PUBLICISTA.- Nació en Poveragno, Provincia de Cuneo, Piamonte, en la frontera montañosa con Francia, el 27 de Septiembre de 1936. Hijo legítimo de José Bottasso Dalmaso, pequeño agricultor, y de Caterína Boetti Oggero, montañeses acomodados de Poveragno. Fue el tercero de una familia de seis hermanos que crecieron en el fragor de la guerra mundial declarada en Junio de 1940 por Italia.
Primero estudió con la Srta. Rita Macagno que le enseñó el idioma italiano pues en el pueblo solo se
hablaba el dialecto regional mezcla de piamontés y de occitano.
Creció haciendo el saludo fascista a Mussolini pero los guerrilleros partisanos empezaron a amagar las cercanas montañas de la región, pues eran contrarios al Duce hasta que el 8 de Septiembre de 1943 Italia firmó el Armisticio con los Aliados; enseguida se produjo la invasión alemana y continuaron las hostilidades, pasando con su familia numerosas estrecheces y peligros por los bombardeos a los puentes y a las fincas.
En 1947 fue internado en el Colegio Valdocco cercano a Turín instituto salesiano fundado por don Bosco, donde encontró un austero ambiente de trabajo y disciplina y al mismo tiempo de mucha familiaridad, y solo en las navidades volvía a su casa.
En 1952 egresó y con dos amigos pasó al noviciado de Monte Olivetto en Pinerollo, permaneció un año estudiando hasta que lo trasladaron a Foglizzo en los arrabales de Turín, a cursar estudios Clásicos de latín y griego, necesarios para una mejor formación humanística. Entonces se interesó por el mundo tras escuchar los relatos que hacía el padre José Corzo de las maravillas del Ecuador y motivado por esos relatos de aventuras en países extraños pidió ser admitido en las misiones, aunque era demasiado joven e inexperto para trabajo de tanta responsabilidad.
Entre 1956 y el 59 dictó dos años de clase en Chieri y uno en Crineo, luego le permitieron realizar el ansiado viaje a América. Llegó a Guayaquil. Estuvo dos meses en el Colegio Técnico salesiano de Cuenca, pasó a estudiar teología en Bogotá y visitaba cada cierto tiempo al Ecuador, internándose en las misiones del oriente con fines de servicio a dichas comunidades.
El 15 de Septiembre de 1963 fue
ordenado en la Iglesia del Carmen de Bogotá por monseñor Valderrama, volvió a Quito y fue destinado a las nuevas misiones salesianas en Sucúa, que ayudó a formar con el nombre de Federación del Centro Shuar. Allí trabajó intensamente en el internado de los niños y visitando comunidades, etc. En 1966 volvió a Europa.
Entre 1966 y el 68 estudió misionología
- mezcla de Antropología con Teología
- en la Universidad Gregoriana de Roma, hasta lograr la licenciatura en dicha especialidad. Entre el 68 y el 71 trabajó en Méndez, cuya tierra empobrecida por la minería era poco apta para cultivos.
En 1971 le dieron una de las cátedras de teología en la U. Católica de Quito y el contacto con la juventud le agradó muchísimo pues siempre ha sido una personalidad extrovertida y sencilla. Se vivía por entonces los cambios operados por la rebeldía de los jóvenes de París el 69 y en el Ecuador hasta los seminaristas se portaban rebeldes, adquirió una nueva visión de las cosas del país y se familiarizó con los ecuatorianos. De entonces son sus primeras producciones, simples artículos sobre problemas de actualidad tales como “Las circunscripciones misioneras en camino hacia la Diócesis” en 10 págs. “¿Faltan sacerdotes en América Latina?” en 3 págs. “Notas históricas sobre el origen de los Vicariatos y Prefecturas Apostólicas” en 2 págs. escritos para la Dirección Nacional de las Pontificias Obras Misioneras del Ecuador.
