ESCRITOR.- Nació el 17 de Marzo de 1 860 en la hacienda Monteredondo de su padre Benito Andrade cerca del pueblo de Guagua, estado de Cundinamarca, Nueva Granada (hoy Colombia) Fue el séptimo de una familia de doce hermanos.
Pasó sus primeros años en la hacienda y en 1873 fue llevado interno al Seminario Conciliar de Bogotá por su rector Bernardo Herrera Restrepo, aprendió a acolitar misas y el Prefecto General Alejandro Vargas apadrinó su confirmación que corrió a cargo del Arzobispo Dr. Vicente Arbeláez. Pronto fue escogido como miembro del Coro de la Catedral dirigido por el italiano Orestes Sindici y retornaba a la hacienda en las vacaciones anuales.
En 1876 se cerró el Seminario a consecuencia de la Guerra Civil, incorporándose como amanuense al Estado Mayor revolucionario, con el grado de Alférez del ejército Radical. En lo físico era de buena estatura, fuerte y tan desenvuelto que pasaba por audaz.
El 77 estudió en un Liceo de Neiva dirigido por una pareja de pedagogos alemanes. Entre el 78 y el 80 fue alumno – maestro con beca en la Escuela Normal de Institutores de Ibagué y descolló en matemáticas con el profesor Francisco Lobo Guerrero, graduándose el 11 de Noviembre de ese último año como maestro de Escuela Superior. Entonces fue Director Superior de Varones del Guamo, por nombramiento del Secretario de Gobierno de Tolima Miguel María Duran y dio comienzo a una brillante carrera en el magisterio.
Autodidacta, compraba libros, leía los de espiritismo de Alan Kardec y hasta llegó a sentirse médium. Para Alejandro Reyes escribía en el seminario “La Estrella de Tolima” con el anagrama “Danarde” que transformó después en “A de Nard”. Pronto polemizó con algunos escritores conservadores y por sus ideas radicales expuestas en la Escuela del Guamo fue acusado de hereje, ateo y masón en el diario conservador de su condiscípulo el Dr. José Joaquín Ortiz y a pesar de que le defendieron varios periódicos liberales perdió el empleo y en una balsa cargada de quina surcó el río Magdalena con su amigo Félix Antonio Duran hasta arribar a Honda y de allí en ferrocarril a Barranquilla y en vapor a Colón, donde se realizaban las obras del Canal transoceánico, intentando trabajar el algo útil, pero a causa de la fiebre amarilla prosiguió a San José de Costa Rica a fines de 1882.
El Dr. Modesto Garcés, Cónsul General de Colombia para la Repúblicas centroamericanas, le designó Secretario privado y hasta lo pidió de Canciller del Consulado, mas la imprevista muerte del Presidente Francisco Javier Zaldúa trastocó esos planes. Mientras tanto había adquirido con el Dr. Garcés el mobiliario para el Colegio Franco – Colombiano que pensaban inaugurar. Entonces ocurrió que su hermano mayor Rafael Quintín Andrade le fue a buscar para restituirlo a Colombia, donde le esperaba su madre con gran impaciencia.
Nuevamente en su tierra logró la dirección de la Escuela Superior de Campoalegre a solo veintiocho kilómetros de Neiva, fue candidatizado a miembro de la Asamblea del Tolima y salió electo pues dado su temperamento agitado, era uno de los más activos políticos de la zona. En 1884 fue Primer Inspector Escolar del Departamento del Tolima y aprobó la primera Cartilla adjetiva y práctica para la enseñanza simultánea de la lectura y la escritura que presentó su autor César E. Baquero.
A fines de año fue Alcalde de Guagua y Comandante Militar de la plaza por nombramiento de los revolucionarios radicales y pasó a El Gigante como Cuarto Ayudante del General Celiano Borrero. El 85 actuó contra el Presidente Rafael Núñez pero lo apresaron y con otros más le condujeron a La Plata y a Ibagué, donde fue conminado a salir del país. Aprestóse al destierro y en Campoalegre fue contratado por Marco Antonio Durán Borrero para trasportar varios jornaleros a la hacienda Clementina de propiedad de su hermano el Dr. Sixto Liborio Durán Borrero, en la costa ecuatoriana.
