BORJA CEVALLOS RODRIGO

PRESIDENTE DE LA RE PUBLICA. – Nació en la clínica Quito de esa ciudad el 19 de Junio de 1935. Hijo de Luís Felipe Borja Pérez (hijo), agricultor y de Aurelia Cevallos del Alcázar, que regentaba un taller de modas, quiteños.

El mayor de seis hermanos. Rodrigo se crió libre, fuerte y feliz en la Hacienda “San Agustín” (Ishigtoo) propiedad de la asistencia pública, cerca de Cayambe, que su padre arrendaba. Su madre ha dicho: “Allí lo crié con las dificultades de la época. Era un chico terremoto, el más travieso de mis hijos. Creció sano y fuerte en el campo, montando a caballo, toreando becerros y jugando con los campesinos. Un día salí a Quito con mi esposo y al regresar encontré conque le había cortado el pelo a su hermana Alegría. Me explicó que era para que la niñera no la hiciera llorar cuando la peinaba”.

Inició sus estudios en el Colegio Americano pero desde sus primeros años aprendió lo duro de los enfrentamientos políticos, pues Leonidas Plaza Lasso y su padre encabezaron la toma del Palacio Presidencial el 28 de Mayo de 1942 para exigir la renuncia del Presidente Arroyo del Río.(1) Tras el fallido intento don Luís Felipe, remontando los páramos a caballo, salió exilado a Lima, entró la pobreza en su casa y fue inscrito en el Pensionado Rodrigo del Presbítero Pedro Pablo Borja Yeroví quien le castigaba todos los días por asistir a la escuela sin saco.

“Me sacaba del rango y metía en la cárcel junto a los servicios higiénicos, pero solo estuve seis meses en ese colegio pues el 43 nos trasladamos a Lima llamados por mi padre. Allí estudié un año. No hice un solo amigo pues la reciente guerra ponía muy difícil la situación social para cualquiera que fuere ecuatoriano. Vivíamos muy modestamente, mi padre apenas
ganaba lo necesario como empleado en una oficina particular. A veces no teníamos ni para comer.”

Cuando el 28 de Mayo de 1944 cayó el régimen arroyista la familia pudo regresar a Quito a rehacer la vida y don Luis Felipe volvió a sus tareas agrícolas.

El joven Rodrigo prosiguió sus estudios en el Colegio Americano de Quito. No fue – según propia confesión – de los primeros de la clase. Siempre pasaba con las justas porque más le gustaban los deportes y dedicaba buena parte de su tiempo a ellos.

Durante las vacaciones anuales y a partir de los doce años empezó a trabajar como tractorista en los páramos de Calis. Su salario de ciento cincuenta sucres mensuales le era pagado cumplidamente por su padre. El trabajo era duro pero le agradaba. Salía de la casa de hacienda a caballo todas las mañanas a las cinco, a las siete comenzaba a manejar la máquina auxiliado por Pablo Cabascango su ayudante y compañero. Terminada la jornada a las cinco de la tarde, otra vez dos horas a caballo para volver a casa, a donde llegaba al anochecer lleno de tierra en las manos, el traje y el rostro.

En la escuela y en el colegio practicó diversos deportes, especialmente football y box, volley, basketball y tenis. Fue varías veces miembro de los equipos del Colegio. En 1953 integró la selección nacional de tenis que viajó al Campeonato Sudamericano en Cali en Colombia. Ese año fue candidato a la Presidencia del Consejo Estudiantil que perdió por cuatro votos frente a Franklin Maiguashca, brillante estudiante de entonces y ahora excelente economista y catedrático.

En 1954 se graduó de bachiller, pasó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central y a causa de su buena voz comenzó a trabajar como locutor en la radio evangélica HCJB. Se levantaba a las cuatro de la madrugada y trotaba hasta la emisora para llegar a tiempo para dar las primeras noticias de los boletines de la mañana. Su disciplina, temple y responsabilidad se ponían ya de manifiesto. Posteriormente fue corrector de pruebas en una imprenta y por sus manos pasaron libros de
escritores famosos y hasta una guía telefónica. También incursionó en el periodismo como corresponsal de una agencia internacional de prensa.

Había comenzado su actividad política enrolado en la juventud opositora al Presidente Camilo Ponce Enríquez. En 1958 fue empleado del Congreso Nacional con mil quinientos sucres sucres mensuales de sueldo y organizó la “guardia de choque universitaria” para defender a los legisladores de oposición contra los guardas de estanco del régimen. Fueron tiempos difíciles. En una ocasión tuvo que batirse a duelo en los alrededores del actual Palacio Legislativo por sus opiniones políticas. Recibió un balazo calibre veinte y dos que se alojó en una costilla.

