BONIFAZ JIJON EMILIO

ECUATORIANISTA.- Nadó en Londres el 7 de Diciembre de 1914 y fueron sus padres legítimos Neftalí Bonifaz Ascázubi y su prima hermana Antonia Jijón Ascázubi naturales de Quito. (Neftalí Bonifaz Ascázubi era Hijo de Neftalí Bonifaz Fevres, 1834-1874. Secretario de su hermano mayor el Dr. Emilio Bonifaz Fevres, Ministro Plenipotenciario del Perú en Quito, donde falleció soltero)

Su abuela paterna Josefina Ascázubi Salinas de Bonifaz, tenía el carácter temperamental y era dueña de la gran hacienda Guachalá cercana a Cayambe, que a su muerte fue dividida en cuatro partes entre sus hijos María de Uribe, Cristóbal, Manuel y Neftalí. En 1908 viajó a París con su hijo Manuel, su nuera María Panizo y Orbegoso, el hijo de ellos; su hijo Neptalí su nuera y sobrina Antonia Jijón Ascázubi y los tres primeros hijos de ellos; pero, al comenzar la Guerra Mundial y decretarse la inmediata movilización militar, tuvieron que abandonar Francia; por eso su nieto Emilio Bonifaz Jijón nació en Londres y solo volvieron a París al fin del conflicto en 1918, vacacionando en la Riviera largas temporadas. En 1920, estando en la villa “Chez Colette” en Niza, su padre le regaló una carabina de cacería; por eso diría años después “No recuerdo a qué edad aprendí a disparar. A los seis años tenía una puntería que muchas veces he deseado tener después y que me permitía matar pequeños pájaros a veinte o más metros de distancia”. Entonces la abuela Josefina comenzó a llevar a sus nietos a Alemania. Emilio aprendió ese idioma y también hablaba inglés, español y francés.

El 23 enfermó su madre de parálisis y a pesar de varios tratamientos en los balnearios de Lourdes y Biarritz que no dieron la ansiada mejoría, falleció y fue enterrada en Niza el 14 de agosto de 1924.

Huérfano a los diez años, se volvió pensieroso y triste pues le afectó la soledad, al punto que desde entonces cambió su carácter, haciéndose más bien introvertido y siempre se quejó de que su mayor tragedia en la vida había sido perder a su madre a tan corta edad. El 25 realizó la primera comunión en Niza. Sus estudios eran muy irregulares por la frecuencia de los viajes y tuvo profesores en casa. Por eso se ha dicho que jamás recibió una educación formal.

El 27 retornó con su padre y hermanos a Quito, trajeron los primeros perros Pointer de cacería que se conocieron en el país y al poco tiempo entró al Colegio de los hermanos cristianos pero no se acostumbró. Su padre fue designado Presidente fundador del Banco Central del Ecuador.

El 29 comenzó a recibir clases del profesor Tomás Rousseau, quien le enseñó física, química y matemáticas en Guachalá. El 30 su padre construyó una hermosa casa en la hacienda y empezó a parcelar y explotar los bosques cercanos pues el ferrocarril Ibarra – San Lorenzo requería numerosas durmientes.

El 31 volvieron a Quito porque su padre había sido candidatizado a la presidencia de la República y habiéndose realizado las elecciones triunfó sobre su primo Modesto Larrea Jijón, de la Coalición Liberal – Socialista. Entonces vino el problema de la calificación presidencial en el Congreso y surgió el asunto de su “dudosa nacionalidad” por ser hijo de un extranjero y por cuanto en 1910, “durante su despreocupada juventud”, había utilizado pasaporte peruano. Por ello fue descalificado por la mayoría liberal.