El 26 de Abril de 1886 hizo su arribo a Guayaquil y horas después a Babahoyo, recomendado a su paisano Julio González Tello, rico hacendado en esa jurisdicción, quien le empleó a sueldo y comisión. Meses después, para escapar a un mejor clima, prefirió viajar a Zaruma con Jacinto Marín, yerno de un amigo de confianza de González, donde se estableció con mercaderías fiadas en Guayaquil, garantizado por sus amigos González y Durán Ballén. También incursionó en el negocio de minas nuevas con el Ingeniero español Tito G. Sáenz de Tejada y Diez de Espada.
En 1888 visitó las ferias de Catacocha y Loja. Su paisano Enrique Valenzuela Pombo le ofreció la dirección del diario ‘’El Globo” y de una lavandería eléctrica que instaló en Guayaquil antes de partir a Europa; pero como pensó que mejor le iría en Buenos Aires, ciudad que por su desarrollo cultural ofrecía amplios panoramas, cambió su dinero por monedas extranjeras; en eso conoció a la joven zarumeña Domitila Molina Astudillo con quién casó el 26 de Abril de 1889, en el tercer aniversario de su arribo al país.
Después de la luna de miel, continuó con sus negocios en Zaruma, en ratos de ocio enviaba una colaboración semanal a “El Diario de Avisos” de Guayaquil y cuando el Presidente Rafael Núñez expulsó de Colombia a Eloy Alfaro, redactó una furibunda protesta que le dio fama de escritor radical y hasta mereció el comentario del “Diario Radical” de Caracas, propiedad de los escritores Juan de Dios Uribe y José María Vargas Vila.
En 1890 comenzaron a llegar los hijos aunque algunos murieron en tierna infancia. El Senador por Loja, Ramón Riofrío Carrión, le pidió que se naturalizara para darle la Jefatura Política del Cantón Zaruma pero no aceptó.
En 1891 gestionó capitales para proseguir el negocio de las minas nuevas que estaba denunciando en Quito. El 92 ayudó al Ab. Belisario Andrade Vicuña en la fundación del diario “El Empuje” en favor de la candidatura presidencial de Luís Cordero y pasó a revisar unos lavaderos de oro en Playa Rica, al norte de la provincia de Esmeraldas, administrados por capitales norteamericanos, que funcionaban con el sistema de gigantescos chorros de agua capaces con su fuerza de descuajar los bosques seculares de las riberas y dejar al descubierto los placeres y arenales auríferos. Estuvo en Limones, Santiago, Concepción y Esmeraldas, colaboró con el diario “El Tiempo” dirigido por José de Lapierre en Guayaquil y sufrió un ataque de perniciosa que le puso grave en Limones, pero le salvó un curandero paisano suyo.
Para reponer fuerzas, su médico, el liberal colombiano Dr. Víctor Manuel Pantza, le llevó a Machala, que gozaba de clima seco, aceptó ser profesor del Colegio 9 de Octubre y hasta dictó clases particulares a domicilio.
En 1893 fundó con sus paisanos Pantza y Abogado Carrasco, en una casa desocupada propiedad de Juan Ugarte, un Liceo particular. A fines de año una comisión de pasajeños le ofreció la Dirección de la Escuela Elemental de ese Cantón con setenta sucres mensuales más casa – habitación para sí y los suyos y aceptó para reunirse con su familia. Ese año falleció su segundo hijo, desempeñó la Secretaría Municipal y el Registro de Anotación de Hipotecas de El Pasaje. Todo en uno.
En Mayo de 1895 le comisionaron para obtener la adhesión de Zaruma a la causa liberal pero fracasó en el empeño y cuando triunfó la revolución en Guayaquil, viajó al puerto principal llamado por su amigo el Dr. Samuel T. Mora Martínez; ayudó también a Federico V. Reinel – que acababa de retornar del destierro – en su “Diario de Avisos” y consiguió trabajo como Contador de la botica y lechería de Juan Bautista Rolando Coello con ciento veinte sucres al mes de sueldo. Nuevamente colaboró para diversos periódicos a ocho sucres por artículo, sucediéndole las graciosas anécdotas de que por gastar bigote y patilla le confundieran con el periodista colombiano Juan Bautista Pérez y Soto, aborrecido por sus críticas a las obras montalvinas y sufrió varios equívocos.
