El Arte Nuevo abarcó todos los aspectos del dibujo y la decoración entre 1.870 y 1.914, en Francia llamó “Art Nouveau”, en Inglaterra y los Estados Unidos “Modern Style”, en Alemania “Jugendstil”, en Austria “Sezession” y en Italia “Estilo Floreal”, de allí se explica que se lo confunda con el modernismo y hasta con el simbolismo, siendo en esencia una ruptura con el arte tradicional porque utilizando la línea curva, sinuosa y estilizada, reproducía imágenes en una superficie y espacio propio, simbólicamente y fuera de las reglas de luz y sombras impuestas en el renacimiento; por eso, desde el punto de vista histórico el arte nuevo constituyó una ruptura de la tradición artística europea y se expandió hacia otros campos como la arquitectura, la decoración (de interiores y exteriores) los muebles, vestido, peinados y numerosos objetos menores, fue un encuentro del arte con la civilización y preparó el camino para los grandes cambios que vinieron después.
Como antecedentes inmediatos del arte nuevo podemos considerar a los grabados japoneses y a los motivos chinos o chinerías, así como a la corriente de pintura pre rafaelista que constituyó una regresión hacia motivos feudales tratados como símbolos de una época de héroe y santos, trágicamente espiritual, formativa y convulsa, pero que sirvió para sentar las bases del progreso de Europa. Hermosas mujeres de largas cabelleras y aptitudes hieráticas servían de motivos fundamentales.
El modernismo fue además una corriente occidental, una moda general, que lo alcanzó todo, imponiéndose en poesía con Rubén Darío y su libro “Azul”; en arquitectura con Antonio Gaudí, genio catalán que confirió a sus obras una nueva tensión estructural y espacial a base de líneas curvas de planos suspendidos; en la impresión el ilustrador Alphon Mucha de nacionalidad checa, inventor de nuevas formas para las letras; Sara Bernhard la gran trágica de la “Comedia Francesa” que expresó un patetismo nuevo recogido por los artistas del Cine Mudo que comenzaba a nacer; Serge Diaghilev y sus fastuosos balet rusos de Montecarlo con “el divino” Vladislav Nijinsky a la cabeza; Henry Van de Velde, el holandés que enrumbó a simbolista y le dio su filosofía propia al arte nuevo.
Y dentro de esta lista de genialidades protagónicas encontramos artesanos maravillosos como Rene Lalique y sus cristales con forma y suavidad de cisnes, la refracción de la luz en mil colores y la delicadeza de figuras aún no superadas; Peter Carl Fabergé que colocó el arte de la orfebrería por encima del valor de la pedrería porque la belleza de una joya depende de su concepción artística; Louis Comford Tifanny que confirió a la vidriería una impronta única con sus cristales de colores en lámparas y vitrales.
Entre arte nuevo, simbolismo y modernismo, términos aparentemente sinónimos, existen marcadas diferencias. El arte nuevo es una corriente estética y de pensamiento, que une a artistas y artesanos y crea numerosas artes mayores y menores. Simbolismo es la interpretación de las cosas utilizando un riquísimo lenguaje con temas exóticos y paganos vistos a través del prisma francés de fin de siglo, y modernismo es una forma de ser que pasa del arte a la civilización y preparó la venida del siglo XX con sus descubrimientos técnicos y científicos y sus cambios fundamentales; sinembargo los términos se confundieron y es difícil definirlos por sus diferencias debido a sus múltiples similitudes.
El arte nuevo nacido en la Alemania de 1.886 se impuso en la exposición internacional de Darmstadt de 1.901 de donde salieron las nuevas directrices y modificaciones estilísticas que iniciarían la gran transformación que aún gravita sobre nosotros. Su ritmo modernista, gracioso, estilizado y general, llegó a aplicarse hasta en cosas tan nimias como la colocación de una ventana, el aprovechamiento de la luz y el aire, la utilización de nuevos materiales no convencionales como el hierro y un sentimiento fantástico y ligero que daría origen después de la Gran Guerra Mundial de 1.914 al 18 al “Arte Decó” y al “Arte Contemporáneo.”
El Arte Nuevo fue una forma novedosa de expresión, abarcó casi todos los géneros inclusive la escritura con letras retorcidas y estilizadas, así como el maquinismo. Se impuso en Guayaquil tras el Incendio Grande de 1.896 y el del Carmen de 1.902, cuando nuestros abuelos tuvieron que comprar sus muebles, adornos y utensilios nuevamente, fue algo así como un tirar la casa por las ventanas para remodelarlo todo, por eso fuimos una de las ciudades más influidas por el Art Nouveau a través del comercio con Francia, Inglaterra y los Estados Unidos y esto aligeró el espíritu de las gentes, que de un colonialismo obtuso y agorero pasó de golpe al siglo XX en gustos y en modales, en formas de pensar y normas de proceder, en sistemas de vida y trabajo. Hasta se decía que nuestro Mercado Sur fue diseñado por el arquitecto Eiffel constructor de la torre de su nombre en París y en la Columna del Centenario de la Independencia ejecutada por Agustín Querol la diosa libertad sostiene en su mano derecha un farol de gas que se usaban en Barcelona hacia 1.900.
El arte nuevo permitió a Guayaquil expresarse en nuevas formas y concepciones, sus casas fueron más alegres, amplias y verdaderamente funcionales, permitían aire, luz, espacio y movimiento. Sus gentes concordaban con ellas y transitaban por boulevares rectos y anchos, diferentes a las retorcidas callejuelas anteriores al Gran Incendio. Sus primeras fábricas emplearon nuevos materiales y se consideró la comodidad sobre el ahorro. La estructura familiar se modificó paulatinamente igualando a todos los miembros y el paso resultó definitivo para un nuevo trato individual. Fue, pues, el espíritu nuevo de un Guayaquil que se erguía sobre sus cenizas, enfrentando el reto de diferentes tiempos y circunstancias.