ANDRADE RODRIGUEZ ROBERTO

REPUBLICO.- Nació en la Hacienda Gualchan, Parroquia de El Puntal, provincia del Imbabura, el 26 de Octubre de 1850 – hoy provincia del Carchi – Hijo legítimo de Rafael Andrade Narváez (olim) Gómez de la Torre Narváez, y de Alegría Rodríguez Ubidia, honestos y laboriosos agricultores de raza blanca, propietarios de la hacienda “La Quinta” y padres de catorce hijos que se distinguieron por su patriotismo en las luchas liberales del Ecuador.

Su niñez transcurrió tranquila y feliz en la hacienda paterna donde aprendió las letras en el regazo de su madre hasta que le enviaron a una escuelita donde era profesor un anciano de Túquerres llamado Primo. Mientras tanto un labriego joven,

Juan Palacios, le hizo comprar “El amigo de los niños”, “Robinson” y otros libritos, inculcándole hábitos de lectura, después encargábalos a Quito, Ramón Benítez le hizo recitar una Loa al General Flores, quien iba de paso para Tulcán, ganándose un peso de los llamados de culebra, que circulaban en Nueva Granada. Ya para entonces se conocían las crueldades del Presidente García Moreno, sobre todo las reclutas que se ejercían sobre arrieros y labriegos.

En 1868 vivía en casa de sus parientes los Gómez de la Torre en Quito, mientras estudiaba en el colegio San Gabriel de los jesuitas donde leyó “El Cosmopolita” y otras obras del ínclito Juan Montalvo y se volvió indócil, tuvo problemas con sus superiores y terminó por ser expulsado a causa de su insaciable curiosidad por escudriñar siempre la verdad, pues jamás transigió con la mentira viniere de donde viniere. Posteriormente se matriculó en la Universidad Central.

Desde 1873 venía tramando con un grupo de jóvenes quiteños la mejor forma de deshacerse del tirano García Moreno y cuando en Mayo de 1875 cursaba el quinto año de Jurisprudencia, siendo de los mayorcitos en la clase y circuló “La Dictadura Perpetua”, furibundo folleto que incitaba al asesinato del tirano García Moreno, quien acababa de hacerse reelegir por seis años más, lo leyó a escondidas con otros jóvenes liberales y decidieron apurar los planes para cometer el crimen, entonces se unieron al grupo del Dr. Manuel Polanco formado por Abelardo Moncayo y Manuel Cornejo, planeando los detalles con Faustino Lemos Rayo. Por esos días figuraba entre los redactores de un periodiquito titulado “El Alba” y el 6 de Agosto, a eso de la una de la tarde y a la subida del Palacio presidencial, Rayo atacó a machetazos a García Moreno, asestándole catorce.

Dada su juventud – solo tenía veinte y cinco años de edad y casi nula experiencia en el manejo de las armas – solo atinó a dar tiros al aire como simple espectador del crimen sin tratar de huir pues pensaba que iban a ser apoyados por la oficialidad y los soldados del vecino cuartel de Artillería, ubicado al frente de la plaza mayor, lo que no sucedió; pero fue tal la confusión provocada por el ataque de Rayo entre los pocos transeúntes que circulaban por la zona, que Andrade tuvo tiempo para desaparecer del sitio sin que nadie lo notara.

“Después se paseó altanero y por las calles con el sombrero en la mano” y sin saber qué hacer porque no se había proclamado la revolución y al serle preguntado el porqué del tumulto contestó “La Patria es libre, murió el tirano”.

Esa noche se escondió en casa de Ramón Gortaire cerca de la actual plaza del teatro, el día 7 salió donde los Villacreses en San Blas. En Septiembre estuvo en una hacienda en Cayambe, de allí pasó a Otavalo y se reunió con su familia pero la policía le seguía de cerca y tuvo que ocultarse en casa del Dr. Luis Miranda hasta que el día 25, con la ayuda de Víctor Gangotena Posse logró cruzar la frontera con Colombia y establecerse en la población de Cumbal.

