BORJA LAVAYEN CESAR

POETA Y POLÍTICO – Nació en Quito el 6 de Febrero de 1851. Hijo legitimo del Capitán Camilo Borja Miranda, quiteño, joven marcial, “bizarro Jefe del escuadrón glorioso – Taura- y en el hogar tranquilo, tan dulce padre como tierno esposo” y de Maclovia Lavayen y Gorrichátegui (1828 – 1897) mujer de mucho carácter, que al quedar viuda casó en segundas nupcias con Alejandro Reyre y Franco (1840-1886) muy menor a ella, que se suicidó en la esquina de Chimborazo y Luque frente a la farmacia de su padre el Dr. Reyre Emrile.

Vivió sus primeros cuatro años en casa de su abuelo el Capitán José Borja y Villacís, con sus padres y tías solteras Fragmento: // junto a nosotros, en sus frescos años / suyos haciendo nuestros bellos días / en mutuo amor y regocijo mutuo / dichosas eran nuestras buenas tías //

El 65 pasó con sus padres y hermanos a unas tierras ubicadas a las orillas del río Teaone en las fértiles campiñas de Esmeraldas, pero el terremoto de Marzo de 1859 redujo a nada la modesta fortuna y la Guerra Civil los arrojó de ese edén.

En 1860 vivían en Guayaquil y su padre sufrió persecuciones políticas por su condición de partidario del General José María Urbina. Vinieron etapas de pobreza e incomprensión. Hacia 1863 se destruyó el hogar y el Capitán Borja viajó a establecerse en Ambato donde formó nueva familia y falleció cinco años más tarde en 1868, mientras el corazón de su joven hijo se cubría para siempre con el vagaroso sentimiento de la desesperanza, que se vislumbrará a lo largo de toda su poesía Fragmento: // Vivamos del recuerdo, hermana mía / el instante de tregua que nos deja / el presente cruel, que hora por hora / aún del mismo recuerdo nos aleja. //

“Entonces comenzamos nuestros dolores y tristezas, los cuales, por tempranos y crueles, nos abrieron los ojos a la realidad de la vida y nos apenaron el corazón cuando aún éramos niños.”

En 1860 había empezado a estudiar en la escuela del preceptor Camilo Echanique. En 1865 pasó al San Vicente del Guayas donde el padre Eugenio Navarro S.J. lo inclinó a la lectura de los autores clásicos y a las traducciones de Virgilio, Homero y Horacio. En 1867 le dio fiebre amarilla, se puso grave pero se restableció.

Después de obtener el grado de Bachiller en Filosofía y Letras marchó hablando inglés y francés a Lima, allí fue telegrafista porque necesitaba dinero para vivir y logró ahorrar con gran esfuerzo ya que no contaba con la ayuda de nadie e ingresó a la Facultad de Medicina, ganó el Internado en los Hospitales y trabajó de tenedor de libros y ayudante de Cátedra.

En Septiembre del 73 escribió a su hermana Rosa Elena: Voy a estudiar quinto año de medicina y ya voy venciendo mi empresa, pero ni un solo momento dejo de reflexionar sobre la suerte que nos ha tocado. Estoy en la ciudad en que nada atormenta y sin embargo estoy viejo a los veinte años.

Por su aplicación se le dispensó de la Licenciatura y finalmente se graduó de Médico, a los veinte y seis años de edad, en 1877, sin haber perdido un solo punto durante su carrera pues siempre demostró una total y completa dedicación a sus estudios y regresó triunfador a Guayaquil.

El 22 de Mayo de 1878 se incorporó a la Junta Universitaria, fue designado secretario y luego ascendió a Profesor de Medicina Legal y Toxicología, instalando su consultorio en el barrio del Astillero cerca de la Iglesia de San Alejo. Allí estudió la incidencia de la fiebre amarilla en el puerto buscando su antídoto para curarla. De estos años fue su poesía “Fe Muerta” Fragmento:// Para cada niño, pobres criaturas / párvulos dolientes, lirios de hospital / tenía la hermana, palabras benditas, y un díctamo dulce para cada mal. // I yo, en cada lecho dejaba a porfía, / un llanto invisible, con cada receta / profundas piedades que mi alma sentía / sus lágrimas iban en una violeta. //

