CAJAMARCA YANEZ JOSE ANTONIO

COMICO.-Nació en Guayaquil el 29 de Noviembre de 1912. Hijo único de Francisco Cajamarca, militar quiteño que se licenció en un Cuartel de Guayaquil y puso un salón de comidas y bebidas en 6 de Marzo y Sucre donde una tarde le asesinaron por motivos baladíes, y de Mercedes Yanez Bahamonde, natural de Riobamba, que se volvió a unir, en esta ocasión con el artesano del calzado Luís Scaldaferri, nativo de Santa Doménica de Toledo en la provincia de Cosenza, Italia.

Nació sietemesino y paqueñíto en la Maternidad que funcionaba en Chile y Chiriboga y fue llevado por su madre en una caja de zapatos. Ella vivía con sus parientes lejanos los Durango, en Clemente Ballén y Boyacá, donde el joven José Antonio, a) Toñito, creció juguetón, dicharachero y simpático, cayéndole bien a todos, especialmente a su padrastro Lucho, que le tomó gran cariño y llevaba los fines de semana a nadar en el Estero Salado. El niño pronto demostró talento artístico, dibujaba y hacia retratos con facilidad, pero su madre no quería que fuera otra cosa que profesional.

De seis años fue puesto en la escuela de la Sociedad Filantrópica del Guayas descollando como líder nato y juguetón. En segundo año hacía juegos de magia que nadie le había enseñado. Reunía a sus compañeritos en una aula vacía cobrándoles un cuartillo o un medio según los casos (2 1/2 y 5 centavos respectivamente) y subido en un pupitre les divertía con chanzas y juegos por casi un cuarto de hora. Siempre ponían a alguien afuera para que tosiera si aparecía un inspector, lo que a veces sucedía, pero una tarde se les durmió el diablo y fue pillado en plena función. La conmoción fue grande, escapó el público y el mago fue tomado de una oreja, conducido al rectorado y se ganó la expulsión. Desde entonces, apoyado moralmente por su padrastro, comenzó a visitar las escuelas y colegios de la urbe anunciando su propio espectáculo, que causaba las delicias de los alumnos y profesores, admirados de este niño prodigio.

Un día leyó en el periódico el siguiente aviso: “Se necesita jóvenes de ocho años que tengan amor al canto y al teatro. Presentarse en el Edén” f) Eduardo Beltrán, Teatro Infantil. Compañía de Revistas.” Enseguida se presentó y aunque no pasó el examen de canto por carecer de la voz apropiada, le pusieron de bailarín por su contextura ágil y delgadita, luego llegaría a animador. Los ensayos se realizaban con el acompañamiento de un piano y eran obligatorios. De doce años se enamoró de una de las chicas de la compañía, amor platónico, por razones de edad.

La Compañía de Teatro Infantil de Beltrán actuó por espacio de varios años en diferentes salas de la ciudad, preferentemente los sábados de tarde y domingos de noche en el Edén, propiedad de Eduardo Rivas Ors, edificación mixta de 1907 con una bella fachada art nouveau. Se cobraba un sucre la entrada y los llenos eran completos pues no existía ninguna otra diversión en la ciudad. El público tomaba partido por los niños actores, bailarines y cantores y en muchas ocasiones las funciones terminaban en discusiones dilucidadas en las esquinas a golpes de puño y puntapié.

De trece años decidió aprender ventriloquia con un mago panameño de paso por el Edén. Las clases eran gratuitas y solamente por simpatía, toñito Cajamarca aprendió el oficio a medias, pero como era arrojado pidió que lo dejaran actuar en una función de vermouth. A última hora le dio algo de miedo sabiendo que no podía impostar la voz con fuerza sacándola del estómago y contrató a un muchacho larguirucho, flaco y mayor que él, para que se metiera debajo del escenario y hablara en lugar del muñeco.

