SOCIOLOGO. Nació en Esmeraldas el 9 de mayo de 1939 y fueron sus padres legítimos Armando Arteaga Alvarez, quiteño educado en el Cebollar aprendió francés y aleman así como nociones de latin. En 1913 arribó a Esmeraldas muy joven atraído por un pariente y fue profesor privado de matemáticas. En los años 30 contrajo matrimonio con Carlota Calderón Saavedra y formaron una larga familia compuesta de siete hijos. Posteriormente vivieron en Quito. En 1942 fue Gerente de Caise S.A. en Guayaquil y distribuyó las telas de los González Artigas en el puerto y en Cuenca donde mantuvo una pequeña fábrica de cerámica y se dedicó a extraer cristales de roca que exportaba a los Estados Unidos para usos bélicos. En Guayaquil tuvo almacén propio en Luque y Escobedo y finalmente en Aguirre y Chile. En 1949 volvió a Esmeraldas y adquirió dos fincas, una bananera en Male frente a Viche y otra de frutales en San Matheo que vendió el 54 a un señor Estupiñan para regresar a Guayaquil donde instaló una oficina de trámites contables. En 1964, con el Ing. Alfredo Hincapié Segura, nombrado Gerente de los ferrocarriles del Estado, entró de Auditor de IETEL, permaneciendo por quince años hasta su fallecimiento en 1987, a causa de una hepatitis.
“Fui el penúltimo de sus hijos. De ocho meses de edad salimos de Esmeraldas para establecernos en Quito llamados por el tío Manuel Jaramillo Arteaga que interesaba comprar tierras en Esmeraldas. El 42 viajamos a Guayaquil y habitamos en Luque y Santa Elena al lado del Liceo América, ese año pasábamos vacaciones en Cuenca porque mi padre tenía buena situación.
“Fui matriculado en el Colegio Pedro Martínez Guerrero, especie de finca con ganado y otros animales ubicada en la Avenida Cuba y cuya directora Maria Angélica Martínez de Nindel me trataba con mucho cariño. El 49 fui cambiado al San José de los Hermanos Cristianos, tuve como profesor al señor Llerena y bajé en los estudios porque me hice pelotero en una cancha de la calle Mendiburo frente a varios aserraderos. Con mis compañeros jugaba contra los cacahueros del Malecón, que nos trataban con delicadeza, como niños. Allí aprendimos a jugar damas en tableros pintados en los bancos usando tapitas de cola. En otras ocasiones jugabamos a robar ciruelas del cerro y hasta amisté con el manco Reinoso – famoso por sus chistes y consejas – que vivía por esos lados”.
“En 1949 volvimos a Esmeraldas y alquilamos la casa de Alcira Mercado en la calle Sucre, terminé la primaria y entré al Colegio mixto Cinco de Agosto cuyo rector era César Nevil Estupiñán Bass. Fui el primer estudiante del Colegio, cuyo edificio estaba situado a un costado de los potreros de la hacienda Potosí de la familia Trujillo. Toreabamos vacas, cogíamos frutas y en otras ocasiones peloteabamos en la playa de las Palmas. La ciudad crecía sin energía eléctrica y se usaban linternas. Las familias se conocían entre sí, moraban en casas de madera o caña, había tres cines. El Central fue construido por mi padre y era de cemento”.
“Ya dibujaba desde el San José, especialmente retratos al carboncillo, pues un compañero de mi hermano Armando llamado Eduardo Webster Andrade, le había enseñado. El 54 regresamos a Guayaquil y volví al mismo San José, sobresaliendo entre todos por mi excelente puntaje. El 58 me gradué de Bachiller en Físico Matemáticas y mi padre me envió a la Universidad de Santiago de Chile donde era Asesor mi hermano, para que me especialice en matemáticas. Estaba de presidente el Dr. Jorge Alessandri Rodríguez y de Rector el Dr. Gómez Milla”.
