AYORA CUEVA ISIDRO

PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA. Nació en Loja el 23 de Agosto de 1879 y fue bautizado el día 31. Hijo legitimo del Dr. Benjamín Ayora Armijos, médico, y de Beatriz Cueva Betancourt, lojanos. Ella de muy buena presencia no así él. Tuvo por hermanos al Dr. José María Ayora Cueva abogado que llegó a ocupar la cartera de Gobierno y al Canónigo Benjamín Ayora Cueva que brilló como orador sagrado en su Loja natal.

En 1885 ingresó a la escuela de los Hermanos Cristianos. En 1890 inició la educación secundaria en el Colegio San Bernardo y el 17 de Julio de 1897 se graduó de Bachiller en Filosofía y Letras. Al poco tiempo murió su padre y viajó a Quito a estudiar medicina en la Universidad Central alojándose en casa de su tío el Dr. Manuel Benigno Cueva Betancourt.

En 1900 fundó con otros compañeros la Corporación de Estudios de Medicina. En 1901 fue profesor de Humanidades en el Instituto Nacional Mejía. En 1902 fue interno del Hospital Eugenio Espejo y presidió la Corporación de Estudios de Medicina, editó y dirigió la Revista. En 1904 ascendió a Oficial Mayor de la Secretaría de la Cámara del Senado y el 21 de enero de 1905 se graduó de Doctor en Medicina y Cirugía con la tesis “Leyes Biológicas y sus aplicaciones.”

Enseguida viajó a Alemania con sus compañeros Francisco Donoso Riofrío y Ángel Sáenz en goce de una beca de quinientos francos mensuales para cada uno que les concedió el general Leonidas Plaza, Presidente de la República pues había sido recomendado por su tío el Dr. Manuel Benigno Cueva Betancourt, ex vice Presidente de la República y persona muy influyente en el régimen.

Estudió Obstetricia y Ginecología en la Universidad de Berlín y practicó en la Clínica de Mujeres (Frauerklinik) en Dresden, después recordaría a su maestro el Dr. Leopold, quien había instaurado el Sistema de Historias Clínicas y solía recorrer las salas de las Maternidad a las 2 y 3 de la mañana para constatar personalmente la atención que se prestaba a cada una de las pacientes.

En 1909 regresó a Quito, fue designado Profesor de Obstetricia de la Universidad Central y Director de la Maternidad. Este último cargo lo ejerció con brillantes hasta 1929.

En 1911 fundó atrás de la Alameda la Clínica Quirúrgica, en asocio con los Drs. Ángel Sáenz y Ricardo Villavicencio Ponce que llegó a ser la más prestigiosa de la capital. El 12 se distanció de su hermano José María por asuntos políticos. El 13 escribió “La pelvis de la mujer ecuatoriana” el 16 fue electo Diputado por Loja y concurrió al Congreso. El 17 ascendió a Decano de la Facultad de Medicina y de treinta y ocho años de edad contrajo matrimonio con la guayaquileña Laura Carbo Núñez y tuvieron tres hijos.

En 1918 fundó y dirigió la Escuela de enfermeras. En 1924 fue electo Presidente de la Cruz Roja Ecuatoriana, estableció la Primera Casa Cuna de la capital y ejerció la dirección del Hospital de San Juan de Dios. Ese año fue designado Concejal, presidió el Ayuntamiento y dio inicio a la canalización y dotación de agua potable, a la instalación de servicios higiénicos y lavanderías, ganando fama de hombre trabajador, patriota y progresista, así como de buen orador, pues esta cualidad parece que era propia de toda su familia.

El 9 de Julio de 1925 estalló la revolución Juliana acaudillada en Quito por el General Francisco Gómez de la Torre y en Guayaquil por el Comandante Ildefonso Mendoza Vera y se formó una Junta de Gobierno con elementos independientes pero inexpertos, que instalaron los Tribunales Populares de Juzgamiento y acabaron con la dominación política del General Leonidas Plaza y la bancaria de Francisco Urbina Jado.

Al poco tiempo surgieron poderosos intereses que trataron de desvirtuar los principios de la revolución. El 11 de enero de 1926 un complot militar de elementos placistas obtuvo la disolución de esa primera Junta.

