BONPLANT AIME

BOTÁNICO. Nació en la Rochela, Francia, el 25 de Agosto de 1773. Hijo legítimo de Simón Jacques Coujaud, Cirujano y de Margarita Olivé de la Coste. Su padre se hallaba trabajando en una plantación de vid y al enterarse del nacimiento de este hijo exclamó: “Loado sea Dios, he ahí una buena planta” que en francés se dice “Bonplant”.

Estudió en la Rochela y luego pasó a París a efectuar estudios de medicina, pero su vocación le llevó a especializarse en Botánica, sobresalió como el mejor alumno del Museo de Historia Natural, graduado de Médico, viajó a Tolón como Cirujano de la Marina de Guerra, declinó ser parte de la expedición que llevó Napoleón a Egipto porque deseaba acompañar a Bandin en su viaje a América, que no se realizó por la guerra en Alemania e Italia. En 1797 conoció en su hotel de París a Humbold y accedió a acompañarlo en su viaje a América, como asistente, pues Humbold asumiría todos los gastos de la expedición. Con tal motivo pasaron a España por los permisos hallando favorable acogida en la Corte del rey Carlos.

En 1799 salieron de la Coruña para las Islas Canarias. En Tenerife ascendieron al volcán Teide, colectaron material y continuaron a          Venezuela.

Desembarcaron       en Cumaná,

exploraron las selvas del río Orinoco y se embarcaron hacia la Isla de Cuba a donde arribaron en 1800. Allí también trabajaron en los campos, visitaron La Habana y meses después Cartagena de Indias y en siete meses recorrieron la distancia que los separaba hasta la meseta de Bogotá.

Siguiendo al sur pasaron a la Audiencia de Quito, estuvieron en Tulcán e Ibarra y visitaron los nevados de Imbabura y Cayambe. El 6 de Enero de 1802 arribaron a Quito y fueron recibidos por el Marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar, quien les atendió en su finca del valle de los Chillos. Su hijo Carlos Montúfar y Larrea les sirvió de guía y juntos ascendieron a los picos del Pichincha, Antisana, Illiniza y Cotopaxi. Después bajaron a Ambato, Riobamba, Cuenca y Loja y herborizando quinas en las regiones de Gonzanamá y del río Macará con Francisco José de Caldas.

En 1803 estaban en el Perú de paso por las sierras del norte, luego bajaron a las costas a visitar las ruinas de Chan Chan. Enseguida Trujillo y el Callao, coleccionaron moluscos y anotaron el paso del planeta Mercurio por el sol. En Lima estuvieron varios meses atendidos por la corte Virreinal. La Sociedad Amantes del País los admitió como socios y recibieron un homenaje en la revista “El Mercurio Peruano”. De regreso y por vía marítima llegaron a Guayaquil en 1802, descubriendo en el trayecto a la corriente de agua fría que se origina en el Polo Sur y que es conocida en el mundo con el nombre de corriente fría de Humboldt o del Perú.

De Guayaquil pasaron a Acapulco y México, tomaron para Cuba y siguieron a los Estados Unidos, arribando a Burdeos” en Francia, el 6 de Agosto de 1804, después de casi cinco años de continuos y azarosos viajes, que no estuvieron exentos de reales peligros para las vidas de ambos naturalistas.

Durante todo el trayecto Bonplant estuvo a cargo de las colecciones botánicas. Humboldt destacó la laboriosidad, paciencia, tenacidad y buen juicio de su ayudante y en carta al sabio Willdenow, le dijo: “Tengo todas las razones para estar contento con mi compañero de viaje. Es sumamente activo, trabajador, se habitúa rápidamente a las costumbres y a los hombres, habla muy bien español, es muy animoso e impávido, en una palabra, tiene excelentes cualidades para un naturalista viajero”.

Bonplant salvó a Humboldt en varias ocasiones. Una vez lo sacó casi ahogado de un torrente. En otra se impuso en el oriente a los salvajes agresivos. También lo atendió del mal de altura, de la montaña o soroche, que sufrió en las altas cumbres de la Cordillera. En total Bonplant ordenó 12.000 plantas en el nuevo mundo.

En Europa escribió una monografía sobre las melastomatáceas y tanto en sus obras como en las de Humbold los especímenes descritos siempre figuran con las siglas HBK para mencionar a Humbold -Bonplant y Kunth, el sabio alemán que intervino en la confección y diagnóstico de la mayor parte de ellas, que sobrepasaron los 60.000 especímenes y se depositaron en obsequio en el Museo de Historia Natural de París, bajo el subtítulo de plantas equinocciales.

Napoleón, motivado por Humboldt nombró a Bonplant Intendente Supervisor de los jardines de la Malmaison, residencia de la ex­Emperatriz Josefina luego de su divorcio, y éste supo agradecerle con obsequios de flores de aquellas plantas o semillas que habían germinado en París procedentes del nuevo mundo. Napoleón entonces le concedió una pensión vitalicia de 3.000 francos anuales.

