AYMERICH Y VILLAJUANA MELCHOR

PRESIDENTE DE LA AUDIENCIA. Nació en la plaza fortificada de Ceuta situada en el norte de Africa, el 5 de Enero de 1754 siendo hijo legitimo del Coronel Vicente Aymerich Asquer y Cerveleón, natural de la villa de Callén en la isla de Cerdeña y Comandante del Regimiento de Infantería de Navarra, y de Josefa Villajuana, de Pamplona en Navarra, casados hacia 1740 mientras él permanecía de guarnición en esa ciudad. Al poco tiempo su padre fue ascendido a Brigadier de los Reales Ejércitos y agregado al Estado Mayor de la guarnición de Málaga y pasó con los suyos a vivir en dicha plaza.

De ocho años de edad en 1762 ingresó como Cadete al Regimiento de Infantería de Sevilla donde permanecerá cuarenta años en dicha unidad. El 68 se graduó de Subteniente. El 74 fue Teniente y al año siguiente participó en el desembarco en Argel. El 77 se alistó como voluntario en la formidable expedición que envió España al mando de Pedro Cevallos, designado Virrey del Río de la Plata, para recuperar la colonia de Sacramento, ubicada en la banda oriental del río de la Plata, de manos de los portugueses. Tres años después fue enviado al norte del África, donde figuró en las guarniciones de Oran y Ceuta. Por esa época fallecieron sus padres. Entre 1790 y el 92 tomó parte en varias acciones de guerra. En 1793 estuvo en la invasión de Cerdeña durante la guerra contra la Convención francesa. Entre el 94 y el 95 peleó en el Rosellón y en los Pirineos. El 97 nuevamente en Ceuta y en 1800 fue ascendido a Comandante del Cuerpo de Artillería de la ciudad de Sevilla.

En mayo de 1802, de cuarenta y ocho años de edad, contrajo matrimonio en Algeciras con Josefa Espinosa de los Monteros y Avilés, de solamente veinticinco, y vino por segunda ocasión a América nombrado Comandante Civil y Militar de Cuenca. Casi un año demoró el viaje, que realizó por la vía de Cartagena, Panamá y Guayaquil. Arribó a principios de noviembre de 1803 a Cuenca y allí se mantendría hasta 1819, es decir, un total de dieciséis años con un sueldo de mil ochocientos pesos anuales. La ciudad era entonces un pueblo pero Aymerich formó una compañía de soldados, puso agua corriente en la pila, nombró un relojero, contrató a un médico para la ciudad.

Casi enseguida – apenas arribó Aymerich – abandonó el gobierno de Quito el Barón de Carondelet, siendo designado en su reemplazo Manuel Urríes, Conde Ruiz de Castilla, de suerte que Aymerich tuvo que seguir esperando el ascenso.

En 1808 se produjo la prisión de los reyes españoles en Bayona, mientras en Madrid una Junta de Regencia se encargaba del gobierno hasta la llegada del nuevo rey José I, hermano de Napoleón Bonaparte. El 2 demayo se levantó en armas el pueblo de Madrid y comenzó una feroz resistencia contra los franceses. Las Cortes se reunieron en la ciudad de Sevilla pero ante el avance de los ejércitos franceses pasaron a Cádiz. En la Audiencia de Quito todo era sobresalto. En Diciembre el Presidente Ruiz de Castilla convocó a las entidades de la ciudad para que escuchen al Comisionado del Virrey de Bogotá. Las noticias llegaron tarde a Cuenca, pero a los pocos meses en febrero de 1809 se supo que había abortado un movimiento sedicioso en Quito cuya cabeza principal era Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre.

El 16 de agosto de 1809 los cuencanos conocían los nuevos sucesos, esto es, la revolución del 10 de agosto en dicha ciudad. Las autoridades, principalmente el fanático Obispo Andrés Quintián Ponte y Andrade, tomaron medidas preventivas. Hubo rogativas por Fernando VII. Los distritos de Cuenca y Guayaquil aislaron al de Quito.

Aymerich pensó que había llegado su hora de asumir la presidencia de la Audiencia pues el valetudinario Presidente Ruíz de Castilla había sido depuesto, para el efecto construyó seis piezas de artillería, mandó a fabricar seiscientas lanzas. al tiempo que aspiraba a ocupar la presidencia de la Audiencia de Quito, pues recibía cartas de Pedro Calisto y Muñoz, instándole a ocupar la presidencia dada la ancianidad y debilidad del propietario Ruíz de Castilla.