En 1974 publicó en los Cuadernos de Divulgación “¿Habrá todavía que construir iglesias?” y editó en italiano un pequeño librito en cuarto titulado “Letlere latino – americano en 113 págs. testimonio vivencial de un misionero con deseos de comunicación. Ese año y con motivo de un Congreso Eucarístico bolivariano se reunieron
varios obispos de Latinoamérica en Quito y escucháronse numerosas protestas contra la cúpula religiosa. Bottasso no participó en ellas pero como profesor universitario fue solidario con sus alumnos y para evitar problemas regresó a graduarse de doctor en Roma.
En dicha capital hizo una vida distinta estudiando por las mañanas y por las noches y trabajando las tardes como guía turístico en las catacumbas, experiencia no exenta de valor si se considera que el contacto con el pasado y con la muerte obliga a cualquier persona sensible a meditar, y empezó a escribir su tesis “Los Shuar y las misiones, entre la hostilidad y el diálogo” explorando en la historia misionera del oriente ecuatoriano en los siglos XVI y XVII cuando los franciscanos entraban por el río Putumayo, los dominicanos por el Pastaza y los jesuitas por el sur a Mainas.
En 1975 regresó a las Misiones con una más amplia visión y dio primacía a lo antropológico sobre lo meramente teológico, según recomendación de su sabio maestro el jesuita alemán José Goetz, quien le habla aconsejado trabajar en los campos de la historia, el folklore y la etnografía (1)
En 1976 dio inicio a un ambicioso plan de acción traído de Europa para los Shuar enunciándolo en “La Iglesia Shuar, nueva presencia y nuevo lenguaje” en 69 págs. (2)
(1)Tradicionalmente había sido costumbre en las misiones considerar a los indígenas como seres minusválidos a los que había que proteger, pero desde el auge de la antropología a mediado del siglo XX cuando dejó de ser un mero pasatiempo científico para convertirse en la ciencia que estudia al hombre en sus diferentes manifestaciones, se pensó que antes de integrar a los indios en la sociedad nacional, despersonalizandoles y destruyendo sus formas naturales de vida hasta convertirlos en ganaderos que vistieran a la moda occidental y hablaran español, era necesario respetarlos tal como son, pues en las diferenciaciones está la riqueza y maravilla de la humanidad, aunque sigan siendo pobres.Se calcula que la población indígena del Ecuador en 1992 es de 1*800.000 personas y que los afroecuatorianos suman 300.000. La población indígena y las minorías étnicas suman un 20% de la población total del país. Los indígenas están divididos en diez grupos étnicos o nacionalidades repartidos en las tres regiones del país. Seis se asientan en la amazonía: Quichua, Shuar, Ashuar, Huaorani, Siona – Secoya y Cofan. La nacionalidad quichua se extiende a lo largo de la Sierra. En las estribaciones noroccidentales de los Andes han sobrevivido los Awa – Coaiquer, los Chachi – Cayapas y los Tzátchilas – Colorados. La persistencia de estos diversos grupos es una historia de dominación, discriminación y de asedio constante por parte de la sociedad nacional, y de la permanente resistencia que dichas poblaciones desarrollaron para conservar su identidad étnica. Los grupos han reivindicado siempre su identidad, íntimamente vinculada a la totalidad de su cultura. La tierra no tiene para ellos solamente un valor económico, es un elemento esencial de su cosmovisión. La lengua no es únicamente un vehículo de comunicación sino que se ha transformado en el elemento esencial de la memoria colectiva y de la reproducción de su cultura. La cuestión étnica es una cuestión nacional no solo porque los problemas del mundo indígena atañen a la sociedad nacional y al estado sino porque se plantea una nueva manera de concebir al estado como plurinacional y multicultural, apuntalado en las hondas raíces del pasado. Lamentablemente hasta ahora el Estado ha implementado políticas de exclusión, de desconocimiento o de integración indigenista, las que en la práctica ha reafirmado una situación de discriminación, y de folklorización. Se hace necesaria, hoy más que nunca una concertación social y el estado debe mantener una política específicamente étnica, basada en el respetuoso trato a las nacionalidades minoritarias frente a la sociedad mestiza nacional, que conforma la gran mayoría, un 80% cuando menos. |
En 1978 publicó varios artículos en la revista Mundo Shuar tales como “El hombre no se basta solo” en 3 págs. “Un pasado en que hay que meditar” en 21 págs. “Los Shuar se salvan juntos o no se salvan” en 4 págs. y una recopilación que tituló “Bibliografía general de la nación Jíbara”, muy completa y erudita, en 192 págs. convirtiéndose en uno de los más conocedores de esa materia. El 79 un articulo pedagógico bajo el titulo de “Qué en mundo Shuar” en 16 págs.
