a) Álvaro San Félix
DRAMATURGO. Nació en Guayaquil el 9 de marzo de 1931. Hijo de Ernesto Benavides Maury, propietario de una peluquería en Escobedo y Víctor Manuel Rendón y de Rosa Elena Vega Cibel, naturales de Guayaquil y Salcedo, respectivamente.
Se crió al lado de su madre que trabajaba en el servicio doméstico, y tuvo muchas restricciones porque no podía hacer bulla ni decir malas palabras. Con otros niños recibió las primeras letras de una profesora particular, luego fue matriculado en la escuela fiscal Abdón Calderón cercana al parque Chile y como siempre había sido muy delicado de salud, al principiar el cuarto grado su madre le llevó a Quito a tomar clima. Ella se empleó de doméstica y su hijo entró a la escuela fiscal Vicente Rocafuerte. En 1943 se relacionaron con la familia del Dr. Jorge Vallarino Donoso y mientras doña Rosa Elena cocinaba, su hijo Carlos limpiaba y cuidaba el carro. El Doctor
10 Matriculó en el Colegio Técnico Industrial Don Bosco, de los salesianos en la Tola y por las tardes le daba a cobrar las cuentas profesionales. En dicho Colegio funcionaba un grupo teatral del que Carlos formó parte con mucho entusiasmo. Se representaban obras apropiadas, pues los papeles solo eran para varones, recuerda haber trabajado en varios dramas ambientados en la antigua Roma de los Césares y los mártires cristianos tales como Fabiola y Quo Vadis, que aprendían de libretos llegados de Europa especialmente escritos para las escuelas y colegios salesianos.
En 1950 se graduó de Técnico Industrial especializado en Mecánica (horno, fresa, suelda, electricidad, nociones de automotriz) y entró de obrero a la Fábrica de Fósforos con doce sucres diarios. Ese año José Guerra Castillo puso un aviso en El Comercio pidiendo actores, se presentó y fue aceptado para hacer radioteatro. Guerra era un profesor exigente que sabía formar actores, su seudónimo Hugo Vernel era ampliamente conocido en la capital a través de las ondas de “La Voz de la Democracia” donde difundía sus adaptaciones y creaciones y así fueron saliendo las populares radionovelas “El Cristo de los Leprosos” sobre la vida del santo padre Damián en la isla Molokay, “La Mujer y el pecado”, “Tu mundo y el mío”, “La serpiente dormida”, “El más dulce nombre: la madre” especial para el primer domingo de Mayo que se conmemora el día universal de las Madres. Eran seriale diarias y los domingos se pasaba una mini obra completa.
En ese ambiente se acostumbraba trabajar con pseudónimo para evitar las molestias propias de la profesión y siguiendo la costumbre y más por novelería que por otra causa empezó a llamarse Álvaro San Félix (1) porque le parecía un nombre muy sonoro y hasta con reminiscencias españolas, su sueldo era de ciento cincuenta sucres al mes por hora y media de trabajo diario, incluyendo sábados y domingos, algo esclavizante, pero le agradaba.
El 51 viajó a Guayaquil como Sargento Mecánico del Arsenal Naval, se conectó con Elsie Villar y Delia Garcés en las radios “Ondas del Pacífico” y “El Telégrafo” respectivamente, donde representaron las siguientes obras “Judas”, versión de la pasión de Nuestro Señor Jesucristo tomada de la Editorial Argenteros de Buenos Aires, que solo publicaba obras para teatro y “La Maldición del Gitano” cuyo autor no recuerda y que también fue transmitida con el título de “El violín de Gitano”.
Mientras tanto Pepe Guerra había viajado a Guayaquil y trabajaba con David Ledesma Vásquez, quien agrupó a varios intelectuales jóvenes, algunos de ellos poetas, formando el llamado “Club Siete”, que llegó a publicar un libro de poesía. Benavides era amigo de todos ellos y fue incorporado al grupo aunque no era propiamente un poeta.
El 52 volvió a la Fábrica de Fósforos en Quito y allí permaneció hasta el 57, con
numerosos intervalos que aprovechaba para hacer radionovelas en Guayaquil por las ondas de Radio América, Cadena Radial Ecuatoriana, Atalaya, Cóndor, Cénit. Esta fue una época de bohemia y teatro, de la famosa novela “Camay” de tanta sintonía en la compañía de Delia Garcés casada con el también actor español Manuel Ocaña Dorado, exilado de su Patria después de la Guerra Civil y como él mismo se decía mimbro importante de la España Peregrina.
Durante ese tiempo vivió en el departamento de su padre con quien siempre se llevó bien pero el 57 y sin ninguna ayuda económica viajó a Chile, a dedo, motivado posiblemente por su amigo Guerra, que hablaba siempre de sus viajes. En Santiago entró a estudiar al Teatro Experimental de la Universidad de Chile TEUCH, pasó numerosas penurias económicas, pero obtuvo una maravillosa experiencia que luego le sería de gran provecho.
En 1958 regresó al Ecuador porque su amigo el fotógrafo Hugo Cifuentes le mandó para el pasaje y lo llevó a trabajar a la radio “Otavalo, la voz del Altiplano” que acababa de instalar en dicha población de Imbabura. Allí estuvo seis meses hasta que cesó el negocio por razones económicas. Entonces pasó a Quito y formó con Luis Albán la Compañía de Teatro Infantil “Lola Albán” que salió en gira y fue representando diversas adaptaciones de cuentos populares tales como “La Cenicienta”, “Blanca Nieves y los siete enanitos”, “Caperucita Roja”, etc. hasta la frontera con el Perú y aunque el éxito era clamoroso todo se les iba en gastos.