Igualmente fundó la Academia de Medicina del Guayas, la revista “Gaceta Médica” que también dirigió y el periódico semanal “El Pueblo”, en el cual sacó una especie de Manual para Artesanos y un estudio práctico sobre la fiebre amarilla dando consejos profilácticos. Dicho semanario nunca se metió en política y llegó a ser el órgano de lectura de la clase media. El 79 empezó a colaborar en el diario “La Nación” propiedad de Juan Bautista Elizalde Pareja utilizando el seudónimo de “Nemo”, tomado de la famosa obra de Julio Verne sobre el viaje submarino.

En 1880 descubrió la existencia de una enfermedad al hígado que bautizó con el nombre de Fiebre Icteroide hemorrágica o Fiebre Aduanera porque la detectó en dichas bodegas. Creía que la enfermedad se producía en los países de clima caliente y húmedo y se transmitía a través de las miasmas o esporas de hongos, lo cual no resultó verdadero pues años más tarde el médico cubano Carlos Finlay probaría que el Agente de contagio era el mosquito aedes aegiptio o anofeles. También compuso ese año su poema “Vespertina” en las playas de Santa Elena, que apareció editado recién en 1889.

El 30 de Enero de 1881 contrajo matrimonio con su prima segunda Angela Febres – Cordero Lavayen, chica muy inteligente, con quien tuvo un feliz y tranquilo matrimonio y publicó “Monografía sobre la epidemia de fiebre amarilla”, trabajo largo, serio, completo, que le situó entre los principales científicos del país a pesar que recién se acababa de graduar y solo frisaba en los treinta años.

Entre Febrero y Abril apareció por entregas en el Diario “El Pueblo” sus “Apuntes sobre la epidemia de 1880. La fiebre amarilla” El 82 viajó a Esmeraldas como cirujano en Jefe de una División de mil hombres y llegó a punto para presenciar un combate. Luego recorrió esos campos y en Agosto se inspiró y compuso su poema “Paisajes y Recuerdos” en 50 págs, conteniendo añoranzas de un pasado lleno de efusiones familiares que fueron destruidas por la acción de las fuerzas naturales y la guerra civil. A su regreso al puerto guardó los papeles dentro de un tomo del Diccionario de Medicina de Jacoud y no los volvió a ver hasta que en 1901 los encontró de casualidad y dio a la imprenta con una introducción dedicada a su hermana Rosa Borja de Izquierdo.

De 1882 es su tríptico modernista “Pan de siesta” consideradas una de las primeras poesías parnasianas publicadas en el Ecuador. El 83 estuvo nuevamente en Guayaquil, fue designado primer secretario de la Universidad, editó “El Ecuador” con Agustín L. Yerovi e Isaías Gómez Carbo y fueron justamente alabados sus artículos contra el concertaje.

En 1884 el periodista panameño Juan Bautista Pérez y Soto atacó a Juan Montalvo y a sus escritos en un folleto titulado “La Curarina”, Al año siguiente Borja le replicó con “La Ergotina, correctivos contra los flujos del sofismo” en 43 págs. que firmó con el seudónimo de “Un Rocoto”, dividiendo la obra en capítulos que tituló píldoras y fricciones.

El 9 de Enero de 1885 apareció su nombre entre los ciudadanos que protestaron a través de las páginas del diario “El Telégrafo” por el crimen cometido en la población de Palenque, en la persona del Coronel Nicolás Infante, fusilado el día 1 de ese mes por disposición de un Consejo de Guerra espureo, dispuesto por el General Secundino Darquea. Cabe anotar que en la revolución de los Chapulos había participado su hermano Francisco Borja Lavayen, quien cayó prisionero y guardaba prisión en Guayaquil.

