En 1760 el Rey Carlos III de España obtuvo de las Cortes que declaren patrona del reino a la Virgen María en el misterio de la Inmaculada Concepción y ordenó a las Universidades que sólo expidan grados en favor de los estudiantes que hubieren jurado defender el bello misterio de «La concepción Purísima». En 1761 declaró a la Inmaculada por universal abogada de España y sus colonias y cuando ocurrió el fallecimiento de su hijo el niño Francisco Javier de Borbón, el menor de los trece que tenía en matrimonio con la reina María Amalia de Sajonia con quién se llevaba admirablemente bien, se apenó con tan vivo dolor, que no encontraba lenitivo alguno y sólo se reanimó en Septiembre con el nacimiento de su primer nieto el Infante Carlos, primogénito de los Príncipes de Asturias, por eso el 10 de Octubre se anunció en la «Gaceta de Madrid» que era tanto el gozo del rey que había decidido instituir una corporación de caballeros con el nombre de «Real y Distinguida Orden de Carlos III.
Tras la cuarentena de rigor la parturienta asistió a la primera misa, su suegro el Rey hizo publicar el estatuto de creación de la nueva Orden, el 7 de diciembre designó al Cardenal Francisco Antonio de Lorenzana Gran Canciller, reservándose la calidad de Jefe y Gran Maestre. El sello o Escudo de la Orden era un ovalo con la figura de la Virgen Inmaculada, vestida de túnica blanca y manto celeste. En los bordes la cruz tenía ocho brazos terminados en globos lisos, todo de oro, esmaltado en celeste y blanco.
El 2 de junio de 1804 su hijo el rey Carlos IV reglamentó el uso de Uniformes, Condecoraciones, Insignias, Capítulos, Juramentos, Ceremonial y otros asuntos como una escarapela celeste y blanca que debía llevarse en el pecho. En 1810 los miembros la usaban diariamente en Buenos Aires y el General Manuel Belgrano, al declararse el 2 de Mayo la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, tomó los colores celeste y blanco para la bandera insurgente que se compuso de tres franjas horizontales, dos celestes y una blanca. Años después, en febrero de 1816, Guayaquil sufrió la invasión armada de la flotilla del Almirante Guillermo Brown corsario al servicio de dichas Provincias y tuvimos la oportunidad de conocer la bandera insurgente o de la libertad
El padre José María Jouanen S. J. ha publicado que a las diez de la mañana del lunes 9 de Octubre de 1.820 “la bella” Ana Garaycoa (esposa de José de Villamil) asomandose a los corredores de su casa lanzó la bandera que había estado confeccionando en secreto, compuesta de cinco franjas horizontales, tres celestes y dos blancas, y que recogida por el pueblo que pasaba hacia el edificio del Cabildo en ruidosa manifestación y vivando a la Patria, fue llevada a la sesión ampliada donde se declaró la independencia, Villamil en su Reseña dice que al día siguiente y por disposición de la Junta de Gobierno se envió la goleta Alcance para notificar la feliz novedad al General San Martín quien se encontraba con su ejército en las costas peruanas. La goleta desplegaba la bandera celeste y blanca de Guayaquil independiente.
Resumiendo: la bandera guayaquileña fue tomada de la argentina y ésta a su vez de la escarapela celeste y blanca de la Orden de Carlos III, que se inspiró en los colores del manto y la túnica de la Inmaculada Concepción pintada en el siglo XVII por Murillo.