ASHTON FREDERICK

COREOGRAFO DE FAMA MUNDIAL. – Nació en Guayaquil, en la villa propiedad de sus padres, calle Numa Pompilio Llona No. 122, en el tradicional barrio Las Peñas, el 17 de septiembre de 1904, en el bautizo recibió los nombres de William Malandaine. Cuarto de los cinco hijos
que tuvo el matrimonio formado por los súbditos ingleses Saint George Ashton y Georgiana Fuscher (1)

Desde muy niño fue encargado a una familia inglesa de Lima donde viajaba con frecuencia su madre. En 1917 fue llevado por sus tutores a la presentación de la genial bailarina Ana Pavlova en el teatro Municipal de esa capital. Solo tenía trece añoss pero el impacto emocional fue tan grande que al recordarla en Europa diría “Ella me inyectó con su veneno y desde esa noche yo quise bailar” (2)

En 1919 viajó a Inglaterra en compañía de su madre y su hermana Ivette, ingresó como alumno externo al Dover College, de Kent, donde permaneció casi tres años muy infelices pues no le agradaba el ambiente y no se encontraba a sí mismo. Graduado de diecisiete años en 1921 hablaba dos idiomas a la perfección (inglés y español) después aprendería el francés, se trasladó a Londres y dando libertad a su vocación artística, tan de acuerdo a su personalidad sensible, a escondidas de su familia empezó a recibir clases los sábados de tarde en la escuela de bailes clásicos de Leónide Massine, un coreógrafo que había trabajado con el célebre empresario Sergei Diagilev en sus legendarios ballet rusos de Montecarlo. Para ayudarse desempeñaba pequeñas labores en una empresa de exportaciones de Londres, que a duras penas le permitía sufragar sus estudios; pero en 1924 logró que su hermano Charles, aceptando su opción en la vida, le pague un curso completo de ballet con la célebre profesora Marie Rambert, a quien llegó recomendado por su maestro Massine.

Integrado al Vic Wells Ballet, institución privada que ella dirigía, luego transformado en el Sadler Wells Ballet (ballet clásico de los pozos de Sadler) bajo la dirección de Ninette de Valois, una tarde que le mandaron a realizar ciertos pasos clásicos los cambió por otros que resultaron más adecuados, de manera que su profesora Rambert descubrió que tenía mayor talento como coreógrafo que como bailarín. El joven Ashton desde ese momento supo que su carrera estaría dirigida hacia la creación. Después fue alumno de la profesora Bronislava Nijinska hermana del célebre bailarín de fama mundial y finalmente volvió donde madame Rambert.

En 1926 bailó como monsieur Duchic en “A tragedy of fashion” (Tragedia de la Moda) primer ballet con coreografía propia y en el clásico ballet de “La Bella Durmiente” destacó como mimo por su personificación de Carabosse. En 1930 creó Capriot Suite.

1931 fue el año consagratorio porque logró estrenar los siguientes ballets con coreografía propia, a saber: “Regatta”, “Mercurio”, “La dama de Schalott”, “El río Grande” y “Facade” donde también bailó de gigoló.

En 1932 el crítico Arnold Haskell opinó que sus danzas son técnicamente desafiadoras pero los movimientos siempre fluidos y naturalísticos; sinembargo lo más importante de todo lo suyo es la asimilación de la atmósfera de los ballets clásicos del inmortal coreógrafo francés Marius Petipá en su escuela de San Petersburgo, para transformar dicha atmósfera en un arte nuevo, con algo significativo. Ashton declaró: El carácter de cada ballet se construye en el funcionamiento
del bailarín. El proceso de hacer una danza se basa en la colaboración. Todo tiene que ser hecho con el intento más grande si no es vacío.

Nuevas creaciones cimentaron su fama y desde 1933 que la compañía pasó a llamarse Royal Ballet y Ashton ascendió a coreógrafo principal, presentó “Les rendezvou” con Alicia Markova en el afamado teatro Mercury y cuando esta salió entró en su reemplazo la no menos célebre Margot Fountain de nacionalidad británica, quien realizó auténticas creaciones para los personajes de sus ballets y hubo una compenetración tal, que ambos realizaron juntos una larga asociación de trabajos.

El 34 había preparado la coreografía para la ópera “Cuatro santos en tres actos”. El 35 creó “El beso del Hada”, el 36 “Apariciones” y “Nocturno”. Del 37 fueron “Los patinadores”, el 38 “Horóscopo” y “Arlequín en la calle”, el 40 “Sonata de Dante” y “Las Vírgenes sabias”, el 4l “El caminante” y el 43 “La búsqueda”.

La segunda Guerra Mundial le obligó a enrolarse en el ejército británico y aunque permaneció pocos meses porque sus amigos consiguieron librarlo de dicha absurda obligación, su creación se vio interrumpida, casi cortada, pues la situación bélica en Londres, provocada por los continuos bombardeos disminuyó ostensiblemente el ritmo de las presentaciones teatrales, entre ellas el ballet.