El 20 de octubre salió de Cuenca en compañía de su esposa e hijos y con mil ochocientos hombres y sin oposición avanzó hacia el norte.

El 25 ocupó Ambato estableciendo su Cuartel General en el local militar situado en la plaza principal del pueblo; sin embargo Ruíz de Castilla y el Fiscal de la Audiencia Tomás de Aréchaga, inteligenciados de las ambiciones de Aymerich, decidieron hacer las paces con los revolucionarios quiteños a base de ciertas concesiones que luego Ruíz de Castilla no cumplió y una vez asegurado en el mando, le ordenó que se detenga en Ambato y no entre en Quito, poco después le informó que debía regresar a Cuenca, lo cual ocurrió el 26 de Noviembre, mientras permitía el ingreso de los dos batallones de pardos y mulatos de Lima, dirigidos por el Coronel Manuel Arredondo y Mioño, quien halló a la ciudad sin novedad.

El 10 de enero de 1810 – sabedor Aymerich de la prisión de los próceres quiteños – dispuso el arresto de cinco sospechosos de insurrección y los remitió a Guayaquil. El 14 de abril fue ascendido a Brigadier.

En agosto conoció en Cuenca la matanza de próceres ocurrida el 2 de agosto de 1810 en Quito y la llegada el 12 de septiembre del Comisionado Regio Carlos Montúfar y Larrea, quien formó una nueva Junta de Gobierno en esa capital

La situación se volvió a tornar álgida en la Audiencia. El nuevo Presidente Joaquín Molina, habiendo arribado por Guayaquil se trasladó a Cuenca y dispuso que en dicha ciudad funcione el tribunal de la Audiencia y la movilización armada contra el Comisionado Carlos Montúfar.

Las tropas cuencanas partieron al mando de Aymerich, siguieron por Cañar y el 17 de febrero de 1811 se batieron en Paredones con las quiteñas con resultados indecisos, pues ambos ejércitos se retiraron del campo de batalla. Montúfar perdió la oportunidad de tomar Cuenca. Repuesto de este primer fracaso Aymerich se hizo fuerte en Azogues mientras el Presidente Joaquín Molina despachaba con los Oidores en Cuenca hasta que fue sustituido por el nuevo Presidente Toribio Montes.

El 25 de Junio de 1812 el Coronel Francisco García Calderón invadió el austro y fue derrotado en Verdeloma por Aymerich. El Presidente Toribio Montes estaba en Guayaquil y le solicitó que le acompañe en la nueva campaña militar contra los insurgentes de Quito. Los encuentros se sucedieron en septiembre en Mocha y en Octubre en Latacunga y Quito pacificándose definitivamente la Audiencia en Noviembre, y pudo regresar a su gobernación de Cuenca a fines de ese año.

El 20 de junio de 1813 fue Ascendido a Mariscal de Campo y empezó a tener problemas con el Presidente Montes, a quien acusó de lentitud en el despacho de los asuntos a su mando. En 1814 pasó a comandar las tropas pastusas que se oponían al avance del ejército patriota de Antonio Nariño en el paso del río Juanambú y tras rudos enfrentamientos perdió en el sitio Los Tacines pero derrotó a los patriotas en Juanambú, Jenoy y Pasto. Fueron tiempos terribles, de constantes escaramuzas y combates en terrenos fragosos y de difícil acceso. Nariño fue tomado prisionero y enviado a España.

Nuevamente en Quito en 1815 como Segundo Jefe Militar de la plaza ocupó interinamente la Presidencia de la Audiencia entre 1816 y el 17 por ausencia del titular Toribio Montes, hasta que asumió el cargo su reemplazo Juan Ramírez de Orozco quien gobernó hasta el año 19 que partió hacia el Cusco para ponerse al frente del ejército realista del Alto Perú, y le sucedió en Quito Luís de la Cruz Mourgeón y Achet, de manera que en todos estos casos Aymerich fue postergado pero Mourgeón solo duró cuatro meses en el cargo pues testó en Abril en Quito, le encargó el mando político y militar, y falleció en Enero del 22 de causas naturales.

