BAQUERIZO MORENO RODOLFO

EMPRESARIO. – Nació en Guayaquil el 5 de abril de 1868. Hijo legítimo de José María Baquerizo Noboa y de Rosario Moreno Ferruzola, prima hermana del Presidente de la República Dr. Gabriel García Moreno, todos guayaquileños.

El tercero de una familia compuesta de seis hermanos. Al cumplir los cuatro meses de edad viajó a Quito con todos los suyos cuando su padre fue ascendido de la Administración de Aduanas de Guayaquil al Ministerio de Hacienda, donde permaneció hasta el 70, que falleció súbitamente a causa de un fulminante síncope cardiaco mientras despachaba en su escritorio, dejando a la familia en relativa pobreza.

Estudió la primaria y secundaria en el Colegio San Gabriel de los Jesuitas y aprendió a tocar al piano de oído como su hermano Alfredo, pues ambos tenían grandes facilidades para el aprendizaje musical. Muerta su madre en 1884, los hermanos Baquerizo Moreno volvieron al año siguiente a Guayaquil, donde el joven Rodolfo culminó el bachillerato en el San Vicente del Guayas.

El 24 de enero de 1888 fue gravemente herido de bala en una pierna durante las refriegas callejeras con la policía, suscitadas a causa del llamado motín de los Canónigos, fue bombero voluntario por cortos meses y entró de dependiente del almacén de modas de Manuel María Arroyo y

Arroyo permaneciendo hasta el 90 que abrió un negocio propio llamado “El Bataclán”, en la misma línea mercantil, asociado con el capitalista Emilio Morla Mosquera.

En marzo de 1898 contrajo matrimonio con Ana Julia Gómez Gault, unión feliz y numerosos hijos. En 1901 abrió una industria en Babahoyo para pilar arroz, aserrar madera, tostar café y fabricar hielo y bebidas gaseosas, que desde un comienzo le dio mucha utilidad. En 1906 la traspasó a terceros, con parte del nuevo capital viajó a los Estados Unidos y trajo la primera embarcación que surcó el río Guayas movida por un motor a gasolina de combustión interna y bautizó con el nombre de su madre. Esta nave hacía la carrera a Vinces y a Quevedo y aunque era de modestas dimensiones tenía el andar muy rápido. Pronto llegó a tener una flotilla de ocho, que también utilizaba para la comunicación con Babahoyo, Catarama y Daule. Ese año 6 nacieron sus hijos Raúl y Jorge. El primero jamás pudo caminar, durante su larga vida se transportaba en silla de ruedas, pues nació parapléjico debido a una caída que sufrió la madre durante el embarazo. El segundo falleció joven en Quito, en 1922.

En 1909 instaló el servicio del alumbrado público en Babahoyo a base de lámparas de hidrocarburo y como le pidieran la extensión a otras poblaciones de la cuenca del Guayas tales como Puebloviejo, Vinces, Catarama, Daule y Santa Ana, ésta última en Manabí, se endeudó con los bancos y trajo los equipos que traspasó ventajosamente a esas Municipalidades. A finales de 1911 falleció su esposa a consecuencia de un sobreparto al nacer su hija Ana Julia.

En 1912 se radicó en Guayaquil pues había pasado mucho tiempo dedicado al tráfico entre las diversas poblaciones e inició un comercio de importación y venta de materiales de ferretería en el Malecón Nos. 1.004 y 1.005, frente al antiguo muelle del ferrocarril, que pronto incrementó y diversificó, importando inventos especialmente de la “Panamerican Trading Co.” de los Estados Unidos, auténticas novedades para nuestro medio. También vendía insumos agrícolas y productos para el hogar: linóleums, bicicletas, triciclos, lámparas, lavatorios de porcelana, duchas, cortinas, conservas, licores, etc. Un aviso publicitario suyo dice así: Casa ecuatoriana dedicada en especial a la importación de inventos de manufactura norteamericana que correspondan a las necesidades e incremento de la industria y la agricultura nacionales. I por un corto período ejerció la representación en Guayaquil de la Nash Motor Co. y Chandler Motor Car.

