BARRERA BUSTAMANTE ANGEL T.

ESCRITOR. Nació en Guayaquil en 1882 en la casa familiar de Aguirre y Chimborazo y fue bautizado con los nombres de Ángel Teodoro. Hijo legítimo de Ángel Toribio Barrera Santos, natural de la isla Puná, quien culminó su carrera de Médico y aunque no llegó a graduarse ejerció exitosamente su profesión y con sus honorarios emprendió negocios de compraventa de propiedades amasando una regular fortuna; y de Francisca Bustamante Zapata y Miró, estudiante de enfermería en el Hospital, donde se conocieron y casaron.

Fue el cuarto de una familia de ocho hermanos y su padre le enseñó las primeras letras, luego ingresó al Colegio de don Tomás Martínez y siguió la secundaria en el Vicente Rocafuerte hasta graduarse de Bachiller.

Alfaro era amigo personal de su padre, liberal convencido que concurría semanalmente a visitar el hogar de los esposos Eduardo Hidalgo Arbeláez y María Gamarra Elizondo, a) La Ñata, jefes del alfarismo en Guayaquil.

El joven Ángel Teodoro se educó en esas ideas, era disciplinado, recto y exigente consigo mismo, tenía gran facilidad para los idiomas y con la ayuda de diccionarios aprendió alemán, inglés, portugués e italiano.

Su compañero Servio Tulio Henríques y Cestaris le describió así “Le conocí en 1900 en la redacción de El Tiempo cuando el joven Barrera manifestaba en ese diario sus principios liberales a la par que en el curso del último año del Vicente Rocafuerte daba pruebas de su inteligencia nada común: siempre alegre, bromista, era generalmente querido entre todos sus compañeros de Colegio, que supimos con justicia apreciar sus virtudes y talentos”.

En 1901 fue colaborador de “El Telégrafo” cuando era un diario vespertino y se imprimía en los talleres en Pedro Carbo y Aguirre. Barrera transcribía diversas noticias de la actividad local y extranjera que aparecían en la sección “Apuntes Taquigráficos” como la bautizara el periodista Manuel F. Horta y firmaba bajo el pseudónimo de “Ángel Tebas”. El 1 de enero de 1902 comenzó su carrera de escritor en el suplemento Ilustrado del mismo diario que duró hasta Julio. Allí publicó una brillante colección de artículos sobre el teatro ecuatoriano desde los tiempos coloniales, y biográficos de hombres públicos, escritores y literatos.

En abril escribió contra el régimen del Presidente Leonidas Plaza en el semanario “La crisis económica” de su propiedad, que imprimía en la tipografía Victoria, en pequeño formato, a cuatro planas y tres columnas, con caricaturas.

Entre 1905 y el 7 dirigió la “Revista Nueva” quincenal e ilustrada, en la imprenta de El Comercio. Esta publicación se destacó por la calidad de sus contenidos.

Al estallar la revolución del 1 de enero de 1906 en Riobamba, contra el presidente Lizardo García, estuvo en las calles de Guayaquil con Emilio Arévalo hasta tomar los cuarteles. Subió con el ejército alfarista a la sierra y luchó en Chasqui, permaneciendo con el grado de Sargento asimilado a las órdenes del General Medardo Alfaro que lo destinó a varias misiones en Vinces.

En marzo fue nombrado profesor de Historia del Vicente Rocafuerte. En Julio de 1907 escandalizó al país con una serie de artículos titulados “Las Maletas de un Cura” aparecidos en el Diario El Tiempo contra el Vicario Capitular de Guayaquil Segundo Alvarez Arteta, quien tuvo que salir del país y no regresó jamás, tal el escándalo. La serie apareció anónima pero Barrera jamás negó su autoría.

En octubre inició colaboraciones en el periódico “El Sol” que dirigía José de Lapierre en defensa del régimen.

En 1909 Alfaro le llevó a Quito de Secretario privado hospedándole en la casa presidencial, pues su madre doña Panchita se lo había solicitado al caudillo. Allí estrechó lazos de amistad con los jóvenes Alfaro Paredes, especialmente con Colón Eloy y Colombia, a quien hizo comadre años después.

Con motivo de su viaje Luciano Coral le designó director de las oficinas del diario “El Tiempo” en la capital. Fue la mejor época de Barrera, se multiplicaba escribiendo bajo diversos pseudónimos tales como “Rene G. Altabar”, “Nariz del Diablo”, “Beta de Perseo”. “Juan sin Tierra” y “Guaqui”.

En 1910 dio a la luz el folleto “Iniciativa de la Independencia en Sudamérica” en 60 págs. polemizando con el historiador boliviano Luis Arce, que en el IV Congreso Científico de Santiago de Chile había manifestado que fue en Chuquisaca y no en Quito el primer grito de independencia en la América española.

Ese año fue electo Diputado por el Azuay y contrajo matrimonio en Quito con Lucila Sosa Campana, unión feliz con ocho hijos.

