BASTIDAS ARGUELLO CARLOS

PERIODISTA MARTIR.- Nació en la población de Milagro, provincia del Guayas, el 29 de Enero de 1935 y creció en Quito, Guayaquil y Milagro en razón del trabajo de su padre el Ingeniero Agrónomo Carlos Manuel Bastidas Aguirre, graduado en el Juan Montalvo de Quito en 1908 y de Agrónomo en New Orleans en 1912, dirigió en Esmeraldas el periódico “El Iniciador” entre 1918 y el 25, que apoyó el movimiento civilista del Comandante Roberto Luís Cervantes por una Esmeraldas mejor, y María (Maruja) Arguello, esmeraldeños.

Siguió primeros estudios en la escuela religiosa San José, en Milagro. En 1944 su familia radicó en Quito, fue matriculado en la escuela municipal Eugenio Espejo, terminó la primaria, pasó al Instituto Mejía y de catorce años dirigió el periódico Vida Estudiantil, donde apareció una entrevista que realizó al Presidente Velasco Ibarra luchando por conseguir un Internado para el plantel, lo que efectivamente consiguió en noviembre del 49 pero fue separado del plantel por haber participado en una huelga estudiantil.

Nuevamente en Guayaquil pasó al Colegio Americano y tuvo entre sus profesores a Justino Cornejo, quien llegó a tenerle gran estimación. El 52 escribió y representó con varios compañeros una pequeña obra teatral titulada “México” que sirvió para recaudar fondos.  Su último año de secundaria lo realizó en el Blue Ridden College de Carolina del Norte a donde le había enviado su padre para que perfeccionara el inglés y ganado por el afán de hacer periodismo ingresó a la Universidad de North Wester y logró graduarse en 1956 en Ciencias Políticas y una de las corresponsalías de la Associated Press.

En el Ecuador escribió sobre las elecciones presidenciales de ese año. Meses más tarde la Associated Press lo envió a cubrir los acontecimientos de la revolución en Hungría, que fue aplastada por el poderío soviético. De vuelta a América se dedicó a trabajar en lo que dio en llamar la Línea de Fuego latinoamericana, esto es, en los países dominados por dictadores. Viajó a Colombia el 57 para la caída del General Gustavo Rojas Pinilla, el 58 a Venezuela para la de Pérez Jiménez; en Caracas sufrió prisión de un mes antes de ser expulsado de ese territorio. Entonces la República Dominicana sojuzgada por Rafael Leonidas Trujillo le negó la visa de ingreso, tal su fama de periodista democrático.

En Marzo del 58 arribó al aeropuerto de La Habana y de inmediato se trasladó a la ciudad de Santiago de Cuba en el extremo oriental de la isla, alojándose varios días en casa de una mujer que le presentó a un vecino, quien le facilitó el contacto con los rebeldes del Movimiento Veinte y Seis de Julio y éstos le trasladaron a las montañas de Sierra Maestra, allí conoció y entrevistó a Fidel Castro Rus, Camilo Cienfuegos y a otros jóvenes líderes que luchaban contra la oprobiosa dictadura de Fulgencio Batista, quien de Sargento había logrado trepar a Coronel y mantenía esclavizado al pueblo cubano.

Bastidas miraba y participaba en lo que podía, al tiempo que hacía amistad con otros periodistas latinoamericanos como el argentino Jorge Masetti, tomaba fotografías a los combatientes (que hoy constituyen documentos de importancia histórica) escribía crónicas y reportajes de guerra, e intervenía en las primeras emisiones en onda corta de “Radio Rebelde” que había comenzado a funcionar unas semanas antes. Suyas fueron unas vibrantes alocuciones llenas de fervor y patriotismo instando al pueblo cubano a unirse a los rebeldes, y como no podía hacerlo con su nombre por estrictas razones de seguridad, se presentaba con el apelativo de “Atahualpa Recio” que pronto hizo conocido hasta en Miami. Esto lo perdió pues la policía secreta de Batista – con soplones pagados en todos lados – llegó a tener pleno conocimiento de su identidad y sus andanzas.

I tras compartir dos meses con los rebeldes volvió a La Habana el día domingo 11 de mayo de ese año 58 pues tenía pensado denunciar a la prensa de los Estados Unidos y especialmente a la OEA los continuos bombardeos de la aviación de Batista contra las indefensas comunidades rurales que apoyaban la revolución.

