POLÍTICO- Nació en Guayaquil el 26 de Junio de 1861. Tercer hijo del matrimonio formado por José María Baquerizo Noboa, nacido en 1831, Ministro de Hacienda de García Moreno en 1871. Falleció en el escritorio del despacho de un fulminante infarto donde le encontraron muerto y de Rosario Moreno Ferruzola, prima hermana del dictador. Ambos guayaquileños.
Estudió en su casa y desde 1869 en Quito. Huérfano de padre la familia sufrió estrecheces económicas, pasó poco tiempo en el colegio San Gabriel de los jesuitas, murió su madre y junto a sus hermanos regresó a Guayaquil, fue matriculado en el San Vicente del Guayas y siguió la secundaria. En 1878 ingresó como bombero raso a la Compañía Guardia de Propiedad. Pronto se hizo popular por su arrojo en combatir el fuego ascendiendo a Ayudante del Jefe Antonio La Mota.
Era un mocetón alto, fornido, atlético y de carácter extrovertido. En 1880 contrajo matrimonio con Eumelia Mármol Ronquillo, quien falleció al dar a luz su primer hijo. En 1882, habiendo proclamado su dictadura el Presidente Ignacio de Veintemilla, se lanzó a la oposición, fue perseguido, apresado y puesto en capilla para su fusilamiento sin fórmula de juicio; sin embargo, a última hora se decretó su destierro y pasó a Lima.
Meses más tarde se alistó en la expedición del Sur organizada por la familia Caamaño en la hacienda Tenguel y por el Coronel Pfeifer en el campamento minero de Portovelo y que dirigieron los Generales Darquea y Medina. Con ellos pasó a Cuenca, siguió a Quito y entró en la capital en Enero del 83.
Con las fuerzas Restauradoras del General José María Sarasti hizo la campaña de Mapasingue y finalmente el 9 de Julio – en unión de los Regeneradores del General Alfaro – tomaron la plaza fuerte de Guayaquil y expulsaron al dictador del país.
El Pentavirato de Quito le reconoció el grado de Coronel que le confirió el General Francisco J. Salazar tras la victoria. Su amigo el nuevo Presidente Plácido Caamaño le nombró Guardalmacén de Aduanas de Guayaquil en 1884.
Ese año fue miembro de la Sociedad Filantrópica del Guayas y Comandante de la Compañía “Bolívar”, ejercía el comercio como medio de subsistencia y vendía ropa confeccionada en su almacén “La Competencia” ubicado en la calle del Correo No. 10.
Entonces publicó una revista que fue recibida con regocijo pues llamábase “El Bombero”, de publicación semanal y de gran circulación, pero por causas económicas solo apareció hasta el año 86.
El martes 24 de Octubre del 87 fue malamente herido de bala en una pierna durante los actos de protesta contra el Presbítero español Joaquín Salvadores y el abogado de la Curia Dr. Ignacio Neira, quienes siguiendo instrucciones del Obispo Roberto María del Pozo Marín que se hallaba en la isla Puná, intentaban designar miembro del coro catedralicio al Dr. Miguel Ortega Alcócer, para lo cual habían multado al tesorero del Coro el Canónigo Pedro Pablo Carbó y a los dos Ministros Jueces de la Corte Superior de Guayaquil doctores Espiridión Dávila y Joaquín Febres – Cordero por oponerse a sus designios. El suceso ocurrió frente a la casa del Dr. Neira ubicada en Chimborazo entre Vélez y 9 de octubre, la policía disparó contra la multitud y mató a los jóvenes Manuel López Corrales natural de la ciudad de Cartago en el valle del Cauca y por ende de nacionalidad colombiana, Víctor Coronel Sarmiento, Manuel Antonio Franco, Leopoldo Baquerizo Ferruzola y el chileno Carlos Cerda. También quedó herido el joven Juan Rivas.
Meses más tarde cuando el Obispo del Pozo intentó volver a la ciudad, realizó con varios amigos un viajecito en lancha para darle el encuentro; pero, el Obispo, comprendió que su regreso era imposible, dio media vuelta y se alejó a Lima. Un cuarto de siglo más tarde – en 1912 – moriría en el destierro auto impuesto en dicha ciudad.