Al día siguiente el Coronel Rafael Arellano le condujo a Ipiales donde residía Montalvo, quien al verle exclamó: “Estaba muy infamado ese pueblo – refiriéndose al ecuatoriano – pero Ud. lo ha salvado” pues había sido el más arrojado de los jóvenes que se atrevieron contra el tirano, luego viviría veinte años de persecuciones, muchos años en una vida, sin negarlo ni arrepentirse.

En Colombia permaneció hasta 1876 y regresó a Quito cuando triunfó la candidatura liberal de Antonio Borrero, entonces gozó la tranquilidad. Poco después ocurrió la revolución del General Ignacio de Veintemilla. En 1877 Andrade fue electo Diputado por Esmeraldas pero no pudo asistir porque el nuevo dictador perseguía a los liberales. Andrade le atacó por la prensa y fue apresado en Ibarra pero al mes siguiente le dejaron libre debido al aprecio y simpatía que gozaba con dicho gobernante, quien le aconsejó salir del país.

Nuevamente en Ipiales, vivió dando clases. En 1880 hizo publicar dos folletos en Quito titulados “Despedida” y “Confidencias” en 9 págs. cada uno. El 82 viajó a Rioverde para unirse al General Eloy Alfaro, levantado en armas contra la dictadura. Designado Jefe de Operaciones, fueron derrotados en Agosto y regresó a Colombia.

En Enero de 1883 cayó la capital en poder de los Restauradores pudo regresar y fundó el diario “El Siglo” que siguió tacando a Veintemilla, aún fuerte en Guayaquil, También publicó “La Juventud” y una biografía del periodista Miguel Valverde en 15 págs. quien guardaba prisión en el puerto principal. Andrade era un agitador nato y actuaba incansablemente. Sus enemigos le temía por su influjo ante la juventud quiteña y promovieron la continuación del juicio por el asesinato de García Moreno, Por eso tuvo que regresar a Ipiales.

En Julio, terminado el veintemillismo, volvió a Quito y fue electo Diputado a la Convención Nacional por la provincia de Esmeraldas, pero el 6 de Octubre los conservadores lograron Automotivado en su contra y perdió los derechos de ciudadanía. Por ello decidió entrevistarse con Alfaro en Manta y de allí regresó a Ipiales, donde se enteró de la elección presidencial de Plácido Caamaño, quien solicitó a los Jueces de Pasto su extradición.

Abierto el expediente judicial se ordenó su prisión y el 21 de Abril de 1885 lo enviaron detenido a Bogotá y tras cinco meses y cuatro días de prisión, logró dictamen favorable de la Corte Suprema de Justicia. Libre desde el 25 de Septiembre y temiendo que los agentes secretos del presidente Caamaño pudieren asesinarlo, viajó a Panamá y a San Salvador donde se unió a su protector el General Alfaro.

En Enero de 1886 sacó “Contemplaciones” en 14 págs. En Marzo siguió con Alfaro a Lima. Fueron recibidos por Eduardo Lavernac, Jefe de la masonería peruana, quien les presentó a una Logia. También recibieron la visita del general José María Urbina en el Hotel Maury donde estaban alojados.

En 1887 hizo editar en Quito el folleto “Dos Polos,” comenzó a escribir una historia del Ecuador desde el punto de vista liberal. Ese año publicó en Lima la biografía del Coronel Luis Vargas Torres fusilado en Cuenca, titulada “Otro Mártir”, mientras subsistía como reportero de varios periódicos y dando clases particulares, pobremente pero con arreglo y decencia.