Ya por esos tiempos sus exitosos ballet unidos “al encanto de Ashton y su personalidad aureolada por el genio lo habían acercado a destacados miembros del mundo cultural y social internacional y frecuentaba los cenáculos del arte y la aristocracia. Por eso se ha dicho que su vida es un testimonio de la altura al que el trabajo y el genio pueden aspirar.”

El crítico Juan Castro y Velásquez con toda razón ha recalcado que el ballet fue la mayor manifestación de las artes en los Estados Unidos y Europa hasta bien entrado el siglo XX que el cine acaparó posiciones y adquirió madurez. Los ballets rusos de Diagilev y el del Marqués de Cuevas son hitos grandiosos con presentaciones de la danza, la música, la coreografía, el teatro y la decoración, todo dentro de un espectáculo total solamente comparable con la ópera. Agregando que “los ballets de Ashton son argumentales, donde una percepción teatral se muestra indispensable. Curiosamente él no dominaba la música, por eso sus coreografías son como un encaje tejido en el espacio con los movimientos corporales. Esta fue, sin duda, su mayor aporte a la danza y por supuesto en los años 30 y siguientes su influencia se hizo notable en los bailarines de Europa y más aún en los norteamericanos, sobre todo después de la segunda Guerra, con la presentación de espectaculares producciones con figuras de la talla de Moira Shearer, Michael Somes, Robert Helpmann, Margot Fontaine, Elizabeth Silby y Rudolph Nureyev.

En 1946, terminada la Guerra, triunfó espectacularmente con su ballet “Symphonic variations” (variaciones sinfónicas) estrenada en el Covent Garden de Londres y ofreció a través del piano y la orquesta, con música de César Frank los llamados pas de seises que demuestran la simetría de su coreografía nueva, fundada en movimientos ingeniosos, románticos y grandilocuentes, técnica similar al perfume del movimiento y que el 48 le diera tanta fama en “Escenas de ballet”, “Cenicienta” y “Don Juan”. Sobre todo en “Cenicienta” del ballet cómico (cinderella) con música de Sergey Prokofiey sobre el cuento clásico frances del siglo XVIII de Charles Perraut, donde bailó junto a Robert Helpmann, su amigo y rival, interpretando a las dos hermanastras malas. Dicha coreografía fue calificada de genial y representa uno de los momentos más importantes del ballet universal. Al caer de la tarde del viernes 18 de septiembre del 2004 vi en el Maac la película a colores con el ballet de Ashton y desde esa tarde no  puedo olvidar su actuación, tal el impacto estético y emocional recibido. Del 46 también fue su coreografía para la ópera “La reina de las Hadas” y del 47 para “Manon.”

Por entonces, la reina madre Isabel le distinguía con su amistad desde la época en que le había enseñado a bailar el tango, lo invitaba a sus cumpleaños en el castillo de Balmoral donde siempre le sentaba a su derecha y al momento de iniciar el baile la acompañaba como pareja ejecutando el célebre paso Ashton que consiste en elevar la pierna derecha lo más alto posible. Ashton lo hacía como bailarín y la reina Madre con gracia exquisita hasta donde le permitían sus años, edad y regia condición.

El 50 fue coreógrafo invitado de los Ballets Rusos de Montecarlo y del New York City Ballet para el que creó el ballet Illuminations estrenado en el teatro Briten y Picnic at Tintangel en el Bax. Ese año recibió el título de Caballero de la Orden del Imperio Británico y produjo el ballet “Iluminaciones.” El 51 la coreografía para la película “Cuentos de Hoffmann,” los ballets “Dafnis y Cloé” y “Tiresias.” El 52 fue designado Director asociado del Royal Ballet y estrenó el ballet “Silvia”. Desde entonces su fama de coreógrafo clásico le había abierto las puertas de los primeros teatros mundiales. El 55 coreografió una nueva versión de Romeo y Julieta para el Real Ballet Danés con música de Prokofiev. Por entonces realizó el primer solo para Nureyev en Occidente que denominó Poéme Trágique con música de Scriabin. Del 63 al 70 como Director titular del Royal Ballet estrenó “Homenaje a la reina” y la coreografía para la ópera “Orfeo.”

Vivía en Londres, gozaba de una buena fortuna, rodeado de amigos y admiradores de su arte. El 56 creó los ballets “La Peri” y “Ofrenda de cumpleaños”. El 58 “La Valse” y “Ondina”. El 59 “Escenas de amor de Raimunda”. El 60 recibió la Legión de Honor de Francia y produjo “La fille mal gardé”. El 61 “Las dos palomas”. El 62 fue elevado a la categoría de Sir por la reina Isabel II en consideración a su contribución a la danza y haber desarrollado el estilo clásico del ballet británico. Del 63 y en uso de sus atribuciones como Director introdujo en el Royal Ballet varios ballets extranjeros tales como “Las Noces” de Nijinsky, “Serenade” de Balanchine, etc.