Aquel estudiante, preocupado más por los deportes que por los estudios, se convirtió en la Universidad en un brillante alumno que durante los seis años de estudio sólo en dos ocasiones perdió la nota máxima de diez y ganó la medalla al mejor egresado de la Universidad. Henry Raad en su obra ¡Valió la pena? Guayaquil, 2012, dice que por las calles del barrio de la Mariscal solía pasar un peatón de unos veinte y pocos más años de edad que con sus libros bajo el brazo, corbata, terno y petulancia, nos hacía interrumpir el juego callejero de pelota por la prosa que se traía.

Era un universitario apuesto con su reprimida u oculta juventud a cuestas. En alguna ocasión, y dado el calor del juego o la necesidad de continuar una jugada, el señor se enfadó porque la pelota le rozó su nítido pantalón. Conforme se alejó alguien que no fui yo le gritó ¿Te crees Presidente de la República o qué? y luego prosigue “aquel señor parsimonioso y carente de juventud por su afán prematuro o determinación de donde quería llegar… No fue un mal Presidente aunque adefesioso y ceremonioso en la manera de vestir y caminar desde que tuvo uso de razón posible. Prosudo y chapado a la antigua moda liberal, es decir, convencional, pese a su discurso progresista.

(1) Todo se había planeado hasta en sus últimos detalles pero a última hora se averió la camioneta que traía las armas largas requeridas para la toma del Palacio. La Policía obligó al Chofer a estacionar el vehículo. El hombre, creyéndose descubierto, se alejó mientras en las cercanías del Palacio Presidencial los comprometidos esperaban en vano, armados únicamente con pistolas. Como no llegaban las armas mayores optaron por avanzar de todos modos al Palacio para exigir la rendición del Presidente. Tras un intenso tiroteo Plaza fue detenido y Borja iniciaría ese momento el camino del exilio.

Cuando cursaba el quinto año fue elegido Presidente de la Asociación Escuela de Derecho. El 58 una situación económica menos que mediana le obligó a compartir sus estudios, la

política y la dirigencia estudiantil, con el trabajo de amanuense municipal durante la alcaldía de Carlos Andrade Marín. Luego fue ascendido a Secretario del Departamento Financiero, donde le ocurrió una valiosa anécdota.

En razón de su cargo tenía la obligación de visitar los locales de arriendo y controlar que éstos cumplieran con las condiciones mínimas de higiene. En cierta ocasión multó a una propietaria por no dotar de servicios higiénicos a unas piezas del fondo de su casa. Ella le respondió con mucha altanería, diciéndole que no pagaría la multa por ser pariente cercana del Alcalde, y que además se quejaría ante él. Dos días después et joven Borja fue llamado al despacho del Alcalde, quien le felicitó por su conducta y le dijo que en su administración no se admitían padrinazgos ni parentescos de especie alguna y que siguiera cumpliendo con su deber.

Otra faceta muy interesante de su juventud fue la pasión por el automovilismo. Con Washington Monge y otros amigos como copilotos, participó en numerosas competencias. En las “Seis horas del Ecuador” alternó la conducción del vehículo con el que sería su Ministro de Gobierno, Andrés Vallejo.

En 1960 ganó la carrera de ruta “General Rumiñahui”. El presidente Camilo Ponce Enríquez, a quien una semana antes el dirigente universitario Rodrigo Borja había fustigado duramente, le entregó el trofeo respectivo.

En ese mismo año egresó de la Universidad como el mejor estudiante de Jurisprudencia y se dedicó a profundizar en las ciencias políticas para optar por el grado doctoral. En 1961 realizó en Costa Rica un post – grado en estas materias, fruto del cual fue su ensayo sobre “El Asilo Diplomático en América”, publicado en el No. 5 de la Revista del Instituto Ecuatoriano de Derecho Internacional y fue durante esas conferencias que prendió en su mente la firme decisión de fundar en el Ecuador un partido político de masas, de corte socialista democrático y estructura moderna.