En enero de 13, tras casi dos años de viudez, contrajo segundas nupcias con Rosa Sotomayor y Luna Orejuela y diseñó un chalet de madera en las actuales calles El Oro y Eloy Alfaro que llamó Villa Rosa y pintó de rosado en su honor, en cuyos amplios jardines de 4.000 mtrs de extensión, cuidados por Isaac, jardinero japonés traído de Lima, se dieron hermosas fiestas, tuvo tres hijos y como siempre fue un amante de las plantas y solía realizar periódicas importaciones de semillas de La Florida la villa Rosa era un hermoso jardín. Sus hijas siguieron viviendo con su abuela materna Ana Julia Gault de Gómez y los varones pasaron a residir con él, excepto Pedro Pablo que ya estaba independizado por haberse casado con Magdalena Morla Maury.

En 1917 fue Concejal del Cantón, el 18 presidió el Comité pro carretera a Pascuales y figuró en la inauguración de la Columna del Centenario de la independencia del 9 de octubre con un histórico desfile que presidió su hermano Enrique en representación del Presidente de la República.

Acababa de obtener ese año 18, en arrendamiento por cuarenta años, un área de 25.000 mtrs.2 de propiedad municipal, superficie aumentada poco después en 7.000 mtrs. 2 más, que rellenó y compactó porque casi toda estaba formada por manglares aledaños a las riberas del Estero Salado, para poder levantar el “American Park”, como denominó al parque de diversiones de su propiedad, parecido en pequeñas proporciones al afamado Coney Island. Para habilitarlo viajó a New York ese año y adquirió varias máquinas eléctricas de diversión para niños y jóvenes. Las góndolas voladoras, la rueda moscovita o diabólica como también era conocida, el martillo eléctrico, las sillas voladoras, y para el sector infantil hizo construir trapecios, columpios y resbaladeras. Dos carruseles, uno de caballitos y otro de avioncitos complementarían posteriormente el panorama.

Para llevar a cabo el relleno tuvo que construir una calzada que partiendo de la calle Los Ríos iba a la entrada. Disponía del dinero que le producían los tranvías eléctricos, que reinvertía en el negocio de la American Park. Extraía el material pétreo de las canteras de la calle Julián Coronel que transportaba en dos camioncitos de fabricación norteamericana marca Federal importados en 1922. Luego vendría la hincada de los pilotes para cimentar las construcciones,que aunque pequeñas, eran de cemento armado.

El parque de diversiones se componía del edificio central, la gran pista de baile de cemento ubicada en la parte posterior con su correspondiente escenario, pero la concha acústica recién se levantó el año 32, la caseta para el salón de distracciones y una piscina de agua salada cerrada con tablones de mangle colocados horizontalmente con una separación que permitía la entrada y salida del agua según las mareas. Esta primera piscina tenía tres niveles interiores, también de mangle, para que los niños y las personas que no sabían nadar pudieran utilizarla cómodamente. causó sensación en la ciudad pues jamás se había visto algo igual, a todos parecía un espacio enorme, por sus grandes proporciones (12 x 15 metros) también tenía unas casetas de madera usadas como vestidores por los bañistas. Una balsa con trampolines y toboganes para los valientes que no temían la presencia – muy rara por supuesto – de tiburones y lagartos del golfo, completaba este primer conjunto deportivo.

Meses más tarde a alguien se le ocurrió anunciar como espectáculo único en el mundo, la cacería de un feroz lagarto de 2 y V metros de largo. Para el efecto se trajo a unos montubios de la zona de Vinces expertos en esta clase de actividades. Los contratados trajeron una canoa, cabos, redes y hasta el lagarto. El público se agolpó en los bordes y los cazadores en la canoa trataron de maniatar al lagarto, que del susto se hundió en el cieno y no salió de allí. Como había comenzado la bajamar se abrió la compuerta de desfogue y salió el agua de la piscina hasta que apareció el lagarto en el fondo cubierto por un sedimento de lodo muy resbaloso que complicó la operación porque todos comenzaron a rodar por el limo, circunstancia que aprovechó el lagarto para descargar un feroz coletazo en la pierna de uno de los cazadores, que cayó herido con gran hemorragia tuvo que ser llevado a curar a la clínica más cercana. Allí terminó todo y el público, después de tales demostraciones de audacia y valor, salió plenamente satisfecho y hasta no faltaron quienes aplaudieron al lagarto, triunfador en tan ridícula cacería.