Meses más tarde asistió al Congreso en Quito como Diputado por el Guayas y al tratarse sobre el Informe de la Comisión sobre las acusaciones contra los Generales Gerrero y Sarasti discutió largamente con el diputado

Aparicio Rivadeneyra y junto a Lorenzo Rufo Peña brilló como orador político de oposición, haciendo causa común con su hermano Francisco Borja Lavayen levantado en armas con Nicolás Infante, Emilio Estrada Carmona, Marco Alfaro, José Gabriel Moncayo, Eduardo Hidalgo Arbeláez, etc. pero al término de las sesiones fue apresado y tuvo que salir del país, se dijo entonces que por defender a las montoneras Chapulas que seguían actuando en algunas provincias del norte del litora.

Primero estuvo en Paita y allí murió una hijita, pasó a San José de Costa Rica donde practicó la medicina y trabajó en la redacción de “La Gaceta Médica”, órgano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Costa Rica, que le designó su secretario. También fundó el semanario “La Aveja” donde aparecieron el 87 versos propios que reflejaban una nueva sensibilidad como aquel que compuso en honor del violinista de color Brindis de Salas al que llama “alma de luz en hábito de sombra” que nos recuerda al Góngora del siglo de oro español y solo pudo retornar a Guayaquil al finalizar el gobierno del Presidente Plácido Caamaño, tres años después, en 1888.

De esos últimos meses es su célebre composición poética VESPERTINA. A mi esposa. Playas de Santa Elena, 1888. Se cuenta que pasaba vacaciones en familia con la de su amigo Carlos Carbo Viten. Cada uno escribió sobre el momento en que el sol comienza a ocultarse en el ocaso, como ejercicio de métrica simplemente. Primer fragmento. // El ligero rocío de la tarde / ha templado el ardor de la canícula. / la llanura descansa y se adormece / al soplo de la brisa / que, rozando la espuma de las olas, / la emanación salina / del mar recoge, y a la pampa llega / de olor de yodo y de frescura henchida. // El sol poniente irradia / cárdena luz oblicua, / los celajes de oriente se coloran; / las nieblas, fugitivas, / debajo del azul cruzan calladas / y con pálidos tonos se matizan, / en las techumbres, el reflejo de oro / del sol lo obscuro de la paja aviva. / y allá, lejos, muy lejos, / en la azulada línea / donde los cielos y las ondas llegan, / se abrazan y se miran, / reverberan las nubes, y las aguas / cerúleas del mar brillan. //

El mismo año 88 mantuvo un duelo a sable por causas periodísticas con Juan Bautista Elizalde Pareja, propietario del periódico “La Nación,” recibiendo una herida aunque sin mayores consecuencias.

El 89 fue electo Vicepresidente de la Sociedad Republicana y Diputado. El 92 comenzaron sus colaboraciones en la revista de la Sociedad Jurídico Literaria y escribió la letra del Himno del Colegio San Vicente del Guayas. En el Hospital de la ciudad se desempeñaba como Médico.

En 1893 fundó y dirigió “La Gaceta Médica” revista ecuatoriana de Medicina, Cirugía y Farmacia (de investigación médica, forense y sanitaria) que mantuvo con los Dres. Samuel Mora Martínez y Emilio Gerardo Roca Andrade hasta su segundo destierro el 95.

El 1 de Enero de 1894 fundó la Academia Libre de Medicina y fue su primer secretario. Su fama de orador se había extendido por el país. En los funerales de Pedro Carbo propugnó en el cementerio una colecta pública para levantarle una estatua. Era uno de los facultativos más importantes y ese año fue con el Dr. Fausto Rendón, designado médico de la compañía de Seguros de Vida “La Equitativa”, fundada en Guayaquil por Augusto B. Leguía Martínez, quien después llegaría a ocupar la presidencia del Perú.

En Abril de 1895 publicó una carta escrita al Dr. Leonardo Villar, Director de la Facultad de Medicina de Lima, titulada “Geografía Médica de la fiebre amarilla en el Ecuador”, con sucesión anual de las enfermedades agudas de la República en el Ecuador. Monografía sobre la epidemia de Fiebre Amarilla de 1880 a 1894 que había quedado endémica, es decir, con intermitencias a partir del brote de 1842. El 22 de Mayo suscribió un comunicado del Directorio Electoral de Guayaquil lanzando la candidatura presidencial del independiente José María Sáenz.