En 1962 y auspiciado por el Frente Democrático Nacional fue elegido Diputado al Congreso. Allí se destacó, muy joven aún, como uno de los mejores oradores parlamentarios y con Armando Pareja Andrade eran los niños prodigios del liberalismo. En 1963 sobrevino la dictadura militar que clausuró el Parlamento y Borja perdió su calidad de Diputado pero ocupó la secretaría General de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

En 1964 obtuvo un honroso segundo premio en el concurso internacional convocado por la Unión Cultural Americana de Argentina sobre el tema “La Democracia en América Latina”. En 1965 se graduó de Doctor en Jurisprudencia, la tesis tituló “Derecho Político y Constitucional” escrita un año antes, en dos tomos y en 624 páginas corridas, que ha tenido éxito editorial en sus dos ediciones por su utilidad práctica. Al respecto cabe indicar que en cierta ocasión y estando en el aeropuerto de Panamá, mientras esperaba la partida de su avión, casualmente inició una conversación con otro pasajero, que resultó ser el Dr. Gonzalo Facio, Canciller de Costa Rica. Al presentarse con su nombre el Canciller se sorprendió gratamente y le dijo ¿Cómo? ¿Tan joven? pues siempre había creído que el autor del texto que él venía utilizando en sus clases debía ser una persona de mayor edad y añadió: Yo utilizo su libro y sé que ocurre lo mismo en la Universidad Autónoma de México donde le tienen en gran estimación como texto y obra de consulta.

En 1966 el Presidente Clemente Yerovi le llamó a formar parte de la Comisión Especial de Juristas que se encargaría de elaborar un proyecto de constitución política.

El 16 de diciembre de ese año contrajo matrimonio en Quito con Carmen Calisto; a quien vio casualmente un día en la calle; ella era una joven huérfana de madre desde temprana edad, que había asumido con mucha dedicación la responsabilidad de criar a sus hermanos menores y Rodrigo, contemporizando con ella y pese a su actitud no religiosa, tuvo que acceder a casarse por la iglesia y posteriormente a bautizar a sus cuatro hijos.

En enero de 1969 escribió el ensayo “La Juventud y la Revolución” para la Revista Lectura y Desarrollo, de Costa Rica. En 1970 “Desarrollo del Derecho Constitucional Ecuatoriano” recuento histórico de las constituciones y su aplicación práctica en nuestro país, como texto de apoyo a sus estudiantes de Ciencias Políticas y Derecho Constitucional de la Universidad Central, cátedra que mantuvo sin interrupción desde 1963 hasta 1987.

En 1970 se produjo el llamado Pacto Mordoré entre el partido liberal liderado por el Dr. Francisco Huerta

Montalvo y el régimen velasquista. Borja se desafilió con numerosos jóvenes y en Junio conformó en la plaza de San Francisco en Quito, una agrupación política que denominó “Izquierda Democrática”, izquierda por la vocación de cambio social, el compromiso con los humildes y el anhelo de modificar los fundamentos de una sociedad injusta; y democrática porque trataba de obtener esos cambios sin el sacrificio de la libertad, sin vulnerar los derechos humanos ni despojar al pueblo de la facultad de elegir a sus gobernantes, pero el público bautizó a la nueva agrupación política como el Partido Naranja porque no era rojo ni azul.

En la primera intervención la Izquierda Democrática tuvo extraordinaria acogida en el electorado de Quito y del Azuay; logró varios puestos en el Congreso, Consejerías Provinciales, Concejalías Cantonales y la Prefectura Provincial de Pichincha. Con escaso margen el candidato del Partido perdió la Alcaldía de Quito frente al Arq. Sixto Duran Ballen. Días después de las elecciones en Marzo del 70, el Dr. Velasco Ibarra se proclamó Dictador. Los Diputados electos, entre ellos Borja, no llegaron a posesionarse pues se disolvió el Congreso.

La dictadura destituyó a varias autoridades seccionales, impidió el normal funcionamiento de los partidos, impuso el estado de sitio y llenó las cárceles con políticos. Muy pocos se aventuraban a la lucha. Borja, con tenacidad inquebrantable al mando de la Izquierda Democrática, entonces joven y desconocida agrupación que no llegaba a la categoría oficial de partido, se mantuvo en la primera fila de oposición al régimen autoritario, inaugurando en el país un nuevo estilo de hacer política. Otros temas se incorporaron a la discusión, entre ellos profundos análisis de orden económico y social y denunció los errores del gobierno, conmoviendo a la opinión pública con documentación precisa en cada caso. La Izquierda Democrática pasó a ocupar importantes espacios en la prensa nacional y en algunos casos el gobierno se vio obligado a corregir rumbos.