Como exiliado político hizo amistad con Manuel González Prada joven idealista igual que él, trabajó en el Colegio Internacional del alemán Dr. Fletzar, sufriendo las continuas acechanzas del Plenipotenciario Francisco X. Salazar, quien se dedicaba a la ingrata tarea de perseguir a los exiliados en Lima, al punto que debió renunciar su puesto. En esos días aceptó la propuesta de su joven amigo alemán Francisco Fabra, para vender máquinas de coser de pie y de mano en los puertos del sur del Perú. Las máquinas eran del Almacén del Norte propiedad del comerciante norteamericano Bacigalupo y el negocio fue bueno por algún tiempo. En 1888 contrajo matrimonio con Isolina Arana, hija del Dr. Benito Arana, antiguo Prefecto del departamento de Loreto y autor de un libro acerca del río Amazonas, quien había sido rico propietario de unas tierras guaneras en Antofagasta, perdidas durante la guerra con Chile. Ella era una hermosa joven, poseía linda voz, cantaba dulcemente. Era más bien tímida, le dio seis hijos y el consuelo y la paz necesarios para sobrellevar con resignación las malas épocas. Sus padres enviaronle a su hermano menor Carlos Andrade para que con su trabajo le auxiliase y Alfaro partió a Centroamérica porque había comenzado el período presidencial del Dr. Antonio Flores. Ese año terminó el primer tomo de su “Montalvo y García Moreno” y el 89 nació su primer hijo. Una tarde, que le oyó llorar, bajó apresuradamente las escaleras de su departamento y cayó al suelo, sufriendo la luxación de la cadera y tras ocho meses sin poder andar, finalmente sanó pero quedó cojeando para siempre.

En 1890 editó ocho folletos titulados “Estudios Históricos: Montalvo y García Moreno” pero la obra quedó trunca por falta de dinero y solamente aparecerían otros capítulos más en 1925, en la Editorial “Reed and Reed” de Guayaquil, en 296 págs. causando enorme expectativa, pues nunca se había tratado la historia del país con tal cantidad de datos, razones y lógica, aunque el sector clerical y los fanáticos conservadores de la época se exasperaron y hasta llegaron a amenazar a los hermanos Reed, consiguiendo que los editores “aunque muy cortésmente, se negaran a imprimir una letra más y los ejemplares publicados desaparecieron en la sombra del misterio”.

En 1891 el Presidente Antonio Flores, molesto por algunas frases y sobre todo, por las opiniones vertidas por Andrade contra la memoria de su padre el General Juan José Flores, solicitó a través del Plenipotenciario Francisco X, Salazar, la extradición de Andrade, que el 10 de Abril fue apresado en las calles de Lima y conducido a un reten, pero habiendo apelado ante la Corte Suprema de Justicia del Perú, luego de numerosos incidentes que le dieron fama internacional, logró salir libre el 21 de Septiembre, a los cinco meses y veintiún días de su detención y justamente el mismo día y hora en que fallecía en Guayaquil, de fiebre amarilla, su archienemigo el General Salazar. Entonces publicó “La Extradición de don Roberto Andrade a
la luz del Derecho y de las prácticas Internacionales” que contiene su exposición o alegato en 30 págs, sobre tan bullado asunto.

En la prisión había comenzado a borronear su autobiografía que tituló “Una Vida” que como todo lo suyo tuvo que esperar mucho tiempo para salir a la luz pública recién en 1995 merced al esfuerzo de Plutarco Naranjo quien halló los originales en New York y de Fernando Jurado Noboa su editor en Quito.

En 1892 sus padres enviaron por su esposa e hijos pues no podía sostenerlos en Lima. La separación le fue muy dura y entró de Archivero a la Escuela de Ingenieros de la capital peruana. El 93 Alfaro le llamó a Centroamérica pero al tocar el vapor en Guayaquil, fue reconocido y le detuvieron por disposición del Intendente General de Policía Reinaldo Flores, quien le envió prisionero al Panóptico. I de la prisión habría subido al patíbulo si no llega a despuntar la aurora del Cinco de Junio (ese día se produjo en Guayaquil la revolución liberal que dio al traste con los gobiernos progresistas en el Ecuador) sin embargo su prisión política, porque la causa criminal había prescrito, le fue muy dura, ya que durante este período falleció su padre ¡Que soledad, qué pena habrá sentido ese trágico día!