Iniciada la función, todo fue bien porque Cajamarca sostenía la atención con chistes de sus dos muñecos. El público se tragó la mentira y aplaudió a rabiar al joven artista. Los muñecos llamaban Luisito y el Negro, habían sido confeccionados en Guayaquil y tenían cejas y bocas móviles, de suerte que se podía jugar con ellos produciendo efectos especiales. Costaron caros, más de tres mil sucres cada uno en el taller artesanal del maestro Cruz y la mayor gracia era cuando ambos muñecos, sentados sobre sus rodillas, discutían entre si. De allí en adelante, mejorando la técnica, logró dominar la ventriloquia y realizó numerosas presentaciones en casas particulares, escuelas, colegios y aún fuera de la ciudad. Se anunciaba como “El Gran Cajamarca y sus muñecos” pues ya disponía de un tercero que se llamaba Ferreñique.

En 1928 su padrastro, que nunca dejaba de acompañarle en todo, decidió regresar a Italia enviado por algunos paisanos que habían reunido el dinero del pasaje. El viaje iba a ser por corto tiempo, solo para ver una herencia, pero a poco de llegado le escribió una carta diciendo “Hijito: Por favor, trata de reunir para el pasaje mío de regreso pues no me hallo, atiende a tu mamacita, dale de comer.” Fue la última vez que se tuvo noticias de él, posiblemente debió morir, era anciano. En eso vino la gran depresión mundial y los asuntos se pusieron difíciles, al punto que don Eduardo Beltrán decidió en los años treinta regresar a Venezuela donde empezaba la época del petróleo y su Compañía de Teatro Infantil y Revista de Variedades acabó tan súbitamente como habíase iniciado. El Gran Cajamarca tenía veinticinco años y numerosas mujeres giraban a su alrededor, pues siempre las atraía con sus gracias de enamorador empedernido.

Trabajaba en el Teatro Colón ubciado en la esquina de las calles Colón y Boyacá con actos de ilusionismo y ventriloquia y hasta había salido su retrato en la portada del popular Cancionero “El Mosquito” de gran circulación en el puerto.

En eso su amigo Edmundo Jijón Serrano, nacido en 1908, fue expulsado de su casa por dedicarse al teatro y a los números de variedades ¡Siempre la misma incompresión al arte! Cajamarca lo llevó generosamente donde su madre, lo tuvo viviendo algunos meses y como ambos eran artistas con las mismas aficiones, formaron un Dúo de magia y ventriloquia. Jijón se presentaba con el nombre artístico de “Paco Miller” tomó a cargo la magia y Cajamarca la ventriloquia, después cambiaron los papeles.

Miller terminó de ventrílocuo anunciándose como el hombre de las mil voces con Ferreñique primero y luego con Chonguito, muñeco regalado en 1933 por un ventrílocuo chileno de apellido Navarro, que se anunciaba en el Edén como Richardine. Finalmente Miller tuvo otro muñeco cuyo rostro fue dibujado por el caricaturista Miguel Angel Gómez. Este muñeco lo tuvo hasta su retiro y muerte en México en 1997 e hizo famoso como Don Roque porque era feo, malcriado, malgenioso y discutidor. Miller y don Roque se presentaban en un espectáculo que anunciaba a “Paco Miller y sus estrellas”.

Los primeros tiempos fueron duros para Toño y para Paco Miller pero se defendían en las emisoras de Radio
acabadas de salir como la novedad del momento, aunque solo perifoneaban en determinadas horas del día y de la noche y algunas solamente los fines de semana. Por esa época, año 1928, hacía roncha en el teatro Edén el famoso Fakir Raca, cuyo recuerdo aún perdura entre los guayaquileños ancianos (x)

En 1934 Toño contrajo matrimonio con Margoth Mendoza Barzola, quien era dueña de una voz privilegiada que se escuchó por muchos años en las estaciones de radio y aún en los canales de televisión. Tuvieron una numerosa familia que Toñito crió como pudo, trabajando en diversos circos que pasaban por el puerto y con ellos se alejó a otros países del norte y sur del continente, especialmente Colombia y Perú. Años asenderados que sinembargo no fueron pobres en experiencia, convirtiéndose en el primer monologuista del Ecuador y en figura conocida por su talento y actuaciones en el ambiente nacional. En alguna ocasión se presentaba en el circo Caroli White en Bogotá y apareció con un pantalón corto y una camisa muy apretada que resaltaba su delgadez extrema. Al anunciarle por el parlante, como el Tarzán ecuatoriano, la gente comenzaba a reír y a aplaudir con solo verlo.

