En 1830 en la capital que el aclamado de jefe en Guayaquil, era Urdaneta: entonces Barriga unido a Vascones, consuman el día 11 la reacción a favor exclusivo de Flores Don Isidoro cometió la perfidia de dar convite en su casa al coronel Ureña y otros jefes y oficiales bolivarista, y allí fueron apresados todos. De esa conducta infame se desprende, que el General Barriga era partidario del libertador y de la reconstitución de la Gran Colombia, pero precisamente con Flores como jefe Superior de Sur.
Entonces el general Barriga Retrocedió a ese pueblo; Flores que no creyó conveniente dar la batalla dentro de la población, se retiro al llano de Guachi. Allí se avistaron los dos ejércitos 16 de Enero de 1835. Pero antes de llegar a las manos propuso Flores una suspensión de armas mientras llegaban de Guayaquil los señores Juan Avilés y José María Santisteban, comisionados por el jefe Supremo Rocafuerte para hacer arreglos de paz. Barriga acepto la suspensión de hostilidades, después da consultar con los generales vivientes Aguirre y Manuel Mateus que le servían de consejeros o directores. Celebrado este convenio, barriga se situó de nuevo en Ambato y Flores en Santa Rosa, esperando la resolución del gobierno de Quito, o mas bien de la convención reunida en esa ciudad desde el 7 de Enero.
Barriga desocupo Saboneta y ocupo Riobamba Flores regreso a Guayaquil y el 25 de diciembre 1834 viajo a Guaranda, luego a Ambato flaqueando el Chimborazo Barriga subió a Latacunga Flores ocupo Ambato.
Pocas horas después de haber llegado tomo posesión Barriga de la comandancia general e hizo en la guarnición los cambios respectivos. El vecindario sorprendido con esta medida, que ni esperaba ni deseaba, creyó que ella no tendría malas consecuencias se equivoco sin embargo. Ni las habría producido si solo si hubiese destituido al comandante General robles; pero haciéndolo con los principales jefes y oficiales de la guarnición se les puso en una situación violenta. Robles aprovecho inmediatamente de este error del vice-presidente. Por lo pronto se dirigió a su mentor Urbina pero este general, poco dispuesto a empresas audaces aconsejo a Robles, que no intentase la revolución, que en su concepto estaba expuesto a fracasar. Robles se retito desalentando, pero luego recordó, que había otras personas que pudiesen excitarle y ayudarle en su empresa. Al afecto, se dirigió esa misma noche a casa del Sr. Novoa; y aunque no hablo con el, pudo entenderse con sus hijos y sobrinos, con el Coronel Guillermo Bodero y otros amigos de la familia que pudieron reunirse. Acordado el plan, marcho Robles con Bodero y otros de los novelistas al cuartel del batallón No.1 que no les opuso resistencia. Enseguida subieron al cuartel de artillería que tomaron con igual facilidad. Fueron entonces a invitar al general Elizalde para que se hiciese cargo del mando; y como este lo rehusase, pasaron donde Urbina, que no tuvo inconveniente en aceptarlo. El General Barriga Ignorante de lo que sucedía fue arrestado muy por la mañana en su propia casa.
Entretanto el coronel Oses imitando a los Francos levanto su campo del Morro y se encamino a la provincia de Manabí, donde se le paso el Comandante Hidalgo que servía al gobierno en esa provincia. Flores se puso en perseguimiento de los chihuahuas. Varias veces logro alcanzarlos, sin que se empeñara combate. Se había propuesto hostigarlos hasta arrojarlos de esa provincia y del cantón de Daule. Oses se unió en seguida en Babahoyo con el General Barriga que había descendido de la cordillera con el ejercito llamado restaurador, cumpliendo con las órdenes del jefe Supremo Valdivieso. Entonces el general Barriga retrocedió a ese pueblo; y flores que no creyó conveniente dar batalla dentro de la población, se retiro al llano de Guachi. Allí se avistaron los dos ejércitos 16 de enero de 1835. Pero antes de llegar a las manos propuso Flores una suspensión de armas mientras llegaban de Guayaquil los Sres. Juan Avilés y José María Santisteban, comisionados por el Jefe Supremo Rocafuerte para hacer arreglos de paz. Barriga acepto la suspensión de hostilidades, después de consultar con los generales Vicente Aguirre y Manuel Mateus que le servían de consejeros o directores. Celebrado este convenio, Barriga se situó de nuevo en Ambato y Florecen Santa Rosa esperando la resolución del Gobierno de Quito, o más bien de la convención reunida en esa ciudad el 7 de enero.
Hoy cinco octubre la iglesia guayaquileña recuerda una centuria de la ordenación episcopal de un esclarecido sacerdote nacido en Jipijapa, Manabí, el 25 de marzo de 1854. Se trata de Mons. Dr. Dn. Isidoro Barriga Farías, hijo del Tnte. Cnel. Nicolás Barriga y de la señora Casta Farias y Guillen, de dicho lugar.
Fue alumno del Seminario de Portoviejo. Recibió el Presbiterado en Guayaquil de manos del III Obispo Mons. Dr. Dn. José Antonio Lizarzaburu y Borja, S.J. riobambeño, en agosto de 1877.
En Quito desempeño el cargo de Consejero Municipal y fue Diputado al Congreso Nacional; fue Can6nigo de la Catedral quítense en dos ocasiones, Vicario General, y también Can6nigo de la Catedral de Riobamba.
En 1888 el Arzobispo de Quito, Mont. Dr. Dn. José Ignacio Ordóñez, lo nombró Vicario Genera de Guayaquil hasta el 31 de de mayo 1890, en que la Santa Sede lo designo Obispo Titular de Myrina y Administrador Apostólico de Guayaquil, recibiendo la Ordenación Episcopal en la Catedral de esta ciudad de manos de Mons. Dr. Dn. Arsenio Andrade, Obispo de Riobamba.
En Guayaquil fundo “El Monitor Popular”: celebro el Tercer Sínodo Diocesano en los días 30 de abril, 3 y 7 de mayo de 1893, luego de visitar personalmente su extensa diócesis.
Monseñor Barriga Farías tuvo enorme preocupación por la formación de sus seminaristas que estudiaban -en esta ciudad. Fue generoso con las parroquias ayudándoles con lo que podía para aliviar sus necesidades.
El Dean Mons. José Ignacio de las Heras escribió de este virtuoso obispo así: “Su simpatía, don de gentes y gran dinamismo, devolvieron la paz y tranquilidad a toda la Diócesis. Monseñor Barriga llorado por todos, falleció en el Señor, el 22 de enero de 1894”
También don Eliécer Enríquez dice: “Porque fue prudente, pacifico, justo y sirvió bien en su Gobierno Eclesiástico, fue uno de los mejores Prelados de Guayaquil”. Sus venerables restos mortales reposan en la Catedral de esta ciudad. Su partida de defunción se halla en el Tomo que va de 1893 a 1895, folio 153 Desde que se posesiono como Vicario General de Guayaquil, Monseñor Barriga Farías escribió algunas Cartas y Exhortaciones Pastorales juntamente con otros importantes escritos, como sermones predicados, en los que se conoce al celoso pastor de almas.
Que de Dios goce como buen pastor este virtuoso obispo manabita. Y que sigan surgiendo vocaciones sacerdotales manabitas para bienestar y progreso de la Iglesia y de la Patria.