En Agosto abrió campaña contra el Ministro Luis Felipe Carbo Amador, recordando su participación como Ministro de Hacienda en el asalto a las bóvedas del Banco del Ecuador en 1883. Después de varias gacetillas en “El Diario de Avisos” se armó una manifestación contra Carbo que tuvo que renunciar, pero sus numerosos parientes tomaron desquite, llovieron los anónimos contra el periódico y para evitar retaliaciones Reinel le mandó a vacacionar en Lima.
Mientras tanto numerosos líderes radicales llegaban a saludar a Alfaro. Los Generales Juan de Dios Uribe desde Centroamérica, Sergio Pérez de Colombia y Rafael Villegas de San José de Costa Rica. A todos visitó Andrade en el Hotel Colón de propiedad del italiano Camilo Drago y cuando volvió Alfaro tras su victoria en Gatazo y entrada en Quito, tuvo el gusto de conocerle. El Viejo Luchador le estrechó emocionadamente en sus brazos por su protesta pública de 1889 cuando le expulsaran de Colombia.
En Octubre dirigió el periódico “La Democracia” para defender los principios y acciones del ala radical del liberalismo. Por corto tiempo tuvo de colaborador a Roberto Andrade recién llegado de Quito. Para ayudarle consiguió que el Gobernador de Manabí, Coronel Zenón Sabando tras consultar a Alfaro, le designe Rector del Colegio Olmedo de Portoviejo, a donde viajó Andrade con su esposa e hijos.
“Entre mis buenos colaboradores descollaba el escritor panameño Dr. Manuel de Lozada Plisé… me había impuesto almorzar en su casa de las Peñas todos los domingos pero a fines de año la Policía prohibió salir de su casa a Lozada pues a causa de una gacetilla de Camilo Piedrahita, también su inmediato colaborador en “La Democracia”, contra el Intendente General de Policía Eduardo Hidalgo Arbeláez, se reunió una manifestación en la plaza de San Francisco y encaminada al diario pedía a grito el empastelamiento de la imprenta.
En el portal del frente del local les esperaba José María Concha Torres, Jefe del batallón Esmeraldas, con su gente rodilla en tierra y en actitud de disparar, de suerte que se logró disuadirles. El Intendente dispuso la captura de Reinel, Andrade y Piedrahita y consiguió que el Gobernador José María Carbo Aguirre ordene sus salidas del país. Andrade tenía una hijita enferma que logró recomendar a sus amigos los Dres. Felicísimo López y Pablo García Aguilera y partió a Lima, capital que ya conocía y donde disfrutaba de amistades valiosas.
Instalado en la casa de huéspedes “Nuevo Mundo” del girón de la Unión y alimentándose en el lujoso “Hotel Maury”, conoció al General Ignacio de Veintemilla. Los sábados visitaba a Augusto B. Leguía, Gerente de la Compañía de Seguros Sur – América. Diariamente conversaba con los periodistas Nicolás Augusto González, Clímaco Gómez Valdés, Andrés Avelino Arámbulo. Los hermanos Pedro y Francisco Darquea Luque le consiguieron el puesto de profesor e inspector de alumnos en un Internado con cincuenta y seis soles mensuales, hasta que cerca de los dos meses recibió un salvoconducto de Alfaro para volver al Ecuador no sin antes curarse una retención de orina con alquitrán de Guyot mezclado en agua.
De Lima pasó a Tumbes por mar y de allí siguió por tierra a Zaruma, a poner orden en sus negocios de minas nuevas, sobretodo en la Transvaal, la más valiosa, que terminó perdiendo y fue rematada por el Ing. Carlos Van Isschot. Entre 1896 y 1900 residió nuevamente en Zaruma, hizo cateos en las regiones cercanas, se internó en las selvas de Moromoro donde le tomaron varias veces las lluvias de invierno. Con el experto minero Manuel Toro realizó varias correrías por las hoyas de los ríos Luís y Guichiguichi cercanos a Tumbes y denunció dos filones auríferos con sus socios Marius Maulme Bellier de Guayaquil y Manuel de Jesús Muñoz Barrios. Antes había denunciado los lavaderos del río Amarillo y labrado el pozo de ordenanza cerca de Portovelo, que vendería a los ingenieros norteamericanos para que pudieran integrar la propiedad de todos los ricos lavaderes de Zaruma. Fue una época de intensa actividad y de aventuras.