Todos los años en Semana Santa personificaba a San Pedro en las obras sobre la pasión de Cristo. Su vestimenta era un pantalón negro bien ajustado y una peluca. La gente se reía con solo ver su figura y por su aparencia lo denominaban Ratón con piola.

El circo del chino Chang se lo quiso llevar a trabajar en carpa pero no aceptó pues ya tenía formado su hogar. Posteriormente participó en varias radionovelas y en películas como la coproducción mexicana-ecuatoriana que protagonizó Libertad Leblanc bajo el título de “Cautiva de la Selva”.

En los años cuarenta trabajó en la recién creada Cadena Radial Ecuatoriana CRE que funcionaba en un viejo edificio en Malecón y Elizalde, luego pasó a otras radios como América, Atalaya. Etc.

En 1962 al crearse el primer Canal de Televisión, Canal 4, en el edificio del Núcleo del Guayas de la Casa de
la Cultura, aún seguía en las radios con programas propios y dedicados a todo público, desde el infantil hasta el adulto, pero atraído por las Cámaras en blanco y negro sacó el programa infantil “La Escuelita Cómica” en unión de sus hijos, basándose en uno similar colombiano. Escribía los libretos, producía y hacía el papel de Maestro Lechuga, dómine de un aula de clase con alumnos malcriados, graciosos y revoltosos que le hacían salir canas verdes, por eso el maestro era gruñón pero con mucha alegría. El programa trinfó y fue exitoso durante cuatro o cinco años, pasando a otros canales de Televisión y duró hasta que vino la televisión a colores por los años 70 con los “enlatados” de otros países.

La escuelita Cómica solía presentarse en fiestas infantiles o en eventos de otras índoles, incluso en pueblos y provincias del litoral, donde era llamado con insistencia. En Babahoyo, cierta ocasión, un tumulto de admiradores se abalanzó sobre ellos y tuvieron que gritar por seguridad. En Pedro Carbo, tras salir de una función vespertina se quedaron sin transporte y tuvieron que arrimarse a dos quioscos para pasar la noche porque no había hoteles, hasta que a las cinco de la mañana partió el primer bus a Guayaquil.

Finalmente pasó a Radio Cristal y el Programa se trasmitía semanalmente los miércoles a las once de la noche con gran audiencia. La voz de Toño Cajamarca ya no salía al aire pues sus ochenta años le habían comenzado a pesar pero era reemplazado por su hijo Toño Cajamarca Mendoza. Los otros papeles eran cubiertos por Meche Mendoza (Anacleta) Verónica Cajamarca (Bolita) María Fernanda Cajamarca (Trapuda) Rene Jaramillo (Floripondio) Guillermo Zúñiga (Luisito).

En 1994 eran parte del aula de clases del maestro Lechuga. Tontina Permaná (Margot Mendoza); Añádela Escopeta (Meche Mendoza); Mamerto Mastuerzo (Jorge Cajamarca); Luisito Lazaña (Guillermo Zuñiga); Floripondio Florentino (Rene Jaramillo); Bolita Sarampión (Verónica Cajamarca) el maestro Lechuga (Antonio Cajamarca Mendoza) Los libretos eran de Antonio

Cajamarca Mendoza y la dirección de Meche Mendoza. Sobre el programa de televisión Toñito recuerda que “de lunes a jueves teníamos clases y los viernes realizábamos la hora social, entonces acudían los artistas del momento, niños que cantaban, retaban y bailaban. En una ocasión hicimos un viaje a la Luna y enviamos a Mamerto.

Bajito de estatura, delgado, cómico en sus expresiones y por naturalidad, con un gran sentido del humor, cualidad innata en su persona; alegre siempre y muy rápido en sus movimientos, de donde se desprende que su gracia le venía por la velocidad de sus contestaciones, que producían situaciones de verdadera comícidad. Tal fue don Toño Cajamarca. El veterano actor guayaquileño, decano de los payasos del Ecuador.

A principios de 1994, de ochenta y dos años de edad, medio sordo y con arterioesclerosis, dejó las tablas pero la cordialidad y el buen humor caracteríscas permanecían intactos. Su familia había crecido y todos eran artistas, inclusive su bisnieta de catorce años. El popular Toñito Cajamarca falleció en Guayaquil meses más tarde, el 23 de diciembre de 1995 a los 83 años de edad.