BORRERO Y CORTAZAR ANTONIO

PRESIDENTE DE LA REPUBLICA. – Nació en Cuenca el 28 de Octubre de 1827. Hijo legítimo de Manuel Borrero y Seminario, natural de Cuenca, estudiante de derecho en Quito, que falleció joven por una infección intestinal y propietario de las haciendas Ingapirca, Cajón Pambo, San Pedro, Juncal, y Chauyabamba en la zona de Cañar llamada por eso Borrero Chaparra que significa donde miran los Borrero heredadas de su madre que era rica, y de Francisca Cortázar y Requena, nacida en Bogotá cuando su padre el Dr. Francisco Cortázar y Lavayen desempeñaba las altas funciones de Fiscal de dicha Audiencia. Ella era propietaria de la finca de Charasol, y sobrina del Obispo Ignacio Cortázar y Lavayen, sacerdote guayaquileño que gobernó la diócesis cuencana entre 1816 y el 18, fundó el Seminario de Cuenca y falleció joven y en la población de Girón, durante una visita Pastoral, a causa de un violento infarto. Dejó fama de enérgico orador por sus Homilías brillantes.

Una tía paterna, guapa e ilustrada, que entraría a la clausura del monasterio de la Concepción fue su primera maestra y de siete años ingresó al Colegio Seminario a estudiar latín y humanidades clásicas. A los diez empezó el curso de filosofía, de trece el de jurisprudencia civil y canónica que concluyó en Quito para graduarse de Bachiller en ambos derechos – In utroque iuris – en 1844; ya era huérfano de padre y disponía de una regular fortuna compuesta de una casa, varias haciendas de pan sembrar en el Cañar y la finca Charasol cercana a Cuenca.

Cursó en Quito el derecho público y tuvo por compañeros a Gabriel García Moreno y a Rafael Pólit Cevallos, con quienes sostuvo el 21 de Noviembre de 1844 un Certamen de derecho constitucional que versó sobre la división de los poderes y el objeto y atributos de una Constitución. En 1848 el Director de Estudios José Fernández – Salvador y López le recomendó por su buen juicio y obtuvo el título doctoral. Su amigo José Rafael Arízaga machuca confesaría años más tarde: Nunca fue joven el doctor Borrero porque desde muy niño tuvo ya la madurez de un viejo.

De regreso a Cuenca fue catedrático de derecho público en el Colegio Seminario, ocupó la subdirección de Estudios del Azuay, se recibió de Abogado ante la Corte Superior de Justicia y estableció su estudio profesional, que prontamente se llenó de clientela. Era inteligente e ilustrado, lo que se dice aprovechado, quizá algo tímido por su natural reserva con las personas y por la adustez que sabía imprimir a todos sus actos.

Con vocación por el periodismo de ideas y eufórico en la defensa de la verdad, usando de un brillante y terso estilo literario, entre el 49 y el 50 colaboró en la hoja periodística “El Cuencano” que dirigía fray Vicente Solano, a quien llegó a admirar tanto que después de muerto comenzó a publicar su biografía, que concluyó años más tarde en Charasol, e incluyó dentro de los cinco tomos de “Obras Completas” (de Solano) editados en 1892 en Barcelona.

En 1854 contrajo matrimonio en Cuenca con Rosa Moscoso Cárdenas con larga descendencia. Se conocieron en una fiestas en casa de las familia Vega García. El 56 fundó “La República” con Pío Bravo Vallejo y Cobo, Mariano Cueva Vallejo, José Rafael Arízaga Machuca, Benigno Malo Valdivieso, Rafael Villagómez Borja y otros ciudadanos patriotas, para luchar por la descentralización del poder y de las rentas públicas y una mayor autonomía para los municipios. También criticó la candidatura oficialista del General Francisco Robles García, quien gozaba de inmensa popularidad en Guayaquil pero era prácticamente desconocido en el resto del país, y que a la postre triunfó.

