BARRERA JAIME

ESCRITOR. Nació en Quito el 20 de enero de 1910. Hijo legítimo de Isaac J. Barrera, notable escritor, cuya biografía puede ser consultada en este tomo, y de Carmen Barrera Almeida, su prima, autora de cuentos y relatos cortos.

El mayor de siete hermanos de los cuales quedaron con vida solamente tres: él y dos hermanas bastante feúchas pero cultas, modestas e inteligentes. Niño disciplinado. Curso

la primaria en la escuela Modelo Municipal Espejo cuyo director era el distinguido polígrafo Celiano Monge y la secundaria en el Instituto Nacional Mejía dirigido entonces por Manuel María Sánchez que acababa de ocupar el Ministerio de Educación, donde tuvo de profesores a Tomás Rousseau, Jorge y Gonzalo Escudero, Hugo Moncayo, etc. En 1925 mostró aficiones al periodismo y a los estudios de historia y literatura, componiendo pequeños ensayos sobre esas materias. También dirigió y publicó el periódico estudiantil “Manchas de Tinta” y para el 27, con el ánimo de ayudarle en sus gastos, fue designado amanuense del camino de Quito a Chone por el Presidente Provisional de la Junta de Gobierno Dr. Julio E. Moreno, encargado del Ministerio del Interior.

Graduado de Bachiller en 1928 con la más alta calificación, ingresó a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central descollando entre sus compañeros. El 34 fue nombrado profesor accidental de la cátedra de Historia en el Mejía y publicó en el Boletín del plantel ¿Por qué fue fusilado Viola? en 7 páginas; pero, debido a su carácter más bien tímido y retraído, no le gustó enseñar y en febrero del 35 pasó de Ayudante de la Biblioteca de la Universidad Central con S/. 160 mensuales de sueldo, posición que le permitió en octubre ascender a Jefe de la Sección de Canjes y Publicaciones de la Universidad Central con S/. 180. Al año siguiente pasó a desempeñarse como Bibliotecario de la Universidad con S/. 300 y el 38 le comisionaron la secretaría de redacción de los Anales de la Universidad con S/. 400.

Mientras tanto había comenzado a escribir para “El Comercio” unas interesantes crónicas sobre el diario acontecer que firmó bajo el pseudónimo de “Max Lux”. El 36 y siempre en el tono intimista que tanto le agradaba e iba tan bien con su carácter más bien tímido, escribió la pequeña obra de teatro “Ellos y Platero” con tres fotografías sobre la vida estudiantil, en 20 páginas, que desconocemos si alguna vez llegó a las tablas.

El 37 colaboró en los Anales de la Universidad Central con una bibliografía para el estudio de la Prehistoria Ecuatoriana tomada del libro de Luis Baudín, “L’ Empire Socialiste des Inka” en 50 páginas.

El 39 volvió a incursionar en el teatro con una “Fantasía Histórica”, pequeña obra escrita para la radio, con personajes de nuestra independencia, presididos por Eugenio Espejo, en 11 páginas.

El 40 fue electo bibliotecario de la Comisión Ecuatoriana de Cooperación Intelectual, comenzó a dictar la cátedra de biblioteconomía en la Universidad Central y editó el ensayo histórico titulado “Tiempo y ritmo de la aventura. Estampa del fabuloso Conquistador don Sebastián de Benalcázar” en 44 págs influenciado por la obra de Jacinto Jijón y Caamaño que su padre le dio a leer. El 41 apareció una recopilación de sus escritos con el título de “Crónicas de Max-Lux en 117 págs.

En octubre, después de la invasión peruana, fue designado Subdirector de la Oficina de Prensa y Publicaciones del Ministerio de Relaciones Exteriores, por el Canciller Julio Tobar Donoso. Ese año comenzó a escribir su “Edipo”, comedia en tres actos, el segundo de los cuales dividió en tres cuadros, que ganó el Segundo Premio en el Concurso Nacional de Piezas Dramáticas y publicó el 43 en un folleto en cuarto. Edipo es una comedia en prosa cuyo argumento parte del sueño de la serpiente, símbolo en el psicoanálisis del complejo de Edipo. La obra se desarrolla con interés a través de diálogos cultos y movimiento escénico correcto y se estrenó con éxito en el teatro Sucre de Quito.

I habiéndose graduado de abogado pasó a trabajar a la Caja de Pensiones, escribió un Resumen de la Historia del Ecuador en 25 págs y publicó su tesis doctoral “La mujer y el delito” en 172 págs que dividió en tres capítulos relativos a la mujer, a la delincuencia femenina y al régimen penitenciario femenino en el Ecuador.

El 44 viajó a los Estados Unidos invitado como periodista por el coordinador de Asuntos Interamericanos Nelson Rockefeller y conoció siete ciudades en dos meses.

El 45 fue electo Miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Benjamín Carrión le llevó como Secretario Abogado al Instituto Nacional de Previsión”, también escribió una adaptación para radio en 10 páginas sobre el 24 de mayo que tituló “En la ruta del Pichincha”, fue designado Inspector ad honorem de Subsistencias y publicó unos Breves Comentarios a los Estatutos de la Caja de Pensiones. De esa época es un ensayo histórico, bastante nimio, sobre la Marquesa de la Casa Azul, Mariana Carcelén Larrea, que sin embargo no llegó a editar.