Ayora ocupó el rectorado de la Universidad Central, se había convertido en sujeto conocido y respetado. Era el partero de moda, no solamente de las damas de la sociedad capitalina sino también de las mujeres del pueblo llano pues a las unas atendía en su Clínica y a las otras en la Maternidad y ejercía a conciencia y en forma moderna y científica la cirugía. Sus nexos con el General Leonidas Plaza de cuya esposa era médico personal y con sus parientes los poderosos políticos Cueva, motivaron al Dr. Humberto Albornoz Tabares – candidato de los banqueros de Quito para presidir la Junta – a proponerle una de las Vocalías de este segundo gobierno provisional, pero Ayora se excusó consciente de que no era político sino profesional. Más, cuando le insistieron, recordó que su proyecto de Ley de Asistencia Pública no fue aprobado por un Congreso anterior al que asistiera, ni tampoco el Proyecto de Ley de Sanidad del Dr. Pablo Arturo Suárez y dijo a Albornoz que solamente aceptaría con la condición de que se expidieran como leyes esos importantes proyectos, como efectivamente ocurrió en febrero del 26.

En dicha Segunda Junta de Gobierno desempeñó las carteras de Previsión Social, Trabajo y Agricultura. Los otros miembros fueron Humberto Albornoz Tabares, Julio E. Moreno, Homero Viten Lafronte, Adolfo Hidalgo Nevares y José Antonio Gómez Gault. En la secretaría actuó Pedro Leopoldo Núñez.

En febrero se realizó en Quito una Conferencia bancaria y durante el baile que sus miembros ofrecieron en el Club Pichincha se resolvió terminar con dicha Segunda Junta, porque la disgregación de poderes se había convertido en obstáculo insalvable para realizar las reformas. El 1 de marzo se estructuró una Junta Suprema Militar que sorpresivamente designó Presidente provisional de la República a Ayora, con Facultades omnímodas. Había terminado la Revolución Juliana para dar paso a un nuevo grupo hegemónico y político que se proponía centralizar al país como epílogo y frustración de la revolución.

Ayora comenzó por restringir la libertad de prensa, clausuró numerosos periódicos pequeños y hasta dos de los más grandes “El Guante” de Guayaquil en Enero del 28, diario de ideas liberales, propiedad de los hermanos Francisco de Paula y Heleodoro Avilés Minuche fundado en 1910 y que no volvió a aparecer y “El Día” de Quito, de ideas socialistas, cuyo director Ricardo Jaramillo y sus principales redactores Pio Jaramillo Alvarado, a) Petronio y Leonidas García Ortíz que fueron desterrados, de manera que fue un dictador duro, o un tirano, lo que es lo mismo, que se excedió en la censura, imposición de normas y enclaustramiento de la libre expresión. Ante la creciente popularidad de Jacinto Jijón y Caamaño, apoteósicamente recibido a su retorno del exilio, volvió a expatriarlo. También desterró a los dirigentes conservadores Moisés Luna, Alejandro Lemus y Vicente Nieto, éste último, Director de “Fray Gerundio”, periódico que tampoco volvió a aparecer. Se multiplicaron las prisiones agravadas con fuertes multas a los perseguidos. El Gobierno suprimió la Junta Central Militar y las de las otras provinciales, encarceló y persiguió duramente a los que se atrevían a combatir sus reformas.

“Ayora desató las formas más brutales de represión al movimiento de izquierda obrero y popular desde la masacre del 15 de noviembre, decretando múltiples confinios a las Islas Galápagos para los líderes obreros, detenciones arbitrarias e incluso bala en las calles, fueron sus expedientes. Todo ello destinado a hacer disminuir la creciente influencia socialista, especialmente en la costa ecuatoriana. En la cuestión obrera se mostró despótico y hasta atrabiliario. En 1927 clausuro el periódico “Confederación Obrera”, enseguida persiguió a la Federación Agrícola de Naranjito. El 8 de febrero de 1931 impidió violentamente la reanudación de un Congreso de Obreros Agrícolas y Campesinos que debía reunirse en Cayambe auspiciado por el socialismo, buscando agrupar a las comunidades campesinas de Tungurahua, Cotopaxi, Pichincha e Imbabura en base de las cuales se estructuraría una federación de campesinos y trabajadores agrícolas. Para justificar la persecución y ocupación militar de la zona de Cayambe y sus alrededores el régimen aseguró que “el buen nombre de la Patria se encontraba amenazado de continuo por la insidia comunista, que en toda forma y a toda hora estaba incitando al tumulto y a la rebeldía.”