El 89 – de veinte y ocho años de edad – alcanzó el grado de Teniente Coronel graduado dentro del Escalafón del Ministerio de Defensa y contrajo segundo matrimonio con Rosario Fernández de la Puente y Oseguera, con numerosa descendencia, también figuró en la Sociedad Liberal Republicana con César Borja Lavayen, Fausto Cucalón, Manuel Martínez Barreiro, Cesáreo Carrera Padrón, Francisco X. Martínez Aguirre, José María de Santistevan Amador, Isaías Gómez Carbo, Manuel Nicolás Arízaga Machuca, Homero Morla Mendoza y otros más. La Sociedad repatrió los restos de Juan Montalvo que estaban en Paris.
En 1893 seguía desempeñando la Jefatura del Resguardo de Aduanas de Guayaquil, estaba entroncado en el Progresismo y se le consideraba sujeto de preeminencia. El 94 fue ascendido a Primer Jefe del Cuerpo de Bomberos que contaba con dos mil quinientos miembros activos y disciplinados.
En eso estalló en todo el país el escándalo del negociado de la venta de la bandera a Chile. En Mayo del 95, como Miembro de la redacción del periódico “El Grito del Pueblo” cuyos redactores tomaron a cargo la denuncia, fue sacado del país por orden del gobernador del Guayas Gabriel Luque y partió a Lima en compañía de Alberto Reina Guzmán, Luciano Coral, José de Lapierre y otros, pero regresaron a las cuatro semanas al conocerse el triunfo de la revolución liberal del 5 de Junio. En la capital peruana vivieron en la pensión de un chino y en grave penuria económica. Allí le sucedió la siguiente anécdota, una tarde solicitó al dueño de la pensión de un frasquito advirtiendo que debía subir a su cuarto por que el efecto era inmediato. Baquerizo se burló pero ante la asombrada mirada de sus compañeros ni bien había dado unos pasos cuando salió a toda carrera para evitar que se le ausuciaran los pantalones, mientras el chino reía y festejaba el violento efecto del potente ”pulgante.”
A finales de Junio Alfaro le comisionó para que recogiera las armas que estaban en poder del pueblo evitándose cualquier desmán. Por su acción le fue tributado un voto de aplauso por los miembros del Cuerpo Consular y el Jefe Civil y Militar de la Plaza Ignacio Robles Santistevan, pero perdió ambas funciones (Bomberos y Aduana) cuando el General Alfaro le solicitó la mitad del Cuerpo de Bomberos para organizarlos militarmente y avanzar hacia la sierra; mas Baquerizo le respondió: “Me negué porque la benemérita Casaca Roja es para salvar del fuego a Guayaquil no para encenderlo en los campos de batalla. Como el gobierno insistiera en su pedido renunció y ante una nueva solicitud volvió a renunciar, finalmente se separó del mando y designó en su reemplazo a Aurelio Aspiazu Sedeño. En respuesta a esta actitud el 30 de noviembre de 1895 partió a bordo del vapor “Lavinia” desterrado a Centro América. Seis meses más tarde, al volver a Guayaquil, fue apresado y deportado rumbo a Guatemala. Se le temía dada su popularidad y se le creía enemigo del liberalismo por su parentesco íntimo con García Moreno.
Para el Incendio Grande ocurrido entre el 5 y el 6 de octubre de 1896 no estuvo en el país pues seguía desterrado. En 1897 fue electo Presidente del Club de la Unión, poco después se vio envuelto en un serio incidente ocurrido entre el Gobernador del Guayas, Ignacio Robles Santistevan y el General José Luís Alfaro, que estando de jefe de uno de los batallones, le faltó el respeto a la autoridad propinándole a Robles un puntapié, que fue contestado con una bofetada. El Gobernador tuvo que renunciar y el régimen del presidente Alfaro no castigó al grosero militar por ser su pariente cercanísimo.
El asunto fue materia de una gran repulsa entre la ciudadanía consciente de Guayaquil, hubo manifestaciones callejeras, Baquerizo tomó parte en ellas como agitador político y el Intendente Eduardo Hidalgo Arbeláez, siguiendo órdenes superiores dispuso su destierro, en esta ocasión en Valparaíso donde existía una colonia de perseguidos políticos ecuatorianos
Salió al destierro en Valparaíso donde vivió varios meses sin contratiempos hasta que sucedió el asesinato del periodista ecuatoriano Alberto Arias Sánchez, Cónsul ad – honorem desde
- en ese puerto, quien hacía las veces de espía de nuestro gobierno y una mañana apareció recostado en un banco del malecón, con un tiro en la sien y sosteniendo el arma – una pistola de su propiedad – en la mano derecha. El fallecimiento se habría producido a eso de las dos de la madrugada del miércoles 18 de Julio de 1901 y ocasionó el consabido escándalo por tratarse de un agente consular que también fungía de espía de sus compatriotas desterrados. Realizadas las pesquisas la policía chilena allanó los domicilios de los políticos ecuatorianos. Baquerizo fue el principal implicado, guardó prisión con César Aray Santos y José Martínez Pallares. Se tejieron diversas versiones. Unos hablaban de suicidio y otros de crimen. Su hermano Alfredo se trasladó a Valparaíso y asumió la defensa de los implicados logrando la libertad de todos ellos. El asunto fue noticia de primera plana en el Ecuador por varias semanas.
