POLITICO.-Nació en Guayaquil el 11 de Junio de 1801 y fueron sus padres legítimos el Teniente de fragata de la Real Armada Española Jacinto Caamaño y Moraleja, natural de Madrid, descubridor del archipiélago de las islas de Gálata en la bahía de San Francisco de California, Caballero de Calatrava en 1798, pasó a Guayaquil en 1800 y casó con Francisca de Arteta y Santisteban, heredera de la gran hacienda Tenguel en la zona de Balao, Alcalde Ordinario de Cabildo en 1812.
Fue el mayor de una larga familia compuesta de ocho hijos y no se tienen noticias sobre su educación que debió realizarse con profesores particulares en Guayaquil. Durante la revolución del 9 de Octubre de 1820 los Caamaño se mantuvieron en la hacienda Tenguel sin intervenir en los acontecimientos políticos de entonces. Un año después, para la insurrección de las lanchas cañoneras, los españoles complicados en ella – Vicente Martín y Juan Ferruzola – recibieron sus pasaportes y tuvieron que ausentarse de la ciudad. Otro español, de apellido Saravia, guardó prisión en el pontón. Puesto en libertad por la intercepción del Dr.
Francisco Marcos, Secretario vocal de la Junta de Gobierno, fugó a Cuenca para unirse a los españoles. En Tenguel fue protegido por el joven José María Caamaño, desde allí continuó su fuga pero alcanzado en el camino fue preso y Caamaño hizo asaltar la escolta con sus peones y lo puso nuevamente en libertad; sin embargo, se le volvió a tomar y fue conducido a Guayaquil. Se prendió también a Caamaño y a sus cómplices pero por sus relaciones de familia éste logró salir libre con fianza. A Saravia el gobierno le hizo embarcar con escolta para ponerlo fuera de la frontera y al llegar a Puná un oficial apellidado Ponce que le custodiaba, le hizo fusilar con el pretexto de haber intentado seducir a la escolta, aunque realmente fue para robarle. Ponce fue sometido a juicio y condenado a degradación pública y a extrañamiento.
El 26 de Enero de 1827 el Teniente Coronel José Bustamante, Jefe de la tercera División Colombiana, se sublevó en Lima contra la dictadura bolivariana. El gobierno del Perú se apresuró a facilitarles el viaje hacia el norte. Bustamante se encaminó a Cuenca y Francisco Elizalde Lamar se sumó a la revolución y embarcó a Manabí para atacar Guayaquil. Las autoridades solicitaron la intervención del Mariscal José Domingo de Lamar que estaba retirado en sus propiedades de Buijo. Poco después el puerto era tomado por los propios guayaquileños que plegaron a la revolución. Entonces ocurrió un imprevisto, pues el General Juan José Flores, Comandante General del departamento, logró seducir al Capitán Ramón Bravo para que se apodere de los cuarteles de Cuenca, lo que se consiguió sin problema, poniendo a la cabeza del gobierno de esa ciudad el General Ignacio Torres Tenorio, que además tomó prisionero a Bustamante y lo remitió a Flores, en cuya presencia se retractó y fue perdonado y despachado a Guayaquil a convencer a los militares de no continuar la revolución, pero lejos de ello, prosiguió en sus planes separatistas y Flores se vio precisado a iniciar las operaciones militares sobre el puerto, en tanto que el Mariscal Lamar, que había asumido el mando a petición de la Municipalidad guayaquileña, comisionaba al General Juan Paz del Castillo, a José Maria Caamaño y a Martín de Ycaza Silva, para celebrar un convenio con los delegados de Flores. Finalmente estos acordaron que sería enviada la tercera División que comandaba Bustamante a otra provincia, se recibiría la guarnición del gobierno central y
Lamar permanecería en el mando hasta ser legalmente reemplazado.
Como la Municipalidad se negó a ratificar este Convenio, Flores inició su marcha sobre Guayaquil. Lamar estaba en Daule y destacó a un escuadrón de Milicianos dauleños que se enfrentó en las lomas de San Gabriel y fueron derrotados. Entonces Lamar se retiró a Guayaquil, nombró nuevos comisionados y al enterarse que había sido designado Presidente del Perú emprendió viaje a Lima, mientras la Municipalidad de Guayaquil insistía en conseguir una fórmula federalista de gobierno.