La I.D. no poseía local ni fondos, sus reuniones tenían lugar alternadamente en las oficinas jurídicas de Rodrigo Borja y Manuel Córdova quienes hacían de todo. Borja redactaba los boletines de prensa. Velasco Ibarra contra atacaba cada golpe que recibía. La persecución era implacable contra los dirigentes. En más de una ocasión fueron a la cárcel y los fiscalizadores del Ministerio de Finanzas levantaban sospechosas glosas con sabor a persecución. Muchas órdenes de prisión fueron dictadas en contra de Borja y otros dirigentes, pero solo en una ocasión fue al panóptico.

Durante todo este tiempo (70 al 72) con gran fe recorrió el país transmitiendo el mensaje que había calado hondamente en Quito. Soplete en mano los dirigentes del naciente movimiento escribían incansablemente en los muros de las carreteras un mensaje de dignidad y civismo que el pueblo intuitivamente aceptó: “Izquierda Democrática,

justicia social con Libertad”. Así se fueron formando las estructuras a nivel nacional, principalmente las agrupaciones populares barriales. Como abogado declaraba que merced a su actividad profesional – asuntos civiles, laborales, mercantiles con uno que otro caso penal, atendía la manutención de su familia.

En diciembre de 1976 se organizó en Quito el primer encuentro nacional de dirigentes de la Izquierda Democrática, Borja era el líder indiscutible de la agrupación. Al año siguiente se reunió la primera Convención Nacional y le fue conferida la responsabilidad de redactar la declaración de principios ideológicos y los estatutos.

El partido le designó candidato a la Presidencia de la República, una vez que el país estaba en tránsito hacia la democracia tras el último período dictatorial. Sin un centavo para comenzar la campaña, con un grupo político joven, sin organización a escala nacional, aceptó la responsabilidad con espíritu de trabajo y sacrificio, sabiendo de antemano que iba a perder frente a los grandes partidos tradicionales, algunos de ellos con más de un siglo de existencia pero estaba consciente de que una campaña a nivel nacional consolidaría al Partido y le abriría las puertas para llegar con su mensaje a todos los rincones del país.

En 1978, el año de las elecciones presidenciales, la Izquierda Democrática se inscribió como partido político con cuarenta y cinco mil afiliados. Borja recorrió el territorio nacional llevando la bandera de reivindicación del flamante partido. El color naranja comenzaba a flamear en ciudades y campos de la patria. Fue su compañero de binomio el Ing. Raúl Baca Carbo.

Desde entonces llevó una actividad política sin parangón, contando con un estado de salud excepcional, pronunciaba hasta diez y doce discursos diarios en diferentes sitios, con calor o frío, en locales cerrados o al aire libre, en sierra y costa, en ciudades y en sitios alejados de todo centro poblacional. Ese trajín duró varios meses pero no alteró su vitalidad a toda prueba.

En las elecciones triunfó ampliamente el candidato de la Concentración de Fuerzas Populares (CFP) Abogado Jaime Roldós Aguilera, quien recibió el decisivo apoyo populista del líder Assad Bucaram que fue el hombre del momento. En segundo lugar quedó el Arquitecto Sixto Duran Ballén del Partido Social Cristiano apoyado por la poderosa derecha económica del país. El tercer lugar el veterano líder liberal Dr. Raúl Clemente Huerta Rendón quien arrastró a sus antiguos partidarios de la campaña del 56 y a nuevas generaciones en lugares de tradición liberal.

Borja alcanzó un modesto cuarto lugar, pero su aparente derrota fue en verdad una gran victoria pues de allí en adelante nadie podría ignorar su presencia política y la I. D. empezaba su camino que le llevaría a constituirse en la primera fuerza política del país.

En la segunda vuelta electoral encabezó la lista de diputados y salió electo por tercera ocasión, para el período 1979 – 1984. En calidad de legislador nacional encabezó un bloque de doce diputados, el segundo en importancia en la entonces llamada Cámara Nacional de Representantes. “El cefepista constituía el bloque mayor y como pronto empezó el enfrentamiento de Bucaram y Roldós, la I. D. se sumó al grupo gobiernista llamado de la Convergencia y contribuyó a salvar al Ministro de Gobierno Carlos Feraud Blum cuando éste fue llevado al Congreso a responder por los abusos cometidos por el Intendente de Guayaquil Abdalá Bucaram Ortiz, personaje folklórico por su conducta siempre aberrante y lleno de prepotencia por su calidad de cuñado del Presidente Roldós”.

