ESCRITORA. Nació en Guayaquil el 9 de Febrero de 1879 y fue hija legítima de Arcadio Ayala Campusano cuya biografía puede verse en este Diccionario y Francisca González Barreiro, naturales de Babahoyo.
Pasó sus primeros años entre las haciendas “Juana de Oro” y “Los Ángeles” en Puebloviejo, pero el 87 su padre fue designado Administrador de “La Elvira” cerca de Babahoyo, de su pariente Eduardo Seminario Marticorena y todos se instalaron allí. Los Ayala González eran: l.- José, que casaría con Mercedes Núñez Cabeza de Vaca con hijos 2.- Carlos, con Victoria Elizalde 3.- Arcadio, con su deuda Bethsabé Mármol Campusano con hijos 4.- Elisa que se quedó soltera 5.- Francisca, también soltera y famosa porque hacía una sabrosísima chicha de arroz 6.- Carmen, a) La Maestrita, campeona de Ajedrez en Guayaquil, casada con Francisco Fernández- Madrid, marino, tuvieron tres hijas llamadas María que por prematuras fallecieron poco después de nacer, 7.- María, que casó con Carlos Núñez Cabeza de Vaca, con hijos y 8.- Arcadio, que casó con su deuda Angela Cabanilla González con hijos.
La vida en La Elvira se deslizaba bucólica y feliz. Sus padres le enseñaron las primeras letras, las cuatro reglas y nociones de Gramática, Historia y Geografía y tuvo profesores particulares que continuaron su educación. Como don Arcadio era un científico inventor de varios productos medicinales para sanar heridas y curar infecciones, no era raro que le visitaran distinguidas personalidades de paso a Quito y Guayaquil; fue su mejor maestro porque descubrió en ella dotes excepcionales de talento literario. En efecto, estando suscrito a las mejores revistas francesas, inglesas y norteamericanas, le dio a Elisa la oportunidad de ampliar sus horizontes con noticias internacionales, novelas francesas y españolas y con la ayuda de Diccionarios le ayudó a aprender inglés y francés.
En 1894 Elisa, que también gustaba hablar con los peones, escribió el cuento “La Maldición”, inspirado en un suceso acaecido por entonces en la hacienda y al que la fantasía campesina atribuía el carácter fatal de una maldición. Se trataba de un muchacho que había sido destrozado y devorado por un lagarto en un estero cercano. Dicho trabajo fue remitido a la revista “América” de New York, que había promovido un concurso de cuentos y poesías entre los escritores del continente. El trabajo llegó tarde, pero su Director Rafael Zayas Enríquez, lo aceptó e hizo publicar fuera de concurso, abriéndole amplias posibilidades en otras revistas de prestigio que le ofrecieron sus páginas. Entre ellas “Nubes Rosadas” y “La Revista Argentina” de ese país, “Sucesos” y “El Nacional” de Chile, “Adelante” del Uruguay, “Hero” y “Cosmos” de Cuba, por eso es de notar que se la leyó primero en el extranjero antes que los ecuatorianos supiéramos de ella.
En 1912 falleció su padre en “La Elvira”. Los Ayala González pasaron con su madre a habitar el primer piso de la casa de la calle Numa Pompilio Llona No. 207 en el tradicional barrio de las Peñas que pronto se llenó de visitantes. En los bajos vivía su hermana María con su esposo e hijos. Los domingos de tarde iban a jugar ajedrez su pariente Federico Cornejo Campusano, Medardo Pimentel Marín, su vecino Pedro José Huerta y Gómez de Urrea. Se vivía un ambiente de cultura. Elisa coleccionaba estampillas, monedas y medallas, intercambiaba postales y le agradaba la conversación con personas mayores, pero tenía el carácter templado y se hacía respetar, de suerte que no buscó el matrimonio como meta de la vida, ni aceptó enamoramientos superficiales pues todo lo tomaba en serio, se sentía intelectualmente madura y creía en la igualdad de los sexos; por esos días tuvo amores con Juan Vallaza, dueño de la fábrica La Roma de confites, chocolates y galletas, pero el asunto no progresó porque él se sentía y actuaba como un galán incorregible. Alta, delgada, sana y de piel canela, sus hermanos le decían cariñosamente La Negra, no le agradaban los animales ni tenía preferencias en materia de comidas.