Tras la revolución guayaquileña del 9 de octubre de 1820, siendo el militar de mayor graduación en servicio activo dentro del ejército español, fue llamado por la Audiencia, pues se encontraba en Pasto. Como primera medida llamó al Coronel Basilio García que se hallaba en el Patía para que se repliegue y fortifique Pasto y solo entonces marchó a Quito con la columna Aragón a su mando.

A paso forzado arribó a esa ciudad, concurrió al Cabildo, formó una gran División compuesta de una Compañía de soldados veteranos y expertos por sus luchas en la Nueva Granada y dos Escuadrones de Caballería, que sumaron un total de ochocientos hombres al mando del Coronel Francisco González, uno de los jefes derrotados en Boyacá, que triunfaron en el primer Huachi el 22 de Noviembre de 1820 pero como no supo sacar ventaja invadiendo inmediatamente la costa, dejó que cayera el invierno y se rearmara la ciudad de Guayaquil, pues erró prefiriendo atacar el austro y el 20 de Diciembre desbarató a las reducidas fuerzas patriotas en Verdeloma y entró en Cuenca cerrando ese año con la sierra en poder realista y la costa con los insurgentes.

El 12 de enero de 1821 una columna patriota al mando del Coronel José García y Zaldúa fue derrotada por los realistas en Tanizahua, en las afueras de Guaranda, merced a la emboscada que sufrieron los patriotas de manos del cura Francisco Benavídes.

I pasada la estación lluviosa, bajaron en agosto los realistas a la costa. En esta ocasión Aymerich había dividido sus fuerzas con el Coronel Francisco González porque existían serias divergencias entre la oficialidad española. Aymerich representaba a los absolutistas y González a los constitucionales. Esta división le fue a la larga fatal porque de haber actuado ambos ejércitos en conjunto, habrían tomado Guayaquil sin mayor oposición militar.

Aymerich lo hizo desde Riobamba hacia Babahoyo, ocupando dicha población. González directamente avanzó desde Cañar. Debían reunirse ambos ejércitos en Yaguachi pero enterado Sucre de este movimiento envolvente se colocó en el sitio Las Tres Bocas – entre Yaguachi y Babahoyo – con lo cual impidió el avance de Aymerich quien tuvo que dar un largo rodeo para unirse a González, mas llegó tarde pues el día 19 de Agosto de 1821 éste fue derrotado en Cone y emprendió la retirada a la sierra. Sucre pudo perseguirlo para obligarle a presentar nueva batalla, pero prefirió salir al Guayas para subir a Babahoyo y enfrentar a Aymerich, posiblemente porque pensó que éste jefe aprovecharía su ausencia y ocuparía Guayaquil.

En estas circunstancias Aymerich abandonó Babahoyo y se retiró a la sierra dejando parte de su bagaje y algunos soldados rezagados que cayeron en manos de los patriotas pues nunca brilló como estratega por ser un sujeto de “pueriles necedades” según opinión del historiador Pedro Fermín Cevallos. Sucre no le persiguió cuando hubiera podido hacerlo, prefirió subir por las faldas del Chimborazo hasta Ambato y en Septiembre ocurrió el segundo combate de Huachi el 12 de Septiembre de 1821 que fue nuevamente triunfal para los realistas por la imprudencia del General Mires que lanzó la caballería de frente hacia el enemigo sin considerar que en la arena los cascos de los caballos se entierran y el ataque se vuelve lento y pesado y aunque ambas partes sufrieron tales pérdidas que bien se puede afirmar que fue una victoria pírrica, Aymerich – lejos de aprovechar el triunfo y atacar Guayaquil – volvió para rehacerse en Quito, prolongándose la campaña por varios meses.

Huachi es un extenso y plano arenal, que impide a los caballos moverse a velocidad porque se atascan, esta fue
la razón de la pérdida de la caballería patriota en ambas ocasiones, pues al atacar fueron diezmadas por la infantería realista, que tuvo tiempo suficiente para disparar hasta tres veces antes de recibir el embate, que llegó muy debilitado.

Dos meses más tarde, en noviembre del 21, el Coronel Tolrá asumió el mando de las tropas realistas y ocupó Sabaneta con dos mil hombres bajo su mando. Sabaneta estaba considerado el pueblo de entrada hacia la provincia de Guayaquil por el norte.

