CABELLO BALBOA MIGUEL

CRONISTA.- Nació en Archidona, Provincia de Málaga, España, hacia 1535. Sobrino nieto del ilustre descubridor de la Mar del Sur Capitán Vasco Núñez de Balboa.

Siguió desde su primera juventud la carrera de las armas, estuvo en las guerras de Francia y los Países Bajos en 1558 bajo las órdenes del Príncipe Filiberto de Saboya y del Conde de Egmont, contándose entre los vencedores de la batalla de las Gravelinas el 13 de Julio de 1558, donde se destruyó el poderoso ejército del Mariscal Paul de la Barthe de Thermes, Conde de Cominges.

De regreso a Málaga en 1560, inició estudios religiosos en la Orden Agustina y en 1566 pasó a Indias de Presbítero, con el vehemente deseo de catequizar a los infieles. En Bogotá, conoció al conquistador Gonzalo Jiménez de Quezada e hizo amistad con el franciscano Juan de Orozco, quien le motivó al estudio de la antigüedad de los indios, mostrándole los originales que tenía escrito. En 1572 inició los primeros borradores de una Crónica General.

En 1575 siguió a Quito y el Presidente de la Audiencia García de Valverde le encomendó expedicionar a la provincia de las Esmeraldas con el diácono Juan de Cáceres Patiño, a fin de conquistar la voluntad del reyezuelo negro Alonso de Illescas, de quien se conocía que era hombre cuerdo y civilizado por la ayuda prestada a un náufrago español en esas costas, quien estaba dispuesto a entregarse en paz y jurar obediencia al rey de España si se le permitía vivir en sus palenques o rancherías, de manera que la empresa de abrir un camino entre Quito y la costa del Pacífico parecía asegurada.

En Septiembre de 1577 partieron los expedicionarios de Quito a Manta con abundantes provisiones y objetos de culto porque pensaban fundar una población estable que sirviera de avanzada. En una nave arribaron el 15 de Septiembre a la bahía de Atacames, repoblándola por primera ocasión después de su abandono por Juan de Olmos.

Entonces ocurrió que estando en la playa se les presentó Illescas y con buenas maneras Cabello Balboa logró amistarse con él, con sus hijos y su yerno, el Capitán Gonzalo de Avila, se arrodillaron a besarle la mano en señal de acatamiento. Enseguida les mostró las Reales Provisiones y proyectos para mejorar las condiciones de vida de todos los vecinos en una nueva población que pensaba fundar, Illescas eligió la bahía de San Mateo por ser la más propicia para la navegación y luego de rezar en una pequeña Capilla y asistir a un convite, ofreció regresar en doce días y se internó a su comarca.

Vencido el plazo, volvió con más gente y se llevó al Diácono a su choza, donde éste logró que se amistara con otro negro llamado Antonio, cuando éste le atacó y trató de herirle con una daga, tras lo cual hizo planes con Antonio para la fundación de San Mateo y volvió al campamento de la playa; sin embargo, los numerosos indios de la región, recelosos de la presencia de los extranjeros y viendo que un barco que iba de Nicaragua al Perú atracaba en la costa para aprovisionarse de agua, iniciaron una sublevación contra los negros.

Cabello Balboa nada de eso sabía y como pasara el tiempo y no regresaba Alonso de Illescas, subió hasta su ranchería, entró a su bohío que encontró desierto y con señales de violencia y decidió regresar a la playa.

Veinticinco días después fueron avisados del inminente ataque indígena y tuvieron que partir rápidamente a Manta, atravesando fragosas sendas. En mitad del camino abandonó los ornamentos para cargar a una señora que ya no podía más.

Su arribo final a Quito fue en tan malas trazas que despertaban conmiseración y lástima. De ello hizo un Informe al Rey y compuso años más tarde una exacta Memoria con pretensiones de libro, que tituló “Verdadera descripción y relación de la Provincia y tierra de las Esmeraldas”, manuscrito hallado en el Archivo de Indias de Sevilla por el historiador peruano Manuel Porras Barrenechea, consta de quince Capítulos en veintinueve hojas y trata del viaje a la región de Tacamos y Puerto Viejo, a las provincias de los Yumbos y Niguas y del descubrimiento del río San Gregorio. Es interesante por los detalles geográficos y etnográficos de los indios. Los dos últimos capítulos tratan de la destrucción por los indios de la ciudad de Avila en la región de Quijos y de la llegada del pirata Drake.