Durante la primera presidencia del General Leonidas Plaza Gutiérrez (1901 – 1905) formó parte del grupo de asesores de gobierno. En las elecciones presidenciales de 1905 apoyó al candidato oficialista Lizardo García Sorroza que triunfó y ascendió a la Presidencia el 10 de Agosto pero casi cuatro meses más tarde, al estallar la revolución de Riobamba del 1 de Enero de 1906, se sumó al partido de su hermano Alfredo, quien ejercía de Vicepresidente de la República y había formado un gobierno leal en Guayaquil, apoyándole con sus trabajadores de la hacienda Villanueva y tras varios combates callejeros que duraron dos días fueron derrotados por el bando alfarista comandado por Emilio Arévalo y tuvo que refugiarse en esa hacienda por espacio de varios meses, donde nadie se atrevió a buscarle pues era un latifundio inmenso.
Ya era propietario de un grupo de haciendas, sobresaliendo la antigua “Suya” luego llamada Villanueva, heredada por su esposa Rosario, con quince mil hectáreas de extensión en la zona de Naranjal, que tenía ganado y pastos. En las zonas de Milagro y Yaguachi tenía otras propiedades. Para el catastro de 1912 aparecía como dueño de Los Calis en Yaguachi, Soledad, Mélida, Guajalá, La Florida, Porvenir (ésta última era arrocera y la vendió a Carlos Rendón Pérez, cuyos herederos la traspasaron en los años cuarenta a Enrique Sotomayor – Luna y Swayne y en la década de los setenta terminó invadida y la perdió su viuda María Luisa Luque Rodhe) y por supuesto Villanueva, que era la de mayor extensión.
La noche del 19 de Julio de 1907, en circunstancias en que el Presidente Alfaro había llegado a Guayaquil, le dio una cencerrada en el edificio de la Gobernación. Durante el tiroteo, que fue extenso y nutrido, Alfaro huyó del edificio por una puerta secundaria, salvando milagrosamente la vida.
Esa madrugada fue dominado el movimiento, se instauró un Consejo de Guerra que decretó el fusilamiento de los veinticuatro cabecillas apresados que fueron puestos en capilla, finalmente solo ajusticiaron a ocho y el resto fue a prisión.
Unos cuantos salieron al exilio, Baquerizo se instaló en Barcelona con los suyos. En 1910, estando en Madrid, se enteró por el Ministro Bethancourt de Colombia, que el laudo arbitral del Rey de España nos iba a ser desfavorable y dio la voz de alarma mediante telegrama a su amigo de toda confianza Martín Avilés Garaycoa, conteniendo la línea demarcatoria que el Rey tenía lista para la aprobación, la que al conocerse por la prensa originó el casus belli contra el Perú y motivó la movilización militar hacia la frontera sur. Finalmente, al terminar el año 1911, una vez caído el Presidente Alfaro, pudo volver al país.
Durante los aciagos días de enero de 1912 previos al asesinato de Alfaro y sus tenientes en Quito, estuvo en su hacienda Los Calis cerca de los acontecimientos militares que se suscitaban en Yaguachi, ayudando al ejército constitucional que comandaban los Generales Leonidas Plaza y Julio Andrade.
El 24 de mayo de 1913 fundó el “Diario Ilustrado” en talleres propios. De formato grande y cuatro planas a seis columnas, se publicó por espacio de más de diez años hasta el advenimiento de la revolución Juliana.
Ese año se produjo un acercamiento de la familia Baquerizo Moreno con el Presidente Plaza, pues el hijo mayor de Alfredo casó con una sobrina del presidente, por eso Enrique se convirtió en el factótum político del gobierno en Guayaquil, como Intendente General de Policía, funciones que desempeñó desde 1913 al 16, siendo reelecto en dicho cargo al ascenso de su hermano Alfredo al poder y allí permaneció hasta el 18, que pasó a presidir el Concejo Cantonal. Durante esos años dominó en el Concejo y su influencia se hizo notar en todos los órdenes de la ciudad.
