ANGULO VILLAGOMEZ MANUEL

POLITICO.- Nació en Quito el 11 de Noviembre de 1802. Hijo de Agustín Angulo Ante, natural de Popayán, minero que pasó a Quito a principios de 1801 y formó familia con Salvadora Villagómez Benavídes. Ella a su vez era hija del famoso sacerdote Francisco Benavídes y Vargas, Cura realista en Guaranda, vencedor de los patriotas en 1821 en la batalla de Tanizahua y uno de los que mandó a fusilar al vencido Teniente Coronel José García y Zaldúa, cuya cabeza cortada fue enviada a Quito, donde el Presidente Toribio Montes la tuvo varios meses expuesta en una jaula de hierro y a la vista del público hasta que se secó y fue enterrada. Una de las manos también fue cortada y permaneció varios meses colgada en las ramas de un capulí que crecía en los alrededores de Guaranda, que por eso fue llamado Capulí Allamaqui, es decir, sangriento, hasta que en 1956 los partidarios del candidato presidencial conservador lo secaron arrojándole a las raíces sustancias tóxicas para terminar con tan trágica como vergonzosa historia de los tiempos de la independencia.

En 1803 su padre casó con Josefa Sáenz del Campo, payanesa, quien le crió al niño de meses, como si fuera su hijo. A su vez ella era hija del Regidor del Cabildo José María Sáenz de Vergara Yedra y por lo tanto media hermana de Manuela Sáenz Aizpuru.

En 1807 murió su padre don Agustín Angulo y Ante, al año siguiente su viuda doña Josefa Sáenz del Campo casó con el Dr. Francisco Manzanos del Castillo, andaluz, Oidor de la Audiencia y al estallar la revolución del 10 de Agosto de 1809 ella fue recluida en el Convento de la Concepción y él en la Cárcel de Quito pero cuando se disolvió la Junta en Octubre de ese año ambos recobraron la libertad y el Oidor se dedicó a la ingrata tarea de perseguir y apresar a los próceres a los que se mantuvo con grillos en las piernas dentro del cuartel Real de Lima. Tras los asesinatos del 2 de Agosto de 1810 y la llegada del Enviado Regio Carlos Montúfar doña Josefa logró huir de Quito y se sumó a las huestes realistas participando en la campaña militar contra los patriotas. El 2 de Septiembre de 1812 fue de las primeras en entrar en Mocha tras la derrota de las fuerzas del Coronel Feliciano Checa y Barba. Y subido a la torre de la iglesia tocó las campanas (la Joaquína y la Manuela) y tremoló perdón real. En 1813 ayudó a recobrar Quito a favor del Rey, fue reconocida como la heroína de Quito y obtuvo de Fernando VII en premio a su lealtad y a sus valiosos servicios un Escudo de Armas. Con la batalla del Pichincha del 24 de Mayo de 1822 se embarcó junto a su esposo con destino a Cádiz donde se establecieron y allí nació su hijo único Simón Manzanos y Sáenz quien siguió la carrera de funcionario público en dicho país.

Todos estos años fueron agitados por las actividades políticas de sus padres adoptivos los esposos Manzanos Sáenz pero al finalizar la campaña de 1812 y restablecida la paz en Quito, el joven Angulo comenzó sus estudios de Matemáticas y Latín en el Colegio de San Luis. En 1818 se graduó de Bachiller en Filosofía y pasó al Seminario con el ánimo de hacerse Clérigo como era el deseo de su madrastra y fue alumno de los Dres. Joaquín Miguel de Araujo en Teología y Bernardo León y Carcelén en Cánones. En 1823 optó la Licenciatura. Ya su madrastra habíase alejado del país definitivamente pero el joven Angulo no quiso acompañarla; quizá por su personalidad algo tímida prefirió quedarse en el país, ya fuere porque no deseaba ser una carga económica para su padrastro o tal vez porque se encontraba muy a gusto viviendo en el Seminario.

En 1826 estudió Derecho y por sus conocimientos de Matemáticas trabajó como Agrimensor del Cabildo de Quito. En tal calidad recibió las obras escritas y las Cartas Geográficas dejadas por el fallecido Anastasio de Guzmán y Abreu sobre la zona de las montañas de los Llanganati y los ríos Patate y Pastaza, que depositó en la Universidad, conservando algunas que a su muerte pasaron a un hijo suyo que era Canónigo.