De ésta época también son los ballets “Margarita y Armando”, del 64 “El sueño”, del 65 “Monotonos”, del 66 “Monotonos II”. Ashton declaró por esos días “Usted tiene que instalar una atmósfera, crear una ingravidez.

I aunque la música siempre es el origen de mi invención, el recorrido del espacio constituye en cada caso, la creación. Balanchine inventó las maneras de moverse más rapidamente y más hacia arriba. Yo he logrado perfeccionar la plástica con brazos fluidos en acoplamiento en un patrón de encaje afiligranado que se mueve al unísono. La alegría se logra al mezclarse con ironía y ocasionalmente con tristeza.

Del 69 son los ballets “Calendario Jazz” y “Enigma Variations”. Del 70 “Lamento de las olas” y se jubiló de la dirección del Royal Ballet al cumplir los sesenta y cinco años de vida, considerado el límite de edad laboral en el reino de la Gran Bretaña. Con tal motivo ese año apareció la obra “Frederick Ashton and his ballets” escrita por David Vaughan pero tras un año sabático que le permitió tomar unas justas vacaciones siguió trabajando en la creación personal y del 71 fue su ballet “Meditación de Thais” y la coreografía para la película “Los cuentos de Beatriz Potter”. Del 72 son sus ballets “Siesta” y “Caminata en el jardín del paraíso”. Del 76 “Cinco valses de Brahms a la manera de Isadora Duncan” y “Un mes en el campo.” Ese año la Universidad de Oxford le entregó su doctorado Honoris Causa en Música. Del 83 “Vari Capricii”, del 85 “La Chatte metamorphosée en Feno” y del 86 “Fanfarria para Elizabeth.”

Roberto Illingworth Baquerizo esposo de Priscila Ashton Arosemena, sobrina del coreógrafo, me ha relatado que con motivo de un viaje a Europa le fueron a visitar a su departamento en el barrio de las tiendas “Harrods”. Estaba lúcido, soltero dadas sus inclinaciones sexuales y retirado, viviendo de sus rentas. Caballero de trato agradable, poseía una conversación amena y poblada de anécdotas, lo que se dice, era muy comunicativo y hablaba el español con acento guayaquileño, esto es, con ciertas reminiscencias andaluzas, comiéndose las eses finales. Su estatura algo más que regular, rostro blanco, pelo negro entrecano, ojos plomizos verdosos. Su trago preferido era el Jeréz pero a sus invitados brindaba licor de cereza. Delgado como buen bailarín, optimista, trabajaba lo suyo y sentía que había cumplido con su vocación.

I “cubierto por aquella gloria que solo se alcanza a través del arte,” trabajó hasta el final de sus días pues en Junio de 1988 adaptó de El Sueño de una noche de Verano, una gala en homenaje a su antigua amiga Ninette de Valois que cumplía noventa años. Nuestro Biografiado falleció a las pocas semanas en su residencia campestre de Chandon Lodge, en Eye, dentro de la comarca de Suffolk al oeste de Inglaterra el día jueves 18 de agosto de 1988 de ochenta y cuatro años de edad, dejando en su testamento numerosos legados a fundaciones de danza y ballet y el resto a dos sobrinos, un hombre y una mujer, que le acompañaban en Inglaterra.

En 1997 Julie Kavanagh publicó un ensayo biográfico de Ashton titulado “Secret Muses” y el 2004, con motivo del centenario de su nacimiento el Meter Lecoins theater adscrito al John R. Guggenheim Museum de New York tomó a cargo oficialmente los actos y festejos conmemorativos a nivel mundial.

Frederick Ashton está considerado uno de los más grandes y prolíficos coreógrafos de occidente pues a lo largo de su carrera creó más de cien ballets, muchos de ellos interpretados por compañías de todo el mundo. El ballet británico dada la impronta dejada por Ashton es “suave, puro y musical, enraizado también al folklor. El mismo lo decía “mi clasicismo es un clásico muy lírico” aunque habiendo dado tanto, no toda su obra está considerada perfecta, pues a veces solía caer en lo artificial.

Genial, creativo, perfeccionista, polifacético, incansable, rígido en sus enseñanzas. Por ello consta su nombre entre los grandes coreógrafos de todos los tiempos y su labor transformadora en el arte constituye una gloria para Guayaquil, ciudad que le vio nacer. Con August Bournonville en Dinamarca, Marius Petipá en Rusia y George Balanchine en los Estados Unidos y Ashton en Inglaterra conforma la cúspide de la coreografía occidental del siglo XX.