En 1916 presidió la Comisión de Festejos, llamada Junta Patriótica y de embellecimiento del Centenario de la
Independencia, que mandó construir una Columna alegórica a Barcelona y la inauguró solemnemente el 9 de octubre de 1918 mediante desfile militar.
A principios de 1920 el Coronel Pedro Concha Torres, cumpliendo órdenes del Presidente electo José Luis Tamayo, solicitó al Presidente Alfredo Baquerizo Moreno la salida de su hermano Enrique de la presidencia del Concejo Cantonal de Guayaquil “porque no le inspiraba confianza”. Baquerizo le mandó a decir a Tamayo que estaba bien, que iba a solicitarle a su hermano que abandone el puesto, pero que no se deje llevar por chismes, pues “él y yo estamos viejos” y como esta renuncia no se producía, un grupo de guayaquileños protestó en Mayo en los bajos de la gobernación contra el Concejo Cantonal y al día siguiente, al salir la noticia en los periódicos, numerosos ediles dejaron de asistir a las sesiones, el Concejo entró en acefalía, siendo renovado con elementos afines al nuevo gobierno y fue subrogado por Amalio Puga Bustamante antiguo militante alfarista.
Esta medida ocasionó la división del partido Liberal en Guayaquil en dos bandos, el tamayista de gobierno y el baquericista que pasó a la oposición del Presidente Tamayo.
En 1920 no fue electo Senador por la provincia de Guayas pero logró presionar y salió por el Cañar, haciendo oposición al gobierno. Presidió la todopoderosa Sociedad de Agricultores del Ecuador que hizo política a favor del Banco Comercial y Agrícola. El 21 presentó el primer Proyecto de creación del Banco Central que se conoce en el Ecuador, pero no tuvo el apoyo del gobierno y se archivó. Ya era un problema nacional la libre emisión de billetes bancarios. Ese año siguió haciendo activa oposición al Presidente Tamayo.
Al ocurrir en Guayaquil la matanza de obreros del 15 de noviembre de 1922 el gobierno aprovechó para ordenar su salida del país y tuvo que tomar el camino del ostracismo nuevamente, en esta ocasión con destino a Panamá, en compañía de José Vicente Trujillo, Carlos Puig Vi lazar, Alberto Donoso Cobo, etc.
En la Convención Liberal de 1923 celebrada en Quito se alineó con los jóvenes del partido, sostuvo a Luis Napoleón Dillon y aconsejó a Pio Jaramillo Alvarado para que escriba un libro sobre la situación. En cambio, el 24, apoyó la candidatura presidencial del Dr. Gonzalo S. Córdova tras llegar a un acuerdo general sobre su política. Córdova había criticado al Banco Comercial y Agrícola de Francisco Urbina Jado por sus emisiones Inorgánicas y para zanjar la disputa Leonidas Plaza y Enrique Baquerizo sirvieron de mediadores. Plaza y Córdova se entrevistaron en Quito y Baquerizo y Urbina en Guayaquil llegándose al siguiente acuerdo. Córdova no tocaría al Banco ni a la fracción de Baquerizo en el Senado de la República que era el verdadero poder de Urbina en el Congreso, pues el Senado vetaba toda Ley anti bancaria que se aprobaba en la Cámara de Diputados. En reciprocidad el banquero Urbina se comprometía a ayudar económicamente al gobierno de Córdova concediéndole préstamos de dinero. Baquerizo luchaba por intereses y posiciones pues era muy práctico.
Cuando la revolución militar del 9 de Julio de 1925 perdió la senaduría y fue apresado en el interior de su hogar, pero salió libre a los pocos días; sin embargo, dos semanas más tarde fue expulsado al Perú aunque en Noviembre pudo volver merced a las gestiones personales de su hermano Alfredo y por cuanto la Junta de Gobierno declaró que vería con agrado que se organizaran los partidos. Entonces fue electo Director del partido liberal, conjuntamente con José Peralta y J. Federico Intriago.
En diciembre participó en la revolución que tuvo lugar contra la primera Junta de Gobierno pero al ser sofocada, salió nuevamente al exilio con J. Federico Intriago, Jacinto Jijón y Caamaño, Manuel Sotomayor y Luna, José Vicente Trujillo y Heleodoro Avilés Minuche y otros prestantes ciudadanos, aunque regresó en los primeros meses de 1926.