A su caída en 1812 Bonplant retornó a su hogar y allí permaneció escribiendo y herborizando hasta 1816, que fue llamado por Bernardino Rivadavía a visitar las Provincias Unidas del Río de la Plata. Entonces viajó a Buenos Aires con su esposa, libros, documentos, semillas, útiles de labranza y diversos instrumentos científicos. En Buenos Aires fue designado profesor de

Medicina y de Historia Natural de esa Universidad con 2.000 pesos mensuales más unas parcelas de labranza para que las cultivara, experimentando con sus plantas traídas de Europa. Muy pronto vio como crecían sus sembríos de vides, cítricos, sauces, fresas, grosellas y frambuesas blancas, y como siempre había sido un hombre de acción mas que de gabinete, dejó a un lado sus cátedras y se empezó a internar en los matorrales en su afán de resolver el misterio de la germinación de la yerba Mate (1)

Algunas veces el sabio francés visitó la Argentina, el Brasil y el Uruguay. Trató con Garibaldi y le alentó en su cruzada republicana; de tener veinte años menos se hubiera enrolado en sus filas. Alguna vez hizo faenas de gaucho y arreó ganado por Río grande do Sul. Planeaba plantar 40.000 árboles de yerba. En Montevideo trató con Rogin y De Angelis quien seria uno de sus biógrafos. De sus obras quedan una “Flora de la Provincias Unidas”, un “diario de Viaje al País de la Plata”, un “viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente” y una “Descripción de las Plantas Raras cultivadas en la Malmaison y en Navarra”.

El dictador de Paraguay Gaspar Rodríguez de Francia se inquietó por la presencia del naturalista en esas regiones y creyéndole un espía argentino ordenó su prisión en 1821. Su hogar e instalaciones fueron asaltados y Bonplant fue a prisión. Simón Bolívar escribió al Dr. Francia para que lo liberara en 1823 pero ni siquiera obtuvo el honor de una respuesta. Otros hombres ilustres de América y Europa también intercedieron por él, pero inútilmente, sin embargo en 1829 Bonplant sanó al dictador de unos fortísimos dolores reumáticos y de la gota que le aquejaba y por ello fue liberado, permitiéndole que viviera en las márgenes izquierdas del río Paraguay, en una planicie llamada San Borja, que había sido reducción jesuita en el siglo XVIII frente a la población de Santo Torné. Entonces el sabio naturalista volvió a la floresta agreste de la que ya no saldría jamás.

A un amigo escribió: “Habituado a vivir al aire libre, a la Sombra de los árboles seculares de América, a oír el canto de los pájaros que suspenden
sus nidos sobre mi cabeza, a sentarme para ver correr a mis pies las puras aguas de los arroyos, en lugar de todos esos dones ¿Qué encontraré yo en el mas aristocrático y brillante barrio de París?. Encerrado en mi gabinete estaría obligado a trabajar día y noche por cuenta de un librero, que se encargase de la publicación de mis obras y tendría por toda compensación el placer de ver eclosionar de tiempo en tiempo en mis solapas, una mezquina roseta. Perdería lo que más yo aprecio, mi sociedad de predilección, mis plantas que hacen la alegría de mi vida y mi vida misma. No, no, es aquí donde debo de vivir y también donde debo de morir”

Merced a su presencia empezó a crecer un pequeño poblado de los alrededores que tomó el nombre de la villa de Santa Ana y que hoy es una pujante ciudad y estableció un huerto especializado de hermosos árboles frutales, una estancia donde pacían 200 ovejas, 200 caballos, 400 asnos y mas de 500 reses de ganado vacuno.

En 1852 fue incorporado a la “Academia de Ciencias de París”. Se encontraba perdido por su propia voluntad en las espesuras de aquellas selvas americanas para bien de su Patria y del mundo entero”. El Rey de Prusia le condecoró con la Cruz del Águila Roja y la Academia Leopoldina- Carolina lo nombró primer maestro de botánica.

Bonplant falleció de vejez en su rancho de Santa Ana el 11 de Mayo de 1858 de 85 años de edad y allí fue enterrado. Su estatura mediana, calvicie incipiente, ojos verdes, tez blanca rosada, nariz grande y boca pequeña y sin dientes después de los cuarenta años.

(1) Resultó que eran las aves que preparaban las semillas al digerir su película impermeable, Bonplant buscó efectos similares con remojos de Grand’s en leche de potasio y logró resultados catalizadores que habían constituido el secreto de los misioneros jesuitas.El Gobernador de Entre Ríos, General Francisco Ramírez, le facilitó su asentamiento en el territorio de Misiones en labores agronómicas. Así llegó a la Candelaria, departamento de Misiones y culminó sus trabajos en la cabecera departamental de Santa Ana, sobre el PaRamá, en donde guardaban restos de los yerbales plantados por los misioneros de la Compañía de Jesús. Allí logró promover el cultivo científico de la yerba que sería el mayor aprovechamiento vegetal de la zona, junto con el tung, el tabaco, el té, y la caña de azúcar La yerba Mate “sufrida y noble compañera del colono”, es árbol de unos quince metros de altura y ha llegado a una producción anual de 130.000 toneladas.

Su carácter honrado, comunicativo y alegre en su juventud le granjeó todas las confianzas de Humboldt y juntos re-descubrieron el nuevo continente a los ojos del romanticismo europeo, resaltando sus maravillosos paisajes primitivos y la novedad de su fauna y flora andina y tropical; sin embargo, los largos y tediosos años del Paraguay le fueron recogiendo sobre sí mismo y terminó siendo un hombre sin mas horizontes que los que tenía por delante, con la timidez y el desgano propios de las selvas profundas. Su

esposa vivió algunos años en Lima esperándole inútilmente, después regresó a Francia donde debió morir de vejez.

Siempre fue trabajador y meticuloso y a pesar de sus largos viajes donde conoció mundos y gentes, en su interior y por naturaleza amaba el campo como cualquier francés campesino.