Al pronunciarse Guayaquil el 5 de Junio siguiente por la revolución liberal, fue llamado a conformar el Comité (con José María Sáenz y Delfín Treviño) para recibir a los montoneros de Manabí y Daule que arribaron bajo las órdenes del General Plutarco Bowen. AI poco tiempo llegó Alfaro y tras la batalla de Gatazo en Agosto de ese año, cuando nada anunciaba una fisura entre los grupos revolucionarios se produjo el rompimiento de Bowen y Treviño con Alfaro y éste los acuso de conspiración. Borja se contó entre los principales implicados y aunque se defendió el 24 de Julio en una hoja volante, fue desterrado del país y viajó por segunda ocasión a San José de Costa Rica, donde se incorporó a esa Facultad de Medicina y le tocó intervenir en la epidemia que asoló la población de Alajuela.

En 1897 editó su elegía “Madre” al recibir la noticia de la muerte de Dña. Maclovia, canto dividido en dos partes, en 25 págs. del que existe una segunda edición aumentada en 1899 a 79 págs. Este último año también publicó sus poemas “Patria” dedicado a su prima Dolores Sucre Lavayen y “Raza de Víboras” alegoría en 20 págs. que trata sobre la ingratitud, la envidia y la calumnia, con ataques frontales al régimen del Presidente Eloy Alfaro.

Era considerado en el Ecuador como un símbolo de la oposición y numerosos intelectuales se lamentaban de su triste situación. Numa Pompilio Llona y Dolores Sucre alertaron a la conciencia del país contra ese atropello. Llona llegó a exclamar “Borja es el Dante de este período de ignominia”. Finalmente pudo regresar tras cinco años de ausencia en 1900 instaló su consultorio en la calle de la Municipalidad, colaboró en la revista “Guayaquil Artístico” y editó su poema “Fin de Siglo”, dedicado a los manes de Sucre en 19 págs.

En Octubre de 1901 dio a luz “Paisajes y Recuerdos” en 51 págs. con un capitulo autobiográfico, de colorido local y descriptivo de la majestad de la naturaleza de los bosques. El Presidente Leonidas Plaza le ofreció el Ministerio de Relaciones Exteriores que rechazó por la pequeñez de sueldo, que no le hubiera permitido vivir en la capital con su familia. Entonces fue electo Miembro de Número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y Vicepresidente de la Junta de Beneficencia Municipal de Guayaquil. En 1902 publicaba en la revista modernista “Guayaquil Artístico” traducciones de versos franceses como “El Águila Cazadora” del francés Leconte de Lisle, así como sus composiciones propias de corte modernista.

En 1903 fue Presidente del Club de la Unión, pasó enfermo tres semanas y escribió varias poesías. En 1904 presidió el Concejo Cantonal. El 5 trató con el joven galeno Alfredo Valenzuela Valverde en una clínica de Guayaquil, al joven administrador del Ingenio Valdés, Luís A. Martínez, de una dolorosa y grave afección, salvándole la vida tras cinco meses de internamiento.

Su hija Rosa Borja de Ycaza ha referido que numerosas noches sus padres eran visitados por el gran poeta Numa Pompilio Llona quien ya estaba viejecito y su esposa la también poeta Lastenia Larriva Lavayen, prima segunda de ambos por Lavayen. Que las tertulias comenzaban a las siete de la noche a la tenue luz de los quinké y terminaban a las once. Se recibía en el cuarto de confianza amoblado informalmente con mecedoras de esterilla fabricadas en Viena con bejucos torneados al fuego, por ser más frescas y cómodas. La conversación era elevada, respetuosa, elegante, hablaban de todo lo humano y lo divino, especialmente de ciencia, arte y poesía. Casi siempre recitaban motivos de la cosecha propia y de la ajena, Rosita era convocada a tocar al piano y brindaban café o chocolate con rosquitas y pastas. Veladas inolvidables que los antiguos guayaquileños cultivaban con amore y no han tenido reprise.