Desde el principio le agradó mucho el ambiente intelectual que encontró en Chile, estudió la Biblia, consultaba libros, concurría a la biblioteca como en sus vacaciones juveniles cuando había amistado con Jorge Icaza, Director de la Biblioteca Municipal de Quito, pero el 60 tuvo que volver a Guayaquil por una mala situación económica de su padre y recomenzó uniendo sus vocaciones principales, las matemáticas y el dibujo, dibujando planos a escala, construyendo maquetas arquitectónicas aunque también colaboraba con artículos de historia y crítica literaria que fueron apareciendo en el suplemento dominical de El Universo con tan buena acogida que algunos escritores le comenzaron a enviar sus producciones para que las comente y desde el 64 al 68 El Telégrafo inició la publicación de sus relatos cortos de tipo social, que por descuido no ha podido reunir en su totalidad. Hubo un cuento que tituló “La Evangelista” y trata sobre una predicadora que se iba haciendo monstruo, otro se llamó “Una de tantas” sobre el problema migracional interno entonces en boga pues los campos se despoblaban para engrosar los cinturones de miseria de las grandes ciudades. “El Dr. Abel Romeo Castillo era un entusiasta divulgador de lo mío”.
En 1962 trabajó como recibidor de banano en Cantagallo cerca de Duran. Se almacenaba la fruta por poco tiempo y en unas gabarras con remolcador eran conducidas a Puerto Bolívar para su exportación. Ese año contrajo matrimonio con Nancy García Rodríguez natural de Chone y pasaron a vivir en Luque y García Avilés, casa de la familia Gallardo. El 63 Eduardo Carrión Puertas le llevó a la revista Suceso, primero como redactor y luego como Jefe de Redacción.
Sin estar afiliado a partido alguno tenía la vocación democrática y las ideas izquierdistas, de manera que hizo oposición a la dictadura de la Junta Militar de Gobierno que presidía su pariente cercano Ramón Castro Jijón y en dos ocasiones estuvo perseguido y a punto de caer preso cuando las patrullas militares cercaron su casa. Fueron tiempos asendereados que sin embargo le sirvieron de mucho pues como buen autodidacta se especializaba a través de numerosas y continuas lecturas en materias políticas (comunicación social, economía y administración) Desde esa época empezó a dejarse una poblada barba y bigote que el tiempo se ha encargado en volverlos canos.
Para la revolución de Marzo del 66 difundió a través de Radio Suceso los pormenores de la aparatosa caída de la Junta en cadena con las demás radiodifusoras de AER y fué el primer periodista en entrevistar al nuevo Presidente Clemente Yerovi en Quito, quien le ofreció la dirección de la Oficina Nacional de Información Pública que no aceptó porque desde el 65, que había dictado un seminario en el Vicente Rocafuerte sobre análisis de empatía de los profesores de litoral, publicado en El Universo e impreso en la Universidad de Guayaquil, tenía una invitación pendiente para dictar seminarios en el Perú.
En mayo del 66 trabajó en un proyecto de desarrollo agrario en Cajamarca y la Libertad al norte de ese país, también dictó charlas a las Comunidades indígenas de esas zonas, un seminario en la Universidad Técnica de Cajamarca y otro en la Católica de Lima. Allí vio la luz un trabajo suyo sobre “Análisis de la propaganda de cine en el Ecuador” A finales de año regresó a Guayaquil, el 67 viajó nuevamente a Lima con su esposa y dos hijas, alquilaron un departamento en la Ciudadela del Obrero, dictó Cursos libres extracurriculares sobre investigación y metodología de la Investigación Científica a profesionales de las Universidades Ricardo Palma, Garcilaso de la Vega y San Martín de Porres. En San Marcos desarrolló otros Cursos para profesores con planteamientos de los cambios sociales más urgentes. La Escuela de Administración Pública ESAP le llevó a su sede en Miraflores para dictar Cursos de profesionalización a niveles burocráticos ministeriales donde se mantuvo por espacio de cinco años.
En 1970 editó en Lima un folleto titulado “Interpretación Crítica de los Comics” estudiando especialmente a Superman, como una forma de penetración ideológica y fue tal el éxito alcanzado que hubo una segunda edición totalizando diez mil ejemplares.”Vistazo” de Guayaquil le refutó en dos páginas, sin embargo, varias publicaciones peruanas, al conocer el sentido peyorativo de la crítica, contraatacaron y se estableció una interesante polémica. Entonces recibió una invitación de la Universidad Chapingo de México que le acogió con gastos pagados durante tres meses. En 1972 trabajó durante seis para la Universidad Nacional de México UNAM dictando charlas sobre investigación y problemas sociales en Latinoamérica.