El marzo del 27 conspiró a favor del general Francisco Gómez de la Torre, fue apresado en el panóptico de Quito mes y medio y condenado al exilio en Chile; más, a última hora, le conmutaron la pena por un confinio en Riobamba donde se mantuvo varios meses.
En Guayaquil vivía en un hermoso chalet de madera y cemento, estilo francés y elementos Art Nouveau ubicado en la primera cuadra de la calle Pedro Carbo, barrio de la Merced. Tenía en el interior un solarium de vidrio con piso de baldosas decoradas con motivos geométricos y muebles de mimbre. La escalera ancha daba acceso a varios salones donde lucía el mobiliario importado de Europa con lámparas magníficas, alfombras, gobelinos y cuadros de buen gusto que complementaban los ambientes. El Palacio tenía dos pisos. En la planta baja funcionaban almacenes y en los altos vivía con su larga familia pues era un hombre adinerado.
En la Biblioteca lucían muchísimas obras sobre Bolívar. Admiraba sinceramente al Libertador y en 1930 presidió la Sociedad Bolivariana de Guayaquil que conmemoró el Centenario de su muerte con actos culturales y patrióticos.
En el boudoir tenía pomas de cristal con finísimas esencias. Era apuesto y vestía desde su juventud con elegancia pues con su hermano Rodolfo había sido copropietario de un almacén de ropa para caballeros. Usualmente sus ternos eran de casimir inglés color negro, sombrero de dicho color, chaleco de fantasía casi siempre blanco, impecable y de seda. Zapatos, polainas, un clavel en el ojal y el infaltable bastón de empuñadura de oro o de plata, completaban su atuendo. El andar pausado y su palabra mesurada no denotaban al hombre de acción que había mentalizado y llevado a la práctica más de una docena de revoluciones, al político y al exilado, pues sus pasiones eran violentas pero controladas. En 1929 dirigió la Junta Suprema del Partido Liberal, editó un mensaje y presidió el recientemente creado Consejo Provincial del Guayas.
En 1932 fue nuevamente Senador de la República y votó en contra de la calificación del Presidente electo Neptalí Bonifaz. El 33 encabezó la oposición al Presidente Interino Abelardo Montalvo y fue desterrado con algunos periodistas a Bolivia y Chile. Entonces dijo que siempre tenía las maletas listas y salió del país.
De regreso fue nuevamente electo Senador el 33, presidió el Congreso y trató de obtener la estabilidad del presidente Juan de Dios Martínez Mera; pero este, llevado por su orgullosa terquedad, no se dejó ayudar y finalmente terminó por caer ante los votos de desconfianza que casi diariamente lanzaba el Congreso contra los sucesivos gabinetes.
En 1934, asustado por el triunfo casi conservador del Dr. José María Velasco Ibarra, creyó conveniente terminar con la división del liberalismo guayaquileño y los dos bandos aparentemente irreconciliables (el que lideraba Carlos Alberto Arroyo del Río y el de Enrique
Baquerizo Moreno) hicieron las paces. Baquerizo tenía setenta y cuatro años de edad y en gesto amistoso declinó la dirección Suprema del Partido Liberal Radical en Arroyo, con quien, desde entonces, fue un excelente amigo. El entendimiento político de las dos alas tradicionales del viejo y caduco pero glorioso Partido Liberal fue celebrado con una cena en el salón Fortich, de la que ha quedado numerosas fotografías, donde se aprecia a Baquerizo Moreno y a Arroyo del Río fraternizando en la cabecera de la mesa y rodeados de la plana mayor de ambos bandos.
Se encontraba en plena capacidad física y mental pues siempre había sido un hombre fornido y prefirió seguir mandando en Guayaquil pues ya no le era fácil trasladarse a la sierra porque le habían detectado presión arterial algo elevada y una ligera insuficiencia coronaria, mientras que Arroyo ambicionaba la presidencia de la República y era mucho más joven.