Cuando se inauguró el American Park su propietario puso al servicio urbano dos buses que circularon hasta el nuevo balneario al cómodo precio de diez centavos el pasaje, abriendo la Línea General Córdova – American Park, que al final llegó a contar con ocho unidades. El 27 creó una segunda Línea entre General Córdova y El Oro que partiendo igualmente desde General Córdova y 9 de octubre como la anterior, avanzaba hasta El Oro y la avenida Cuba.

En 1922 anunciaban los periódicos el “American Park” de la siguiente manera: Ningún vecino de Guayaquil necesita emprender un viaje costoso y talvez incómodo, para durante la estación del calor ir a tomar baños de mar. Aquí mismo, frente a la parte occidental de la ciudad, existe un bellísimo y tranquilo brazo de agua salada, cristalina y pura, que se desliza en medio de un precioso panorama, obra de la exuberante naturaleza ¿Por qué no va a tonificarse con las brisas del mar que allí se respiran? ¿Por qué no aprovecha Ud. del encanto que ese sitio le ofrece? El hermoso edificio construido en el American Park le proporciona todas las comodidades para que pueda tomar baños de mar. Un buen servicio de autobuses está a su disposición y en solo seis minutos puede trasladarse de la plaza de San Francisco al balneario de moda. I el aviso oficial decía: “American Park. Baños de Mar. Establecimiento de primer orden, situado al final del boulevard Nueve de Octubre. Suntuoso edificio, con amplia capacidad para atender a cuantas personas necesiten o deseen tomar baños higiénicos. Lugar pintoresco y sano para provisión de salud. Servicio diario de elegantes autobuses. Siete de la mañana a diez de la noche. Pasaje diez centavos.”

El American Park fue un positivo adelanto para la ciudad y un éxito económico para su promotor que en 1924 inauguró un Centro Deportivo al otro lado del Estero, al que se llegaba cruzando el viejo puente techado y de madera, que ayudó a refaccionar. Allí instaló una pequeña plaza de toros donde un empresario imaginativo anunció una feroz lucha a muerte, nada menos que entre un toro salvaje y un peligrosísimo jaguar traído especialmente desde las selvas amazónicas. Se llenó la plaza al tope con gente curiosa y morbosa de sangre y al abrirse las puertas y salir ambos animales al ruedo, el público guardó prudente silencio para no asustarlos y permitir que luchen y se destrocen con toda comodidad; mas, fue el caso, que al verse los contendientes, demostraron ser animales muy inteligentes y salieron despavoridos – cada cual por su lado – lo que produjo la rechifla del auditorio que recién en ese momento se dio cuenta que había sido timado, pero como eran otros tiempos, no pasó nada. Hoy hubieran destrozado el local pero en dicha plaza de toros se realizaron eventos que marcaron los inicios del deporte del box en Guayaquil pues se armó un cuadrilátero que permitió durante varios años al profesor Manolo Vizcaíno, un imponente boxeador negro ya retirado pero bonachón como él solo, impartir sus clases a numerosos jóvenes guayaquileños que tuvieron la oportunidad de practicar el llamado deporte viril y hasta de vez en cuando se celebraban encuentros nacionales e internacionales, en uno de ellos falleció el púgil Tito Simmonds por un mal golpe que le propinó K.O. Pacheco, quien sufrió igual suerte meses más tarde, en ese mismo lugar y por causa semejante. Otros boxeadores famosos fueron los hermanos negros Kid Lombardo y Kid Charol así como Kid Montana. Yo tuve la oportunidad de conocer a Kid Charol – así era conocido porque de tan negro que era le brillaba la piel – y a sus hijas porque tenían una peluquería que funcionaba en la calle Luque al llegar a Lorenzo de Garaycoa, donde aparte de prestar servicios de peluquería vendían los primeros productos para alisar el cabello casquillo que se conocieron en el Ecuador, importados de los Estados Unidos desde los años cuarenta, lo cual era la novedosa sensación de esos tiempos.