Entonces ocurrió que el Dr. Ramiro Larrea Santos, Director de la Cuenca para el desarrollo del Guayas CEDEGE. le invitó a trabajar como Asesor y cuando fue ascendido a Ministro de Bienestar Social y Trabajo le llevó de Director de Planificación Social con S/.8.000 mensuales de sueldo. En tales funciones tuvo que viajar constantemente por todo el país, diagnosticando los problemas sociales más urgentes, recomendando trabajos de infraestructura y servicio, programando en conjunto con los asesores de la Junta Nacional de Planificación. Con tal motivo asistió invitado a varios seminarios en Lima, pero al cabo de casi dos años cansado de esta vida tan dura, lejos de los suyos en una residencial en Quito, visitando únicamente los fines de semana Guayaquil, aceptó una invitación de trabajo con mejor sueldo, para hacer docencia extracurricular en la Universidad de San Marcos de Lima.
Entre 1972 y el 74 residió con su familia en el Perú, prestando servicios en varias Universidades como la San Martín de Porres, la Inca Garcilaso, la Ricardo
Palma y escribió varios trabajos aún inéditos, como “Alcance educacionales de la comunicación colectiva en el área andina”. El 73 concurrió al X Congreso Latinoamericano de Sociología celebrado en la Universidad de Concepción en Chile, como representante del área social de la U. de San Marcos de Lima y fue designado Relator de la mesa de trabajo de Investigación Sociológica.
En Chile permaneció dictando cursos hasta agosto de ese año, que retornó por vía terrestre a Lima a través de Arica y Tacna. El 11 de septiembre caía el gobierno del Dr. Salvador Allende y comenzaban las torturas y fusilamientos de suerte que si se hubiera demorado unos quince días le hubieran apresado y posiblemente habría terminado asesinado en algún sitio por la sanguinaria dictadura de Augusto Pinochet, que la CIA instauró en ese país, debido a los abusos y errores que cometió el presidente Salvador Allende.
Mientras tanto su amigo el Dr. Augusto Changanaqui, interesado en un ensayo que Marco había redactado con acotaciones de lectura a las Obras Completas de Mariátegui, llevó dichos originales a su hijo Sandro Mariátegui, quien los acogió de inmediato con honrada sinceridad para darlos al público a través de la Empresa Editora Amauta bajo el sugestivo título de “Cinco Razones para aceptar a Mariátegui” aparecido en 1976 en cuarto y 118 págs. estudiando el problema educativo, la cuestión indígena, el tránsito de la peruanización al imperialismo, la organización popular y la alternativa de Latinoamérica.
Entre 1974 y el 76 realizó diversas funciones académicas y este último año fue llevado por Juan Cueva Jaramillo, Subsecretario del Ministro de Gobierno, Richelieu Levoyer, a la Dirección del Departamento de Desarrollo de la Comunidad de la Municipalidad de Guayaquil durante la alcaldía del Ingeniero Eduardo Moncayo Mármol, a quien no pudo interesar en la problemática humana de la ciudad pues a él solo le llamaban la atención los trabajos en las ciudadelas residenciales, posponiendo todo lo demás, especialmente lo relacionado
con las áreas marginales suburbanas (sic.) Fruto de esta experiencia fueron dos ensayos: El BID.y los Derechos Humanos, artículo aparecido en Diario Expreso el 78 e Investigación de los adjudicatarios-usuarios del Plan Roldós de Vivienda Popular publicado el 82.
A la salida de la Municipalidad instaló la Librería Ciencia Moderna en Quisquis y Machala con libros importados del Perú y Colombia. Desde este último país recibía toda clase de publicaciones cubanas, que se vendían casi en forma clandestina pues estaban prohibidas por la dictadura de los triunviros Militares del Ecuador. La Librería nunca fue un próspero negocio aunque le permitió subsistir con decencia. Después la cambió a Córdova y Mendiburo y finalmente a Escobedo y Padre Solano donde funcionó como librería editorial bajo el nombre de Ediciones Sociales. Del 78 al 92 estuvo en uno de los locales del Centro Comercial Albán Borja y se especializó en toda clase de revistas y magazines que tenían una mayor aceptación y venta.