El 26 de Agosto del 95 recobró su libertad por orden del Coronel Belisario Albán Mestanza, Jefe Civil y Militar del Pichincha, viajó a Latacunga y se abrazó con Alfaro, que al verle exclamó “El día ha sido completo.” Para Andrade había terminado veinte años y veinte días de exilios, persecuciones y prisiones. Tenía casi cuarenta y cinco años de edad y por primera ocasión le esperaba un futuro; sin embargo, por su amistad con Plutarco Bowen tuvo que sufrir por corto tiempo las iras del Viejo Luchador, pero a fines de año fue designado Rector del Colegio Olmedo de Portoviejo, para alejarlo de la capital, pues le habían hecho creer a Alfaro que la mala fama de Andrade le era perjudicial al gobierno en una ciudad tan tradicional como Quito.

En 1896 editó en la imprenta de ese Colegio su obra “Seis de Agosto o muerte de García Moreno” en 415 págs. con detalles inéditos, hoy joya
bibliográfica apreciadísima porque manos anónimas la han recogido hasta de las bibliotecas públicas. El papel para la impresión le fue enviado desde Guayaquil por su amigo Antonio Gil Quezada.

Ese año fue electo Diputado por Manabí y llegó al puerto principal la noche del Incendio Grande que le tocó presenciar, concurrió a la Asamblea Nacional Constituyente y solicitó la expulsión de los jesuitas pero no lo consiguió, sin embargo, le encargaron la edición de las obras completas de Montalvo sin asignarle los fondos. Andrade recogió las publicadas y numerosos manuscritos inéditos sin poder cumplir inmediatamente tan útil empeño, aunque después de muchos años lo haría en La Habana.

En 1897 hizo las paces definitivamente con Alfaro en Quito, quien le había mandado a llamar con el General Juan Francisco Morales, después regresó a su rectorado en el Olmedo y por las noches redactaba dos textos de Historia y Geografía ecuatoriana. El 98 dio a la luz en Guayaquil el primero de ellos titulado “Lecciones de Historia del Ecuador”, declarado por el Consejo de Instrucción Pública texto para escuelas y colegios de la República” y del que se conocen seis ediciones hasta 1906, hermoso esfuerzo de síntesis, escrito con esa fuerza y vitalidad que siempre caracterizó su producción. También el 98 fundó un Semanario en Manabí para la defensa del partido liberal. Ya era considerado un maestro y un luchador social excepcional.

En 1899 publicó en Madrid el folleto “Olmedo, un crítico criticado, respuesta a don Antonio de Valbuena” en 26 págs. En 1900 apareció en Guayaquil su famosa novela “Pacho Villamar” en 268 págs. considerada “la primera novela urbana del Ecuador, con ambiente en Quito y argumento de amor y de intriga, donde el personaje – un provinciano que va a buscar amoríos en la capital – se ve envuelto en la política y termina por tratar de localizar afanosamente a su hijo.” Con esta obra probó una vez más sus altas dotes de escritor revolucionario. (1)

También en 1900 fue electo Diputado y concurrió al Congreso por el bando del gobierno. En 1901 presidió el Tribunal de Cuentas de Guayaquil y editó un

Informe. El 2 falleció su esposa y como tenía cuatro hijos aún menores pidió a dos de sus hermanas que le acompañaran y cuidaran de ellos. Dos de sus hijos habían fallecido en Portoviejo y Guayaquil.

El nuevo Presidente Leonidas Plaza le mantuvo algún tiempo engañado con la promesa de enviarlo a Europa a publicar las obras de Montalvo. Andrade se apresuró y firmó un contrato para imprimirlas en Barcelona, pero a última hora no le cumplió con el dinero y durante el incendio del Carmen en Guayaquil 1902, sufrió la pérdida de sus pertenecientes. Por eso tomó unas vacaciones con su familia en Playas e intempestivamente falleció una de sus hermanas a consecuencia de una súbita fiebre amarilla y tuvo que regresar con los suyos a Quito, a despedir a su hermano Julio que viajaba de Ministro Plenipotenciario a Bogotá, no sin antes haberle conseguido el cargo de Director de los Normales. Entonces volvió al Carchi, donde se enterneció con los recuerdos de su niñez y juventud y trató nuevamente a su gente, vecinos y amigos. De vuelta en Quito se enteró que el Presidente Plaza había abolido por decreto su empleo. Así era de engañoso dicho personaje.