Entre el 57 y el 58 asistió como Diputado por el Azuay a las legislaturas de esos años, a pesar de ser liberal católico realizó activa oposición al gobierno del presidente Robles, y cuando se produjo la revolución del 1 de Mayo de 1859 que trajo como consecuencia la formación del triunvirato de Gabriel García Moreno, la apoyó sin restricciones por ser antimilitarista. Poco después su hermano Ramón Borrero Cortázar era designado Jefe Civil y Militar del Azuay.

Ese año fue nombrado Ministro Juez de la Corte Suprema en Quito, pero declinó aceptar por no alejarse del Azuay. Con Rafael Villagómez Borja publicaba nuevamente “La República”, auspiciando la elección presidencial de García Moreno, con quien se carteaba desde hacía varios años. En una de esas misivas fue mencionado como el “Catón cuencano”, en clara alusión a su irrestricto apego a la ley.

El 61 concurrió al Congreso y en relación a la conquista francesa de México propuso lo siguiente: “La Cámara de representantes une sus sentimientos a los de la mayoría de los Estados de la América Latina para deplorar profundamente el doloroso extremo a la que ha sido reducida la república mexicana y hace fervientes votos para que disipándose el nublado que oscurece su porvenir, se levanta libre, independiente y próspera de la honda postración de que no ha podido preservarla el heroísmo de sus hijos….

En 1862 fundó el periódico “El Centinela”, nombre que anunciaba su intensión de defender a la nación y sus libertades y que con el paso de los meses denunció y combatió los excesos contra los principios defendidos en la constitución. Allí también colaboraban sus amigos de siempre. En los primeros tiempos el gobierno tomó cuarenta suscripciones para ayudarle, pero el 64 las retiró García Moreno, contrariado por las críticas que le hicieran, especialmente a su política internacional, cuando declaró la neutralidad en el conflicto armado entre el Perú y España por la posesión y el dominio de las islas de Chincha.

Cuando el 63 se acababa el período para el que fuera electo Vicepresidente de la República el Dr. Mariano Cueva Vallejo, fue oficialmente presentada la candidatura de Borrero para sucederle, pero se opuso a ella justamente porque no quería tener polémicas con el Presidente, que ya había demostrado ser un hombre intemperante y violento, que no se gobernaba ni a sí mismo. De todas maneras fue elegido frente a su opositor Carlos Aguirre Montúfar, y se vio precisado a renunciar dos veces ante el Congreso, que lo había declarado legalmente electo, granjeándose múltiples sentimientos de aprecio por su actitud honrada y desprendida pero García Moreno, llevado siempre por su intemperancia, le llegó a calificar del más soberbio Lucifer y demagogo.

Para entonces ya habían surgido serias diferencias entre ambos, motivadas por la promulgación del Concordato sin ratificación legislativa, las dos ridiculas guerras con Colombia y otros abusos que había cometido el gobernante, impulsado por “la insuficiencia de las leyes” que siempre invocaba. Después vendría el fusilamiento del General Manuel Tomás Maldonado, la prisión y martirio del Dr. Juan Borja, los veintinueve fusilamientos, que el país calificó de alevosos asesinatos sin fórmula de juicio tras la sorpresa naval de Jambelí y el fusilamiento del Dr. Santiago Navarro Viola.

El 64 apoyó la candidatura presidencial de Manuel Gómez de la Torre frente a la de Jerónimo Carrión y Palacio, que salió triunfante meses más tarde en 1865.

Antes de la finalización de su período presidencial, García Moreno persiguió a los redactores de “El Centinela” que se oponían en Cuenca a los abusos administrativos del Gobernador Carlos Ordóñez Lazo. Entonces, Borrero y José Rafael Arízaga, también eran Ministros Jueces de la Corte Superior de Justicia de Azuay, tuvieron que esconderse y Arízaga ordenó la paralización de las labores judiciales, aduciendo el estado de completa inseguridad en que vivían, “pues la dictadura ocupaba el lugar de la Constitución y de las leyes”, y sólo volvieron a circular libremente cuando la Cámara del Senado así lo dispuso, cuando habrá desaparecido el terror al término del período de García Moreno.