La situación política se torno candente, salieron a gritar a las calles los poderosos grupos bonifacistas de la “Compactación Obrera” y la “Unión Republicana” que tras varias horas de lucha tomaron la capital. El Encargado del Poder Ejecutivo, Alfredo Baquerizo Moreno, se asiló en la sede de la Embajada argentina y las fuerzas leales o constitucionalistas llegaron de Ambato para retomar Quito, produciéndose la llamada Guerra de los Cuatro Días donde corrió sangre hasta los tobillos, conforme lo había asegurado don Neftalí; tras lo cual. en vista de la derrota de sus partidarios, se recluyó en Guachalá con sus hijos. Por eso Emilio truncó sus estudios y tuvo que dedicarse por entero al cuidado de la tierra con su hermano Cristóbal, cosechando trigo, maíz, papas, etc. mas, como era un investigador nato, pronto se interesó en la genética y tras múltiples cruces de espigas gruesas logró una variedad resistente al viento que denominó “trigo Cayambe”. Fue una época plena de aventuras, cazaba venados en los páramos, conejos y perdices en los llanos y cuando estaba en la capital practicaba su deporte favorito en el Quito Tennis Club.

El 36 conoció durante una misa en Santo Domingo a María Izquierdo Betancourt y contrajeron matrimonio al año siguiente. Ella era hija legítima de Samuel Izquierdo Jarrín, de Azogues, y de Carmen Betancourt Orozco, de Riobamba. Fueron muy felices. El 39 nació su hijo Roberto y a consecuencia de una intoxicación alimenticia ella enfermó gravemente de pielonefritis, siendo atendida por los Dres. Aurelio Mosquera Narváez y FrankIyn Tello; de Guayaquil arribó el Dr. Alfredo Valenzuela Valverde y la mejoraron; el Dr. Bernard Vandermeersch le fabricó una autovacuna y el 41 viajaron a Río de Janeiro donde la trató el Dr. Hugo Pinheiros Guimaraes casi un año hasta sanarla completamente. Durante ese tiempo su hijo fue operado de las amígdalas. El 42 visitaron Argentina, Chile y Perú, residiendo algunos meses en casa de sus parientes los Subercaseaux Donoso en Santiago, y Panizo Orbegoso en Lima.

De regreso a Quito, dividió con sus hermanos la antigua casa de los Ascázubi – llamada de Santa Catalina – situada al costado del Teatro Bolívar y pidió las pesebreras y patios posteriores que daban a la calle lateral. Allí hizo levantar en 1943 dos casas grandes, habitando una, donde instaló un cuarto oscuro para revelado de fotografías, pues había heredado esa costosa afición de su padre, quien poseía las cámaras más sofisticadas del país y en Europa había obtenido múltiples premios en su especialidad, las fotos instantáneas.

En esa década la Universidad Central entregó a la municipalidad su antiguo edificio con frente a la Plaza de la Independencia para que lo utilizara como sede; recibiendo a cambio quince hectáreas en la llamada Quinta Ascázubi, que el Concejo expropió al irrisorio precio de S/. 3 el metro. En la parte que quedó libre a su padre, éste construyó un hermoso edificio de dos pisos altos, donde residió hacia su muerte ocurrida el 23 de agosto de 1952.

En los años cincuenta y por su afición a las ciencias y a las matemáticas, experimentó destilando esencia de café para quitarle el color negro y dejarla transparente, asombrando a sus amistades que probaban el líquido sin creer que era café. En otras ocasiones destilaba agua salada para obtener los cristales puros. También le agradaba la medicina, que llegó a conocer en detalle a través de continuas lecturas, trabajando para la erradicación del bocio con la sal yodada que por entonces era casi desconocida en la sierra, e investigó en archivos públicos y privados su ascendencia, pues desde siempre había sido un genealogista aficionado.

El 51 editó en el Boletín de Informaciones Científicas un interesantísimo artículo sobre su ensayo de hibridación de trigo. Entre diciembre del 52 y enero del 53 organizó un safari al África francesa e inglesa con su esposa e hijo. El 55 construyó una casa en la parte que le tocó de la quinta Ascázubi, que terminó vendiendo a su hermana María de Uribe cuando quedó viuda. Desde entonces pasó a la casa que había sido de su padre. El 56 importó faisanes para la hacienda pero las crías no progresaron porque les faltó el clima apropiado.