Padecía de una dromomanía que no le permitía estarse quieto en ningún sitio por mucho tiempo. I como era muy simpático, culto e inteligente, caía bien a todos y conseguía empleos con gran facilidad.
En 1900 marchó a Guayaquil y habitó en el elegante hotel “Victoria” del malecón, propiedad del peruano Eduardo Barandearán. Su amigo Reinel le facilitó la buhardilla de “El Grito del Pueblo” para tenerle más cerca. También colaboraba para “El Tiempo” como subversivo colombiano pues en su patria había estallado la revolución contra el Presidente conservador Manuel Antonio Sanclemente y su Vicepresidente José Manuel Marroquin, entonces editó unas “Cuestiones Pedagógicas” en 123 págs. y se relacionó con el General Leonidas Plaza, a quien recomendó cuando viajó de Comandante Militar a Loja.
La revolución colombiana tomaba cuerpo y arribaron a Guayaquil los jefes Juan Jacobo Restrepo, José Cicerón Castillo y el Dr. Temístocles Rengifo y los ayudó consiguiendo con sus contactos en Quito mil quinientos rifles y ciento cincuenta mil tiros. En ello tuvieron activa participación Flavio Alfaro y José de Lapierre. El Presidente Alfaro donó treinta y dos mil sucres para adquirir a “Seminario Hnos.” un vaporcito provisto de planchas de acero en el casco y un cañón en la proa.
En Julio entregó el vapor y el armamento en la bahía de Tumaco al General Simón Chaux, que en retribución y agradecimiento le hizo General y quiso darle el mando, que Andrade rechazó por no ser militar, aunque de todas maneras tuvo que permanecer aguas adentro algún tiempo como Jefe Civil y Militar de las alzadas provincias de Mira con capital Tumaco y Núnez con capital Barbacoas.
En el ínterin, su Secretario Emiliano del Castillo intentó apoderarse del vapor ecuatoriano “Cotopaxi” que los había transportado; el complot fracasó a última hora porque el Capitán inglés y la tripulación ecuatoriana impidieron el abordaje de los colombianos, que se habían acercado en un barquito llamado “Gaitán”.
En Julio fue enviado a Quito por Reinel, a fin de recoger información política sobre las próximas elecciones presidenciales, los candidatos Manuel Benigno Cueva y José Peralta desistieron por falta de apoyo del ejecutivo y Andrade abrió campaña en “El Grito del Pueblo” a favor de su amigo el General Plaza, que logró la voluntad del caudillo y salió electo Presidente de la Cámara de Diputados. En 1901 arribó a Quito Eduardo Uribe, que se transformó en su amigo permanente y a diario visitaban al General Plaza, quien les recibía con toda confianza recostado en su dormitorio. La fama de Andrade de General triunfador en Tumaco y de revolucionario le abría todas las puertas, era el hombre del momento. El General Benjamín Herrera Uribe le designó representante del Partido liberal colombiano en el Ecuador, una especie de agente plenipotenciario. En Agosto ascendió Plaza a la presidencia de la República y lo envió de Profesor del Instituto Pedagógico creado en Cuenca y también colaboró en el periódico “El Porvenir” de esa ciudad. Al poco tiempo le cambió a la dirección del colegio de Bahía de Caráquez en reemplazo del normalista español Fernando Pons.
En 1902, dadas las dificultades económicas y pedagógicas encontradas en Bahía, regresó a Guayaquil; decisión que resintió a su protector el Presidente Plaza, que deseaba a toda costa el éxito de ese Colegio, ubicado en la zona donde había vivido la familia Plaza por muchos años.
La policía le vigilaba constantemente pues se temía en las altas esferas que organice nuevas aventuras bélicas y comprometiera la neutralidad del Ecuador con Colombia pues la revolución liberal había fracasado. Plaza demostraba con ello no ser tan romántico como su antecesor Alfaro, para quien todo movimiento liberal en los países americanos era como algo suyo. El Cónsul colombiano Manuel Padrón y el Ministro en Quito Emiliano Isaza le consideraban sujeto peligroso y llegaron a pedir en varias ocasiones su internamiento.
Reinel, enterado como siempre de todo asunto político, le previno insistentemente y para evitar algún contratiempo enojoso le envió de Agente de la Compañía de Seguros de Vida Sur – América a Cuenca, pero la ciudad no se encontraba aún preparada para negocios tan nuevos y fracasó en las colocaciones.
