BARRIGA FARÍAS ISIDORO

OBISPO DE GUAYAQUIL- Nadó en Jipijapa el 25 de marzo de 1854 y fueron sus padres legítimos el teniente Coronel Nicolás Barriga Ricaurte natural de Riobamba y sobrino político de la Marquesa de Solanda, fallecido en 1864 y Casta Farias Guillén, oriunda de Jipijapa.

El mayor de una familia de cuatro hijos, recibió las primeras letras de su madre, estudió en la escuela de esa población, pero al quedar en la orfandad pasó con los suyos a Guayaquil y entró al Colegio Seminario donde el Rector Luís de Tola y Avilés le tomó a cargo y llevó a vivir con otros estudiantes huérfanos, estableciéndose una corriente de simpatía entre ambos. Urgido por las dificultades económicas de su familia, en 1869 abandonó los estudios, se dedicó al comercio y hasta fue Ayudante de la Compañía 9 de octubre del Cuerpo de Bomberos.

El 72, sin embargo, decidió que su vocación sacerdotal era verdadera y se presentó a Monseñor de Tola, que acababa de aceptar el Obispado de Portoviejo, quien lo recibió en su Seminario, donde estudió latín, física, matemáticas, sagradas escrituras, teología, moral y los superiores conocieron su amor al trabajo y la exactitud en el cumplimiento de sus deberes. Entre el 75 y el 76 recibió el diaconato y desempeñó la Secretaria de esa Curia.

A principios del 77 llegó a Presbítero con el Obispo de Guayaquil, José Antonio de Lizarzaburo y Borja, que en agosto le confirió las sagradas órdenes y celebró su primera misa en la iglesia San José a cargo de los padres jesuitas, donde hoy se levanta el edificio del Correo, habiendo predicado en dicha ocasión el presbítero Norberto Aldazo.

Vivía en los bajos de la casa de Tola en Víctor Manuel Rendón entre Baquerizo Moreno y Córdova y desempeñaba la capellanía del Colegio de los Sagrados Corazones a cargo de las madres francesas en el Malecón norte de la ciudad. El 78 tuvo una cátedra en el Seminario. El 79 recibió en Quito el doctorado en derecho canónigo y sagrada teología. El 82 pasó a Riobamba y fue elevado a Deán del coro catedralicio. Meses después siguió a Quito de Canónigo de merced, se hizo apreciar del Arzobispo Ignacio Ordóñez Lazo que acababa de tomar posesión de sus funciones y cuando Tola renunció su Obispado el 84, a causa de unas llagas en la laringe que le impedían consumir alimentos y se trasladó a curar de Portoviejo a Guayaquil, recomendó a su pupilo Barriga para Obispo auxiliar de Manabí. Ese año fue Consejero Municipal de Quito y Colector de los Seminarios. En enero del 85 fue designado Vicario General de la Diócesis de Guayaquil por el nuevo Obispo Dr. Roberto María del Pozo Marín, de la Compañía de Jesús, quien hizo su entrada en mayo.

El 87 acompañó a Monseñor Ordóñez en su visita ad limina a Roma y fueron recibidos por el Papa León XIII quien le dijo: Eres joven, puedes trabajar mucho, acompaña a monseñor en sus tareas apostólicas. De Roma siguió a Francia, Inglaterra y España, visitó los santuarios de Loreto y Lourdes. Pasó al medio oriente y recorrió en peregrinación los santos lugares, estuvo en casi toda Palestina.

De regreso, en febrero del 88, encontró que durante su ausencia se había producido el llamado motín de los Canónigos de Guayaquil, con el resultado de cinco personas fallecidas. El Obispo del Pozo había salido a la isla Puna y de allí pasó a Chile en destierro voluntario, dejándole de Vicario General de la Diócesis.