En un ambiente de amilanamiento logró realizar sus planes: reducir la deuda que sobre el Estado habían acumulado los bancos a través de multas por las emisiones ilegales, incautar al precio que le vino en gana y muy inferior por cierto al de los mercados mundiales, la totalidad de oro metálico que guardaban en las bóvedas a fin de constituir con él las reservas de oro del nuevo Banco Central Nacional. En fin, echó mano de cuanto recurso posible creaba la imaginación de los políticos quiteños para robustecer la economía del Banco Central creado en Junio de 1926 con el nombre de Caja de Emisión y amortización sin un centavo de capital y a fin de afrontar la disminución de la capacidad adquisitiva del sucre y obtener su circulación popular se emitieron nuevas monedas y el país se inundó de “ayoras” y “lauritas”, nombres con los que el pueblo bautizó a las monedas de cien y cincuenta centavos, respectivamente, así llamadas en honor al Presidente y a la primera dama de la nación, la bella Laura Carbo Núñez. Estas monedas era lo único que se podía ver del anterior metálico, pues el oro, dobles cóndores y cóndores de cincuenta y veinte y cinco sucres respectivamente, fue enviado a Inglaterra y a los Estados Unidos en calidad de depósito a ver si con este respaldo metálico se conseguía créditos externos para paliar en algo la crisis económica originada en la depresión mundial, que incidía en las actividades económicas del país.

Con estas medidas injustas y draconianas el gobierno entró en la época de las vacas gordas y después de pagar espléndidamente a una burocracia numerosísima y despilfarrar en ascensos y mejorar la condición del ejército, todavía tenía una sobra de varios millones en los renglones de reserva del Presupuesto Nacional. Por eso, cuando un acucioso periodista le preguntó al Presidente cómo estaba la situación, éste tuvo la sencillez de responder que estaba muy bien, pues en las arcas fiscales existía dinero suficiente para pagar la nómina de sueldos de la burocracia, con lo cual el país se enteró que el único problema de Ayora era pagar sueldos, no mejorar la bancarrota en que vivía el Ecuador ni la triste situación del pueblo, que sufría con una de las tasas de desempleo más alarmantes de América.

La dictadura también sirvió para que el odiado General Leonidas Plaza pudiera volver tranquilamente al país pues a la larga Ayora fue una ficha útil en la configuración del sistema placista, por algo había sido por varios años su amigo y médico personal, permitiendo la prolongación del viejo sistema político instaurado tras el arrastre de los Alfaro dentro del nuevo orden iniciado con la revolución Juliana en 1925.

El 10 de octubre del 26 había hecho su arribo al país la Misión Kenmerer por cinco meses, para estudiar la forma de modernizar la administración pública. Esta misión llegó al puerto de La Libertad presidida por el famoso profesor de Economía de la Universidad de Princeton Dr. Edwin Walter Kenmerer, experto en circulante, bancos y crédito público. Su venida se calculó en setecientos mil sucres de costo al país, aunque al final se pagó una cantidad mucho mayor, que ascendió a los quinientos mil dólares.

Los miembros de la Misión fueron: Kenmerer que llegó en compañía de su señora. Oliver C. Lockhart experto en Hacienda Pública, H. F. Jefferson experto en Prácticas Bancarias, Joseph T. Byrne en Contabilidad, Administración Fiscal y Sistemas, Robert H, Horeld administrador de Aduanas y señora, Edward Feely experto comercial y señora, B. B. Milner administración ferrocarrilera, Frank W. Fetter secretario particular de Kenmerer, a los cuales se sumó Francisco Banda doctor en Ciencias Políticas y Económicas, de nacionalidad ecuatoriana, quien hacía las veces de traductor.

En 1927 y teniendo como base la recién formada Caja Central de Emisión y Amortización se inauguró solemnemente el Banco Central del Ecuador, los bancos privados pasaron a ser accionistas, con un Directorio en Quito y un Directorio en la Sucursal Mayor en Guayaquil. El 10 de agosto se inauguró el Banco Hipotecario luego convertido en Banco Nacional de Fomento, en apoyo a los agricultores del país. Este banco resultó en los primeros tiempos un simple saludo a la bandera pues no tenía fondos. En mayo del 28 se fundó la Caja de Pensiones y Jubilaciones, en Julio el Instituto Geográfico Militar, en Agosto la Procuraduría General de la Nación, en Diciembre la Contraloría, las Direcciones del Tesoro y de Ingresos, la Comisión Permanente del Presupuesto, la Dirección General de Aduanas, la Superintendencia de Bancos y la Dirección de Suministros del Estado.

