CANDIDATO A LA PRESIDENCIA. Nació en Cuenca el 24 de Junio de 1858. Hijo legítimo del Dr. José Rafael Arízaga Machuca, abogado y escritor, Ministro de la Corte Superior de Justicia, Gobernador del Azuay, Diputado y Ministro de Hacienda en 1876, de quien su hijo diría “tú, mi maestro, mi mejor amigo / mi estímulo en el bien, edificante / luz a mi duda, a mi orfandad abrigo // cuya biografía puede verse en este diccionario, y de su prima segunda Isabel Machuca y Anda, hija del Coronel Alejandro Vargas – Machuca, prócer de la Independencia, cuencanos.
Estudió las primeras letras en su hogar, fue alumno de los padres jesuitas en el Seminario de Cuenca, donde leyó a los clásicos latinos, aprendió lenguas vivas y muertas y formó parte del Liceo de la Juventud que dirigía el padre Julio Matovelle.
En 1874 publicó en Guayaquil sus primeros versos en “La Nueva Era” de Federico Proaño y Miguel Valverde. Allí salió “A una rosa marchita” anunciándose como poeta y tenía solo diez y seis años. En 1876 tomó las armas con otros jóvenes cuencanos en defensa del régimen constitucional del presidente Antonio Borrero, peleó en el combate de Galte, donde fueron derrotados. Su padre tuvo que salir al exilio y la pobreza se hizo notar en su hogar. Entonces inició sus estudios de Derecho en la Universidad de Cuenca. El 81 colaboró en “El Correo del Azuay” y el 84 en “El Independiente”. En 1882 se incorporó de Abogado. El 83 contrajo nupcias con Lastenia Toral Malo, tuvieron un hogar feliz y doce hijos. El 87 asistió al Congreso como diputado por el Azuay y “defendió con manifiesta hombría la conveniencia de suprimir la pena de muerte para los delitos políticos” pues creía que dicha pena no servía para aplacar las revoluciones ni tranquilizar los ánimos, sino, muy por el contrario, para cometer crímenes en nombre del Estado y alterar las pasiones públicas. Mas, llegado el momento de la votación, solo salvó el voto, posiblemente para no contradecir a la mayoría. El 88 volvió de diputado y el 90 ocupó la Vicepresidencia de esa Cámara.
En 1890 colaboró en “La Gaceta Cuencana”. El 92 aparecieron en la “Antología de poetas ecuatorianos” sus composiciones “A Bordo”, “El Genio” y “En la muerte de mi padre”. Desde esos años residía con su esposa e hijos en Guayaquil y tenía su estudio de abogado en el mismo edificio que el Dr. José Luis Tamayo. Allí practicaban varios estudiantes, entre ellos Rafael H. de Elizalde Gómez que se convirtió en uno de sus mejores amigos.
En Julio del 93 escribió “Últimos pensamientos de Dolores Veintimilla”, para la revista La Unión Literaria. En mayo del 95 apoyó la candidatura presidencial de Darío Morla y al triunfar la revolución liberal del 5 de junio viajó a Cuenca y abrió su estudio profesional, haciendo política conservadora.
El 16 de mayo de 1896 lanzó una hoja suelta titulada “Para la Historia”, declarando que por no haber libertad electoral se retiraba de la lucha política. Eso exacerbó los ánimos y el día 23 estalló una revuelta que fracasó tras corto tiroteo y como la agitación continuaba en el Azuay, fue apresado en Julio por el Coronel León Valles Franco y al triunfar el 5 de ese mes la insurrección conservadora del Coronel Antonio Vega, fue electo Jefe Civil y Militar del Azuay, pero solo pudo gobernar pocos días, pues casi enseguida se abrieron las operaciones militares. En agosto creyó que los liberales atacarían Cuenca por la zona de Balzay en contra del parecer de Vega y cuando el 23 de agosto entró el ejército alfarista en triunfo, ya perdido el mando pasó a la clandestinidad y una quinta de su propiedad fue saqueada y destruida cerca de Cuenca.
En 1897 expuso su opinión Jurídica sobre las inconveniencias del proyecto de contrato del ejecutivo con el Ing. Archer Harmann. El 98 fue electo diputado al Congreso por la provincia del Cañar. Otros conservadores salieron por el Azuay, entre ellos Honorato Vásquez, Remigio Crespo Toral y Juan de Dios Corral. Al arribar a Ambato fueron abucheados por la multitud y en Quito sufrieron desplantes.