El 58 se instaló en la pequeña población de Otavalo y estudió quinto y sexto curso de bachillerato graduándose en 1960. Para subsistir hacia rifas y radioteatro. Ese último año ingresó a la Facultad de Psicología de la Universidad Central pero fracasó en los estudios. El 61 se cambió a la de Filosofía y Letras y obtuvo un empleo en la “Radio Nacional”, recientemente creada por el Presidente Velasco Ibarra, como actor y locutor. Para esa fecha ya pasaban del medio centenar los libretos que había compuesto para teatro pues esta es quizá la faceta más importante de su vida intelectual.
El 62 intervino en el Concurso Nacional para Obras de Teatro promovido por
la Unión de Periodistas de Quito, ganó el Segundo Premio con “Las Ranas y el Mar”, comedia en prosa y en un acto, de la época actual sátira antimilitarista sobre un raro Virus que destruye las estatuas de los falsos héroes, lo que da lugar a que el ejército y las autoridades piensen que se trata de un confabulación política para menoscabar el orden. La obra defiende a la justicia, es simbolista y de tendencia revolucionaria, fue publicada ese año por los Talleres Gráficos del Ministerio de Educación. El Primer Premio lo obtuvo José Martínez Queirolo con “La Casa del Qué Dirán” y el Tercero Eugenia Viten con “El Mar Trajo la Flor” de manera que fue un buen año de teatro.
Entonces, comprendiendo que la falta de apoyo oficial y la no existencia de compañías firmes, le obligaba a buscar otro ambiente, partió a Colombia donde permaneció seis años, la mayor parte de los cuales trabajó en las radios Cadena Caracol y H.J.C.K. el mundo, en Bogotá. Para la primera de esas radios escribió una serie sobre la vida de San Francisco de Asís preparando la llegada del Papa Pablo VI. También actúo en las telenovelas “Tirano Banderas” del español Ramón del Valle Inclán y “Galileo Galilea” de Beltom Bretch, también realizó varios viajes a Caracas para representar pequeños papeles y el 68 partió a México como miembro integrante del grupo de Teatro de la Universidad Nacional de Colombia, en corta temporada que le fue muy útil para trabar amistad con el Embajador ecuatoriano Benjamín Carrión.
En 1969 sintiéndose con suficiente nostalgia para retornar a su país de origen, vendió los bienes adquiridos en Colombia y regresó a Quito, donde radicaba su madre a quien encontró muy enferma. Poco tiempo después Carrión le ofreció una beca para estudiar teatro en la Universidad Autónoma de México UNAM. Allí permaneció hasta el 72 ayudado con la elaboración de numerosos libreros, entró por segunda ocasión a “Radio Nacional” de Quito y obtuvo una segunda beca, esta vez de “Radio y Televisión Española” para estudiar tres meses en Madrid, luego siguió por Europa hasta Grecia y Egipto, países que siempre había deseado conocer. A su regreso el 73, falleció su madre. A fines del 74 el Instituto Otavaleño de Antropología lo contrató por dos años como Subdirector para labores administrativas. El 76 ganó el Primer Premio en el Concurso de Teatro organizado por el Centro Municipal de Cultura de Guayaquil con su obra “Un Caballo para Helena” en un acto y en prosa, versión moderna de la guerra de Troya y transposición del mito del rapto de Helena, que representó Iván Argudo y su grupo, en el teatro de la Escuela Politécnica del Litoral en 1985.
Ese año 76 también obtuvo el Premio del Sesquicentenario de la Universidad Central con “Espejo alias Shushig”, biografía novelada en dos actos y en prosa, del precursor de la independencia ecuatoriana, que representó con un grupo de alumnos del Colegio Nacional Benito Juárez en 1979.
El 77 radicó en Quito. El Presidente Roldós le designó el 79 Productor de programas de “Radio Nacional” ingresando por tercera ocasión a dicha institución.
El 78 comenzó a concurrir a la Facultad de Historia de la Universidad Católica hasta el 86 que alcanzó la licenciatura con una Monografía de Otavalo, estudio sobre la región Sarance, desde la prehistoria hasta nuestros días, que publicó el Instituto Otavaleño de Antropología en 1988, en dos volúmenes.
Entre el 87 y el 88 investigó bajo los auspicios del Banco Central todo lo concerniente al Observatorio Astronómico de Quito y entregó un volumen escrito.
En 1989 fue designado Miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, dio los últimos toques a una Historia de la Radiodifusión en Pichincha que editó bajo el patrocinio de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión A.E.R en 1991 en 214 págs.
En 1990 obtuvo una de las menciones en el Concurso Nacional de Teatro convocado por la Casa de la Cultura con su obra “El ojo de la Aguja” publicada entre las págs. 161 y 208 del volumen de Teatro Ecuatoriano con las obras seleccionadas.
Su estatura mediana, tez blanca rosada, pelo canoso, ojos plomizos, conversación agradable con graciosas anécdotas de sus aventuras teatrales en años de sana bohemia y juventud. Parecía que la disciplina de la investigación estaba ganando a su antigua vocación de actor.
Falleció en Quito en 1999, soltero y de sesenta y ocho años de edad.