ALCALDE DE LOS NATURALES DE QUITO.-Nació en Quito hacia 1517. Fue su padre el Curaca Carguatanta de los indios Huayacuntus del norte del Perú, quien hacía las veces de Gobernador de los mitimaes Huayacuntus en Quito cuando se declaró la guerra entre Huáscar y Atahualpa en 1528. Al concluir el conflicto Carguatanta gobernó entre los suyos en el Perú pero en 1532 fue asesinado por una tropilla de españoles al mando de Hernando de Soto cerca del sitio denominado Cajas. El joven Cajamarca vivía en Quito, fue promovido a Curaca y se hizo cargo de su grupo mitimae.
El 6 de Diciembre de 1534 Sebastián de Benalcázar repartió solares entre los primeros vecinos de la villa de San Francisco de Quito, Cajamarca era un mozo de quince años, fue bautizado con los nombres de Diego de Figueroa y Cajamarca.
Años después don Diego se ausentó de Quito con destino a Cajas y gobernó entre los suyos. Para 1544 recibió a algunos vecinos de Quito que llegaron huyendo de la rebelión de Gonzalo Pizarro. Con ellos siguió a Lima acompañado de doce parientes de la tribu Pampamarca Collana, la principal familia del reino de los Huayacuntus.
En Lima encontraron mal ambiente pues gobernaba Alfonso de Ulloa que había sido paje de Francisco Pizarro, quien los desterró sin bastimentos a Chile, pero don Diego, los suyos y los demás españoles a los que acompañaba, se amotinaron en el barco, desembarcaron en las playas de Acari y siguieron a México.
Allí los recibió el Virrey Antonio de Mendoza y estuvieron algunos meses. Después retornaron al Perú pero don Diego resolvió vivir en Quito y para aprender a cantar y a tañer instrumentos musicales decidió encerrarse en el convento de San Francisco. En 1555 las pasó feas cuando los señores de las etnias originales – Llactallos – quisieron arrebatar las chacras a las etnias nuevas o mitimaes – Mitmas – y se iba armando la revuelta, pero intervino el Cabildo y volvió la paz.
En 1557 los franciscanos le designaron preceptor del Colegio de indios nobles de San Andrés y se aplicó a la enseñanza de flautas, chirimías, sacabuches, teclas (órgano) y otros instrumentos musicales indígenas y españoles. También daba clases de gramática a los niños indios y españoles, sus clases eran bilingües, mitad en quechua y mitad en castellano, pero nadie quería asistir, así es que el Cabildo lo nombró Alcalde de la doctrina del Colegio de San Andrés para que obligue a los padres a enviar a sus hijos al citado colegio.
En 1560 fue Varayuc o Alcalde de los naturales de la provincia de Quito por designación de la Audiencia y edificó el templo parroquial de San Blas dándole de comer y beber a los trabajadores. Para 1573 era todo un personaje, fue Alcalde Mayor de los naturales de la Parroquia de San Sebastián y fundó los pueblos de Chillogallo y Machángara, trazando sus calles y plazas y concediendo solares. Para entonces era de verlo portando su vara alta y vistiendo a la española, con capa y todo lo demás. Cuidaba los caminos, ejercía justicia y se le consideraba “quiteño y pacífico, amado y querido por el buen ejemplo de su vida arreglada”. En 1577 obtuvo probanza de nobleza sobre su linaje y servicios de sus antepasados a los Incas y españoles y una copia mandó a España. Allí se dice que era de la más antigua y rancia aristocracia andina.
Al ocurrir la sublevación de los indios Quijos en 1579 fue apresado pero solo por precaución y como medida general a todos los naturales que vivían en Quito. Después se disculparon y lo aflojaron con honores, siendo designado Jefe del Servicio de Chasquis para las defensas de la isla Puná y de la ciudad de Santiago de Guayaquil, amenazadas por los piratas.
En 1580 pretendió ser Alguacil Mayor de los Naturales de Quito pero no lo consiguió; sin embargo obtuvo una Cédula de Felipe II muy laudatoria y la asignación de seiscientos pesos de plata al año que nunca se los dio la Audiencia. Por eso vivía pobremente aunque seguía poseyendo su chacra de árboles frutales en Tucanca cerca de Quito. En 1589 despachó pólvora a Lima y ayudó a recoger un empréstito forzoso que el rey le solicitó a las Comunidades indígenas. En 1590 volvió a informar sobre sus servicios en procura de una ayuda real y efectiva que tampoco le llegó.
Era de un magnífico talento. Se sometió al nuevo estado de cosas porque no tuvo otra opción, fue alumno y después preceptor. Tocaba más de diez instrumentos musicales, cantaba el gregoriano y leía y escribía correctamente. Fue todo un carácter. A comienzos de 1597 había muerto en
Quito y fue sucedido en su empleo por el Cacique Pedro Zambiza.