En 1828 casó con Maria Dolores Gómez-Cornejo y Castro y tuvieron catorce hijos. Ya administraba la hacienda Tenguel, que llegaría a ser considerada la mayor productora de cacao en el país. En Enero de 1837 se inscribió en el Libro de Comerciantes para ejercer por mayor y menor. Era uno de los vecinos de mayor distinción y poder económico en la ciudad y en Quito estaban casados sus hermanos Dolores y Juan, la primera con el poderoso Marqués de San José, José Modesto Larrea y Carrión y el segundo con Joaquina Guerrero y Dávalos, hija primogénita de los Condes de Selva Florida, ambos con sucesión. En Enero del 42 firmó una solicitud con otros vecinos adinerados de Guayaquil para fundar un Banco. El ejecutivo impuso ciertos reparos al proyecto, que no fueron aceptados
Al día siguiente de la revolución del 6 de Marzo de 1845 que desconoció al gobierno del Presidente Juan José Flores, el pueblo de Guayaquil reunido en la Municipalidad eligió un Triunvirato compuesto por José Joaquín de Olmedo por Quito, Vicente Ramón Roca por Guayaquil y Diego Noboa Arteta por Cuenca. Caamaño resultó electo vocal suplente de Noboa. En Octubre concurrió a la Convención Nacional en Cuenca y formó parte del bloque liberal olmedista encabezado por el diputado por Pichincha Vicente Rocafuerte que resultó el minoritario y como ninguno de los candidatos
- José Joaquín de Olmedo con 14 votos y Vicente Ramón Roca con 27
- alcanzaban las dos terceras partes que según la Constitución necesitaba el triunfador; el día 7 de Diciembre apoyó la moción de Rocafuerte para que se encargue la Presidencia en forma provisional al diputado por Chimborazo, Dr. Pablo Merino y Ortega, quien presidía la Convención. La propuesta fue reformada y finalmente los roquistas consiguieron esa noche el tan ansiado voto que les faltaba y sacaron triunfador a su candidato pues el diputado guayaquileño Coronel José María Vallejo Mendoza del grupo olmedista cambió su voto.
En 1850 se produjo el enfrentamiento entre su primo segundo Diego Noboa Arteta designado Jefe Supremo en Guayaquil y el Vicepresidente Manuel de Ascázubi Matheus que ejercía el poder central, entonces fue comisionado por Noboa para llegar a un acuerdo con los representantes de Ascázubi, pero no fue posible conciliar los intereses en juego y meses después – cuando surgió la candidatura del General Antonio Elizalde Lamar que debido a su popularidad cobró fuerza enseguida y amenazó con tomar Guayaquil – Noboa volvió a comisionarle con el Dr. Ramón Barreiro, Manuel Antonio de Luzarraga y José Matheus Vasmezón. Las conferencias se celebraron en el mes de Julio en terrenos de la hacienda La Florida a pocos kilómetros de Guayaquil. Por Elizalde concurrieron el General Juan Illingworth, Domingo de Santistevan, José Joaquin Carbo Meza y Juan de Avilés y el 27 de ese mes se firmó un Convenio y Elizalde aceptó abandonar el mando que venía ejerciendo. Por este acuerdo comenzó el gobierno de Diego Noboa y formó su primer gabinete de la siguiente manera: Dr. Marco Espinel, Ministro del Interior y Relaciones Exteriores, José Maria Caamaño Arteta, Ministro de Hacienda y Coronel Teodoro Gómez de la Torre, Ministro de Guerra y Marina. Desde entonces radicó largas temporadas con los suyos en Quito alternando con viajes a Guayaquil donde mantenía una Casa exportadora de cacao, por eso sus hijos estudiaron en la capital.
El 1 de Mayo de 1859 García Moreno formó en Quito un Triunvirato compuesto con Pacífico Chiriboga y José Maria Pareja Arteta, pero hubo una reacción contraria y tras varias acciones militares volvió a restablecerse en Septiembre, de suerte que el día 21 los triunviros designaron a Caamaño Encargado de Negocios ante el Perú, para que después de negociar en Lima con el Mariscal Castilla, el reconocimiento oficial de dicho Triunvirato, negocie la paz y se reanuden los vínculos de amistad entre ambas naciones. Franco designó por su parte a Vicente de Piedrahita Carbo y a Manuel Espantoso y Avellán; mas, en Octubre, la flota peruana del Almirante Mariátegui se movilizó hacia el golfo y como Caamaño no tenía instrucciones escribió a García Moreno para que se traslade inmediatamente a Guayaquil. Anteriormente Castilla había obsequiado armamento a García Moreno para que lo utilice contra el Presidente Robles del Ecuador.