Ese año también construyó una cancha de fútbol, un ring de box, la pista de madera para patinaje y un surtido bar denominado “El Trocadero.” El financiamiento para tantos adelantos se obtuvo de Emilio Morla Mosquera.

En 1924 fue invitado por el Cónsul Federico Godin a recorrer y estudiar las carreteras de los Estados Unidos, pues se planificaba el trazo y construcción de la Carretera Panamericana desde Canadá hasta Argentina, cruzando por el lado del Pacífico los países de norte, centro y Sudamérica.

El 25, teniendo el servicio de los buses bajo su administración, también se hizo cargo de los tranvías o carros eléctricos propiedad de la Empresa Eléctrica del Ecuador Inc. concesionaria de este servicio municipal por cincuenta años.

El 28, habiéndose dedicado la Empresa Eléctrica del Ecuador Inc. únicamente al alumbrado de la ciudad, le cedió la concesión de los tranvías y Baquerizo extendió las líneas en sentido Norte- Sur y Este-Oeste (Alfaro – Hospital, Colón – Vélez, Colombia – Junín, etc.) levantando a su costa numerosas calzadas sobre los lodazales, trazando los tendidos eléctricos, importando lujosos coches de Europa y los Estados Unidos, que llenó con carteles de propaganda de Ron Bacardí, Aceite de oliva Arbolito, etc. Este servicio duró hasta los años cincuenta que la Municipalidad lo canceló porque los tranvías provocaban la electrólisis de la red de cañerías del agua potable con grave peligro para la salud de la población (sic.) teoría falsa como después se ha comprobado hasta la saciedad, pero que por esos tiempos todos los guayaquileños se la creyeron.

El 25 también realizó la primera Feria Nacional de Exposiciones en el American Park. El 26 comenzó a celebrarse la llamada Feria Montubia que año tras año organizó con gran despliegue de publicidad Rodrigo Chávez González asistido económicamente por Honorio Santistevan Mendoza propietario de una hacienda en Colimes. Se exponía ganado vacuno y equino, arribaban a la ciudad delegaciones montubias, se elegía a la Criolla Bonita de entre las madrinas asistentes. Había recitales de amorfinos y los poetas enviaban sus colaboraciones para obtener el dije de oro con que se premiaba al triunfador. El 13 de Julio de 1927 fundó el Rotary Club de Guayaquil, primero en su género en la República, porque aprovechó el paso por nuestra urbe del Comisionado internacional James H. Roth para suscribir el Acta Constitutiva durante el almuerzo que le ofreció en el salón Fortich.

Ese año viajó con su esposa a París porque la salud de ella no era buena a causa de una antigua debilidad pulmonar que se le volvió crónica y por cuanto ella deseaba visitar a su madre anciana e internarse en un sanatorio en busca de cura. De allí en adelante vivieron separados para evitar un posible contagio pero la visitaba anualmente. Ella no regresaría y alejada de su esposo y tiernos hijos fue decayendo ostensiblemente hasta que falleció en dicha capital. Esta segunda viudez le causó una gran pena.

El jueves 31 de mayo de 1.9 la Compañía Eléctrica del Ecuador Inc. Le cedió sus derechos y acciones y logró contratar con la Municipalidad el servicio exclusivo de tranvías eléctricos. Ese año fundó y presidió el Touring Club Ecuatoriano que llegó a publicar una Revista propia. Ese año falleció su hijo Jorge en Quito, soltero y a causa de una fulminante pulmonía, mientras desempeñaba la gerencia de los almacenes Maulme en dicha ciudad, con tal motivo pasó a vivir a la Villa Rosa su hijo Pedro Pablo, con su esposa Magdalena Morla Maury y sus hijos. Desde el 36 les acompañaría otro de sus hijos, Armando, casado con María Carbo Arosemena y sus hijos.

El 29 adquirió personalmente en Trenton, New Jersey, USA. doce tranvías iguales a los que circulaban en New York, para modernizar la empresa que tenía en funcionamiento en Guayaquil, pagando la suma de veinte mil dólares. Las nuevas rutas que se sumaron a las ya existentes, quedaron señaladas.