En otras palabras, creó entidades nuevas y cambió de nombre a otras existentes.

En agosto de 1928 Ayora reunió una Asamblea Nacional Constituyente con Diputados propios que el 9 de octubre le designaron Presidente Interino de la República y fue ascendido el 17 de abril de 1929 a Presidente Constitucional para el período 1928 – 32. La Asamblea fue memorable porque incorporó los recursos de Habeas Corpus, concedió el Voto a la Mujer y creó las representaciones funcionales para los Profesores, Obreros y Campesinos, creándose a futuro una corruptela legislativa pues, siguiendo la política corporativa instaurada por Gabriel D¨Annunzio en 1919 en la ciudad libre de Fiume imitadas por Mussolini en Italia, en las siguientes Constituciones se aumentaron dichas representaciones a favor de las oligarquías y grupos institucionalizados de presión (la prensa representada por los propietarios de los diarios) la industria de la sierra y de la costa, el comercio de la sierra y de la costa (capitalismo) las fuerzas armadas (nuevo grupo económico) y todo ello en nombre de las llamadas “Fuerzas Vivas” que en realidad constituyen unos grupos minúsculos que ejercitan en grande su poder.

Se había encauzado a la revolución Juliana institucionalizándola y al mismo tiempo desvirtuando sus fines y objetivos populares, pero se sentaron las bases de la administración pública. El poder pasó de Guayaquil a Quito donde aún permanece criminalmente centralizado pues la metrópoli capitalina absorbe la mayor parte de las rentas y mantiene en el olvido al resto de la nación – excepto claro está las regiones central y norte (llamadas zonas periféricas por más cercanas a la capital – y como nunca antes el manejo del país siguió en manos de los políticos y el fermento social y económico existente en 1925, producto del desnivel, siguió latente, incidiendo en el triste panorama nacional. La pobreza se agudizó más que nunca a causa del daño agrícola que ocasionaban las pestes del cacao, monocultivo ecuatoriano que bajó de las exportaciones, debilitó el ingresos de divisas y en consecuencia aumentó la desocupación, y cuando la depresión mundial de noviembre de 1929 provocó la quiebra de la Bolsa de Valores de New York y una contracción mundial, Ayora se enfrentó al mayor problema económico del siglo y en medio de esa crisis, con un dólar que llegó a cotizarse a cinco sucres, un déficit anual de veinte y dos millones que se iría incrementando en los siguientes meses y una peligrosa inflación más que media, perdió el apoyo militar debido a un incidente nimio.

En efecto, en agosto del 31 resultó que el Ministro de Guerra Coronel Carlos Guerrero, antiguo oficial Juliano, previno a los Oficiales en servicio que no se afilien a la masonería y como los llamó a su despacho a firmar un compromiso, encontró que algunos se negaban a hacerlo y en su descontento comenzaron poco después a conspirar en el Cuartel de Ingenieros. Entonces Guerrero dispuso el cambio de Jefe en esa unidad y envió al nuevo Jefe, que fue detenido a las cinco de la tarde del domingo 23 de agosto, con los dos altos Oficiales que le acompañaban.

Al saber Ayora la noticia concurrió a otras unidades inútilmente pues, era aborrecido por el pueblo y como no encontró apoyo en ninguna, designó a un joven Coronel llamado Luís Larrea Alba, recién llegado de Chile, para Ministro de Gobierno, a fin de que legalmente le suceda en el mando. Renunció, volviendo a su ejercicio profesional tras cinco años en Palacio. Estaba pobre pues siempre fue un hombre honesto pero se sentía aborrecido por las masas.

Una década más tarde, en 1940, cuando ya se habían atemperado hasta cierto punto las pasiones y atenuados los rencores por los abusos cometidos en el poder, tímidamente volvió a figurar en la función pública y fue designado miembro de la Junta Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores. El 42, habiendo adquirido la hacienda San Antonio de Uyumbicho, al ser creada la Asociación Holstein Friesian del Ecuador, luego, “Asociación de Ganaderos”, fue electo su presidente fundador, cargo más bien honorario. Con el paso de los años esta entidad, manejada por Galo Plaza Lasso, se transformó en un ente político y en un monopolio poderoso pues regulaba los precios y condiciones de venta de la leche en todo el país.