En 1936 ocupó la presidencia del Concejo Cantonal de Guayaquil por segunda ocasión. En 1938 surgió en las filas del partido liberal su precandidatura a la presidencia de la República, pero a última hora se excusó en favor del Dr. Aurelio Mosquera Narváez que salió electo y se posesionó por un período de cuatro años, pero gobernó poco tiempo pues tras una severa decepción amorosa doméstica, se deprimió y recetó él mismo un veneno en dosis tal, que se le taparan los riñones durante el tiempo suficiente para que el presidente del Senado Dr. Arroyo del Río pueda arribar a Quito y asuma interinamente el mando. En efecto, el presidente Mosquera Narváez murió a los dos días tras haber consumido su receta, que en primera instancia el boticario se había negado a despachar pues sabía que contenía la fórmula química de un veneno, pero que amigablemente requerido por el Presidente, quien le mandó a decir que tomada en dosis pequeñas no causaba daño, tuvo que hacerlo.
En 1940 fue designado Gobernador del Guayas por el recién electo Presidente Arroyo del Río. El 41 prestó su ayuda a la Junta Cívica que declaró a Guayaquil ciudad abierta durante los aciagos días de la invasión peruana y el 43 impidió que el Intendente Manuel Carbo Paredes aprese a Francisco Arízaga Luque, negándose a extender la orden de captura, que le fue solicitada en su despacho en la gobernación. Este error permitió a Arízaga la organización de Acción Democrática Ecuatoriana ADE que unió a la oposición al gobierno en un solo frente.
El 44 influyó sobre Arroyo del Río para que auspicie la candidatura del Dr. Teodoro Maldonado Carbo a la presidencia de la República, finalmente lograron imponerse los grupos liberales de la sierra con Miguel Ángel Albornoz, pésimo candidato pues era prácticamente un desconocido en la costa y sobre todo en Guayaquil.
A las once de la noche del domingo 28 de mayo se produjo el alzamiento armado en Guayaquil. A la una de la mañana del lunes 29 fue atacado su palacete por las turbas. El baleo duró muchas horas pues el edificio fue defendido por sus familiares. Un oficial de la Policía le notificó que habiendo triunfado la revolución no le quedaba otra alternativa que rendirse. Entonces llamó a Arízaga Luque pidiendo garantías y como no pudo conectarse salió subrepticiamente por la parte de atrás que daba a la calle General Córdova y se encaminó al Hotel Metropolitano; mas, en el trayecto, recibió la orden de pare dada por un conscripto y como intentara defenderse, fue herido superficialmente de un tiro y cayó al suelo.
Al grito de “No dispares que soy el Gobernador” le auxiliaron y fue trasladado a la Clínica Julián Coronel hasta que terminaron sus curaciones. Finalmente, tras varias gestiones, el gobierno de Velasco Ibarra le permitió salir a la casa de su hijo Enrique Baquerizo Mármol, ubicada en Víctor Manuel Rendón entre Pedro Carbo y Panamá, donde sufrió la pena de saber que el palacete había sido asaltado por el populacho y sus muebles destruidos y/o robados. Falleció el 23 de noviembre de 1946, a las nueve de la mañana, de ochenta y cinco años de edad, a causa de vejez, pues no tuvo enfermedad visible, a la avanzada edad de ochenta y cinco años.
Alto, musculado, robusto, trigueño y al final de los años veinte su barba poblada y espesa se hizo canosa. Fue un político de éxito, dominó la escena guayaquileña desde 1912 hasta el 44 aunque sin sentido social pues le tocó cerrar la etapa final del liberalismo ecuatoriano, cuando ya no ofrecía nada al país pues era un partido decadente, lo cual, bajo ningún concepto, puede serle achacado.
De temperamento esencialmente sereno, siempre sabía comportarse caballerosamente. Su Voz queda, la imperturbabilidad de las líneas de su semblante, poco excitable a los estados de ánimo, le hacía propenso al entendimiento con sus semejantes pues dominaba sus violentísimas pasiones casi naturalmente. En lo personal era un líder jovial y amiguero que concurría a los clubes y departía en los salones a diario, como todo un clubman. Político a tiempo completo cuando estaba en Guayaquil. En sus haciendas, en cambio, excelente ejecutivo que todo lo vigilaba, dominando a sus trabajadores con su sola presencia, pues era lo que se dice un líder nato y por eso gozaba de gran popularidad.
Viril, galante y enamorador, dejó numerosa descendencia fuera de sus dos matrimonios, se ha dicho que fue todo un personaje y que su vida parecería una novela de aventuras, por eso Martín Arellano Lamota se inspiró en ella para escribir su novela “El Palacio” que es muy agradable de leer y contiene pasajes de la vida de don Enrique, como cariñosa y respetuosamente solían llamarlo en el Guayaquil de su tiempo.