El 32 prosiguió las mejoras del American Park, inauguró el juego Looping in the loop, el tobogán gigante, levantó la Concha Acústica o Music Shell, Numerosos artistas latinoamericanos se presentaron en ella: Libertad Lamarque, Mapy Cortes, Leo Marini, Hugo Romani, Alfredo Barrantes, Olga Guillot, entre los extranjeros y Walter Cavero, las hermanas Mendoza Sangurima, Carlos Rubira Infante, Olimpo Cárdenas, Patricia González, Paco Miller, entre los nacionales. Entre las orquestas figuraron la Blacio Jr. Tropical Boys, Costa Rica Swin Boys y hasta varias extranjeras como la Cotton Club – Cumparsita formada por músicos de New Orleans y de Buenos Aires, que tocaban blues, jazz y tangos. Dirigida por Juan Canaro.

Allí se realizaron las maratones de baile de tres y cuatro días de duración, con recesos de diez minutos cada dos horas, intervenían entre 8 y 10 parejas que debían bailar mientras quedara un contendor de pie. Cada una llevaba un número a la espalda que permitía a los jueces valorar su actuación. El público tenía la paciencia de esperar, sobre todo a medida que pasaban los días y se acercaba el final del evento, luego venía la entrega de los diferentes premios donados por el comercio y la industria.

Los sábados de noche infamablemente se daban cita cientos de parejas a los acordes de las orquestas de moda. Una hermosa rosaleda o caminito de flores, engalanaba el paisaje. También las instituciones de servicio y/o de beneficencia prestaban la pista para la celebración de kermeses tales como el Belén del Huérfano presidido por Ana Darquea, el Ajuar del Niño dirigido por Carlotita Reinberg, la Cruz Roja del Guayas de María Febres Cordero, etc. y como la Intendencia General de Policía tenía prohibidas las procesiones religiosas por considerarlas, tras la acción armada contra las fuerzas conservadoras de Jacinto Jijón y Caamaño en las llanuras de San José de Ambi en 1924, actos políticos y hasta subversivos, los Colegios confesionales desfilaban en su interior en Octubre, cuando era la fiesta solemne de Cristo Rey, cantando marchas guerreras muy del tiempo, algunas de ellas confeccionadas por el padre Julio Matovelle y tan famosas que aún se recuerdan como aquella que comenzaba diciendo: ¡Oh Cristo Rey, tu eres el dueño….

En 1933 desempeñó por cortos meses la Gobernación del Guayas durante el Interinazgo del Dr. Abelardo Moncayo. Luego ascendió al ministerio de Gobierno que ocupó hasta la posesión del presidente electo Dr. José María Velasco Ibarra en 1934.

Por esta época alquiló igualmente al Municipio un amplio terreno al otro lado del Estero Salado, vecino a la estación del ferrocarril a la costa, donde luego surgiría la Ciudadela Ferroviaria, e instaló una cancha de futbol que también servía de diamante de béisbol.

El 39 fue delegado del Ecuador a la Exposición Mundial celebrada en New York. De allí en adelante, dedicado únicamente al engrandecimiento de su Parque y al progreso de la ciudad, su vida se deslizó tranquilamente entre los suyos.

El 40 inauguró el Parque Infantil con seis columpios, resbaladeras, trapecios, barras y argollas. El 42 agrandó las instalaciones, construyó las dos grandes piscinas de cemento y agua salada con capacidad para cien bañistas cada una, que se vaciaban los lunes aprovechando la baja marea y se llenaban con bombas de succión. La mayor tenía (75 x 25 mtrs.) y una profundidad de 1 a 3 mtrs. con una torre de 15 mtrs. de alto con carritos que descendían vertiginosamente al agua. I para mayor comodidad hasta se alquilaba pantalones de baño. Desde entonces su parque tuvo dos piscinas. Recuerdo que allí me bañé en varias ocasiones, siempre en compañía de mi papá, que era persona muy cuidadosa. El muelle de los bañistas pasó a contar con escalinatas de cemento.

En 1947 la Municipalidad le quitó al American Park la parte posterior a fin de venderla al Seguro Social para formar un barrio obrero – barrio Orellana – en beneficio de los afiliados, especialmente trabajadores de clase media.