Era Comandante General de Armas del Azuay el General Julio Andrade, a quien agradó sobremanera las “Cuestione Pedagógicas” de su tocayo y le nombró Profesor de matemáticas del Colegio Nacional. Tan buena amistad hizo que a poco llegaran a compadrearse pues el General fue padrino de uno de los numerosos hijos del escritor.
En Cuenca la Pedagogía estaba muy atrasada y tuvo oportunidad de poner en práctica las nuevas normas con éxito tal, que el exigente crítico y pedagogo Dr. Tomás Rendón Solano le felicitó un día en la calle, haciendo pública su admiración.
En 1903 escribió para “El Grito del Pueblo” una serie de seis artículos sobre el Tratado del Canal y la secesión de Panamá que fueron leídos con fruición y causaron furor hasta en Bogotá. Para entonces había concluido unos folletos titulados: “Aritmética y guía para su enseñanza oral, objetiva y práctica” apareado por entregas en “El Grito del Pueblo” con un total de 45 págs. y “Gramática castellana y guía para su enseñanza natural, oral, objetiva y práctica,” también en entregas y en 64 págs. Ambas obritas pedagógicas aparecerían recién en 1904 en la revista oficial “Repertorio de Instrucción Pública”.
A fines de año, su nuevo compadre fue designado Ministro de Instrucción Pública, le llevó a Quito de Rector del Normal Juan Montalvo y fundó la revista pedagógica oficial “Repertorio de Instrucción Pública” que se repartía gratuitamente, se mandaba a los Ministerios sudamericanos de Instrucción Pública y fue utilizada por los maestros ecuatorianos con fines didascálicos.
En 1904 el General Andrade pasó de Plenipotenciario a Bogotá y fue sucedido en el Ministerio por Luis A. Martínez Holguín, quien elevó a Andrade a Vocal del Consejo Superior de Instrucción Pública como profesor de Pedagogía. Entonces ofreció una exhibición pública de los modernos métodos pedagógicos de Fruebel y Pestalozzi.
En 1905 ascendió a la presidencia Lizardo García y al Ministerio de Instrucción Pública el Dr. Ángel Espinosa, quien adquirió las ediciones completas de la Aritmética y Gramática de Andrade para su distribución gratuita entre el alumnado de la República en once mil sucres pagaderos en tres meses; pero la caída aparatosa del régimen en Enero de 1906 impidió tales pagos y lo peor fue que Andrade tuvo que renunciar a la Dirección del Normal.
Nuevamente en Guayaquil inició la publicación de un Almanaque y hasta solicitó colaboraciones pero la falta de liquidez dio al traste con la idea. A mediados de año huyó con su familia a Cajabamba por la fiebre amarilla. En 1907 regresó a Guayaquil y como su esposa no resistía los calores pasaron a fundar un Colegio en Alausí. Finalmente terminó por alquilar un tercer piso en una casa de Manuel María Pólit Lazo y fundó otro establecimiento educacional; más, la inconstancia propia de su carácter hizo que pronto cambiara de ocupación.
El 25 de Junio de 1908 asistió al almuerzo de trescientos cubiertos distribuidos en mesas formando elipses en los salones unidos de Senadores y Diputados con motivo del arribo del ferrocarril a Quito. En Julio fundó con sus compatriotas Julio Esaú Delgado y Juan Ignacio Gálves el “Diario del Ecuador” donde aparecieron varios cuentos suyos escritos más bien por compromiso pero que agradaron al común de los lectores. En “El Nuevo Tiempo” de Bogotá empezaron a publicar sus noticias y colaboraciones sobre el ferrocarril y otros tópicos ecuatorianos.
En 1909 se formó un Comité de festejos pro Centenario de la Independencia. Enrique Franco le solicitó que escribiera algo sobre los próceres y así surgió la mejor de sus obras “Próceres de la Independencia. índice alfabético de sus nombres con algunos bocetos biográficos” en 417 págs. En Julio fundó y dirigió el periódico oficialista “La Defensa Nacional” durante el amago de guerra con el Perú, pero habiendo pasado el peligro dejó de salir. El día 10 de Agosto concurrió al Banquete ofrecido por la presidencia de la República a las delegaciones oficiales de los países amigos en el Palacio de la Exposición. Por esos días mantenía una cordialísima amistad con su paisano Jaime Mejía y con motivo del arribo del poeta Alfredo Gómez Jaime, secretario de la delegación colombiana en Quito, asistió al almuerzo de bienvenida y como Mejía era propietario de una plantación de caucho en la amazonía ecuatoriana le invitó a Londres con gastos pagados y el regreso por los Estados Unidos, para vender un cargamento de caucho en la capital británica. Andrade agradeció el gesto pero se excusó y Mejía viajó, vendió lo suyo y falleció de regreso al Ecuador de muerte natural.