En 1867 no tomó parte en los sucesos políticos que terminaron con el derrocamiento y renuncia del presidente de la República Jerónimo Carrión y el ascenso al poder de su sucesor Javier Espinosa Espinosa.

Era propietario de uno de los dos carruajes con cuatro caballos que existían en Cuenca aunque no lo usaba dentro de la ciudad. El otro era de Daniel Toral Malo que solo lo utilizaba para trasladarse a su vecina quinta El Aguarico.

En 1868 publicó nuevamente “El Constitucional” y dirigió una Carta Abierta a García Moreno, invitándole a sumarse a la candidatura presidencial del Dr. Francisco Javier de Aguirre Abad; renunciando Borrero a cualquier candidatura a su favor.

En Enero del 69, al producirse el golpe de estado de García Moreno que derrocó al presidente Espinosa, “El Constitucional” protestó contra la usurpación y Borrero suspendió la publicación dada la falta de garantías y pasó a la vida privada.

También escribió para el periódico religioso y literario de Cuenca “La Linterna” y en la imprenta de la curia dirigió la hoja “El Porvenir”, que gozó del auspicio de su amigo personal el Obispo de Cuenca Remigio Estévez de Toral, con noticias y artículos literarios y alguna que otra crítica de actos administrativos del gobierno. Poco después “El Porvenir” comenzó a denunciar al Gobernador Carlos Ordóñez Lazo, enjuiciado por el Dr. Miguel Cueva. Ordóñez inventó una revolución en el Azuay, decretó el estado de sitio y el destierro de Borrero y Tomás Toral a Loja, pero al enterarse García Moreno de estos abusos ordenó la inmediata libertad de los detenidos, destituyó al Gobernador y pidió a Borrero que acepte la visitaduría de las provincias de Azuay y Loja, pero éste se volvió a excusar.

Monseñor Toral le había designado Secretario de la curia; mas, siguiendo claras insinuaciones del jesuita español Franco, le aconsejó que no siga publicando “El Porvenir” porque exasperaba los ánimos presidenciales. El asunto no solamente quedó allí, sino que García Moreno escribió a Pío IX pidiendo la separación de Toral, que debió explicarse ante el Papa y disculparse ante el tirano para no perder su diócesis y encima tuvo que alejar a Borrero.

En enero del 75 escribió a sus partidarios para que abandonen su candidatura pues “la reelección de García Moreno era cosa acordada desde 1869”, en otras palabras, el tirano pensaba eternizarse en el poder, como efectivamente ocurrió y colaboró en el periódico “La Nueva Era” de Guayaquil. Uno de sus artículos – aparecido sin su firma – motivó la prisión de los jóvenes redactores Federico Proaño y Miguel Valverde, que fueron aprendidos y enjuiciados, luego conducidos a Quito e internados por la vía del río Napo hacia el Amazonas, pero con gran suerte lograron sobrevivir y salir a Lima.

Poco después se dijo sin mayores fundamentos que acaudillaba una revolución en Guayaquil a través de sus dos cuñados Manuel y Antonio Moscoso y de su fiel amigo José Rafael Arízaga, quienes debían comprometer al Jefe de la Artillería Coronel José Antonio Polanco, que fue depuesto por esos chismes y el gobierno declaró cuatro meses el Estado de Sitio. Arízaga terminó confinado en Quito como supuesto agente borrerista y arribó a la capital unas pocas semanas antes del asesinato de García Moreno, que ocurrió a las dos de la tarde del 6 de Agosto.

Esa misma noche se hizo cargo del poder el Ministro de Gobierno Francisco Javier León y Chiriboga. El ministerio de Gobierno fue asumido por el Coronel Manuel de Ascázubi Matheu y el General Francisco Javier Salazar siguió en la cartera de Guerra y Marina.

El 10 de Agosto se instaló el Congreso y al día siguiente era fusilado el Mayor Gregorio Campuzano, uno de los principales comprometidos en el crimen.