Durante el período de sesiones apoyó la proposición del Dr. Luís Felipe Borja para que se llamara primero y luego se interpele al Ministro de Hacienda, Rafael Gómez de la Torre, quien no había presentado a tiempo su Memoria. A la siguiente sesión soportó los denuestos de las barras hostiles del gobierno. Posteriormente defendió la vigencia del Concordato y a los colegios seminarios, se opuso al proyecto Harmann de formar una compañía de capitales en el exterior para financiar la construcción del ferrocarril transandino Quito – Guayaquil y fue quien pidió que se forme una comisión que hable con Harmann y se reforme el contrato de junio del 97. En su posición contraria al ferrocarril, demoró la ejecución de tan magna obra, que finalmente culminó en 1908 para bien del país.
En diciembre se sumó a los hombres de David Neira y Luís Fidel Lazo, atacaron la guarnición de Cuenca y fueron derrotados por el General Manuel Antonio Franco. Igualmente se vio comprometido en el intento de formar un Gobierno triunviral con los progresistas José María Sáenz y Miguel S. Seminario, fue perseguido y tuvo que expatriarse a Lima, donde tradujo la poesía “El Cuervo” de Edgar Alan Poe, las estrofas de Wittier a la muerte del Libertador Bolívar, y publicó el folleto “Situación Política del Ecuador” que circuló en Perú y Ecuador y fue muy comentado.
En 1901 estaba nuevamente trabajando de abogado en Guayaquil en goce de la amnistía decretada por el presidente
Leonidas Plaza. Ese año ingresó a la Academia ecuatoriana de la Lengua con sede en Quito.
En 1909 volvió al Senado representando al Azuay y durante una discusión parlamentaria Roberto Andrade acusó severamente a la dictadura de García Moreno, que fue defendida por Arízaga con ardor y que para herir a Andrade terminó pidiendo la cárcel para sus asesinos, pero fue replicado con causticidad, por Andrade, en el sentido de que la alusión le tenía sin cuidado y graciosamente argumentó diciendo que si no hubiera muerto el tirano, ni el mismo Dr. Arízaga estaría hablando, pues hombre íntegro como era, ya lo hubiera mandado a fusilar. Luego aludió a un artículo del Dr. Pedro Pablo Jijón, aparecido en El Tiempo de Guayaquil, donde se decía que el padre de Arízaga, a pesar de ser conservador, se había comprometido con otros sujetos de ese partido en el tiranicidio. Esto hizo que Arízaga se violentara parándose para castigar a Andrade y la sesión terminó a capazos. A la salida se fueron a las manos en los pasillos de la secretaría, el boche se repartió por toda la ciudad con gritos y cierra puertas, después hubo aclaraciones por la prensa, Arízaga quedó mal parado pues era una verdad innegable que su padre no solo había sido contrario al despotismo garciano sino también uno de sus opositores y participando en la conjura.
Ese año tomó la palabra durante la colocación de una placa en Quito. Asistía como invitado al homenaje en honor al Arzobispo González Suárez y al terminar su intervención el Dr. Luís Felipe Borja, padre, numerosas personas pidieron que hable Arízaga, quien improvisó casi un cuarto de hora con notable éxito, haciendo la apología del Arzobispo, de la casa en que había nacido y del citado Dr. Borja.
En 1910 polemizó con el ex canciller Miguel Valverde que escribía en “El Correo del Guayas” sobre asuntos limítrofes y asesoró a su amigo Honorato Vázquez durante las negociaciones del Laudo Arbitral ante el rey Alfonso XIII de España.
Al producirse el rompimiento de relaciones con el Perú el presidente Alfaro le designó Ministro plenipotenciario en Washington, en reemplazo del Dr. Luís Felipe Carbo y Amador, que fue trasladado a Caracas. Su dominio del inglés, así como del francés, latín y portugués, le permitieron jugar un buen papel en los Estados Unidos. El presidente William Taft fue su amigo y asombrado se preguntaba porqué Arízaga no había ocupado la primera magistratura de su país, para la que estaba tan bien dotado de inteligencia, conocimientos y patriotismo. Meses más tarde con Arízaga se inició la llamada Fórmula Mixta, para arreglar nuestras diferencias con el Perú.
En 1915 era miembro de la Junta Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores y abogado consultor de la Cancillería. El Partido Conservador, motivado por la todopoderosa Cooperativa de Abastos formada por Alberto Acosta Soberón, Moisés Luna Yépes, Manuel Elicio Flores Torres y respaldados por Jacinto Jijón y Caamaño y Manuel Sotomayor – Luna y Orejuela, a quienes el pueblo llamaba los Republicanos porque editaban un periódico de combate doctrinario con ese nombre, presentó una lista de personalidades dignas de ocupar la presidencia de la República formada por Rafael María Arízaga, Carlos Alberto Aguirre Ferruzola y Lautaro Aspiazu Sedeño, los dos últimos eran guayaquileños y pasaban por liberales moderados y habiéndose llevado el asunto a votación, salió candidatizado Arízaga, quien lanzó un manifiesto desde Guayaquil, ciudad de su residencia, pero en las votaciones triunfó ampliamente el candidato liberal oficialista Alfredo Baquerizo Moreno, que además contaba con el apoyo del Banco Comercial y Agrícola.