En 1911 el Concejo de Zaruma le financió el folleto “Cantón de Zaruma. Sus minas, sus bosques” en 30 págs. Sus dos compadres Leonidas Plaza y Julio Andrade se perfilaban a la presidencia de la República y al ocurrir el arrastre de los Alfaro y el asesinato de Andrade, viajó a Panamá con su compadre el Dr. Felicísimo López y publicó en dos mil ejemplares “Páginas de sangre, los asesinatos de Quito el 28 de Enero de 1912” en 120 págs.
Nuevamente en el país tuvo que vivir de incógnito en Zaruma para evitar retaliaciones políticas. Sus dos hijos mayores trabajaban en el campamento minero norteamericano de Portovelo y subían por las tardes a dormir en Zaruma. En 1913 falleció su suegro y heredó su esposa algunos bienes de fortuna.
Como Carlos Concha se había alzado en armas en la provincia de Esmeraldas, el Intendente de El Oro descubrió una conjura familiar en Zaruma, en apoyo de los revolucionarios de Concha y confinó a varios jóvenes a Ambato, entre ellos a sus hijos Benito y Manuel de Jesús Andrade. Por entonces se formó un Tribunal Arbitral encargado de resolver las reclamaciones de ciudadanos colombianos en el Ecuador y llevado su caso – la compra de sus dos edificios – ordenó al gobierno que le abonara cuatro mil sucres, en cuatro mensualidades de un mil sucres cada una, lo que logró en 1920.
En 1915 se estableció con todos los suyos en Ambato, editó “Apostilla Geográfica Universal” en 102 págs. mientras su señora convalecía de una pleuresía y con motivo de la Guerra Mundial escribió algunos artículos germanófilos aparecidos en la prensa nacional, pues admiraba mucho a la nación alemana, cuna de grandes educadores.
En 1916 los Dres. Antonio José Restrepo y Antonio Olano, miembros de la Comisión Delimitadora entre Colombia y el Ecuador, le pidieron que retornara a su Patria y estuvo a punto de aceptar tan generosa oferta pues entrañaba los gastos del viaje, más a última hora su señora se opuso.
Entonces ayudó a Nicolás G. Martínez Holguín en la fundación del semanario “El Eco de Ambato” que desde el octavo número empezó a aparecer dos veces por semana y duró mientras Andrade permaneció en la administración.
En 1918 adquirió una casa antigua en Ambato con un dinero que le manejaban donde “Max Muller y Cía.” de Guayaquil, con el saldo tuvo que repararla el 20 pues amenazaba ruina.
En 1922 estudió en los archivos de los cuatro cantones de la provincia de El Oro. El 23 dio a la luz su estudio sobre la “Provincia de El Oro. Monografías cantonales. Zaruma” en 146 págs. auspiciado por esa Municipalidad y con un aviso de cien sucres que le dio Jacinto Jijón y Caamaño para que apurara la impresión.
En 1924 se asoció a los ingenieros contratistas Simmonds y Manuel Navarro a fin de proveer de durmientes al ferrocarril Puerto Bolívar – Portovelo en construcción.
Como su esposa estaba cardiaca y con principios de hidropesía, hipotecó su casa para internarla varias veces en Guayaquil, pero todo fue inútil porque falleció el 4 de Octubre, a los treinta y cinco años de vida matrimonial, a salto de mata como ya se ha visto por las continuas aventuras y ausencias de su esposo.
