CRONISTA. Nació en 1537 en Talavera de la Reina, España, de familia hidalga pues pasó su juventud al servicio de la reina Catalina, hermana del Emperador Carlos V y esposa de Juan III de Portugal.
Estudió Teología en la Universidad de Alcalá de Henares y en 1560, de escasos veinte y tres años, viajó a Indias. Primero estuvo en el Perú y quizá también en Chile como sacerdote. En 1570 figuró en el Sínodo Diocesano quiteño convocado por el Obispo Pedro de la Peña y figuró como testigo en la proclamación de las resoluciones de la revolución de las Alcabalas. Al poco tiempo fue designado párroco de las comunidades de Tixan y Chimbo.
En 1572 retornó a España, el 75 se graduó en Alcalá de Henares de Licenciado en Cánones y escribió su obra “Compendio historial del estado de los indios del Perú” que dedicó a Juan de Obando, Presidente del Consejo de Indias. La obra es un ensayo con recomendaciones y consejos para conducir a los indios por el camino recto, es decir, por la cristiandad, describiendo y enjuiciando su modo de vida y lamentando el mantenimiento de las antiguas costumbres, luego formula algunos lineamientos dirigidos a los sacerdotes misioneros para que consigan mejores y más abundantes frutos espirituales en sus recientes conversos.
Jacinto Jijón y Caamaño ha manifestado que no es propiamente histórica sino un tratado ascético doctrinal sobre los vicios de los indios y las deficiencias de sus pastores, aunque para el padre Rubén Vargas Ugarte, del Perú, también encierra muchos datos sobre las costumbres, creencias y peculiaridades de los indios. El crítico Francisco Esteve Barba, en cambio, ha anotado que son las menudencias y particularidades las que hacen del tratado de Atienza una delicia de originalidad, aunque las noticias van entreveradas con exclamaciones, alusiones bíblicas, consideraciones y lamentos escritos con acento de sermón. El Manuscrito original debió permanecer en el archivo del Consejo de Indias hasta que en 1783 fue localizado en la biblioteca de la Catedral de Palencia por el erudito Juan Bautista Muñoz, quien lo tomó prestado con otros documentos para escribir su Historia del Nuevo Mundo. El 99 fue conminado a devolverlos y se disculpó mediante carta.
En mérito a este trabajo atienza fue designado en 1575 para las funciones de Maestrescuela de la Catedral de Quito y tras asumir el cargo un año después el mismo Obispo de la Peña le encargó las tareas de Provisor, Vicario y Administrador General en reemplazo de Antonio de Hernández, ejerciendo dichas funciones por veinte años.
En 1583 terminó un Informe sobre el Obispado de Quito titulado “Relación de la Ciudad y Obispado de San Francisco de Quito” que recién apareció impreso en 1897 en las “Relaciones Geográficas de Indias” del americanista Marco Jiménez de la Espada con las anotaciones originales de éste y contiene la enumeración de los sacerdotes que ejercían en las diferentes ciudades y aldeas, sus respectivos ingresos y las plazas no ocupadas, pero no contiene ningún dato accesorio que pudiere dar a conocer el estado general de la Audiencia.
En 1594 participó en el II Sínodo Diocesano convocado por el Obispo Fray Luís López de Solís. El 95 vendió un terreno al sacerdote Antonio Morán y el 96 otro al sacerdote Lucas de Atienza Ese año también asumió los bienes del sacerdote Luis de Rodas y adquirió los derechos y obligaciones que Gaspar de Paema tenía para con Alonso del Castillo.
Para las honras fúnebres celebradas en 1612 en Quito en honor a la reina Margarita de España, intervino en la competencia poética y ganó uno de los premios. No se tienen más noticias de él, pero dada su avanzada edad pudo haber fallecido en Quito por la imposibilidad de regresar a España. Gernd Schmelz ha estudiado su obra como Misionero y etnógrafo del siglo XVI en dos tomos editados en Quito.
Leyendo la copia que sacó Muñoz, conservada en el archivo de la Academia de Historia de Madrid, tomó noticias Jacinto Jijón y Caamaño de la existencia del Compendio Historial y se interesó en su publicación en 1919 en Quito, como apéndice del libro “La religión del Imperio de los Incas. Volumen 1, los Fundamentos del Culto” texto escrito en París en 1916. Existen otras copias antiguas en diversos archivos de los Estados Unidos.
En 1931 Jijón y Caamaño volvió a reproducir por la imprenta la referida obra de Atienza, pero esta vez en forma de libro en 235 págs. siendo la primera ocasión que se publicaba independiente y lo enriqueció con 44 comentarios de variada extensión y una Introducción también suya y como apéndice introdujo el corto Informe o Relación y Obispado de San Francisco de Quito del mismo Atienza.