Convocadas las elecciones presidenciales volvió a sonar en Quito el nombre de Borrero como candidato liberal a la presidencia de la República – candidatura calificada como del crimen por los garcianos – conjuntamente con las de Teodoro Gómez de la Torre y Francisco Pablo Ycaza Paredes pero a la larga quedó solo Borrero y se formaron numerosos comités en toda la república. En Guayaquil su nombre fue respaldado por Francisco X. Aguirre Abad quien gozaba de gran popularidad.

En Cuenca se realizó una enorme manifestación a caballo, que partió de la casa del Coronel Manuel Vega Dávila en la hoy calle Presidente Borrero, siguió por dicha vía a la plaza de San Sebastián y volvió hasta el parque Central (Calderón) donde numerosos oradores lanzaron Vivas y pronunciaron patrióticos discursos al son de las bandas de música que alegraron el espectáculo. Vega y el propio Borrero presidieron la marcha, seguían dos bandas de músicos igualmente a caballo, que tocaban el Himno a Borrero compuesto por el Maestro Rodríguez, los gremios de abogados, médicos, comerciantes y numerosos pobladores cerraron el desfile cívico que fue recordado durante varios años pues jamás se había presenciado algo parecido.

El Encargado León auspiciaba irrestrictamente al candidato conservador Luís Antonio Salazar, hermano de su Ministro el General Francisco Javier Salazar, lo que significaba el continuismo en el poder de la camarilla terrorista o garciana, y también comenzó a perseguir a los borreristas.

El 2 de Octubre de 1875 se produjo una reacción contraria en los barrios de Quito, que ha pasado a la historia ecuatoriana con el nombre del motín contra los Salazares, terminó con el gabinete de León y originó el interinazgo del presidente de la Cámara del Senado Rafael Pólit Cevallos, quien designó un nuevo gabinete formado por políticos neutrales que permitieron la realización de las elecciones en un marco de estricta libertad entre el 17 y el 20 de ese mes, obteniendo Borrero un clarísimo triunfo electoral con 38.637 votos, frente a 3.583 del General Julio Sáenz Salvador y 2.836 que sacó Antonio Flores Jijón, estos dos últimos representaban el bando conservador que había prestado su colaboración al tirano.

Casi enseguida borrero partía a posesionarse en Quito, no sin antes ser despedido con un acto del Liceo de la Juventud. Ya era miembro de la Real Academia de la Lengua. El 9 de Diciembre prestó el juramento constitucional, donó sus sueldos como presidente para pagar los estudios previos a la construcción del ferrocarril Sibambe – Cuenca y manifestó que desmentiría a García Moreno en su forma tiránica de gobierno pues gobernaría con guantes de seda, también realizó declaraciones de su Programa, de sus principios y de las normas que regirían en su administración, todas abiertamente opuestas a las de García Moreno y a la Carta Política del 69.

Como segundo acto designó Ministro del Interior y Relaciones Exteriores a Manuel Gómez de la Torre, de Hacienda a Francisco Pablo Ycaza Paredes que no aceptó porque sus asuntos domésticos no le permitían salir de Guayaquil, en su lugar fue nombrado Mariano Cueva Vallejo que tampoco aceptó por su avanzada edad. El siguiente nominado Pedro Carbo se hallaba exilado en Europa y en su ausencia entró interinamente José Rafael Arízaga Machuca por decreto del 21 de Febrero de 1876. Ycaza Paredes ocupó la Gobernación del Guayas desde el 8 de Febrero y el General Julio Sáenz Salvador fue ratificado en el Ministerio de Guerra y Marina.

En lo político se dividió la nación en dos bandos, los que querían la derogatoria de la Constitución garciana llamada también la Carta Negra y aquellos que luchaban por la vigencia de aquella. Los primeros pedían la inmediata convocatoria a una Convención Nacional y se proclamaban liberales y los segundos se decían conservadores.

En síntesis, el asunto se presentaba complicado pues el Presidente Borrero había sido electo y juramentado de conformidad con la Constitución de 1869 pero se le pedía que la rompa y convoque a una Convención Nacional que dicte una nueva Constitución ante lo cual Borrero planteó al Congreso Nacional con amplia mayoría conservadora que discuta las reformas. La falta de una solución política a esta crisis nos iba a llevar a una guerra civil que pudo tener consecuencias mayores.