Era de costumbres austeras, fumaba mucho, sencillo  pero cuando entraba a la cocina preparaba especialidades dignas de un gourmet. Sabía tocar la guitarra y prefería la música clásica. Ese año realizó un largo viaje, estuvo en el Congo Belga y cazó gacelas, visitó otros países como Italia, Grecia, Egipto, Líbano, etc. De tales giras han quedado numerosas fotografías con las piezas alcanzadas, así como pieles y colmillos que decoran su villa y revelan habilidad en la caza mayor. ” He cazado en la selva y páramo del Ecuador, en la estepa africana y en el bosque indio, lo cual, en opinión de distinguidos científicos, me permite tener algunos conocimientos sobre caza”.

En los 60 envió a su hijo a estudiar la carrera de Ingeniería agronómica en una Universidad en California. A su regreso a medias con él escribió sobre el Holstein andino (ganado lechero) y su aclimatación a las alturas. Por entonces formó con su esposa un animado grupo compuesto de matrimonios amigos con Enrique Gangotena, Patricio Lasso, Leonardo Pérez, Carlos y Manuel Tobar, Alfonso Barba Chiriboga, Rubén Espinosa, etc. que dominó “Entre Nus”. Se reunían los sábados en distintas casas, designaban a uno de ellos – hombre o mujer – para que dicte una charla sobre cualquier tema artístico o cultural, se conversaba de todo en gran camaradería y luego almorzaban. Las reuniones perduraron por varios años hasta el 86.

En 1962 principió una larga serie
de artículos sobre agricultura, sociología y economía que le dieron justo renombre nacional. Inauguró la serie con “Redistribución agraria en la sierra” en 57 págs. donde anunció la legislación agraria que se implementaría en los años siguientes, estudió sobre las condiciones agrícolas considerada en relación a la tenencia de la tierra y la forma de aumentar la productividad. El 64 inició una fructífera colaboración en el Boletín de la Cámara de Agricultura de la Primera Zona comentando diversos aspectos de la realidad agraria ecuatoriana, como sus ensayos en fertilizantes y en herbicidas, el subdesarrollo, la producción económica de leche, los programas de desarrollo agropecuario de la Junta de Planificación, el índice económico individual de la producción lechera, las consecuencias de la sequía, las naciones hambrientas, la realidad agrodemográfica del callejón interandino.

El 66 publicó un ensayo largo sobre los “Arcaismos y errores del Marxismo – leninismo” en 130 págs. al que siguieron otros trabajos menores sobre una posible relación entre el medio y el germen, el bovino virus diarrea, la reforma agraria, el estado mundial de la agricultura y alimentación, población versus desarrollo, la sequía que afectaba al Ecuador en 1969 en 32 págs.

El 67 comenzó sus investigaciones arqueológicas en la zona del Ilaló y en otros lugares adyacentes y con el tiempo llegó a poseer una colección de más de dos mil seiscientos artefactos líticos tallados por el hombre de la edad de piedra, piezas completas o de reconstrucción y trató de escribir sobre la vida diaria de los cazadores prehistóricos, aunque su mayor aporte científico constituyó la serie de puntas de flechas de obsidiana recogidas en las faldas del monte Ilaló, que datan de más de diez mil años de antigüedad y prueban que esos territorios estuvieron habitados por hombres cavernícolas de gran antigüedad.

El 68 editó “Principales problemas agro-clima-demográficos de la sierra” donde relacionó el flujo de la población indígena sobre la tierra y la agricultura y casó su hijo con María

Cristina González – Artigas de la Paz, matrimonio feliz con tres hijos, pero años más tarde se accidentó su nuera en un viaje que realizó a la hacienda en compañía de una doméstica y sus tres hijos, porque el vehículo salió del carretero y volcó. Todos resultaron ilesos, pero ella equivocó el camino para pedir auxilio y en lugar de volver a la carretera fue hacia una quebrada y cayó, pues era de noche y estaba muy oscuro, falleciendo de contado.

Entre el 68 y el 69 presidió la Cámara de Agricultura del Pichincha. El 69 colaboró en los Boletines de la Academia Nacional de Historia tratando sobre la influencia del arma en la evolución del hombre, el origen y la evolución de una hacienda histórica: Guachalá en el valle de Cayambe y en los declives de la cordillera oriental, con interesantísimas noticias sobre las hordas cazadoras y su avance después de la última fauna del Pleistoceno en Alangasí y El Inca, hombres que sufrieron los efectos de una casi constante y terrible actividad volcánica.