A fines de año publicó en “El Comercio” de Quito sus “Descendencias colombianas en el Ecuador” que aparecieron republicadas en “El Telégrafo” de Guayaquil y causaron sensación. Dicho trabajo, en pasta vede, producto de su curiosidad y acuciosidad, sirvió para que los descendientes reclamaran en Colombia la fabulosa herencia dejada por Catalina de Camargo y Escarza, rica encomendera en el valle del río Cauca, y no faltaron quienes viajaron a tramitar sus papeles, entre otras mi abuela Teresa Concha de Pérez Aspiazu y Delfina Concha de Cucalón Pareja, sus descendientes por el linaje de Piedrahita. Arribaron a Cali donde su hermana María Concha de García Aguilera, realizaron varios viajes a Buga, pagaron a un abogado que presentó la documentación en una de las Comisarías Nacionales donde se había iniciado el proceso de reclamación y regresaron al Ecuador, pero por más gestiones que hicieron después nada sacaron, más fue el gasto y el gusto, según decían con mucha gracia. De todo esto quedó el folleto de Andrade y la copia de la solicitud que estuvo en mi poder hasta que desapareció en una de las terribles inundaciones que sufrí en Los Ceibos,
En 1925 dio a la luz en Guayaquil el “Diccionario Geográfico Amazónico” en 71 pags. y por su amistad con el Presidente Gonzalo S. Córdova cayó preso tras el golpe revolucionario del 9 de Julio, de orden de su antiguo discípulo el Coronel Ildefonso Mendoza Vera.
En Enero de 1926 el consulado colombiano en Guayaquil le entregó doscientos y dólares para que retorne a su tierra tras cuarenta y nueve años de andanzas por el Ecuador. En Cali fue saludado por la prensa y hasta salió un reportaje especial. Avanzó a Palermo, a Guagua su pueblo natal, a Neiva y finalmente a Bogotá, donde le visitaron y cumplimentaron viejas amistades.
“El Tiempo” le pagó dos artículos a cinco dólares cada uno, visitó las instituciones culturales y fue el personaje del día. La Academia colombiana de la Lengua pagó la edición de su “Diccionario ortológico, analógico, sintáctico y ortográfico o Catálogo de Voces Castellanas cuyo uso puede ofrecer dificultad” obra útil aunque olvidada. El Presidente Miguel Abadía Méndez y su Canciller Carlos Uribe Cordovéz le designaron Cónsul General en el puerto venezolano de La Guaira.
Se trasladó en barco, tomó posesión de sus funciones y avanzó a Caracas, que le impresionó mucho por su desarrollo modelo. El dictador Juan Vicente Gómez le tomó aprecio y Andrade escribió de él.
En la Guaira realizó una gran labor de acercamiento colombo -venezolano hasta 1929 que cesó en funciones. Entonces viajó a Colón en la zona del Canal y se domicilió en Bogotá. El 31 apareció su “Estudio histórico, geográfico y económico de los Estados Unidos de las Américas (se excluyen islas y colonias)
En 1932 se extraviaron los manuscritos de su “Geografía Universal” y el 34 los de la segunda edición de sus Próceres, corregida y aumentada, pues de setecientas fichas que tiene la primera había logrado reunir mil setecientas setenta y ocho.
En 1934 rechazó el Consulado General de Colombia en Iquitos por la insalubridad de ese clima y regresó a Ambato tras ocho años de ausencia. Poco después fue invitado a la inauguración del I Congreso Nacional de Industriales que presidió en esa ciudad Carlos Manuel Larrea Rivadeneira de la fábrica “La Internacional” de tejidos.
En 1935 asistió a la inauguración de la estatua de Bolívar en Quito y concluyó sus “Andanzas de un colombiano” en 316 pags. aparecido ese mismo año en Ambato con dos apéndices: “El Transvaal ecuatoriano” y “La Tierra en 1935” obra de innegable valor aunque muy desordenada, porque su autor frisaba los setenta y cinco años, sin embargo de su gran meticulosidad para llevar apuntes y de una vitalidad asombrosa para viajar constantemente cambiando de empleos. En fin, es un testimonio de primer orden de la época de oro del liberalismo ecuatoriano.
A su muerte quedaron inéditos algunos trabajos suyos, de los cuales cabe anotar un libro de conversaciones titulado “Aritmética enseñada por Manuelito, Margot y Gilma en conversación de niños aplicada. Cómo el maestro debe conducir a los niños para que ellos deduzcan lo que se propone enseñarles”.
Manuel de Jesús Andrade es un caso extraordinario de intelectualidad y vitalidad pues no he encontrado a otro personaje tan especial como él, siempre en movimiento, siempre pensando, creando, escribiendo.