En 1903 editó en Quito el folleto “Caín” y anunció que tenía escrita una Historia del Ecuador desde 1821 hasta 1889, aclarando que parte de esta obra había dado a la luz pública en Lima y en Ecuador pero que en ambos casos había tenido que modificar en algo pues lo había escrito en el destierro y no poseía tal o cual documento.

El 4 editó en Cuenca “Bellas Artes”. El 15 una “Conferencia de Moral” y subsistía de la venta de sus textos al estado pues le respetaban sus derechos de autor.

Para el triunfo de la revolución alfarista en Enero de 1906 sonó insistentemente su nombre para ocupar uno de los ministerios pero Alfaro no le designó porque creyó prudente no mortificar a los conservadores.

Ese año salió electo Senador, concurrió al Congreso y fue miembro de una sociedad radical llamada “La Fronda” fundada en Quito por José de Lapierre para expulsar a los jesuitas, pero estos se les adelantaron provocando

el llamado prodigio de la Virgen del Parpadeo, a la luz mortecina de los quinqués y en el refectorio del Colegio San Gabriel y no los pudieron tocar pues trajeron en solemne procesión a la imagen de la virgen del Quinche y hasta hubo una movilización popular.

Por esos meses decidió viajar a Chile a fin de presentar nuevas reclamaciones de la herencia de su mujer. Antes de embarcarse fue molestado con una Orden de Emplazamiento sacada por Francisco Urbina Jado, resentido porque no le había permitido ocupar la presidencia de la Cámara del Senado, por eso compró una acreencia al dueño de la imprenta donde Andrade editaba sus textos. Finalmente pudo hacerse a la mar pero en Chile no obtuvo ningún beneficio porque las autoridades le trampearon.

En 1907 editó el libro “Tulcán y Cuaspud” en 112 págs. que después incorporó como simple capítulo en su “Montalvo y García Moreno” y el folleto “Moscas” con las críticas a los malos servidores del estado y a los tibios liberales que se mostraban condescendientes con los ultramontanos. Numerosos periodistas comenzaron a insultarle.

En 1908 dio a la luz “La Campaña de Veinte Días” relatando los sucesos del derrocamiento del Presidente Lizardo García. El 9 apareció “El Deber” en la Miscelánea Popular de Celiano Monge. El 10 “Espía del Perú” en 20 págs. El 11 “Defensa” en 22 págs. explicando y defendiendo su texto de lecciones de Historia del Ecuador pero su más importante obra de esa época fueron las “Lecciones de Geografía del Ecuador para los niños” cuya primera edición apareció en 1900 y llegó a la décimo quinta en 1920.

En 1910 desempeñó una de las vocalías en el Tribunal de Cuentas y trató que se castigara a Jorge Marcos Aguirre. También acusó a César Borja Lavayen que estaba de Ministro, por sumas de dinero recibidas. José Peralta se hizo su enemigo y entre ambos intrigaron ante Alfaro para perderle. Otro incidente desagradable – que pudo tener consecuencias graves – le ocurrió en Guayaquil, al ser atacado de obra por varios matones a sueldo de César Borja Cordero, de resultado del cual quedó vapuleado y con heridas de consideración,

En 1909 había solicitado a su hermano Julio, por entonces en Bogotá, que investigara en el Archivo Nacional de Colombia el voluminoso proceso iniciado contra los próceres de la revolución del 10 de Agosto de 1809 y obtuviera una copia manuscrita. Encontrado dicho material, correspondió a Roberto Andrade el indiscutible mérito de haber sido el primer historiador ecuatoriano en haberlo estudiado, aprovechando su contenido, años después, para elaborar su “Historia del Ecuador”.