En los 70 presidió la Sección de Recursos Naturales del Instituto Ecuatoriano de Antropología y Geografía. El 74, cambió de tema y se introdujo en otras ramas del saber humano con “Microlitos arqueológicos” en 34 págs. El 29 de Julio de ese año descubrió en Punín, en un sector de tierra vegetal, a una profundidad calculada entre 1 y 2 mtrs. dentro de una extensa planicie que posiblemente fue un antiguo lago, un cráneo casi completo, con su mandíbula y varias piezas dentarias, que debido a su forma parecía semejante al primer cráneo de Punín encontrado por Anthony en 1923. El sitio del hallazgo estaba en la desembocadura de la quebrada de Chalán y a su alrededor se hallaron algunos huesos humanos pero ningún objeto lítico o restos de cerámica. El examen científico como resultado tres mil quinientos años de antigüedad y una posible mutilación intencional (1)

Al margen de ello, continuaba con sus temas agrarios; la tenencia de la tierra laborable en el Ecuador, la población rural marginada de la sierra, etc. que por su naturaleza social le abrieron un amplio panorama para escribir y editar
en 1976 su obra mayor titulada “Los Indígenas de altura en el Ecuador” en 257 págs. que ha visto tres ediciones más, el 79, 82 y 89, con ilustraciones, tablas, bibliografía, etc. considerada un clásico en su género, y en artículo anunció el hallazgo de un nuevo fósil ecuatoriano.

El 77 apareció su obra de ciencia ficción sobre “El último homo sapiens” en 184 págs. y “Dating of obsidian artifacts of the Ilalo región of Ecuador according to their hydration “en 8 págs.

El 78 dictó una conferencia sobre el primer hombre americano y otra sobre el origen del hombre ecuatoriano, también aparecieron “Cazadores prehistóricos de Ilaló” en 118 págs. y “Obsidiana del paleo – indio en la región del Ilaló” en 105 págs. con noticias sobre el hombre del paleolítico y un análisis de la cultura prehispánica que habitó en esa parte de la provincia del Pichincha. El 79 “Nuevas aproximaciones para la antigüedad de las obsidianas de la región Ilaló. “Tales trabajos le ganaron una bien cimentada reputación ampliando lo simplemente agrario a múltiples campos (arqueología, genética, sociología, etc.)

El 81, bajo los auspicios del Instituto de Altos Estudios Nacionales apareció una conferencia suya titulada “Los próximos cuarenta años”, en 93 págs. con referencias a los terribles problemas que soportará la humanidad en el siglo XXI, ensayo apocalíptico o campanada de alerta, tesis para mover a los espíritus indiferentes a una necesaria meditación. Se ha dicho de este ensayo que es su incursión más profunda en la problemática nacional.

(1) Merced a los descubrimientos arqueológicos se atribuye una antigüedad de doce mil años a los primeros hombres que habitaron el actual territorio de la República del Ecuador. Estos antiguos habitantes venían huyendo de los fríos glaciales que congelaban las extensas planicies y las escarpadas montañas. Algunos debieron asentarse en las cálidas tierras de la península de Santa Elena donde evolucionaron hasta formar la llamada Cultura Las Vegas mientras en la sierra se establecieron en los terrenos de la hacienda El Inga. Unos y otros fueron cavernícolas, practicaban la caza y la recolección de raíces y frutos. En la costa se ha encontrado un enterramiento de siete mil años de antigüedad con una pareja de la Cultura Las Vegas. El hombre tiene su mano derecha sobre la cintura de la mujer y la pierna derecha sobre la pelvis de ella. La mujer está en posición flexionada con un brazo sobre su cabeza. Son los conocidos Amantes de Sumpa. En la sierra en cambio se ha hallado cientos de cabezas de flecha de oxidiana (lava cristalizada y fundida) con la punta pulida, que debieron ser utilizadas como arma de ataque contra las fieras.