Era de índole benévola y servicial, dulce de carácter y lleno de buenas cualidades. En 1828 comenzó a enseñar Filosofía en el Convictorio de San Fernando y desde el 30 dictó el curso de Filosofía en la Universidad y obtuvo el título de abogado. De allí en adelante, merced a nuevas amistades, principió a girar en el círculo de liberales nacionalistas que se empezaba a formar en Quito con el Coronel Francisco Hall y cambió sus ideas políticas, no así las religiosas que le acompañaron hasta la tumba pues nunca dejó de ser un fervoroso y practicante católico, prototipo del profesional inteligente, estudioso, solterón y retraído que no gustaba sonreír y en un examen público de matemáticas cometió un error en el pizarrón y fue corregido por su alumno Gabriel García Moreno. Años después, otro alumno le describió “Angulo, el sabio maestro que ocultaba su fondo de blandura tras la careta de un rostro adusto del que estaba ausente la sonrisa…quizá por el hecho tristísimo de haber sido abandonado por su madre y de haber visto partir a sus seres más queridos a la lejana España, digo yo.

En 1835 tuvo un hijo natural, el 38 tuvo una hija: el 39, a los treinta y siete años de edad, contrajo nupcias con Isabel Villamagán Armijos. El 43 fue miembro de la Sociedad Philotécnica, en la que figuraban numerosos jóvenes antifloreanos de la capital, entre ellos Manuel Guerrero, Gabriel García Moreno, Roberto Ascázubi Matheu, etc y cuando se planeó el asesinato del presidente Juan José Flores, propuesto por García Moreno, que era el más exaltado de todos, se opuso al tiranicidio.

Con el triunfo de la revolución del 6 de Marzo de 1845 fue electo Diputado por Pichincha, concurrió a la Convención Nacional de Cuenca y lució como orador con el diputado Pio Bravo Vallejo y Cobos, sosteniendo la tesis de que era preciso mantener los tratados de la Virginia y el peligroso error que se cometía con su desahucio. Acababa de enviudar y contrajo segundas nupcias con Natalia Monsalve Cárdenas oriunda de Cuenca en quien tendrá una larga familia compuesta de ocho hijos.

I llegado el momento de la votación para elegir al nuevo Presidente de la República, surgió de improviso la candidatura del Dr. José Joaquín de Olmedo apoyada por Rocafuerte, para oponerse a la de Vicente Ramón Roca, quien venía trabajando la suya tiempo atrás y tenía prácticamente la mayoría requerida de los votos. En dichas circunstancias, como la constitución exigía las dos terceras partes, ninguno de los candidatos lograba tal mayoría, faltándole solamente un voto a Roca, siendo necesario repetir las votaciones durante varios días, hasta que el Diputado José María Vallejo Mendoza de Guayaquil, viendo la necesidad de terminar con tan delicado asunto que ponía en peligro la estabilidad política de la República, volteó su voto en favor de Roca, que salió electo.

A consecuencia de este triunfo, el joven e irascible Gabriel García Moreno, meses más tarde, en 1846, desde el periódiquico “El Zurriago” que solo salió cinco veces, se dedicó a la ingrata tarea de insultar de la manera más soez a los diputados roquistas. A su antiguo profesor Angulo, hombre de recto criterio y probada solvencia moral, le calificó de hipócrita porque siendo liberal formó filas con el elemento clerical y conservador de la Convención… El padre Redentorista Alfonso Berthe en su biografía de García Moreno publicada en Paris en 1882, al tratar este punto de la vida de su “vengador y mártir del Derecho Cristiano” aseguró sin fundamento alguno que Angulo se vendió al partido de Roca por interés, pues fue premiado con el nombramiento de Rector lego de la Universidad de Quito y que afectaba ser un sujeto piadoso solo exteriormente. Lo primero es una falsedad, lo segundo una calumnia, al decir de Antonio Borrero en su Refutación a la obra mentirosa de Berthe.