En Enero de 1906, al estallar la Revolución alfarista, fue designado Ministro del Interior por el Vicepresidente Alfredo Baquerizo Moreno, pero dicho gabinete no funcionó. Al año siguiente tomó la palabra en los funerales de Llona y el Presidente Alfaro, a pesar de las divergencias políticas pasadas, buscó su amistad designándole Director de Estudios del Guayas. Meses después fue electo Rector de la Universidad Central y tuvo que viajar a Quito, desempeñando tan altas funciones hasta Noviembre de 1908, que pasó a ocupar el ministerio de Instrucción Pública y en Agosto de 1909 presentó un Informe al Congreso en 373 págs.

Ese año fundó las Cámaras de Industrias de Guayaquil, Quito y Cuenca, desempeñó el Ministerio de Relaciones Exteriores y la Presidencia de la Junta de Beneficencia “Olmedo” de Quito. También ocupó el Ministerio de Hacienda y presentó un Informe al Senado en 260 págs Al poco tiempo publicó su Discurso Fúnebre en homenaje al Dr. Ramón Flores Ontaneda fallecido en 1908, por haberse contagiado mientras estaba de servicio en el Lazareto durante la epidemia de peste negra o bubónica en Guayaquil. También fue árbitro en el litigio ferrocarrilero.

Vivía en una casa de la calle Venezuela que había sido de Juan José Flores donde era visitado por su protegido el joven poeta Francisco J. Falques Ampuero, quien le instaba a publicar sus traducciones y poesías y más por complacerle a mediados de ese año de 1909 dio a la luz “Flores tardías y joyas ajenas” en la Editorial Proaño de Quito, 412 págs. con la mayor parte de sus versos (cuarenta y cuatro solamente) y traducciones de poetas franceses (cincuenta y seis) tales como Baudelaire, Leconte D’ Lisle, Verlaine, Sully Prudhonme, Heredia. Con esta obra cimentó definitivamente su justa fama de gran poeta y cultísimo traductor, así como de introductor del parnasianismo en el Ecuador.

El joven poeta Falconí Villagómez que le llegó a conocer ha escrito: Curioso es que nuestros primeros traductores de poesías francesas (Borja Lavayen y Falqués Ampuero) no nos den versiones de Moreas, de Rimbaud y de Samaín, el segundo contemporáneo de Verlain, Con Rimbaud se explica por lo difícil que resulta traducirlo, en cambio nos dan traducciones de otros poetas malditos, como Verlaine y Baudelaire. En cuanto a sus versos escritos en idioma castellano, está considerado por ellos como el poeta de la transición en el Ecuador, que del romanticismo de vuelta al clasicismo derivó hacia las nuevas tendencias que se vislumbraban en la poesía occidental, como el parnasianismo y el modernismo, que en ocasiones tentó.

Ese año 1909 y con motivo de la celebración del Centenario de la Independencia presidió la Exposición Nacional celebrada en Quito y para su inauguración compuso la letra de una cantata que se tocó con música del Maestro Domingo Brescia y salió publicada en 8 págs.

Entonces formaba gabinete con José Peralta, Luís Adriano Dillon, Francisco Martínez Aguirre y Alejandro Reyes y fueron la admiración del cuerpo Diplomático e invitados del exterior, pues todos eran consumados poliglotas que dominaban más de cuatro idiomas. Poco tiempo después empezó a ser aquejado de frecuentes y fuertes dolores al hígado y el Congreso le inició una interpelación en la que participó el famoso manco López. Indignado Borja de que se pusiera en entredicho su honorabilidad fue al banco donde tenía su dinero, lo sacó y echó a los pies de los Diputados, diciéndoles “Aquí está toda mi fortuna”. Acto seguido salió de la Cámara y renunció a su Cartera.

I como las molestias le aumentaban fue traído de urgencia a Guayaquil e intervenido quirúrgicamente con varias punciones que se le realizaron sin anestesia en su dormitorio y causaron enormes dolores, al punto que lanzaba gritos que se oían hasta en las escaleras de su casa conforme me lo relató su nuera Piedad Guerrero Martínez hacia 1970 pues ella vivió casi cien años. Los médicos le encontraron quistes de amebas y aunque sacaron varias jeringuillas de materia purulenta, de nada sirvieron los esfuerzos de sus colegas y falleció de casi cincuenta y nueve años de edad, tratado únicamente con infusiones de raíz del Brasil, que era todo lo que existía entonces para combatir el llamado mal de amebas, el 31 de Diciembre de 1910.