En 1980 sustentó su tesis doctoral en Roma y al regresar a Quito le ofrecieron entregarle una casa vacía que la Orden salesiana poseía en Cayambe para que pudiera instalar una escuela. Aceptando el ofrecimiento, comenzó otra vez a trabajar de profesor y el 81 ediciones Libri Mundi le publicó “El precio de la supervivencia. Los Shuar” en 19 págs. El 82 colaboró con César Biachi y otros más en la preparación y publicación de “Artesanías y Técnicas Shuar” en 477 págs. y salió su artículo “Las Misiones en el Ecuador, retos y perspectivas” en 9 págs.
En 1983 adquirió un pequeño mimeógrafo electrónico y el 84 una imprenta japonesa, tipo offset, marca “Rico” de la que continuaron saliendo numerosas publicaciones a través de la editorial “Abya Yala” que significa “La tierra toda” en idioma Cuna que se habla en Panamá y desde entonces a la presente ha impreso más de cuatrocientos ochenta títulos entre folletos y libros, cuyo mensaje tiende a dar un conocimiento más serio de las culturas indígenas del Ecuador pues son poblaciones con tradición, historia y valores importantes, dirigidos principalmente a los propios indígenas pues se difunden en las escuelas de las misiones y también a los estudiantes y público lector del país.
La Editorial “Abya Yala” comenzó con ayudas recibidas del exterior y se ha mantenido por la contribución de la congregación Salesiana. que mira con buenos ojos la obra. Actualmente ha empezado a percibir ganancias con la venta de sus títulos a través de una pequeña oficina de comercialización que opera en todo el país.
Sus libros dan preferencias a los temas ecológicos, a lo lingüístico, lo etnohistórico y lo mítico, tratando de conseguir siempre una dimensión más latinoamericana.
En 1985 editó “Del Indigenismo a las organizaciones indígenas” en 20 págs. El 86 “Cristianismo y religiones indígenas” en 32 págs. y “América Latina tra rabbia y esperanza” en italiano, en 155 págs. “Las nacionalidades indígenas, el estado y misiones en el Ecuador” en 8 págs. y fundó la revista “Iglesias, pueblos y culturas” que aparece desde entonces cuatro veces al año.
En Octubre del 87 fundó el Instituto de Antropología aplicada, vinculado con la Universidad Técnica de Loja de los hermanos Maristas, cuyo éxito ha sido tan clamoroso que hoy tiene filiales en Bolivia, Paraguay y Guatemala.
En 1988 construyó el edificio de la Editorial en la 12 de Octubre y Wilson, inició una nueva Colección denominada “Quinientos Años” que va actualmente por el número cincuenta y cuatro, para hacer conocer el pensamiento del indio (mitos y tradiciones) donde apareció “Las Religiones Amerindias” en 380 págs. y “La Iglesia y los indios, quinientos años de diálogo o de agresión” en 226 págs. escritos en colaboración con otros antropólogos.
En 1990 “Cristianismo y religiones indígenas” en 222 págs. El 91 fue designado Director del Instituto Superior Salesiano en Quito, recargando su horario de trabajo y atención al público; pues, aparte de dirigir la “Editorial Abya Yala,” colabora en las revistas salesianas más importantes del mundo misionero.
Es uno de tos mayores publicistas del Ecuador por su incansable labor en pro de la Antropología ecuatoriana. Su trato cortés y deferente y su sencillez plena de humanismo. Es un comprendedor del hombre primitivo y del ser civilizado, le hace simpático a primera vista. Su carácter lleno de dulzura y su forma juvenil de tratar, le granjea el aprecio de sus semejantes.
Estatura más que regular, rostro quemado por el sol, delgado, deportivo, bigote y pelo entrecano, voz agradable y serena, trato inteligente y cordial.