Unía a su prestigio de abogado honorable y sapiente, la fama de tener un carácter férreo y mucha personalidad. Su oratoria le distinguía. Era “ático, elegante en el decir, abundoso en el concepto, sentencioso en la expresión, tan pulcro como gallardo siempre y dueño del buen gusto en la elocuencia magistral, arrebataba a la muchedumbre que le oía, plena de admiración y encanto”, sin embargo, ciertos resabios decimonónicos influyeron notablemente para coartarle el triunfo de su carrera política pues era inflexible en lo tocante a la materia religiosa y negaba la soberanía de los estados frente al poder de la Santa Sede, practicando estas doctrinas con fe ciega, rayana en fanatismo.
Después de las elecciones y posiblemente despechado de los vaivenes de la política, decidió regresar definitivamente a Cuenca, donde instaló su estudio profesional. En 1917 tomó la palabra durante la coronación de Remigio Crespo Toral. El 20 publicó “Blasones y estandartes de Cuenca” aportando datos sobre el verdadero y exacto estandarte de esa ciudad. Ese año fue mantenedor de la Fiesta de la Lira.
Era presidente del directorio del Banco del Azuay, Director honorario del partido Conservador y miembro del Centro de Estudios Históricos y Geográficos del Azuay, en cuyo desempeño escribió una breve biografía de su abuelo el Coronel Alejandro Vargas Machuca y dictó una conferencia sobre la Colonización del oriente. En 1922 fue designado Ministro Plenipotenciario en el Brasil en reemplazo del Dr. Víctor Manuel Rendón que no pudo viajar por un derrame cerebral sufrido meses antes. Arízaga se embarcó en Guayaquil a principios del 23 y se dirigió primeramente a Chile, participando entre marzo y abril como Delegado a la V Conferencia Internacional Americana y tuvo el honor de llevar la palabra a nombre de los asistentes en la velada final.
Estando en Río de Janeiro supo la noticia del fallecimiento de su hijo Alejandro, a causa de tuberculosis, quien se encontraba retirado para hacerse sacerdote redentorista. Dicho acontecimiento aumentó su religiosidad. Rezaba diariamente acompañado de su esposa el oficio parvo de la Virgen y durante las temporadas que vivía en Cuencas acostumbraba realizar un curso de ejercicios espirituales en la casa de los padres redentoristas.
En 1925 volvió a su Patria y moderó los ánimos de los jóvenes conservadores concurrentes a la Asamblea del partido ese año, que querían luchar abiertamente contra la revolución Juliana. El 26 formó parte de la Comisión revisora de leyes y fue vocal de la minoría en el proyecto de Constitución.
En 1932 fue designado por el Presidente Baquerizo Moreno, miembro de la Comisión Revisora de Leyes, pronunció el discurso de Orden en el centenario del nacimiento del Dr. Pedro Fermín Cevallos, colocó la primera piedra del monumento a Cristo Rey en la colina de Cullca y el Papa Pío XI le nombró Caballero Comendador de la Orden de San Gregorio Magno.
De allí en adelante su salud comenzó a declinar notablemente, dejó de salir a la calle y falleció a los setenta y cinco años de edad en la hacienda Shuquipata cercana a Cuenca, el 8 de agosto de 1933, a consecuencia de un edema pulmonar y en medio de la consternación ciudadana. Se dijo que había muerto un patricio romano en el austero servicio de la República y un glorioso defensor de la fe. Poco después se publicó una Corona Fúnebre en su Memoria.
Personas que le llegaron a tratar me han asegurado que a pesar de su continente duro, jamás le escucharon palabras descompuestas u obscenas De gran plantaje físico, medía seis pies de altura, era amplio de hombros y muy varonil. “Su cabeza bronceada, frente espaciosa, abundante cabellera, pelo grueso echado hacia atrás”. Su amigo Rafael H. de Elizalde cuenta en la Corona Fúnebre que cierto día que paseaba por las avenidas de Washington, al verlo un fotógrafo exclamó en tono admirativo “bello ejemplar de indio”.
Entre 1958 y el 64 se publicaron sus Obras Completas en Cuenca divididas en cuatro volúmenes dedicados a sus Estudios históricos y literarios, jurídicos, labores legislativas y escritos políticos, allí consta que dos veces se excusó de ser Ministro de la Corte Suprema de Justicia.