En 1578 pasó a la Gobernación de Quijos en el oriente investido como Vicario de la ciudad de Avila, pero tuvo que soportar un alzamiento indígena

Después de esta corta e improductiva aventura siguió a Lima y el Virrey Martín Enríquez de Almansa y Ulloa le entregó en 1580 el curato del pueblo de san Juan en el rico valle de Ica, circunstancia que aprovechó para recopilar una mayor información para sus libros.

En 1582 discutió en la capital del virreinato con el Alcalde de Corte Diego

López de Zúñiga sobre el origen de los indios de América Para Cabello Balboa los indios americanos descendían de los nietos de Noé y del patriarca Ophir (Hijo de Lectan, cuarto hijo de Sem, quien a su vez fue hijo de Noé) todo lo cual, para entonces, resultaba creíble, dadas las genealogías tribales que trae la Biblia, pero que ahora no resiste ninguna crítica consciente. “Estos hombres blancos habrían predicado la palabra de Dios” también se afirma que los indios de la Patagonia y Chile descienden de los piratas de Macasar. Por esos días, a base de los trabajos de Oronoz y del clérigo cusqueño Cristóbal de Molina, así como de su propia investigación entre los naturales, terminó una obra que había iniciado en Quito bajo la protección del Obispo Pedro de la Peña y Vásquez y la tituló “Miscelánea Antartica (o austral) y origen de los indios y de los incas del Perú”, que concluyó el 9 de Julio de 1586 tras vivir veinte años en las Indias, especie de historia universal dividida en tres partes, de las cuales la última contiene interesantes noticias de la historia antigua de Quito y conquista del Perú.

El original permaneció extraviado hasta que en 1837 apareció solo una tercera parte traducida al francés, en la colección “Voyages, relations et memoires originaux por er servir á histoire de la découverte de Amerique” que editó en París el erudito Henri Terneaux – Compans. En el Diccionario Universal de Historia publicado en México en 1853, se dijo que el original estaba en poder de Joaquín García – Icazbalceta y Pimentel, erudito historiador de ese país.

La Miscelánea intercala sucesos históricos con leyendas novelescas tales como la de Naymlap, y lances de amor, el de Efquen Pisan hijo del Cacique de Lambayeque y de Hcestan Xecfuin, la historia sentimental de Quilaco Yupanqui con Curi Coillor, recogida del Ollantay, donde se funde en la persona de estos amantes sus lejanos orígenes de Quito y Cusco, respectivamente.

Existen en la actualidad diversas ediciones en español. Jacinto Jijón y Caamaño editó en Quito en 1945 la primera parte. Carlos A. Romero y Horacio H. Urteaga habían publicado el tercer libro en 1919 en Lima, en el tomo II de su “Colección de Libros y documentos referentes a la historia del Perú”, posteriormente, en 1951, apareció la Miscelánea completa en la Universidad de San Marcos.

La Miscelánea fue escrita como parte de una Historia universal, de manera que su autor consigna todo dato que consiguió pesquisar sobre el pasado del Perú, con claridad pero con poca crítica, reuniendo las tradiciones que conservaban los indígenas.

En 1807, año en que Antonio de Alcedo concluyó su Biblioteca Americana, los originales de la Miscelánea Antártica de Cabello Balboa se hallaban depositados en el archivo del Monasterio de Monserrat en Madrid. Ignoramos como pudieron ser sacados de España, en qué fecha y por quién, aunque es muy posible que con la invasión de las fuerzas napoleónicas, que todo lo trastocó en dicha nación y su secuela de muerte y destrucción, pasaron a México y posteriormente a los Estados Unidos, ya que ahora se encuentran depositados en el Lenox Banco de la Public Library de New York, folio en 706 páginas.