Dividido el país entre convencionalistas y constitucionalistas, Borrero se encontró de pronto en mitad de ambos grupos y como no tomaba partido porque se creía tranquilo; su Ministro del Interior, Manuel Gómez de la Torre, rompió el equilibrio político declarando que la convocatoria a una

Asamblea Constituyente sería ilegal. “Ni los interesados en ella tienen derecho a solicitarla ni el ejecutivo facultad para expedirla”, a lo cual Borrero agregó “La Constitución es el único título que legitima mi poder y al instante que lo rompiera convocando a una Convención o Congreso Constituyente, convertiría mi autoridad constitucional y legítima, en un poder puramente discrecional y arbitrario. Un gobierno que tiene origen legítimo y popular y por lo mismo la conciencia de su derecho, no necesita como los gobiernos tiránicos, del estado de sitio y de los consejos de guerra verbales, como únicos medios para salvarse de los conflictos.

Declaraciones audaces y peligrosas, aunque legalistas por apegadas en derecho, que en lugar de aplacar los ánimos, los exaltó en el bando liberal, que desde ese momento solo pensó en hacer la revolución. Mientras tanto el gobierno respetaba la libertad de prensa, mejoraba la calidad de la enseñanza, se oponía a la salida del país de los sabios profesores jesuitas alemanes aunque estos nos abandonaron de todas maneras, que renegociaba la deuda externa y atendía la buena conservación de los caminos, abría otros nuevos, celebraba tratados con Colombia sobre extradición de reos, propiedad literaria y comercio, esa era su forma de actuar en bien de la Patria.

A mediados del 76 renunció el Comandante militar de Guayaquil Coronel Teodoro Gómez de la Torre Gangotena a causa de una pertinaz inflamación de las piernas provocada por su enfermedad a los riñones y tuvo que reemplazarlo con el General Ignacio de Veintemilla Villacís, quien – al poco tiempo – obligó a salir al exilio en Lima al General Secundino Darquea acusado de conspirador contra el gobierno, pero el Presidente le mandó a decir a Veintemilla que no estaba dispuesto a tolerar retaliaciones personales (Darquea había sido en Marzo del 69 el autor intelectual de la muerte de su hermano José de Veintemilla Villacís).

Desde ese momento el Comandante militar se dedicó a complotar con los liberales guayaquileños y el 8 de Septiembre se produjo la revolución que tuvo resonancias en las provincias de la costa, mientras en la sierra se fortificaba el gobierno. Juan León Mera comentaba en Noviembre de ese año que Borrero demostraba su filosofía estoica bailando y bebiendo como lo hizo anoche en casa de doña Vicenta

Garzón, celebrando el doctorado del hijo de esta.

Veintemilla designó al General José María Urbina Viten’ que arribó desde Lima donde permanecía exilado, para Comandante en Jefe de la División que subiría por Alausí y se reservó para sí la que iría por Guaranda, mientras en Cuenca el Coronel Manuel Vega Dávila y Luís Cordero Crespo armaban una columna de ochocientos voluntarios que se unieron a las fuerzas constitucionales que bajaban de Quito.

El 14 de Diciembre se enfrentaron los ejércitos: el Revolucionario y el Constitucionalista. Veintemilla triunfó en la loma de los Molinos y Urbina derrotó a las fuerzas gobiernistas del General Julio Sáenz Salvador en la quebrada de Galte cerca de Riobamba, tomándole prisionero. En ambas acciones los revolucionarios llevaron la mejor parte porque tenían modernos fusiles marca Remington recién importados de los Estados Unidos, arma de repetición que indudablemente les dio una gran ventaja sobre los anticuados mosquetes que usaban los vencidos. A consecuencia de estos enfrentamientos fallecieron mil ecuatorianos y todo por acabar con la Carta Negra o Constitución garciana.