El 50 abrió el juego de bolos de ocho pistas de madera, postrer esfuerzo que sin embargo no impidió su decadencia pues el 51 el Alcalde Emilio Estrada Icaza hizo construir los escalones de cemento de las riberas que daban para el Estero, desde el puente hasta el Colegio Vicente Rocafuerte, que indudablemente constituyeron un adelanto turístico para la ciudad, pero restaron importancia al American Park.

El 55 la Municipalidad le cercenó otro pedazo para formar la calle del malecón del Salado y dar entrada a la Ciudadela Universitaria que se estaba construyendo. Con esta nueva modificatoria el American Park dejó de ser el balneario de antes. Había comenzado su decadencia y solo en su parte delantera se veía movimiento comercial a través de varias tiendas de comidas preparadas que desde las primeras horas del día expendían sabrosos desayunos con sanduches, café y huevos incluidos. En enormes pailas se confeccionaba la fritada, el mote, los chifles, que constituían la especialidad desde las diez de la mañana, a las doce se servían almuerzos y no faltaban las cenas por las tardes y hasta las diez de la noche. Quisieron entregarle un pedazo del terreno por sus mejoras, trabajos y sacrificios, pero prefirió que lo indemnizaran en dinero y aunque recibió una suma muy exigua, prefirió aceptarla antes que litigar contra su ciudad. Se dijo entonces que al cerrar su parque había entregado su vida. En 1962 el Alcalde Asaad Bucaram ordenó la demolición de lo poco que aún quedaba para formar el actual parque Guayaquil.

Fue una pena que la ciudad no supiera valorar esta obra ciclópea para su tiempo; nas, a decir verdad, con la creación de los barrios suburbanos cuyas aguas servidas empezaron a ser arrojadas al Estero, éste se fue deteriorando hasta que se hizo imposible bañarse en él.

Cariñoso y hogareño, abstemio, le agradaba fumar. En su hogar hacía helados de cubo para sus hijos y nietos que siempre le visitaban. De trato sencillo y encantador, gustaba de las fiestas y aunque era hombre de pocas palabras siempre tenía la cortesía a flor de piel para agradar sin afectación. Diariamente solía visitar por las mañanas el American Park y comentaba que al respirar el aire puro del Estero se sentía rejuvenecer.

En 1948 su hijo Armando, que le había acompañado por muchos años con su esposa María Carbo Arosemena, se trasladó con los suyos a una villa cercana del Barrio del Centenario y para que no quedara solo su hija Olga regresó a Guayaquil con sus tres hijos y desde entonces le cuidó con esmero, pero ya no era el mismo de antes, cuando alegre, activo y optimista llevaba a cabo sus proyectos por el mejoramiento de la ciudad. Pasaba largas horas sentado en un cómodo sillón, cubiertas las piernas con una frazada escocesa de lanilla, escuchando música clásica a través de un toca disco y con la mirada perdida, meditando, pues era todo pensamientos e interioridades.

El 54 fue declarado El Mejor Ciudadano por la Municipalidad. El 58 recibió un homenaje por la prensa al cumplir sus noventa años de vida Al poco tiempo le sobrevino un ligero derrame en el lado izquierdo del cerebro y perdió el movimiento del brazo y pierna derechos

Sufrió seis años en cama pero se levantaba a ratitos y hasta atendía visitas porque nunca perdió su sentido social. Cada aniversario de su natalicio atendía a su familia y pedía disculpas por no recibirlos como se debía ofreciendo hacerlo mejor el año entrante.

A principios del 64 se complicó su estado, le recetaron oxígeno y sueros y así pasó algunas semanas hasta que su vida se fue apagando con varias complicaciones menores y falleció el 23 de abril, de noventa y seis años de edad

Amó la jardinería y sus rosas a las que hablaba amablemente para ayudarlas a crecer. También planificaba cómo mejorar el jardín de 4.000 mtrs.2 y sus caminitos interiores en la Villa Rosa, que se vendió y demolió a su muerte para ampliar las instalaciones del Colegio salesiano Cristóbal Colón.