Está dedicada por su autor al Virrey Fernando de Torres y Portugal, Conde del Villar Dompardo, de quien se dice “su perpetuo Capellán” y se compone de tres partes: La primera trata desde la creación y composición de esta fábrica del mundo, en trece capítulos. La segunda sobre porqué los antiguos se olvidaron de las historias, la carencia de letras y la situación de España en veinte Capítulos y la Tercera sobre las Indias Occidentales y naturalmente del Perú, en treinta y tres capítulos, manifiesta que los bárbaros puruleros fueron gente dócil y accesible, que no practicaban sacrificios humanos, que Manco Cápac no fue el fundador del Imperio de los Incas sino su restaurador, pues la antigüedad esta representada por el gran reino de los Tiahuanacus, mucho más antiguo.

Está salpicada de citas eruditas tomadas de autores greco – latinos, la Biblia y Cronistas de Indias tales como Platón, Cicerón, Gonzalo Fernández de Oviedo, Cristóbal de Molina, Arias Montano.

Es una obra grande por la capacidad y versatilidad de su autor, cuyo pulcro estilo, conocimientos de la vida incásica, de la cultura griega y erudición para recoger datos y leyendas la recomienda. La Miscelánea trae la versión primigenia de la famosa leyenda Ollantay, verdad que usando los nombres cambiados, sin embargo de lo cual, el solo hecho de haber salvado esta versión original, bastaría para ameritar la labor de historiador de Cabello Balboa”.

Para 1586, fecha en que puso fin a su libro, Cabello Balboa se hallaba agotado y casi sin fuerzas, pero siguió su viaje trashumante hasta el Alto Perú. En 1594 figuró en la Plata recibiendo encargo de las autoridades para hacer la entrada a la catequización de los indios de la provincia de Chunches, cuyas peripecias narró en una carta al Virrey García Hurtado de Mendoza y al parecer escribió otra obra, con referencia a ello, la cual quedó inédita y perdida. En 1595 estuvo de vuelta en Lima.

También escribió obras poéticas y comedias tales como la Comedia del Cusco, la Entrada a los Moxos, la Volcánea, el Elogio Militar y la Vacquirana, también perdidas.

De 1603 es una Carta que dirigió al Virrey con información valiosa y detallada acerca de las provincias de Pelechuco y Apolobamba entre los Andes y el rio Beni (Bolivia).

Finalmente fue Cura de Camata donde pasó el resto de su vida posiblemente hasta 1608, fecha la más probable de su fallecimiento, “dejando con sumo descontento a los indios Paychanas y Ananas y sin esperanzas de volver a verlos, por falta del apoyo solicitado a la Audiencia”.

El autor anónimo del Discurso en loor de la Poesía que figura como prólogo del Parnaso Antártico, escribió, refiriéndose a Cabello Balboa, lo siguiente // La Volcánica orrífica y terrible / y el Militar Elogio, y la famosa / Miscelánea que al Inga es apacible; / la Entrada de los Moxos, milagrosos, / La Comedia del Cusco, y Vasquirana / Tanto verso elegante y tanta prosa, / nombre te dan, y gloria soberana, / Miguel Cabello, y está redundando / Por Hesperia, Archidona queda ufana//.

La Vacquirana, tal vez sobre Vesquirán, personaje de la literatura clásica y La Comedia del Cusco, fueron piezas de teatro. La Entrada a los Moxos es una relación cuyos originales se sabía que estaban en poder de Jacinto Jijón y Caamaño. La Volcánica y el Militar Elogio debieron haber sido composiciones en verso, la primera sobre la erupción del Pichincha, que tantos comentarios despertó a fines del Siglo XVI.

De Cabello Balboa también ha quedado un soneto dedicado a Diego de Aguilar y Córdova, relatando el desgraciado suceso del Capitán Pedro de Ursúa. Fragmento “// La casta abeja en la florida vega / Con susurro suave y delicioso / De varias flores el manjar congrega. / No menos que a la adelfa el gusto alleja / Que al romero y al cárdame oloroso, / Porque todo lo vuelve provechoso / Después que a su sutil boca se apega. / Igual te juzgo, cordovés ilustre, / después que renació en tu memoria / El Marañón, de sangre y muerte lleno; / Que de oscuridad sacaste lustre, / Y de su vituperio tanta gloria, / Que en bálsamo conviertes su veneno//.

Se ha comentado, además, que debió asistir a las sesiones literarias de la Academia Antártica que funcionó en Lima durante varios años, posiblemente fundada por fray Gaspar de Villaroel y en la que también fueron parte numerosos literatos de esos momentos, tales como el Licenciado Antonio Falcón que la presidía