En 1911 asistió a la Cámara del Senado y cuando Alfaro creyó que su Ministro del Interior, Abelardo Moncayo había querido defenestrarlo, mandó a varios asalariados a gritar contra Andrade por el solo delito de ser su cuñado. A consecuencia de ello Andrade y Moncayo hicieron causa común, aunque pocas semanas después se solucionó el malentendido y volvieron a ser los amigos de siempre.

En Enero de 1912, tras el arrastre de Alfaro y sus tenientes y el asesinato de su hermano Julio Andrade, crímenes políticos que conmovieron a la conciencia de América, publicó en Quito un opúsculo de fuego titulado “Sangre ¿Quién la derramó?” con el siguiente sub título: “Historia de los últimos crímenes cometidos” cubrió de ignominia al régimen del general Leonidas Plaza, quien le persiguió sañudamente hasta obligarle a salir al Perú, donde presidió al grupo de ecuatorianos que apoyaron moralmente la revolución de Esmeraldas del Coronel Carlos Concha Torres” a quien proclamaron General.

En 1914 editó en Lima el folleto “Patriotismo” en 25 págs. y en 1916 en New York “Vida y muerte de Eloy Alfaro, memoria biográfica”, en 492 págs. y 25 ilustraciones, considerada la obra más completa que existe sobre el Viejo Luchador, que lamentablemente tampoco es de fácil localización pues fue recogida por personas interesadas pero en 1980 salió una segunda edición por cuenta de la Editorial “El Conejo” de Quito.

Meses después de concluir el período de Plaza y tras cinco años de ostracismo, recibió numerosas comunicaciones de la juventud de su Patria pidiéndole el inmediato regreso, pues era considerado y tenido sin discusión como el gran proscrito ecuatoriano y una autoridad internacional en Geografía e Historia, por eso la juventud del continente le veneraba como guía y maestro en la lucha de los pueblos.

En Guayaquil permaneció un mes y presenció el incendio de la Gobernación de 191 7. Después viajó en tren a

Quito, abrazó a los suyos y comenzó a publicar algunas obras: Ese año salió “Apuntes de Historia del Ecuador”, el 18 en Lima “Perú y Ecuador, geografía y demarcación” incluida en el tomo XXXIV de la Sociedad Geográfica de Lima.

En 1920 fue llamado por sus hijos a New York, quienes vivían ya muchos años en ese país y habían adoptado la nacionalidad norteamericana. Su hija Marina trabajaba y tenia buena posición, aparte que le quería mucho y hasta llegó a mimarle. Dicho viaje le sirvió para mejorar notablemente sus conocimientos del idioma inglés, que llegó a dominar, hablándolo con entera soltura.

Marina le envió de vacaciones a una granja lechera de Equinunk, Pensilvania, llamada “Crystal Spring” donde pasó varios meses en absoluta paz y tranquilidad, escribiendo su “Historia del Ecuador” sin olvidar algunos artículos periodísticos contra Leonidas Plaza, publicados en “El Intransigente” de Juan Bautista Rolando, en Guayaquil.

En 1923 fustigó a su amigo el Presidente Tamayo elogiando a sus cuñados en una comparación que le dejaba mal parado y regresó a Quito; sin embargo Tamayo se interesó en la edición de los cuatro primeros tomos de su Historia y se firmó un contrato para la edición de dos mil ejemplares, pero a última hora el Ministro del Interior, Dr. Francisco Ochoa Ortiz salió diciéndole que la obra debía ser aprobada por dos Subsecretarios, luego fue el propia Tamayo quien se atrevió a censurarla por apasionada y aunque pagó a Andrade los anticipos, dio largas al asunto por influencia de Cristóbal de Gangotena y Jijón que se oponía al texto porque se afirmaba la participación de Flores en el crimen de Sucre. I cuando subió el Presidente Gonzalo S. Córdova en 1924, tampoco hizo nada.