El 46 imprimió “Dos Lecciones sobre Seguro Social” en 50 páginas. El 47, en una de las sesiones del Consejo del Instituto Nacional de Previsión, a los treinta y ocho años de edad se conoció con Rosario Mena Andrade – Marín, secretaria del Gerente, con quien contrajo matrimonio el 48, teniendo un matrimonio estable y tres hijos. Con mucha gracia Rosario me ha contado que por entonces ella había empezado a usar lentes y que se los sacaba y ponía continuamente. El Abogado Barrera, sentado cerca de ella, le dijo: “No saque, señorita, porque le quedan muy bien” y así comenzó el romance, que después continuo a través de la amistad común con Jorge Icaza y Marina Moncayo, propietarios de una conocida librería quiteña, donde ambos eran clientes por ser excelentes lectores.

Ese año ingresó a La Unión Nacional de Periodistas Núcleo del Pichincha y escribió una revisión fugaz del teatro contemporáneo en 17 págs para un curso organizado por dicha entidad.

El 49 editó en el Boletín del Instituto Nacional de Previsión un ensayo acerca de la Seguridad Social en la Postguerra.

El 51 escribió sobre el Discóbolo y la belleza del movimiento en 8 páginas. El 52 viajó nuevamente invitado a los Estados Unidos, esta vez por la compañía Panagra.

El 56 dio a la imprenta una recopilación de artículos en forma de mensaje epistolar, con temas de enseñanza y fondo moral, bajo el título de “Cartas a los Hijos”, cuya segunda edición aparecería el 58 en un pequeño volumen en cuarto de 81 págs. Era un esposo y un padre feliz, vivía al lado de sus padres y hermanas Inés y Eulalia, que mucho lo querían.

El 56 apareció su Contribución al estudio del Seguro Social para el trabajador del campo en 32 páginas. El 58 trató el tema de las Islas Galápagos en su columna de “El Comercio” donde dos veces a la semana comentaba valiéndose de lo anecdótico para matizar los mínimos hechos nacionales o internacionales. En diciembre del 59 dio a la luz una novela corta “Cenizas de árbol” en 22 páginas.

De esta época de plenitud es un proyecto de obra de teatro que nunca concluyó, titulado “No es necesario morir” y que pensó que podría tener tres actos y convertirla en una tragedia. Unos apuntes valiosos sobre la biografía de Pedro de Puelles, el famoso Capitán de la conquista, que tuvo tan triste fin por defender a Gonzalo Pizarro. También realizó una síntesis de la literatura ecuatoriana en 65 páginas que entregó a la Biblioteca Mínima Ecuatoriana para su edición en México, pero que nunca llegó a publicarse porque el padre Espinosa Pólit no le encontró méritos suficientes. Si la comparamos con la obra publicada sobre el mismo tema por su padre solo es una reseña meritoria. La copia reposa entre sus papeles personales que tuve la oportunidad de revisar.

El 66 volvió a ser designado Miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana. El 68 ingresó a la Academia Ecuatoriana de la Lengua con un discurso sobre la poesía de Rubén Darío y el tema de los cisnes.

El 69 construyó una casa de cemento de dos plantas en la actual calle Yánez Pinzón donde antes había sido la finca de su padre. Habitó el segundo piso y alquiló el primero. Ya estaba comenzando a sufrir de la vista.

En junio del 70 fue clausurado el Instituto Nacional de Previsión por la dictadura velasquista y al concurrir a su oficina la encontró con candado. Entonces aprovechó para viajar a Bogotá a operarse de cataratas y a su regreso obtuvo la jubilación. Con parte del dinero recibido viajó con su esposa mes y medio por cuatro países de Europa, visitó Portugal, España, Francia e Italia.

Nuevamente en Quito, empezó a sufrir las molestias propias de los primeros lentes de contacto que habían salido en el Ecuador; no se acomodaba con ellos, sobre todo le causaban dolor en locales cerrados y con humo.

Era completamente feliz, tenía su renta jubilar que más o menos le alcanzaba para todo, gozaba a sus primeros nietos, leía mucho, ya casi no escribía para “El Comercio” y salía de vez en cuando a determinadas reuniones con amigos de antaño. Su carácter alegre, emotivo, sensible, exageradamente bondadoso y amable, le atraía la simpatía de quienes le trataban.

El 76 comenzó a sufrir un prolongado catarro. Se hizo examinar de varios especialistas y resultó un cáncer a las vías respiratorias por el mucho fumar. Con tal motivo viajó a Bogotá para hacerse las aplicaciones de cobalto que aún no se conocían en Quito, regresó a los dos meses pero su estado ya no fue bueno pues la enfermedad se le había generalizado; sufrió varias semanas, empezó a perder el conocimiento, fue llevado al Hospital Andrade Marín donde se le atendió solícitamente y falleció el 5 de Noviembre de 1977 de sesenta y siete años de edad. Los médicos atribuyeron su enfermedad al hecho de haber sido un fumador empedernido.

Su estatura normal, blanco, de pocas palabras, nunca orador, no se dejó opacar por la fama intelectual de su ilustre padre pero tampoco brilló a su altura.