El día 18, al saberse en Quito la noticia, Borrero resignó el mando. La noche del 26 entró Veintemilla en la capital. Borrero estaba asilado en la Legación de Colombia y como tenía pensado ir a Cuenca, se le dejó salir para que descanse en la hacienda de sus amigos los hermanos Josefa y José María Dávila Donoso situada en el vecino valle de los Chillos, donde intempestivamente fue tomado prisionero, conducido a Quito, incomunicado y puesto en prisión más de cuatro meses, siendo la primera ocasión en que un ex presidente de la República permanecía detenido.

Finalmente, ante la insistencia de los Ministros de Colombia Venancio Rueda y de Francia M. Baulard, tras varios certificados médicos de los Drs. Gándara y Cisneros, quienes informaron sobre su dolencia hemorroidal crónica, pudo partir con destino a Pasto donde estuvo varias semanas enfermo antes de seguir a Popayán, tierra de sus mayores.

Pedro Fermín Cevallos en carta del 3 de Agosto de 1879 escribió a su compadre Juan León Mera lo siguiente: Borrero
no tenía otro conocimiento del mundo o de los hombres, que el de los libros devotos, de los diarios y periódicos de todas partes y de los hombres de su Cuenca. La falta de mundo le perdió y aún sigue perdiéndole en sus destierros sucesivos.

A fines de 1876 pasó a Piura y de allí a Lima, pero fue fastidiado en varias ocasiones por los sicarios de Veintemilla por motivo de una carta que Borrero negó ser suya. La carta estaba dirigida al Obispo de Cuenca Remigio Estévez de Toral, fue interceptada en el correo, violada por las autoridades y decía más o menos así: Nunca me ha gustado el Perú y menos ahora que acabo de ver en un mapa oficial que Paute y Gualaceo son peruanos…. Veintemilla se la hizo llegar al presidente peruano quien solicitó a Borrero abandonar el país lo antes posible y éste tuvo que seguir su peregrinaje a Valparaíso, donde el presidente chileno – para ayudar en algo al ilustre proscrito – le ofreció el rectorado de la escuela de niños de Rancahua, que Borrero aceptó desempeñar y lo hizo por cuatro años, hasta su vuelta al Ecuador a finales de 1.883. Mientras tanto había recibido remesas de dinero de parte de José María Guerrero Galup para poder subsistir con modestia pero decentemente, como correspondía a su altísima condición de ex presidente de la República.

Su sobrino nieto, el notable historiador y Presidente de la República en 1938, Dr. Manuel Maria Borrero González, ha dicho: Tras siete años de ostracismo regresó a su Patria, encontrando con festones de duelo en su casa, por la reciente muerte de su hijo Manuel María el 10 de Enero de 1883 en la toma de Quito. Los gastos de prolongada expatriación, la usura y la mala fe de una firma de inescrupulosos prestamistas de Cuenca, había consumido la fortuna. Llegó, anonadado de pesar, desencantado, deshecho de ambiciones personales, se recluyó en su hogar en las calles Bolívar y Juan Montalvo, pero nunca se quejó pues era un carácter estoico.

Fue recibido por su amorosa esposa Rosa Moscoso Cárdenas (1) y halló a su familia muy disminuida:   Su

hija Dolores, esposa del Coronel Luís Vega Garrido, había fallecido a consecuencia de un parto, Su hijo Luís fallecido al caerse del caballo y rodar
a un precipicio cuando se dirigía a combatir a las fuerzas de Veintimilla y finalmente su hijo Manuel, al entrar el 13 de Enero de 1883 a Quito y recibir un tiro en la frente mientras peleaba a pie durante el asalto a una de las barricadas armadas por los gobiernistas en la plaza de Santa Clara de Quito.

El historiador Luís Robalino Dávila asegura en su obra sobre Borrero que el destierro le costó su fortuna pues su apoderado y cuñado Francisco Moscoso iba vendiendo poco a poco las haciendas patrimoniales para atender los fuertes gastos de la peregrinación.