El 82 sacó el producto de sus descubrimientos antropológicos sobre el hombre fósil de Punín, denominado Cráneo No. 2, en colaboración con los Dres. Sylvia Elizondo y Bernard Vandermeersch, y demostró la gran antigüedad del hombre de las cavernas en el Ecuador. Poco tiempo después donó el cráneo al Museo Arqueológico del Banco Central donde aún se encuentra. Por entonces mantenía una provechosa colaboración periodística en “El Comercio” especialmente sobre temas agrarios. De vez en cuando enviaba artículos a “El Universo”

de Guayaquil donde también tenía acogida.

El mismo año 83 editó “Objeciones del Darwinismo” sobre la línea sintética de la evolución – que es una ampliación del darwinismo – y sostiene que la evolución se produce como consecuencia de la reproducción diferenciada. Los mejores adaptados dejan un mayor número de descendientes que los demás, debido al polimorfismo o muchas formas, proveniente de la heterozigosis. Síntesis en solamente cinco páginas que sin embargo resume todo un proceso evolutivo de millones de años, cuyas leyes aún no están bien estudiadas ni comprendidas pues que no hay una teoría unificada de la evolución, de suerte que puede darse el caso que el desorden sea la única ley de la evolución, produciéndose cambios genéticos o mutaciones al azar, aunque también podrían existir millones de sistemas evolutivos diferentes, imposibles de ser abarcados por una sola teoría. Ese año hizo circular en el exterior una edición privada de “El Origen genético de la lucha de clases”, ensayo que recién editó el 91 en 205 págs. cuando ya había caído el sistema comunista imperante en Rusia y en sus países aliados. Este es su trabajo más polémico por tratar de la debacle de los sistemas socialistas totalitarios.

El 86, a raíz del accidente en que falleciera su nuera, comenzó a escribir cartas a sus nietos, luego viajó con ellos a las islas Galápagos en plan de turismo y ciencia. El 89 les llevó a México a que conocieran el Museo Antropológico de                 esa capital, e inició varias colaboraciones cortas en la revista del Centro Nacional de Investigaciones Genealógicas y Antropológicas.

Estaba cardiaco y se asfixiaba, dejó de salir de su casa y de indiferente en materia religiosa se tornó practicante pues le convenció un sacerdote amigo. Cada vez que le venía un paro respiratorio lo llevaban a la clínica Pichincha donde el Dr. Ernesto Gándara le reanimaba aunque su médico de cabecera era el Dr. José Terán Varea.

En la madrugada del 1 de enero de 1994 se sintió mal y como estaba solamente con su señora porque, los empleados habían salido a sus casas con permiso, ella le dijo que se recueste, que iba ayudarle. “Dios te pague, vida mía” fueron sus últimas palabras, entró en coma y murió el 8 de enero, tras una traqueotomía, a los setenta y nueve años de edad y cincuenta y seis de matrimonio. Dejaba listas numerosas fotografías de gran tamaño, en blanco y negro, que iba a exponer en una Galería de Arte. Había estado trabajando en la hidratación de la obsidiana, en el pensamiento terrateniente, en la población marginal de la sierra, etc. por eso quedaron algunos ensayos a medio talle.

Alto, blanco más bien rosado, ojos verdes, pelo rubio que finalmente encaneció. Una barba rojiza y en punta le daba fisonomía agradable. educadísimo aunque poco demostrativo, tenía fama de ser demasiado sincero, nunca ocultaba sus pensamientos porque amaba sobre todas las cosas la verdad. Algunos le temían por excesivamente franco en sus opiniones. Anticomunista convencido en materia política, experimentador nato, de pensamiento científico aunque disperso por autodidacta. Habiendo comenzado como patrón a la antigua, cambió radicalmente a sociólogo humanitario, a través de la comprensión del hombre andino de altura, prueba de ello fue un escrito a medias entre lo novelesco y lo sociológico que editó el 93, con la dura historia de la niña Micaela Tipán en 53 págs.

Caballeroso, con un fondo real de tristeza como trauma de orfandad, leía mucho, era honorable y al finalizar sus días se dijo que había sido un connotado hombre de ciencia, que dedicó sus profundos conocimientos a la solución de la problemática agraria del país, lo cual era verdad, aunque obtuvo sus mayores logros en el campo de la genética y la arqueología.