Muerto Roldós ascendió el Vicepresidente Oswaldo Hurtado Larrea a quien Borja hizo una oposición relativa pues nada le obligaba a guardar silencio ante lo negativo. No fue, pues, un obstruccionista.

En 1983 publicó su libro “Socialismo Democrático” que tuvo amplia acogida dentro y fuera del país. En él teoriza acerca de esta concepción político – ideológica y sus alcances en las naciones de América Latina. Sacó además el folleto “Políticas Neoliberales”. Igualmente salió de su pluma “Democracia y Populismo”, donde trata sobre las aberraciones de las tendencias populistas que carentes de doctrinas idealizan a líderes histriónicos.

En ese mismo intenso 1983 fue candidatizado por segunda ocasión a la presidencia de la República en binomio con el Dr. Aquiles Rigail Santistevan, ex Ministro de Bienestar Social en el régimen de Roldós y ganó por estrecho margen en la primera vuelta, pero realizó un viaje a la isla de Aruba y perdió un debate televisivo con su oponente Febres – Cordero, de suerte que no ganó la segunda vuelta, también por escasa diferencia.

León Febres – Cordero ejerció el poder de 1984 a 1988, lapso en el cual Borja combatió duramente al régimen al que calificó de “cleptómano”. En 1984 publicó “Los Derechos Humanos: Una Nueva Perspectiva” pero sufrió los más injustos ataques y pasó las horas más negras, pero fiel a su consigna de luchar sin tregua volvió a la palestra, reorganizó sus fuerzas y lideró la oposición frente a un gobierno autoritario.

Con miras a las siguientes elecciones la Izquierda Democrática puso en práctica por primera vez en el país un mecanismo de participación de la militancia para escoger al candidato presidencial y tras una intensa campaña los afiliados decidieron con su voto directo. Borja logró consolidar una amplía mayoría y fue candidatizado por tercera vez a la presidencia de la República, en aquella ocasión acompañado del ingeniero guayaquileño Luis Parodi Valverde y volvió a ganar en 1988 la primera vuelta electoral, segundo quedó sorpresivamente Abdalá Bucaram cuando todos pensaban saldría el Arq. Sixto Duran Ballén. Entonces fue duramente atacado por Bucarám. Finalmente la derrota de lo vulgar, el masivo respaldo de Quito y un cierto nivel de madurez nacional le dio el triunfo a Borja en la segunda vuelta con suficiente amplitud y el 10 de agosto asumió la presidencia en medio de un ambiente conmocionado. Vivía en un Condominio de la Avenida Equinoccial No. 596 y tenía su oficina en la Avenida Amazonas No. 239.

Con tino y paciencia pero con firmeza logró en su primer año estabilizar la economía mediante la adopción del sistema de las mini devaluaciones con ajustes progresivos que impidió el crecimiento desaforado de la inflación, al punto que al finalizar su período ésta había bajado del 92% anual a solo el 30%, reforzó las instituciones a través del respeto a las funciones del Estado, a la oposición y a la libertad de expresión; y recobró para el país un papel protagónico en la escena internacional.

Su doctrina política se enmarcó dentro de un socialismo democrático y ecuatoriano que aspiraba a “conciliar para nuestro pueblo la justicia social con la libertad” lejos de la democracia formal de minorías aventajadas y también lejos del modelo marxista autoritario y burocrático.

Enemigo de todo tipo de abuso y por ende del abuso político que desprecia y humilla y que por tanto constituye una aberración democrática, propuso a los ecuatorianos un modelo de cambios sistemáticos y progresivos que impulsarían el desarrollo del país, la transformación del hombre y el bienestar social. Uno de sus objetivos, en el marco del desarrollo, fue la superación de la brecha tecnológica, que consideraba germen de toda dependencia.

Hablaba con convicción sobre el futuro, tenía buen sentido del humor y reía a gusto cuando la ocasión era propicia. Se le conocía como persona sencilla y jovial, atento siempre a todo y a todos, que cumplía jornadas diarias de diez y seis horas hasta bien avanzada la noche y también los fines de semana en una época de crisis y de transformación que sorteaba con decisión.

Al finalizar su período, el presidente sencillo, ecuánime, inteligente y no vulgar, volvió a sus labores cotidianas con el respeto de todos los ecuatorianos y se dedicó por entero a elaborar una monumental Enciclopedia Jurídica en varios tomos que se encuentra en circulación.