Borrero siempre había sido desprendido con sus sueldos y con los periódicos que fundaba y al regresar entregó a sus acreedores, por un crédito que se capitalizaba cada seis meses, sus dos últimas haciendas, quedándose únicamente con la pequeña finca de Charasol cerca de Azogues y con su desempeño profesional. Allí, en ese campo, terminó la biografía del Padre Solano y se dedicó a escribir entre el 87 y el 89 su monumental refutación al redentorista francés padre Alfonso Berthe, quien había editado en 1882 en Paris y en idioma francés, una biografía maliciosa por perversa y exagerada, sobre la vida de García Moreno, presentándole como “vengador y mártir del Derecho Cristiano.” La gente en el país se dio a preguntar ¿Cuál será el tan cacareado Derecho Cristiano?

(1) Rosa Moscoso de Borrero falleció en Cuenca, viuda y de pulmonía en 1898 y cuando el año 2000 se renovaron en la Catedral los trabajos de restauración fue hallado casualmente su cadáver y féretro intactos.

La “Refutación del libro del Rvdo. Padre A. Berthe titulado García Moreno, Presidente del Ecuador, vengador y mártir del Derecho Cristiano” ha conocido dos ediciones y constituye uno de los alegatos históricos más claros y justicieros escritos en el país contra un libro y un autor aberrante, fanatizado y mentiroso, al que además – Abelardo Moncayo – acusó de calumniador; aunque a decir verdad, la mayor parte de la obra de Berthe pertenece a Pablo Herrera, secretario y esbirro del tirano y uno de sus más cercanos y abyectos colaboradores, quien envió desde Quito una serie de episodios trastocados que le sirvieron al padrecito para elaborar en el exterior sus elucubraciones sobre el vengador y mártir del Derecho Cristiano en el Ecuador. Remigio Crespo Toral opinó años más tarde que según informes que le fueron proporcionados, la otra parte de la obra de Berthe se

apuntala en los datos suministrados por el más tarde Arzobispo Ignacio Ordóñez Lazo, quien los obtuvo del escritor cuencano Antonio Aguilar, y quizá hasta unas pequeñas notas debió recibir de sus hermanos de hábito, los redentoristas de los conventos de Cuenca y Riobamba. De manera que con tan deleznable documentación se apañó el libraco en Paris.

La Refutación escrita por Borrero a la obra de Berthe no puede ser considerada una biografía de García Moreno aunque a ratos lo es, cuando Borrero refuta al Redentorista de caso en caso, de tramo en tramo. Varios áulicos del tirano como Juan León Mera, se indignaron leyendo la Refutación, pero ninguno osó contestarla, tal la carga de verdad que contiene, fundamentada en documentación sólida, nueva o poco conocida. Aparte, el libro constituye un trabajo erudito y de traducción, pues para componerlo, primero Borrero tradujo del francés la obra del redentorista, idioma que conocía a la perfección habiéndolo aprendido con diccionarios.

Durante la presidencia de Antonio Flores (1888-92) desempeñó la Gobernación del Azuay con tolerancia, respeto y escrúpulo. El 91 simpatizó primeramente con la candidatura presidencial del General Francisco Javier Salazar, con quien se había reconciliado desde la campaña militar del 83 contra la dictadura de Veintemilla y al conocer su muerte en Guayaquil, a causa de fiebre amarilla, se lamentó mucho.

Entonces apoyó con iguales bríos la de su amigo y coterráneo Luís Cordero Crespo, liberal católico como Borrero, quien resultó electo en 1892. Ese año colaboró en “El Republicano”, regresó a Charasol y “se encerraba a leer y a escribir, a charlar con sus hijas a las horas de las comidas, a lentos paseos por el jardín con descansos silenciosos y meditativos bajo la vieja morera tutelar, misa los domingos en la vecina iglesia y pláticas con el cura del lugar, recibo de algunas visitas y consultas de los diputados y senadores que iban o venían de Quito… Finalmente, en estricta justicia, el gobierno del presidente Eloy Alfaro le concedió una pensión jubilar que le sirvió de gran ayuda para sobrevivir.