Su amigo Falqués Ampuero compuso la siguiente Oda tras asistir al sepelio: // Por las extensas calles / que la flama solar pule y asea / solemne avanza procesión doliente. / ¿Cuál es ese pendón que al viento ondea? / ¿Es el cándido emblema de las musas? // Ellas tributan con piedad ferviente / pleito homenaje al inspirado bardo, / que en majestad verbal cantó las glorias / de la sabia Armonía. // I esas banderas ricas en victorias / al fulgor de mil rayos proclamadas. / ¿Porque las ciñen lazos de crespones? / / Se acerca…oíd… ¿Qué sordo movimiento / I cual rumor desconocido altera / la quietud del momento? / ¿Porque tan desolado / el pueblo corre hacia las grandes plazas? / Es que al batir del parche destemplado / va el carro de la muerte hacia la fosa / que la cobarde envidia / abriera con su mano ignominiosa.//

Su sepultura está cubierta por una lápida donde se ha grabado la última estrofa de su elegante poema “Flores Tardías” // Tejed, para mi tumba, muelle tapiz florido, / sobre la hiedra lacia de verdinegro tul, / quizá entre vosotros vaya a tejer su nido, / para cantar la vida, para arrullar mi olvido, / el ave de mis versos, mi ruiseñor azul. //

Casi Alto, blanco, fornido, musculado, totalmente calvo, de grandes bigotes que se tornaron blancos. Mirada dominante, enorme inteligencia – clara y despierta – aunque a veces de carácter conflictivo. En política gustaba del combate ideológico y como clínico fue un médico eminentísimo, sobresaliendo por la altivez de sus principios republicanos.

Líder social que se hizo a sí mismo en célebre frase pronunciada por su madre durante un feliz y oportuno momento, con quien siempre se llevó bien y fue muy unido, al punto que ella vivió largas temporadas en casa de su hijo.

Científico de dimensión nacional, lució siempre una gran impaciencia intelectual que agitaba su espíritu y facultades y le llevaba a patrióticas realizaciones, por eso fue moderno en sus ideas.

Su dominio del francés le permitió acercarse a los poetas de esa nación y habiéndose iniciado en la escuela romántica, cantó las nuevas formas e introdujo el parnasianismo en el Ecuador, siendo el mejor traductor nacional con Francisco J. Falques Ampuero y Admiró a los poetas malditos pero sobre todo al divino Verlaine, jefe de los simbolistas.

Nadie mejor que él para describirse: // Soy así porque soy.. / la culpa de ello / Natura tiene que me dio la vida: / Mi alma, en carne, a su pesar nacida, / trajo a este mundo distintivo y sello. // Dióme natura el sentimiento bello / de su alma inmensa, con mi ser unida. / su imagen llevo en mi razón, fundida, / su altiva mente y su genial destello,// Dióme su hermosa libertad salvaje, / y, en la gama de luz de su lenguaje, / templó mi verbo y acordó mis nervios. // No te arrepientas de mi ser, Natura! / y renueva en tus génesis, mi hechura. / con espíritu y átomos soberbios. //

Se ha discutido si fue ateo o por lo menos agnóstico, pues practicante jamás lo fue de religión alguna. En su verso a Sucre expresó un claro desdén a la inmortalidad del espíritu y su fervor por la acción de la materia, de la siguiente hermosa manera: // Qué bien estás en la infinita nada / durmiendo !Oh Sucre! Oh redentor y mártir! / La tierra / a sangre y fuego sus progresos hace. / El piélago, el volcán, el sol, el rayo / son los titanes que a la inmensa curva / de la ascendente perfección la mueven, / en fragor de catástrofes e incendios / pero la roca primitiva, el bosque / primero, el lago en que flotó el nenúfar / el mar hirviente, habitación del monstruo / allá en el fondo de la entraña yacen / del globo triunfador; fósiles negros / son que en la fragua del planeta lloran / su ardor eterno, en sulfurosos nos / venas de naphta o cristalinas gotas, / lágrimas de carbón hechas diamantes…// esta última parte le muestra muy actualizado en sus conocimientos de la ciencia y la vida moderna.