En la Asamblea Constituyente de 1846 saliendo de su línea liberal votó en contra del proyecto que hacía constar el derecho del Patronato como inherente a la Soberanía de los nuevos estados latinoamericanos. En esta línea apoyó al Obispo de Botrén, José Miguel Carrión y a otros diputados conservadores como el Cura Andrés Villamagán.

Entre 1846 y el 48 dirigió la Casa de la Moneda en Quito y fue Senador por Loja hasta el 49. Entre el 50 y el 52 Diputado por Imbabura a la Asamblea Nacional de 1852. Al discutirse por primera ocasión en nuestra historia republicana si la religión católica debía seguir en la Constitución como la oficial del estado, Pedro Moncayo, que presidía tan magna corporación, presentó la moción de reforma, indicando que las ideas religiosas pertenecían al fuero interno de cada individuo y que no tocaba al legislador imponer una creencia o religión oficial. Angulo replicó largamente, abundando en razonamientos teológicos y canónicos y finalmente la moción fue negada por quince votos a trece, debido a la inasistencia de tres diputados que se habían comprometido a votar a favor y que no concurrieron por falta de personalidad para enrostrar el peso del fanatismo de las fuerzas clericales. Entonces se dio la nota cursi cuando Angulo, liberal y católico, se arrodilló delante de todos y dio gracias a Dios por el “triunfo de la religión” atrayéndose las burlas de los congresistas más caracterizados con dicho gesto pueblerino, innecesario y de mal gusto. Desde entonces su figura se volvió folklórica y fue motejado como el “Padre Angulo.” Poco después, al discutirse el derecho que tenían los jesuitas de permanecer en el país como simples religiosos particulares, les defendió apoyado en su colega Juan Bautista Vázquez.

Entre 1852 y el 53 fue Concejal de Quito y volvió a esas funciones entre el 56 y el 58 y en 1860. En 1853 regresó al Congreso como representante del Chimborazo. El 56 le tocó presidir el Concejo Cantonal de Quito.

En 1858 publicó para uso de sus alumnos un “Curso Elemental de Matemáticas Puras y de algunas partes de las mismas.” También se le conoce un texto de Algebra en dos ediciones de 1859 y de 1867 y a su muerte quedaron inéditas sus lecciones de Etica y de Derecho Natural que posiblemente se han perdido, de manera que Angulo puede ser considerado uno de los más antiguos pedagogos ecuatorianos que se dedicaron a escribir textos escolares y de colegio en nuestro país.

En 1858 sonó su nombre para Vicepresidente de la República pero la situación política se volvió álgida y finalmente no se llegaron a realizar las elecciones. Durante el triunvirato de García Moreno apoyó a su antiguo discípulo con quien le unía una cordial amistad a pesar de los insultos recibidos en “El Zurriago.”

En 1864 enseñó Matemáticas y ocupó el decanato de la recién creada Facultad de Ciencias, siendo electo miembro del Consejo Superior de Instrucción Pública. El 65 fue Ministro del Tribunal de Cuentas y Senador por Pichincha. Entonces ocurrió la invasión del general José María Urbina con quien había colaborado Angulo en los años cincuenta. García Moreno bajó a Guayaquil y derrotó a los liberales en aguas del canal de Jambelí, fusilando a los veintinueve prisioneros sin fórmula de juicio. De regreso impidió que el partido urbinista concurriera a las sesiones del Congreso. Angulo no había tenido parte en la invasión ni se le conocía que hubiera contactado a las fuerzas de Urbina, sin embargo fue enviado al destierro en Colombia, pero al llegar a Ibarra le fue permitido regresar a la capital por alguna valiosa influencia.

En 1867 terció para Senador por Pichincha y logró 1136 votos contra 442 de García Moreno, su más cercano seguidor. Practicado el escrutinio en el Concejo Cantonal, al día siguiente se reconsideró la designación, nulitó el escrutinio y declaró electo a García Moreno, la indignación fue general pues el fraude electoral estaba a la vista. Juan Montalvo denunció hecho tan escandaloso en el Número cuarto de su periódico “El Cosmopolita” y se burló del ex tirano con un cuentecillo que encajaba de perlas. Instalóse el Congreso bajo la presidencia de Pedro Carbo Noboa y al ser preguntado el secretario Mariano Mestanza si había quórum, respondió que no. Carbo insistió y Mestanza contestó que solo había treinta y nueve senadores y uno más que era espurio (García Moreno) El asunto pasó a discutirse y tras varias intervenciones de los honorables Antonio Mata Viten, Nicolás Espinosa Rivadeneira, Manuel Rodríguez – Parra Riofrío, se procedió a votar y García Moreno resultó rechazado, retirándose furioso.