El día 14 de Octubre García Moreno entró en Guayaquil acompañado de Secundino Darquea y como Castilla estaba en Paita, no se detuvo y embarcado en el vapor peruano “Sachaca” viajó hasta dicho puerto y fue recibido en audiencia. Por su Informe a los miembros del Triunvirato en Quito sabemos que en esta primera conversación Castilla le reconoció como único gobierno. En la segunda entrevista Castilla le informó a García Moreno que deseaba mediar amistosamente para unificar a los gobiernos del Ecuador, para lo cual era necesario acabar con el General Guillermo Franco Herrera por ser el último rezago del urbinismo y tomar la plaza de Guayaquil a título de garantía hasta que el Ecuador satisfaga al Perú en el problema de su Ministro plenipotenciario Celestino Cavero – que según decía – había sido vejado en Quito y en el de la cesión de las tierras orientales, origen del conflicto con el Presidente Francisco Robles.
Caamaño propuso entonces la designación de árbitros para resolver el problema de las tierras en el oriente pero no fue escuchado ni por García Moreno ni por Castilla, pues ambos tenían otros asuntos previos que resolver y como la conversación subió de tono, al punto que Castilla llegó a calificar a García Moreno de diplomático de aldea, a nada se llegó. Poco después Castilla recibía a los delegados de Franco.
Una vez en Guayaquil García Moreno mantuvo varias conversaciones con Franco y al no haber arreglo posible salió subrepticiamente el 4 de Noviembre, siendo perseguido por una escolta a caballo, pero dada la prisa que llevaba pudo llegar indemne a Riobamba, en tanto sus compañeros de Quito como el gobierno de Franco en Guayaquil volvían a intentar un arreglo a través de delegados.
El día 2 de Diciembre se reunieron en Lima los Generales José Maria Villamil y Guillermo Bodero Larrabeytia por la parte del General Franco, con el General Juan Antonio Pezet Jefe del Estado Mayor y el Dr. Manuel Morales Ministro de Gobierno encargado de la secretaría de la presidencia de la República del Perú y a pesar que Caamaño también se trasladó a Lima e intentó ser reconocido, se alegó por parte de los franquistas que no tenía poderes suficientes y al día siguiente estos firmaron un convenio con los peruanos, sin contar con su presencia. Mientras tanto Franco se desesperaba en Guayaquil ante la amenaza peruana y precaviendo un posible bombardeo de la ciudad – que irremisiblemente la hubiera destruido – y escribió nuevamente a García Moreno proponiendo un avenimiento y que se designe un solo gobierno. Este nombró dos delegados el 8 de Diciembre, que fueron Manuel Gómez de la Torre y José Maria Avilés Pareja, quienes iniciaron el viaje a Guayaquil, pero dada la premura de la situación el 3 de Diciembre el General Guillermo Franco Herrera inició las conversaciones con Caamaño prescindiendo de los antes mencionados.
Caamaño concurrió a la elección como único representante de Quito, el propio Franco como Jefe Supremo de Guayaquil y Manuel Espantoso como Jefe Supremo de Cuenca, declarando los tres gobiernos que debía convocarse inmediatamente a una Convención Nacional para que sea ésta quien designe a la primera autoridad de la República, a reunirse el 16 de Enero de 1860 en Guayaquil e invitando a ella al gobierno de Loja I como la situación seguía incierta con los peruanos, volvieron los gobiernos del Ecuador a entablar nuevas conversaciones.
El 17 de Diciembre a las ocho de la noche Franco conminó a Caamaño para que concurra una hora más tarde a la Conferencia a fin de unificar el gobierno que debía entenderse con el Perú en el arreglo de los asuntos pendientes, pero este alegó enfermedad y no asistió. Los representantes del Guayas y Azuay, Francisco Marcos y Crespo y José Sánchez Rubio dejaron constancia de esta inasistencia y abrieron las conversaciones con el Dr. Juan Celestino Cavero, Delegado del Perú. Al día siguiente Caamaño dirigió dos notas, una Castilla y otra a Franco, protestando a nombre del Gobierno provisorio residente en Quito contra el procedimiento adoptado, pero no fue respondido.
La situación de Guayaquil, por otra parte, no aceptaba dilaciones de ninguna índole, pues estaba bloqueada por cuatro barcos de guerra peruanos y amenazada de que al primer tiro hecho a cualquier individuo o buques de dicha escuadra, sería la señal para que ésta rompiera los fuegos contra la población inerte, de manera que Franco notificó de esta circunstancia extrema al Cónsul de los Estados
Unidos, instándole a intervenir ante los peruanos, lo que no sucedió.
