PROCER.-Nació en Guayaquil el 25 de Junio de 1768 y fue bautizado en la Iglesia matriz el 2 de Julio de ese año. Hijo legítimo de Manuela de Lavayen y Santistevan, guayaquileña, que viuda de Bejarano casó en segundas nupcias con el Capitán Gerónimo Arenas y de la Huerta, natural del lugar de Poo, en Asturias, España.
Su familia habitaba en Ciudavieja, en 1783, obtuvo un Certificado de Buena Conducta del Párroco de la iglesia de la Pura y Limpia Concepción de María, Dr. Ignacio de Olazo y Maruri y viajó de quince años a Quito.
En la capital debió seguir un expediente en la Curia eclesiástica para ingresar como seminarista al Colegio de San Luis, donde recibió las cuatro órdenes menores para hacerse clérigo. Era totalmente introvertido pues nunca paseaba acompañado ni tenía amistad alguna. Vivía en casa del comerciante Fernando Salcedo que notó en él su vida cristiana y abstracción de toda amistad. Posteriormente fue colegial del Real de San Fernando y en la Universidad de Santo Tomás obtuvo el bachillerato en ambos derechos: Civil y Canónico. El 93 murió su padre. Abogado en 1 796, de veinte y ocho años, sacó su matrícula en la Audiencia, el 16 de agosto de ese año.
El 3 de mayo de 1800 contrajo matrimonio en Quito – a disgusto de los Lasso – con Nicolasa Lasso y Borja y tuvieron cuatro hijas: Bárbara, que casó en 1819 con el Comandante Manuel María Buendía, Prócer de la Independencia, con sucesión; Josefina y Manuela murieron niñas, y Antonia Arenas y Lasso, soltera. El Dr. Fernando Jurado Noboa ha anotado que doña Nicolasa era muy bella y que su tío el Dr. Antonio Lasso y Sandoval, Párroco de Santa Bárbara, le ofreció en dote algún dinero pero que no cumplió, siendo demandado por Arenas, a quien se veía paseando y dando vueltas a los corredores del Palacio Episcopal con las acciones y ademanes de un verdadero loco…públicamente se le veía caminar hablando consigo mismo.
Vivía entre 1801 y el 2 en la casa parroquial de Santa Bárbara y luego se trasladó a la calle del chorro de Santa Catalina (actuales Montúfar y Espejo) donde tuvo lugar varias de las reuniones de los próceres. En 1805 fue designado Profesor de Derecho por el Presidente de la Audiencia, Barón de Carondelet.
Ya era famoso por sus “producciones insultativas” y por su andar por las calles todo confundido y hablando solo, también tenía por costumbre pasarse sin saludar. Su hermano el Coronel Bejarano le había hecho inclinar por las ideas patriotas, pero era tanto su odio a los franceses que llegó a decir que si ellos dominaban España sería capaz de matar a sus propias hijas.
Entonces quiso obtener la independencia de Guayaquil y con tal objeto arregló la entrevista de su hermano Jacinto de Bejarano y Lavayen con el prócer quiteño Juan de Dios Morales, celebrada entre Morales y Vicente Rocafuerte Bejarano. El primero quería la revolución inmediata y el segundo pensaba que serían las Logias Masónicas las encargadas de su realización. Las conversaciones se celebraron en la hacienda “Naranjito” propiedad de la familia en la costa; más, todo intento subversivo fracasó por las enérgicas medidas adoptadas por el Gobernador de Guayaquil, Coronel Bartolomé Cucalón y Villamayor, que incomunicó en sus domicilios a Bejarano y a su sobrino Vicente Rocafuerte.
En la navidad de 1808 participó en la reunión celebrada en la quinta de los Chillos propiedad del Marqués de Selva Alegre, después en las célebres reuniones del 7, 8 y 9 de agosto en casa del Dr. Javier Ascázubi en las cuatro esquinas.
En la noche del 9 de agosto de 1809 asistió a la Junta Patriótica convocada en casa de Manuela Cañizares y estuvo entre los que, en la madrugada proclamaron la creación de una Junta de Gobierno presidida por Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre, fue designado Auditor de Guerra con honores de Teniente Coronel y un milquinientos pesos de sueldo al año, pero solo lograría devengar los primeros cuatro meses. Era más bien pobre, necesitaba sueldos. Su nombramiento posiblemente se debió para que pudiera controlar al Coronel Juan Salinas, conocido por su vehemencia en el obrar.
Al disolver el movimiento fue apresado y llevado a un calabozo húmedo y oscuro del Cuartel Real de Lima, donde por lo menos dos noches no dejó dormir al resto de los presos pues estaba totalmente perdida su razón, tras lo cual se lo pasó a un calabozo bajo donde repitió las escenas de violencia, atemorizando a sus compañeros de celda que recelaban de él.
El 14 de diciembre declaró ante las autoridades realistas que había actuado de buena fe, que estaba seguro que los franceses querían degollarlos y se afirmó como realista. Su esposa presentó un alegato con varios testigos diciendo que su marido estaba loco, que hablaba solo, que era hipocondríaco, melancólico y apartado del trato social de las gentes. El 16 de mayo de 1810 volvió su esposa con otro alegato: De repente tiene mi marido unos arrebatos furiosos, paseándose solo, con manoteos de manos y otros ademanes. El Psiquiatra Doctor Jurado Noboa opina que Arenas debió ser un hombre con notables dificultades en las relaciones con los demás y que podía llegar a los soliloquios.
Igualmente se dice en los procesos que desde antes de la revolución Arenas vivía solo y en un cuarto, es decir, que estaba separado de su esposa, lo cual parece improbable.
En Julio de 1810 se reportó que estaba preso en el noveno cuarto con el Dr. Ascázubi y Nicolás Aguilera, en cuyo interior murió con grillos, asesinado a las 2 de la tarde del fatídico 2 de agosto de 1810, a consecuencia de varias heridas en el pecho y ninguna en la cabeza y fue sepultado en una de las dos capillas que existían en el pretil de San Francisco, según reza su partida de defunción anotada por el padre José Corella. Iba a cumplir cuarenta y dos años de edad.