Alojado en el discreto hotelito “Pasaje” – más bien era una casa de huéspedes –   de la calle Neptuno, cercano al llamado paseo del Prado y frente al Capitolio, por recomendación de Orlando Gómez Balado al que había tratado en Sierra Maestra, hijo de la dueña a quienes todos conocían por “La Gallega,” se dio tiempo durante los dos siguientes días (lunes 12 y Martes 13) para visitar el Colegio Provincial de Periodistas y el local de la embajada ecuatoriana a cuyo representante Virgilio Chiriboga, entregó numerosos rollos fotográficos y documentos, bajo la consigna de ser enviados por valija diplomática a los medios de comunicación del Ecuador, porque posiblemente sospechaba que su vida corría peligro dado que era muy posible que la Policía secreta cubana hubiera decidido su muerte.

La víspera de su partida a Miami, en compañía del joven Luís Gómez Balado – otro hijo de la dueña del hotel, entró al concurrido bar El Cachet, en la esquina de Galiano y Neptuno, eran las siete de la noche, tomó asiento, pidió un café y tranquilamente se dispuso a esperar a unos miembros del Movimiento Veinte y Seis de Julio quienes le debían entregar un paquete de cartas para varios exilados en los Estados Unidos, cuando de improviso se presentó el Cabo de Policía Armando Marreno Suárez, a) Gallo Ronco, corpulento matón a órdenes del Capitán Pilar García, sanguinario Jefe de la Policía de Batista.

Marreno era famoso por su buena puntería y sin mediar motivo alguno comenzó a provocarlo con insultos, pasó a los golpes, sacó un revólver y le disparó casi a boca de jarro en mitad de la frente. Los acompañantes de Barreno empezaron una balacera confusa para provocar el caos entre los concurrentes y el asesino salió tranquilamente del lugar.

Bastidas no murió de contado, cayó al suelo en medio de un charco de sangr  y fue llevado a un Puesto de Auxilio donde falleció a las cuatro de la mañana del 13 de Mayo de 1.958. El cadáver fue conducido a la morgue por orden de la Policía y permaneció desnudo durante tres días guardado en un frigorífico junto a ocho cadáveres más, hasta que fue recuperado por la Asociación de Reporteros, velado en la funeraria de las calles Calzada y K, y enterrado en el Mausoleo de los periodistas en La Habana, hasta 1997 que le exhumaron y llevaron al cementerio de Colón.

La noticia de su asesinato se conoció en el Ecuador el día 14 y la Cancillería presentó una Nota de Protesta al gobierno cubano.

“Atahualpa Recio” solo tenía veinte y tres años de edad y fue el último periodista asesinado por la dictadura que terminó en menos de siete meses, el 1 de enero siguiente, con la fuga e Batista. tras lo cual su amigo el joven Luís, testigo presencial del asesinato, puso una denuncia que no surtió efecto pues el asesino había fugado de Cuba.

Cuando ocurrió el crimen la prensa cubana no pudo comunicar la noticia pues estaba sometida a una férrea censura pero al ser conocido su deceso en el Ecuador hubo una fuerte reacción en la opinión pública. Varios congresistas solicitaron al gobierno del Presidente Camilo Ponce Enríquez el reconocimiento oficial a los rebeldes armados en Sierra Maestra. Sus compañeros periodistas de Guayaquil y el Prof. Justino Cornejo, su maestro de literatura en el Colegio Americano, le tributaron un significativo homenaje y ensalzaron su memoria como ejemplo de dignidad y coraje.

Carlos Bastidas Arguello está considerado un Mártir de la revolución cubana. Tenía la estatura mediana, la tez trigueña, los rasgos fuertes y regulares, los ojos negros y expresivos. El carácter alegre, hablantín y jovial – así le han calificado quienes le trataron en la Sierra Maestra – todo lo hacía con prontitud y vitalidad, era franco y primario. Tuvo conciencia política, aborreció las dictaduras y a los tiranos y por ello constituye un permanente ejemplo de civismo para la juventud latinoamericana.

En 1960 la revolución cubana invitó a su padre a visitar La Habana y fue recibido por Fidel Castro. El 13 de abril de 1.959 la revolución le concedió una ayuda económica consistente en la suma de quince mil dólares.

Su asesino fue de los primeros en fugar a Miami de Enero del 59 y años después se le veía en la pequeña Habana de la calle Octava, desdentado, mugriento y en completo estado de beodez, deambulando por las calles pues no trabajaba y sobrevivía de la pequeña pensión que recibía mensualmente del social security.