De manera que hubo que recurrir al arbitrio de llegar a un entendimiento con el enemigo y Castilla procedió desembarcar sus tropas en las llanuras de Mapasingue y a través de su Ministro de Relaciones Exteriores suscribió un Tratado de Límites con el gobierno de Franco, tras lo cual abandonó el golfo y volvió a Lima donde se le requería urgentemente pues sus enemigos políticos le hacían dura oposición, mientras tanto, conjurado el peligro peruano y el posible bombardeo e incendio de la ciudad de Guayaquil, el gobierno del General Guillermo Franco se aprontó a defenderse de las fuerzas combinadas de García Moreno y Flores recurriendo a multas y a otro tipo de exacciones para pagar al ejército; pues, a consecuencia del prolongado bloqueo de los peruanos, el comercio de la ciudad había decaído totalmente. Caamaño fue uno de los comerciantes más perjudicados con estas medidas y tuvo que entregar ocho mil pesos, suma considerable para entonces.
Finalmente el 24 de Septiembre de 1860 las fuerzas de García Moreno y Flores derrotaron a las de Franco y ocuparon la ciudad, Caamaño fue electo Comandante del Resguardo de Aduanas y comenzó a figurar entre los consejeros del Presidente García Moreno, quien gobernó con mano férrea durante su primer mandato.
A finales del 64 el Presidente exhibió la candidatura de Caamaño a la presidencia de la República por considerarle un hombre de integridad y energía, inconciliable con los malvados e incapaz de servir de instrumento a nadie. Encendida la campaña electoral se desató en Quito una fuerte represión contra el club político contrario, el liberal, presidido por Manuel Gómez de la Torres, que exhibía el nombre de Pedro Carbo. En Enero del 65, conociendo dichos abusos, Caamaño renunció con esta frase “No quiero que mi candidatura sea impuesta por la coacción y la violencia”. El 28 de Febrero García Moreno le contestó que el club liberal sedicioso formado en Quito por conocidos elementos urbinistas comprometidos en la revolución de Junio pasado fue prohibido por contrario al orden público, aunque se dejó a sus miembros en libertad de sufragar por quien quisieran. “Esta medida, aconsejada por las exigencias del orden, es conforme con la Constitución y las leyes, pues aunque en ellas se encuentra reconocido el derecho a formar clubs, al gobierno le corresponde tolerarlos o prohibirlos según lo estimare más conveniente.”
El 8 de Marzo Caamaño replicó declarando que si hubiera tenido conocimiento anticipado de la existencia de clubes sediciosos habría aprobado las medidas de un gobierno que debe velar por sostener el orden público amenazado por tales reuniones y era justo disolverlas no así con clubes meramente políticos, destinados a trabajar por las vías legales en favor de una candidatura, pero ya era muy tarde para dar pie atrás, pues el tirano había dejado a un lado la candidatura de Caamaño por considerarlo poco manejable e insumiso, para escoger la de Jerónimo Camón y Palacio, a quien creía un sujeto mucho más dócil a sus mandatos y exabruptos. Celebrada las elecciones resultó triunfador el nuevo candidato oficial, que como ya se suponía de antemano, fue un simple títere y al poco tiempo fue depuesto por su mentor, el propio García Moreno.
En 1868 figuró entre los socios fundadores del Banco del Ecuador con Aníbal González, Manuel Antonio de Luzarraga y Nicolás Morla de la Vera. El 70 falleció su hija Angela Caamaño de Vivero, inspirada poetisa. El 71 ocupó la presidencia del Banco Nacional que tuvo corta duración en Guayaquil. Se encontraba bien de salud y gozando de la bonanza económica del cacao.
En Septiembre de 1876 participó en la revolución que derrocó al Presidente Antonio Borrero y fue designado Gobernador del Guayas donde solo permaneció algunos meses. Borrero comentó: “Hasta el señor José Maria Caamaño con sus ochenta años a cuesta – tenía setenta y cinco solamente – ha subvertido el orden buscando todavía su porvenir político por las vías revolucionarias” lo que prueba que era un hombre vital, dinámico y de excelente estado de salud.
Esta fue su última actuación política y debió fallecer antes de 1880 porque el 81 aparece la hacienda Tenguel en poder de sus herederos.