las ciencias. En 1807 estudió las vías de comunicación con el río Magdalena. En enero del 8 se asoció con Antonio Nariño para fundar el “Semanario del Nuevo Reino de Granada” y en un escrito adelantó las teorías evolucionistas que años después desarrollaría Charles Darwin en Londres. En septiembre falleció Mutis y se ocupó de poner en orden los papeles dejados por su protector y en terminar su “Geografía y Topografía de Nueva Granada y Ecuador,” obra que consideraba de gran importancia, verdadera Carta Botánica del Reino, con los perfiles de los Andes desde los cuarenta y medio grados de latitud austral hasta los nueve y medio de latitud boreal, con indicación de la altura en que nace cada planta, el clima que necesita para vivir, cual es el mejor para prosperar, etc.

Sobre esta obra de Caldas, que parece que llegó a terminar, solo existen las referencias dadas por el Arzobispo de Quito, Federico González Suarez, quien editó en 1907 la “Memoria sobre el estado de las quinas en general y en particular sobre la de Loja” dejada por Caldas, como parte de esa gran empresa.

En 1809 comenzó a editar el “Semanario del Nuevo Reino” donde apareció su ensayo titulado “Estado de la geografía en el virreinato de Santafé de Bogotá con relación a la economía y al comercio” que firmó como Individuo meritorio de la Expedición Botánica y encargado del Observatorio astronómico de esta capital. El Semanario circuló por numerosas partes de Sudamérica, creando una red de comunicación favorable para el cambio que se veía venir en estas colonias.

A comienzos del año 10 Antonio Nariño le pidió que facilitara el Observatorio Astronómico para ciertas reuniones secretas donde se cruzaron las primeras ideas de la independencia. A dicho centro concurrieron Camilo Torres, Antonio Ricaurte, etc. y contrajo matrimonio por poder con María Manuela Barona, esposa que le escogió el Dr. José Agustín Barona y Barona. Tuvieron numerosos hijos.

Al estallar la revolución del 20 de julio fue comprometido para redactar el primer periódico revolucionario que tuvo Colombia y llamó “El Diario Político” que aparecía tres veces a la semana con noticias frescas de los acontecimientos y dirigió con Joaquín Camacho. Se calcula que casi la mitad de sus artículos fueron redactados por Caldas, quien se daba tiempo para todo pues también editó un “Almanaque” destinado no solamente a ilustrar a los lectores en el ramo de las ciencias sino también a vincular éstas con la actividad política.

En 1811 su amigo Nariño, que ya tenía el grado de General, le incorporó al ejército con el grado de Capitán de Ingenieros y Cosmógrafos y juntos hicieron la campaña de ese año, pero Caldas no perdía totalmente su tiempo pues a todas partes iba con un telescopio encargado a su casa y después pudo armar la imprenta que recién le había llegado de los Estados Unidos.

Con el federalista General José María Baraya estuvo de Coronel en 1812 en la Expedición del Norte y en las fortificaciones de los pasos de Caná y Bufú en el río Cauca. En represalia Nariño le hizo embargar sus bienes. El 9 de enero de 1813 se enfrentaron los federalistas de Baraya y los unitarios de Nariño, Caldas estuvo entre los primeros y fueron derrotados. Entonces se alejó con el carácter muy deprimido a Cartago.

El General Juan de Dios del Corral, Jefe del Gobierno de Antioquia, temiendo un ataque del realista Sámano, le solicitó que fortifique los pasos de Supía, Bufú, Caná y Arquía. En Río Negro fundó una Escuela de ingenieros militares, después estableció una Fundición de Artillería, una fábrica de Nitro y otra de Pólvora y la Casa de la Moneda. También trazó un Atlas de la República y otras obras de importancia.

En 1815 fue llamado por Camilo Torres a Santa Fe y cuando en Mayo del 16 Bogotá cayó en poder de los españoles, huyó a ocultarse en su hacienda Paispamba en el Timbío, donde tres meses después le fueron a tomar prisionero por orden del guerrillero Simón Muñoz. “Su esposa se hallaba embarazada y el se ocupaba en labrar en madera un modelo para molino de trigo.

Primero estuvo detenido en la cárcel pública de Popayán donde falleció su madre al visitarlo. Llevado a la capital fue puesto en una celda con el Dr. Francisco Ulloa y tras hacer un breve testamento fue fusilado el 29 de octubre por la espalda, como a traidor, en la plazuela de San Francisco y como sus bienes fueron embargados por el estado, la familia quedó en la más absoluta miseria. Tenía solamente cuarenta y ocho años de edad y fue sepultado en el templo de la Veracruz. Dice la historia que al ser sacado con dirección al patíbulo, tomó del suelo un pedazo de carbón y escribió en una pared blanqueada una letra 0 alargada, y la partió por la mitad con una línea recta. Nadie pudo descifrar en muchos años tan singular acertijo, hasta que bien entrado el siglo XX a alguien se le ocurrió que era una amarga exclamación que decía ¡Oh negra y larga partida!

Con su muerte el nuevo mundo perdió a uno de sus más brillantes talentos y la causa de la independencia ganó otro mártir. Tenía el grado de General de Brigada del ejército patriota pero ha pasado a la historia por sus descubrimientos científicos, por haber sido el primer naturalista de la época y uno de los más importantes representantes de la Ilustración y del Positivismo científico del siglo XIX en estas regiones americanas. Sus colecciones botánicas fueron incorporadas a las de su protector el sabio Mutis.

Delgado y de estatura más que mediana. Constitución musculada y nerviosa, cara larga, tez blanca mate, pelo y ojos grandes y negros.