En 1916 aprendió a pintar al óleo, especializándose en animales, paisajes y escenas marinas, durante unos cursos que dictaba Teresa Ala – Vedra y Tama en el Colegio de la Inmaculada. Ya formaba parte del grupo de mujeres intelectuales de la ciudad con María Piedad Castillo de Leví, Adelaida Velasco Galdós, la dama peruana María de la Torre. El 17 formó parte de la revista quincenal de arte, literatura y actualidades “La Ilustración” cuyo director era Alejo Matheus, colaborando con sus cuentos “La Maldición” en 3 págs. publicado por primera ocasión en el Ecuador y “La Procesión de las Animas”, igualmente en 3 págs. Este último había obtenido el Primer Premio en el Concurso Internacional de Cuento abierto en España por el diario “La Voz de Valencia”. Ambos se leyeron con deleite y aplaudieron sin reservas.
La prensa nacional aclamó su producción. “Su poder de creación, el acierto de la trama, la amenidad y riqueza de su estilo llaman la atención.” El 18 sacó igualmente en “La Ilustración” su cuento “Recuerdo del Viaje” en 2 págs. y sus amigas Rosaura Emelia Galarza y Celina María Galarza le dedicaron un Homenaje en su revista femenil ilustrada de literatura, artes y variedades “Flora” de Quito. El 22 publicó su tercer cuento titulado “La Mano Negra”.
El 29 falleció su hermana Carmen de Fernández-Madrid. El 32 su madre bajó al sepulcro. Elisa fue incorporada al Centro de Estudios Literarios de la Universidad de Guayaquil. Se le reconocía la primera cuentista que tuvo el país y haber espigado en el frondoso mundo de las leyendas y consejas campesinas para recrear sus producciones, a tiempo que también lo hacía José Antonio Campos para sus festivas crónicas sobre episodios campesinos que aparecían en los diarios bajo el seudónimo de Jack the Ripper.
El 36 apareció su cuento “Las Lágrimas” en 2 págs. en la revista “Alas” El 4l falleció su hermana Francisca. Tenía 62 años, había engrosado y como al año siguiente el Banco de Descuento hizo efectiva una hipoteca que pesaba sobre la casa, se cambió con sus hermanos a un departamento alquilado en los altos de una casa de propiedad de María Mármol de Moncayo, en cuyos bajos funcionaba la funeraria Moncayo y al lado de “El Telégrafo”, donde ya no salió tan a menudo como antes.
El 49 la visitó la poetisa y escritora Morayma Ofyr Carvajal, a) Thoa, que la entrevistó para su obra “Galería del Espíritu, mujeres de mi Patria” que salió ese año en Quito. Estaba medio olvidada, después vivió con sus sobrinos Raquel y José Ayala Cabanilla en García Avilés entre Diez de Agosto y Ballén y a mediados de febrero del 56 le dio una fuerte gripe, complicada con un proceso que desembocó en bronconeumonía y atendida por su sobrino Carlos Ayala Cabanilla que era médico, falleció de un paro cardiaco el 1 de marzo a los setenta y siete años de edad y fue sepultada al día siguiente en el Cementerio General.
“Buceó en el alma y la tradición popular extremadamente rica en el litoral y en el ambiente montubio supersticioso encontró motivos permanentes para su fantasía, pero ni trabajó mucho ni tomó a la literatura en serio y atrapada en un trasnochado naturalismo muy de fin de siglo XIX terminó siendo una remota figura del pasado.”