En 1946, desengañado del odio que aún despertaba su figura en el país, aceptó la invitación de su hija Laura Ayora que trabajaba como ejecutiva del ramo de la Televisión y vivía con su esposo Lee Holbrook y tres hijos en el valle de San Fernando en California y se trasladó a los Estados Unidos con su esposa y su hijo José que era soltero, pues el tercero, llamado Isidro, había casado en Quito. Se instalaron en Hollywood, tenía sesenta y seis años y empezó una vida sencilla pues hasta sacaba la basura de su casa como cualquier vecino del barrio, dedicaba su tiempo al descanso y la floricultura en una villa propia ubicada en la North Van Hess Avenue. A veces solía concurrir con su esposa a las galas consulares pues eran invitados de honor. El 51 el Presidente Galo Plaza le rindió público homenaje. En 1952 recibió una carta suscrita por numerosos amigos afectos al régimen y habitantes de la capital, quienes le pidieron que acepte la candidatura a la presidencia de la República, pero se excusó en razón de sus setenta y dos años de edad.

El 53, tras siete años de residir en el extranjero, volvió al Ecuador y reasumió su ejercicio profesional en la Clínica Isidro Ayora. Nuevamente fue electo Presidente de la Asociación Holstein Friesian. El 54 presidió la Sociedad Médico Quirúrgica de Quito. El 55 celebró sus Bodas de Oro Profesionales y la Universidad de Berlín le concedió el Doctorado Honoris Causa. En 1957 fue otra vez Director de la Maternidad Isidro Ayora. En la década de los años sesenta se retiró de toda actividad, pero seguía siendo una figura, aunque solo en la capital, visitado por sus amigos y entrevistado por periodistas porque sus viejos errores parecían olvidados, aunque el resto del país le ignoraba olímpicamente.

Faltando pocos meses para cumplir noventa y nueve años aún se le veía fuerte y saludable aunque estaba viudo. Como es natural ya no trabajaba. De pronto empezó a sentirse cansado y falleció de vejez el 22 de marzo de 1978, dejando para su publicación numerosos discursos, artículos periodísticos y trabajos científicos presentados en diversos Congresos de Medicina en las décadas de los años 1940 al 50.

A pesar de sus excesos y arbitrariedades la historia le tiene por buen gobernante pues se asesoró con los miembros de la sociedad Jurídico – Literaria de Quito, amigos y contertulios de su Ministro de Gobierno Julio E. Moreno, que fue quien ejerció el poder con mano fuerte y a nombre de un liberalismo desdibujado y decadente que ya no significaba nada en el país y que recibió su golpe de gracia con la revolución populista del 28 de Mayo de 1944, por eso se ha dicho que hasta cierto punto Ayora solo prestaba su nombre y que su Ministro de Gobierno era el verdadero autor de los abusos que se cometieron por entonces.

La dictadura Ayora – Moreno, como se la conoce en ciertos textos de historia, ha sido calificada de tediosa, aburrida y oprobiosa por Raúl Andrade, pues inauguró un estilo chismoso, de correveidiles y soplones de toda laya, encargados de transmitir los rumores en curso. Las nuevas autoridades eran solemnes, insufladas y vanidosas, en realidad advenedizas, aunque sin duda la tarea de gobernar se había vuelto por demás dificultosa a fines de los años veinte, cuando el fascismo italiano empezó a gravitar sobre el país en forma insidiosa y a través de nuestros líderes conservadores que desafiaban al liberalismo y al sistema laico de gobierno con el mito político de Cristo Rey y la Dolorosa del Colegio (antes conocida como Virgen del parpadeo) que en popularidad había desplazado a la Virgen del Quinche por la propaganda permanente ejercida por los inteligentes padres jesuitas.

Muy parecido a su madre, estatura baja, rostro rojizo, labios gruesos, pómulos salientes, con una gran carga runa que se le notaba de inmediato. De trato exquisito y cortesano, aunque sin afectación, fue de los primeros profesionales con conocimientos científicos adquiridos en Europa, que practicaron en Quito la obstetricia moderna.

Político sereno y a ratos firme, superó la crisis de la revolución, pero fue impotente para solucionar la recesión, el desempleo y los problemas generados por la baja de la producción y la crisis mundial.