Los patriotas habían recibido el refuerzo del batallón Paya y Sucre se situó al margen derecho del río Caracol, zona boscosa y de difícil acceso, para impedirle el paso hacia Babahoyo. Después de algunas escaramuzas entre las avanzadas, Tolrá se dio cuenta de las dificultades que presentaba esa zona para librar un combate en campo abierto y suscribió un Armisticio con Sucre, por noventa días, que bien sabían las partes que se prolongaría por la estación lluviosa que estaba cercana – Diciembre a Mayo – tiempo en el cual renunció el Coronel Tolrá y ocupó la Jefatura del ejército el Coronel López de Aparicio, de tan ingrata memoria por su traición en Babahoyo y así finalizaron las acciones militares de 1821.

En Enero de 1822 falleció en Quito el Presidente Mourgen como ya se dijo, siendo sustituido por Aymerich el día 24, que a las pocas semanas bajó y ocupó Riobamba para impedir el paso de Sucre que había subido a la sierra por la ruta de Cuenca, pero tras el combate suscitado el 21 de Abril en las pampas de Tapi cercanas a dicha población, en que la caballería insurgente al mando de Juan Labayen dispersó a la realista muy superior en número, tuvo que abandonar la ciudad y retirarse a Quito para preparar las fortificaciones, pues todo hacía ver la inminencia del ataque patriota.

En Abril asumió la Presidencia de la Audiencia en propiedad y al mes siguiente, ante el avance desde Chillogallo del grueso de las tropas
capitaneadas por el General Antonio José de Sucre, se fortificó en la parte sur que se conocía como la quebrada de Jerusalem. Sucre tuvo conocimiento de esto y dispuso que el Coronel Gaetano (Cayetano) Cestaris con el batallón Paya, se sitúe en el ejido de Iñaquito al norte de la ciudad para distraer al enemigo, mientras el grueso del ejército patriota daba un gran rodeo hasta ocupar las faldas del volcán Pichincha, entonces Aymerich abandonó la ciudad para situarse en las mismas alturas y frente a los insurgentes patriotas (x)

En la mañana del 24 de mayo de 1822 se dio la batalla que selló la independencia de estos territorios pues favoreció a los patriotas, firmando las capitulaciones honrosas que pusieron término a las guerras. En el fragor de la batalla falleció un hijo de Aymerich, lo que debió causarle un gran dolor.

A finales de Julio del 22 y con pasaporte especial salió con honores militares y acompañado de su familia por el puerto de Guayaquil con destino a Panamá y La Habana, donde se desempeñó como Subinspector de las tropas acantonadas en esa isla y gozó de una pensión por servicios prestados. En 1833 pidió el ascenso a Teniente General y la Reina María Cristina, viuda de Fernando VII, se lo concedió al año siguiente con un sueldo de setecientos cincuenta escudos anuales de pensión de retiro. Falleció en la capital cubana el 11 de octubre de 1836 a la avanzada edad de ochenta y dos años.

Fue de apuesta figura, complexión atlética, tez blanca aunque curtida por el sol. No fue un militar brillante ni sobresalió como estratega en el amplio sentido de la palabra, pero su disciplina, dedicación y sentido del honor suplían esas faltas. Su carácter noble y caballeroso le granjeaba simpatías y una buena fama lo acompañó siempre como administrador. En Cuenca gobernó con la ayuda del Obispo Andrés Quintián Ponte y Andrade, fanático realista, que era el financista de esas campañas. I en la de 1820-22 si no tuvo el éxito esperado fue a causa de la

división existente entre la oficialidad a su mando. Excelente persona, de buenas costumbres y muy hogareño, cuando residía en Quito tenía su casa de campo en Rumipamba.

Sus acciones militares tampoco estuvieron manchadas de gestos de sadismo ni se le conocen crímenes de guerra; por el contrario, durante la campaña de Pasto se negó a fusilar al prócer Antonio Nariño, pero como no todo puede ser justo en esta tierra, los cuencanos, de puros malosos le apodaban “Cara de Calzón”, pero se lo decían en idioma quichua para que no se resienta. I en cuanto a la cabeza disecada del Coronel José García de León, que fuera exhibida en Quito, en el interior de una jaula de hierro y por algunos meses, enviada por el Cura Francisco Benavides, tras haberle hecho fusilar luego de derrotarle en Tanizagua cerca de Guaranda, no se le puede acusar de esta sádica exhibición pues fue cosa de la guerra y obra de un perverso sacerdote que no era su subalterno.