CAICHE Y GUAYAMAVE MARIA

CACICA DE DAULE Y QUIJO-DAULE.-

Nació en el pueblo de Daule en 1560. Hija de doña Constanza Caiche nacida hacia 1518, Cacica de los indios Chonos, quien había casado tres veces en su ley. Primero con el Cacique Daule, asesinado por Ambiocón, Cacique del pueblo de Guaya, segundo con el Cacique Alonso Chaune, hijo a su vez del Cacique Chaune el viejo, quien cayó prisionero con sus hijos y con otros Caciques y fueron asesinados por las tropas de Pedro de Alvarado en 1534 y tercero con el también Cacique Pedro Guayamave, de los indios Quijos-Daules, nacido en 1510. Doña Constanza Caiche tuvo los siguientes hijos:

  1. – Francisco Chaune Caiche nacido en Daule en 1538 que falleció joven.
  2. – Alonso Chaune Caiche nacido en Daule en 1540, de cinco años fue llamado a suceder el cacicazgo de su padre, casó con Catalina, india en la Encomienda del Conquistador Baltazar de Nava. A este Alonso le tocó vivir los tiempos de la reducción de los indios dispuesta por el Virrey Toledo, quedando constituidas en el pueblo español de Santa Clara de Daule cuatro parcialidades : Daule, Quijos-Daule, Chonana y Sauco, también conocida como Rancho, cada una de ellas con

su Cacique, que a su vez dependía del Cacique Mayor don Alonso. Debió morir sin descendencia.

  1. – Cristóbal Guayamave y Caiche, nacido en Daule en 1555 quien también debió fallecer joven.
  2. – Mencía Guayamave y Caiche nacida en Daule en 1557, quien casó en Guayaquil con Juan Núñez, español vecino de Quito, sin sucesión.
  3. – María Caiche y Guayamave nacida en Daule en 1560 quien usó primero el apellido materno.

Sobre esta María, hija única que dejó descendientes de la Cacica María Caiche, se ha podido recopilar la siguiente información:

Su padre Pedro Guayamave falleció cuando ella aún era menor de edad y por eso el Cacique Domingo Banepo, indio ladino porque hablaba español, administró la parcialidad de los indios Daule hasta 1593 en que ella se hizo cargo del gobierno. Doña María ya había contraído matrimonio católico en 1562 con el Cacique Juan Nauma, nacido hacia 1539, Cacique del pueblo de Solpo en los contornos o términos de Daule, hijo a su vez del Cacique Miguel Guayji y de Isabel Piñajo, Caciques de Solpo poblado que estaba situado en los contornos.

“Daule era un punto estratégico dentro del Corregimiento de Guayaquil, contaba con muy buenas maderas y con una ganadería y agricultura relativamente bien desarrolladas. Los pobladores ayudaban con sus balsas y animales en el tráfico costeño. Aprovechando esta situación favorable doña María supo hacerse casi indispensable para los españoles”.

“En lo político colaboraba con la administración local española convenciendo a sus indios de cumplir con los servicios obligatorios, como era, por ejemplo, la mita o el servicio de chasquis. En lo militar reforzaba mediante el trabajo de sus indios y el envió de abastecimientos y otros materiales la capacidad defensiva del puerto de Guayaquil contra sus agresores holandeses. En lo comercial abastecía con las maderas provenientes de los contornos del pueblo de Daule a las fábricas del puerto y sus indios ofrecían el servicio de transporte con sus balsas y animales. Dentro del pueblo ella y sus súbditos daban a los transeúntes que arribaban desde el puerto de Manta y continuaban por el camino de Portoviejo con destino a Guayaquil, el debido alojamiento, alimentación y medios de transporte sirviendo como tambo a los españoles, que con frecuencia pasaban por este obligado cruce” hacia la sierra o el mar.

“A ella como a su marido – Juan Nauma – se les veía acudir habitualmente a los oficios del culto católico y exhibían una ciega obediencia hacia sus doctrineros, demostrando preocupación por el aumento de la iglesia y bienestar de los padres dominicos de su parroquia, siguiendo en esto la tradición de los caciques andinos colonizados y alienados. También tenía un inmenso desvelo para que los indígenas asistieran a las sesiones de la doctrina convocadas por los sacerdotes, apartándoles de las supersticiones y ritos idolátricos y procurando que los neófitos no recibieran visitas de sujetos que pudieran perpetuar la idolatría. Ponía todo el cuidado que le era posible para mantener la paz y la calma entre sus subalternos, mantenía limpia y bien ornada la iglesia y ejecutaba acciones en servicio del rey, con una puntualidad encomiable despachaban y proveían a los chasquis, proporcionándoles balsas y matalotajes en gran cantidad a los soldados que pasaban por Daule, sin cobrar absolutamente nada”.

“Cuando ocurrieron las alteraciones de Quito a raíz del establecimiento de las alcabalas, entregaron avíos y víveres para la gente que trabajaba en servicio del rey, a costa de su peculio acogía a una turba permanente de españoles que llegaban al puerto de Manta con deseo de internarse en el territorio en busca de fortuna. Como Daule estaba en medio de la ruta de Portoviejo a Guayaquil, forzosamente arribaban enfermos, cansados, pobres o necesitados y sin doña María, que les ayudaba con su esposo, para deshacerse de tan desagradables visitantes, no obstante que sus bienes ya no eran cuantiosos, hubieran perecido”.