Para la revolución del 11 de agosto de 191 1 cesó en sus cargos y retornó a Guayaquil con su esposa, desempeñando por cortos días la secretaría de la Jefatura Suprema del General Pedro J. Montero.

Alfaro volvió a Guayaquil para imponer orden pero su gestión no fue exitosa y dándose cuenta de lo difícil de su posición entregó a Barrera la documentación relativa al ferrocarril, que el secretario guardó escrupulosamente y dio a la imprenta en 1916 para mayor gloria del Caudillo.

En enero del 12, producida la ocupación de Guayaquil por el ejército Constitucional de los Generales Leonidas Plaza y Julio Andrade, huyó Barrera a Babahoyo por temor a las represalias políticas que se desataron por entonces, pero regresó al puerto principal pocos meses después.

En 1914 editó “Nuestros novelistas”, un capítulo de historia literaria, en 8 págs. En septiembre de 1916 fue designado Secretario de la Gobernación de los Ríos en la administración del Presidente Baquerizo Moreno y dio a la luz su máxima obra “El Garibaldi Americano”, boceto histórico por un su antiguo secretario, en 108 págs. primera biografía de Eloy Alfaro escrita después de su muerte, con la documentación del ferrocarril. Por este libro Barrera se hizo conocido en todo el país.

En diciembre de 1918 fue designado miembro de la Comisión de Festejos Públicos de la Municipalidad de Babahoyo para el año siguiente, conjuntamente con Eladio Roldos Barreiro.

En 1919 publicó un “Compendio Histórico de Babahoyo” en 26 págs. y le nombraron Profesor de Filosofía y Literatura en el Colegio Eugenio Espejo de esa capital. En agosto fundó el semanario dominical “El Babahoyense” en la imprenta de ese Colegio, allí escribía como “Atbe”.

I habiéndose asentado en Babahoyo, su padre le adquirió una casa de madera de un piso alto, muy cómoda y en el malecón, a solo tres cuadras del edificio de la Gobernación y en el camino al Hospital, donde vivió con su esposa e hijos en la tranquilidad de una sociedad sedeña que le apreciaba en alto grado. Diariamente dictaba sus clases, conversaba con profesores y alumnos, se preocupaba de su semanario, paseaba por el centro de Babahoyo y dedicaba las tardes a benéficas lecturas. Cuando su amigo Rafael Guerrero Martínez pasaba a su hacienda le visitaba, pues Barrera era un magnífico conversador que distraía y enseñaba. A veces escribía hasta largas horas de la noche y así fueron saliendo de su pluma numerosas monografías que mantenían su nombre dentro del mundillo de las letras y la cultura nacional.

En 1920 ganó el Concurso convocado por la Municipalidad de Machala con un Compendio histórico de ese Cantón. El 21 editó “Eloy Alfaro y la Gran Colombia” en 45 págs. En 1923 concurrió como delegado de la Provincia de Los Ríos a la Asamblea Nacional de Partido Liberal reunida en Quito. En 1924 fue declarado el profesor más campechano del Colegio Espejo, recibiendo una artística medalla del alumnado, que le apreciaba como suscitador de vocaciones por las bellas letras. En 1925 fue designado miembro del Centro Liberal Radical de la provincia de Los Ríos pero a fines de año comenzó a sentir fuertes dolores en una rodilla y viajó a tratarse en Guayaquil.

El Dr. Carlos Coello Salvador le diagnóstico una ostiomielitis. Operado, se le agravó la condición en Babahoyo, donde los médicos quisieron amputarle la pierna pero el paciente se negó terminantemente diciendo “Si he de quedar inválido prefiero morir”.

Falleció a las 10 de la mañana el 13 de febrero de 1926 en Babahoyo, de solamente cuarenta y cuatro años de edad, de cáncer a los huesos, porque las crónicas periodísticas de esos días hablaron de una cruel dolencia que se le transformó en enfermedad incurable.

Alto, delgado, ojos grandes y oscuros, usaba unos largos mostachos. Gran lector, tenía dos buenas bibliotecas que se vendieron después de su muerte, una en Guayaquil en casa de su padre y otra en Babahoyo en su propia residencia. Dejó inédito un “Diccionario Histórico Geográfico de la República del Ecuador” y había comenzado a borronear varios capítulos de Memorias y Recuerdos a saber: 1) El Albazo, anécdota de la Campaña militar de enero de 1.906 en Cajabamba, 2) Mis confesiones o cómo me hice escritor, 3) Amor primero. 4) Intento de suicidio, 5) Un anciano ilustre, refiriéndose a Don Eloy, 6) Tipos variados, 7) Costumbres y Ciudades.

En sus artículos era muy versátil como hombre de excelente cultura que leía obras literarias en sus idiomas originales.

En los últimos tiempos había revisado los archivos municipales de Babahoyo, Machala y Vinces para escribir sus Monografías. También se le conocen unos rasgos biográficos del General Mariano Barona, quien fuera Gobernador de Los Ríos.