Entre sus ensayos de esta época están: una “Guía en la investigación social”, manual destinado para uso de los estudiantes secundarios a fin de que profundicen sus conocimientos, en 135 págs. de la que existen cuatro ediciones: el 79, 80, 81 y 89 totalizando 10.000 ejemplares y el 85 “En las áreas miserias de la gran ciudad latinoamericana” escrito a medias con la investigadora Martha Traverso Yépes, sobre la realidad del suburbio de Guayaquil, bolsilibro en 112 págs. y dos ediciones, documento de discusión sobre los asentamientos de pobres, diagnóstico que permite captar cómo se dan las cosas, como se las trataba y qué podía esperarse del futuro. Los autores observaron y reflexionaron sin descuidar el rigor del análisis considerando en todo momento la importancia del problema y el compromiso político, que es la clave del auténtico quehacer científico de la sociología (1) y se rechaza la teoría de la marginalidad dependentista expuesta por los economistas brasileros Gunter Frank, Celso Furtado, Mauro Marín, porque la marginalidad es parte del sistema capitalista y no una simple consecuencia.
Nuevamente en la docencia y el
periodismo, en 1986 colaboró en la Tercera Edición de Meridiano y el 89 el Dr. Roberto Hanze le llamó para dirigir la Unidad de Investigación de El Telégrafo y empezaron a salir dos páginas por semana sobre diferentes tópicos de actualidad. El 92, con motivo del quinto centenario del descubrimiento de América, editó “América, quinientos años después” en bolsilibro y 105 págs recuento histórico, sociológico y jurídico sobre el tratamiento dado a los pueblos indígenas desde la conquista hasta los nuevos tiempos, con planteamientos y soluciones inmediatas, novedosas y actuales acerca de un problema que ya no admite más dilaciones.
Ese mismo año, ejerciendo en la Universidad Técnica de Babahoyo y en la Laica de Guayaquil, le fue solicitado un ensayo sobre “Los Inicios del pensamiento sociológico en el Ecuador” que basó principalmente en el pensamiento de Montalvo, Peralta y Quevedo en 139 págs sobre el liberalismo, el positivismo, y la idea de identidad y cultura nacional
Estatura mediana, tez canela, ojos y pelo negro, contextura delgada, hablar rápido, expresivo y a profundidad. El 2000 lanzó “Latinoamérica, las cifras de la infamia!” en 127 págs con reflexiones permanentes sobre la terrible debacle que se ha abatido sobre Latinoamérica tras la destrucción de la Unión Soviética, pues el imperialismo de los Estados Unidos sin ningún tipo de control internacional y a través de una política mal llamada neoliberal, ha tugurizado a estas naciones a través de las continuas exigencias del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional que cada vez más aplican fórmulas de miseria a los gobiernos títeres de estos países.
El 2001 ha editado “Para discutir y conocer la historia” en 97 págs. un compromiso de notas marginales sobre el culto a los héroes, la imposición de anacronismos, la investigación y comprensión de la historia, la conciencia histórica e identidad social, el fin pedagógico de la historia, el discurso histórico etc. presentando nuevas posibilidades con su poderosa inteligencia abstracta en permanente afán de descubrimiento y de observación de la humanidad en
todas sus posibilidades y perspectivas. El 2005 le visité en su departamento para invitarle personalmente al lanzamiento de una obra genealógica del Fernando Jurado Noboa en el Club de la Unión, donde consta su biografía, su retrato y los nombres de muchos de sus antepasados. El día señalado no se presentó al acto, ni se disculpó después, supe por terceras personas que su inasistencia y malacrianza se debían a un orgullo absurdo de su parte, pues “los verdaderos socialistas no deben concurrir a sitios de postín” (sic) peor para él pues se quedó sin la medalla conmemorativa y el ejemplar de lujo que se le tenía preparado. De allí en adelante solo nos hemos vuelto a ver en los cementerios cuando fallece un amigo común y supongo que a esta clase de eventos si pueden asistir los verdaderos socialistas.