Ese año fue electo Diputado, concurrió al Congreso y el Arzobispo Ordóñez le mandó al puerto principal con la categoría de Administrador Apostólico, donde permaneció con general aceptación pues su simpatía, dinamismo y don de gentes le hicieron siempre un sacerdote agradable, hasta que el 90 recibió el beneplácito oficial de la Iglesia, al ser designado por León XIII, Obispo titular de Myrina y Administrador Apostólico en propiedad.

El 5 de octubre se consagró en la Catedral de Guayaquil de manos del Obispo de Riobamba, Arsenio Andrade Landázuri, asistido por los Obispos de Ibarra y Loja, Rafael González Calisto y José María Massiá y Vidiella, respectivamente. En noviembre inició la visita de la Diócesis, llegó hasta sus más recónditos parajes y penetrado de las necesidades predicaba diariamente, enseñaba la doctrina a los niños y gente del campo, confesaba cuando la afluencia de público era numerosa en los templos y escribía Exhortaciones Pastorales.

A fines del año predicó una exhortación pastoral en la iglesia de La Merced en la solemne función de desagravio a causa del sacrilegio perpetrado por el robo de una custodia.

En lo material emprendió la reparación y embellecimiento de la Catedral, Sagrario y Seminario. Hizo instalar una iluminación interior de lámparas de gas con pantallas de opalina que producía una luz lechosa. Mensualmente repartía dinero a los pobres y el 7 de enero de 1893 fundó “El Monitor Popular” como órgano oficial de la Curia. En abril y mayo celebró con toda la pompa del caso el II Sínodo Diocesano guayaquilense. Casi enseguida figuró en la terna que los Obispos del Ecuador presentaron al Supremo Gobierno para elegir al que debía ser Obispo Auxiliar del Arzobispo Ordóñez, pero el gobierno del presidente Cordero escogió a González Calisto.

En diciembre realizó una visita a Naranjal y de regreso el día 16 de ese mes se sintió afiebrado y guardó cama. Llamados los Dres. Alejo Lascano, Federico Matheus, Julián Coronel, Emilio Gerardo Roca y Melquiades Morales, comprobaron que sufría de una grave pleuroneumonía que no cedió a ningún tratamiento pues posiblemente era de origen tuberculoso. La noticia de su gravedad pronto se conoció causando general conmoción pues se había hecho querer en todos los grupos.

El Obispo comprendió que su estado de salud le llevaba indefectiblemente a la muerte y el 30 de diciembre se hizo dar la extremaunción y fue trasladado de su dormitorio al salón principal del palacio pues tenía los pulmones tomados de líquido y casi no podía respirar. Al día siguiente testó dejando de heredera a su pobre y anciana madre, quien vivía acompañada de su hermana Ramona L. Barahona y sus dos hijos y ordenó que se le entierre con un anillo de piedra roja.

La tarde del domingo 21 de anero se agravó muchísimo a causa de la fiebre y la asfixia y llamado el Dr. Coronel a las nueve de la noche, declaró que eran contadas las horas que le restaban de vida. Efectivamente, cuatro horas después, tras penosa agonía de treinta y ocho días, en la que le fallaba constantemente el aire, falleció siendo las 12 y 3/4 del lunes 22 de enero de 1894, de 39 años y 10 meses de edad, siendo afeitado, embalsamado y vestido con los ornamentos pontificales.

A las 5 de la mañana tocaron las campanas a difunto y la ciudad se enteró de la triste novedad. Colocado en una caja mortuoria negra con sus iniciales y enseñas talladas de madera, sobre una mesa tapizada de negro, en el centro del salón principal, numerosas personas subieron a observarlo. Esa noche se sacó su cadáver al corredor para evitar que se corrompiera con el calor del salón y el 23 fue llevado a la Capilla Ardiente en los bajos del Palacio y desde allí en hombros a la vecina Catedral, y fue enterrado el miércoles 24 con la pompa del caso y música orquestada y compuesta por el Maestro Mayor de Capilla Artemio Bernardi.

Su estatura mediana, rostro canela, calva incipiente.