“En 1599 reapareció su tío Domingo Banepo en el pueblo reclamando el cacicazgo para si y doña María tuvo que defenderse. En Agosto otorgó poder al Procurador Diego López de Herrera, se llevó a cabo en Guayaquil una información o Probanza y consiguió la confirmación en su cargo a través de una Provisión del Virrey del Perú, Luís de Velasco. Fue un proceso Judicial que le costó quinientos patacones. Su hermana Mencía Guayamave, viuda del quiteño Juan Núñez, habitaba en Guayaquil, pero no se interesó en ninguna reclamación.

“Entonces doña María exteriorizó sus deseos de comparecer ante el Rey para exponer sus servicios y genealogía y pedir compensaciones. La primera de estas súplicas que ella y su esposo enviaron juntos a la corona en 1600 fue un expediente solicitando se les haga merced en forma de una renta para ellos y sus hijos. En 1600 el Virrey Velasco la nombró Gobernadora de los pueblos indios de Baba y Pimocha, pues se encontraba pobre y solo contaba con una renta anual de cincuenta pesos que percibía como Cacica”.

“En 1613 envió con su esposo otra petición a la corona solicitando esta vez dos mil pesos de oro común de renta o encomienda por dos vidas. El Rey Felipe III, el 2 de Agosto de 1614 expidió una Cédula en San Lorenzo, dirigida al Virrey Marqués de Montesclaros, haciéndole merced a doña María de quinientos pesos de a ocho reales de renta, en indios vacos de esta Provincia, por una sola vida.

La merced no se realizó y por ello presentó una tercera súplica en 1625. Ya su esposo Juan Nauma había fallecido. En ésta ocasión pidió una renta de dos mil pesos en indios vacos de las provincias de Quito o Perú, en adición a los quinientos pesos a los que tenía derecho por la Cédula del 14 pero que hasta esa fecha no le habían asignado. También era gobernadora del pueblo de Chanduy.

Fue valerosa y creativa y por eso sus muchas iniciativas, contribuyó con caballos para reprimir a los rebeldes de Esmeraldas y con un soldado armado y sustentado a su costa y de regreso homenajeó a la tropa represiva. Colaboró en la construcción de navíos y galeones para la armada real dando maderas que ella seleccionaba en los bosques y comandó a un grupo de vasallos cuando Guayaquil se vio amenazada por el pirata Jacobo L’ Hermite. Además, era costumbre que en su casa de Daule se alojaran los Presidentes, Oidores, Visitadores y Obispos cuando seguían hacia Quito, por ser la mejor del lugar.

“En 1629, debido a la muerte de don Miguel Huacón, Cacique de los Yancos y esposo de su tía Elena, se hizo cargo de ese señorío. El 41 mantuvo pendencias con el Encomendero de Daule, General José de Castro Guzmán, que se negaba a pagarle el salario de cincuenta pesos anuales al que tenía derecho como colectora del tributo de sus indios. En Enero del 42 la Audiencia dispuso que el Corregidor le pague este servicio.

No obstante su declaración de pobreza, era mujer adinerada, por ser dueña de haciendas de ganado, caballos y granjerias en los contornos de Daule y los españoles le pagaban por las maderas entregadas a las fábricas, pero en los Memoriales que mandaba a España, siguiendo la costumbre de esos tiempos, aparecia como persona pobre y necesitada. Murió poco después, en 1645, de casi ochenta y tres años de edad, venerada por su pueblo, siendo sucedida por su hijo el Cacique Tomás Caiche de la Cruz, quien usó este segundo apellido que le correspondia por su veneración a la santa cruz. Comparada con otros caciques contemporáneos suyos en la costa ecuatoriana puede afirmarse que fue un ser inteligente pues, a causa de su hábil conducta restableció el poder de los Caiche que alcanzó su cumbre con ella, y por su personalidad fuerte logró que se le reconociera la primera y más importante Cacique de La Costa en su tiempo.

Fray Antonio Vásquez de Espinosa en su “Compendio y Descripción de las Indias Occidentales” dice lo siguiente: En el pueblo de Daule que está a la orilla de su rio, donde andan tantos caimanes, que es de tierra caliente, hay allí una india que es la cacica y señora del pueblo, dicha doña María, persona de mucha razón y cortesía, entró un día a bañarse al rio y como había tantos caimanes y muchos de ellos encarnizados y golosos, venía uno cerca de ella, sin que lo viese porque estaba descuidada. Las indias que lo vieron venir le dieron voces que escape de la bestia, que se venía para ella; y como la sobresaltaron, salió huyendo a tierra. Y luego que se vio fuera del agua. Se halló tan avergonzada, que con un palo de poco más de un tercio de largo se volvió al agua como corrida de haber huido en presencia de su gente y se fue rostro a rostro con la espantosa bestia, que como la vio se vino derecho a ella alzando la cabeza del agua y abriendo la boca. Y ella le metió la mano con el palo alargando el brazo, y se lo atoró en la boca que no la pudo cerrar. Y como estos fieros animales no tienen lengua, con la fatiga del palo comenzó a entrarle agua en la barriga, se ahogo y volvió la barriga para arriba. Y la india muy airosa con la victoria que había alcanzado de la fiera bestia y con el ánimo que acometió el hecho, se salió fuera del agua mandando a los suyos sacasen fuera al que había causado tal sobresalto. Hecho digno de poner en Historia y ejemplo, aunque muy temerario, concluye Vásquez de Espinosa.