Angulo fue declarado legalmente electo y actuó como Senador por Pichincha. Casi enseguida se presentaron una serie de quejas contra el Ministro del Interior Manuel Bustamante, yerno del presidente Jerónimo Carrión, oportunidad que aprovechó Angulo para relievar que el solo hecho de que se discutiera en la Cámara las conductas de los funcionarios, revelaba que la época actual no era la continuación de la anterior, refiriéndose concretamente al despótico gobierno de García Moreno. En esos momentos comenzaba a penetrar en el recinto uno de los batallones de línea acantonados en la capital. La actitud era hostil y se temió lo peor, Angulo ya no era joven pero demostró poseer energías en presencia del atropello. Otro viejo maestro, el latinista Buenaventura Proaño, le apoyó desde las barras gritando frases filosófico – patrióticas en latín. El incidente se solucionó favorablemente a altas horas de la noche pero continuó la pugna con el ejecutivo, hasta que el presidente Carrión fue prácticamente obligado a renunciar y lo subrogó el Dr. Javier Espinosa Espinosa, excelente persona y hombre de bien, pero no apto para las lides políticas por la poquedad de su carácter y porque acostumbraba actuar de conformidad con los consejos que le proporcionaba su confesor, sacerdote de la Orden Dominicana.

En 1868 salió elegido Presidente de la Cámara del Senado y firmó una adhesión a la candidatura presidencial del liberal Francisco X. de Aguirre Abad. Quizá por eso, al ocurrir el golpe revolucionario de García Moreno la noche del 17 de Enero de 1869, fue apresado en la tranquilidad de su casa. Igualmente cayeron detenidos el Canónigo Nicolás Rivadeneira que terminó expulsado al Amazonas, Javier Sáenz, los sacerdotes Borja y Herrera y varios liberales que se hallaban reunidos esa madrugada donde el Dr. José Cevallos Salvador. Angulo tenía sesenta y siete años de edad, por su naturaleza benigna no era sujeto peligroso y tras dos semanas entre rejas recobró su libertad.

Entonces fue acusado por el Dr. Manuel Polanco Camón, en sesión del Concejo capitalino, del feo delito de ser Jansenista por ciertas opiniones emitidas como pedagogo liberal, tuvo que defenderse y acudió con su querella ante el Arzobispo Ignacio Checa y Barba, quien era su amigo personal de algunos años y sabía cuan ortodoxa eran su fe y sus ideas en materia religiosa, por lo que dictó sentencia a favor, condenando a Polanco a ofrecerle disculpas públicas, pero el asunto se prestó a mofas y a chácharas.

El 12 de Febrero siguiente se suprimió la Universidad, quedó sin sus cátedras y se dedicó únicamente a su profesión. Vivía modestamente en la Imbabura y Mideros, casa propia que aún existe.

En 1873 posiblemente hizo las paces con el dictador y fue designado Presidente del Tribunal de Cuentas, permaneciendo hasta el 76. Este año fue uno de los tres Consejeros de Estado que le negaron al ejecutivo la autorización para declarar la República en estado de sitio. Poco después, aquejado de múltiples achaques, renunció para acogerse a la jubilación tras cuarenta y tres años de servicios.

Falleció en Quito el 19 de Agosto de 1877 de casi setenta y cinco años de edad, respetado por ser uno de los iniciadores de la doctrina liberal en el país y por muchos años miembro distinguido de nuestras legislaturas, pero jamás ocupó un Ministerio ni dirigió un partido. Se le considera uno de los más importantes liberales católicos de los años anteriores al garcianismo o terrorismo, época en la cual las pasiones se exacerbaron provocando violentas reacciones y dividiendo a los católicos.