Era un patriarca respetable y respetado y se servía de su hija Francisca para mantener la correspondencia pues había perdido en mucho la vista, y se apagó sin agonía y a causa de la gota coral (corazón) y de vejez, en su finca de Charasol, la madrugada del

  • de Octubre de 1911, a los ochenta y cuatro años de edad, al punto que alguien de los presentes dijo: Se ha quedado dormido. Hasta tres días antes de su muerte había salido a dar sus paseos y redactado cartas a través de su hija.

El Dr. Agustín Cueva Vintimilla que lo atendió en esos días contaba en 1927 que la última noche el paciente se sintió incómodo e intranquilo pues tenía molestias, posiblemente le faltaba la respiración, y que al ver los primeros rayos del sol dijo: Por fin amaneció… y expiró minutos después.

Su yerno Alberto Muñoz Vernaza recogió los homenajes decretados y los artículos de prensa aparecidos en la República que se publicaron en una “Corona Fúnebre” bajo la firma de Remigio Crespo Toral.

“Estatura regular, lleno de carnes en su vejez, cabeza grande, redonda, cubierta de blancura como los penachos de nuestros volcanes. Ojos grandes, voz estentórea y majestuosa, frente amplia surcada de arrugas que ponían en el conjunto de su rostro la austera gravedad de un senador romano.”

“Integro, altivo, de convicciones arraigadas, escritor de estilo, ilustradísimo y cerebral, fiel a sus doctrinas, falto de flexibilidad y de penetración pues su mente era estrechamente legalista. Su trato ingenuo y caballeroso. Su vida austera, limpia, incólume.”

“Vestía siempre con un largo levitón cerrado hasta el cuello sobre el cual descendía un ancho y negro poncho de Castilla. Era pulcro, amigo del orden y del aseo más escrupuloso, solía ser severo y paternal, amonestaba a sus íntimos y les reprendía por la manera de conducirse en la mesa y vivía de algunos asuntos profesionales y en especial de asesorías”.

Varón justo, desde su juventud trató de servir con amor y nobleza a su país pero fue la víctima propiciatoria de dos políticos audaces y de procedimientos sucios e inmorales: García Moreno y Veintemilla, tan inescrupulosos el uno como el otro para conseguir lo que querían como para despertar sentimientos contradictorios, y en medio de ambos se perdió por inocente y caballeroso.

Sabía mucho Derecho Canónigo y en varias ocasiones hasta dio lecciones de él a los sacerdotes que lo solicitaban. Sin ser un quichuista como Luís Cordero, hablaba con fluidez dicho idioma, aprendido en sus años mozos en las haciendas familiares

Su Ministro General Manuel Gómez de la Torre, en carta a Juan León Mera, le ha calificado así El liberalismo católico lo echó a perder mi compadre Borrero con su inexperiencia, su carácter orgulloso y displicente y su deslealtad para con sus mejores amigos y fieles servidores. El hombre se perdió a fuer de morlaco y lo que es más triste, perdió a la República.

(x) Francisco Xavier León y Chiriboga asumió la presidencia desde su condición de Ministro del Interior, al ocurrir el 6 de Agosto de 1875 el asesinato de García Moreno y declaró el estado de sitio en todo el país. Instaurado el proceso penal contra los asesinos del tirano, el Mayor Gregorio Campuzano fue declarado inocente, pero León manifestó que el Consejo de Guerra había errado, Campuzano era culpable y debía ser fusilado como efectivamente ocurrió. La pena fue demasiado rigurosa pues Campuzano no había estado presente en el lugar del crimen aunque se probó que había complotado con los asesinos. Al poco tiempo León se retiró enfermo a una hacienda en el valle de los Chillos. De regreso alquiló una casa en la calle de la Recoleta en Quito, propiedad de Virginia Alvarez Vda. de Portilla, quien refería escenas que daban lástima pues León deambulaba desnudo por los aposentos, azoteas y jardines, llorando y exhalando lamentos y gemidos y en su locura gritaba: Campuzano, Campuzano, soy perdido. El 10 de Agosto de 1880, de solo cuarenta y siete años de edad, se arrojó desde lo alto de una terraza y murió. Estaba insano.