A la caída de Córdova el 25, Andrade apoyó a su antiguo alumno en el “Olmedo” el Coronel Ildefonso Mendoza y el 26 sacó en Quito un opúsculo sobre “La Mujer y la guerra” en 138 págs. y su “Conferencia sobre el camino a Esmeraldas y las ventajas de la agricultura”.

En 1930 fue designado Senador pero no concurrió al Congreso porque vivía en la Habana y en Diciembre, al conmemorarse el Centenario del crimen de Sucre, pronunció un fogoso discurso en la Academia de Historia de Cuba.

En 1931 residía en una pensión familiar habanera y ayudó al joven intelectual Roberto Agramonte a elaborar la biografía de García Moreno, que recién se editó en 1935 como estudio clínico sobre la psicopatología de tan perverso personaje. El ilustre Profesor Federico de Córdova pidió su ingreso a la Academia y en el Lyceum pronunció dos extensas Conferencias sobre “Montalvo y el Centenario de su nacimiento” y “Montalvo y su critico Merchán” sembrando ideas de dignidad, libertad y progreso en instituciones y en revistas.

El 32 se editó en Río de Janeiro “Limites entre Ecuador y Perú” y en la Habana “La Guerra y la Paz” y “Las Dos Américas” sobre las culturas anglosajona e hispanoamericana.

De ochenta y dos años de edad y mantenido económicamente en la Habana por su virtuosa hija, oficinista bilingüe en New York, el viejo maestro vivía con singular modestia entre estudiantes y amigos fervorosos y leales que le admiraban hasta el fanatismo, a quienes ponía a su disposición el archivo de papeles y documentos que siempre llevaba consigo. En eso el joven cubano Emeterio Santovenia le publicó “Eloy Alfaro y Cuba” y “Homenajes a Eloy Alfaro”, luego escribiría Santovenia su “Vida de Eloy Alfaro” que salió el 42 dándole justísima fama, al punto que pasó a presidir la Fundación Internacional Eloy Alfaro, que en su momento mantuvo una brillantísima función.

Andrade era un motor de cultura y un incentivador de los principios de libertad y democracia en América, En Cuba promovía a Alfaro y a Montalvo; al primero con su biografía y al segundo con la edición de sus obras inéditas, pero a consecuencia de la caída de la Bolsa de Valores de Wall Street empezó la gran crisis de los 30 y su hija Marina perdió el empleo. Entonces dejó de percibir su ayuda y a mediados del 34 volvió al Ecuador en suma pobreza.

En Agosto le entregaron la cátedra de Historia de América en el Vicente Rocafuerte con doscientos cincuenta sucres mensuales y “cojitranco y viril” empezó a dictarla y pronto se volvió un líder entre los estudiantes, pero el nuevo gobierno, presidido por el Dr. José María Velasco Ibarra, a través de su Ministro de Educación, Dr. Antonio Parra Velasco, recurrió al arbitrio de ordenar caducada la partida presupuestaria y tuvo que salir.

En 1935 ayudado únicamente por algunos mecenas y luego por su hija que había vuelto a trabajar, entregó a la editorial Reed and Reed su monumental “Historia del Ecuador” en siete tomos y un total de 2.787 págs. que al publicarse causó asombro general, conmocionando a la conciencia cívica ecuatoriana pues jamás antes se había dicho verdades tan certeras, personas interesadas recogieron el libro que finalmente dejó de circular.

La dictadura del General Alberto Enríquez Gallo le concedió a principios del año 38 una pensión vitalicia debido a “su avanzada edad, las injusticias recibidas y pobreza habitual” pero falleció casi sin gozarla el 31 de Octubre, en Guayaquil, de ochenta y ocho años de edad. Su entierro costó solamente trescientos sucres y lo pagó el Estado.

Dejó inédita su autobiografía titulada “Una Vida” que se ha editado en Quito, en dos tomos, en 1995, debido a la acuciosidad del Dr. Plutarco Naranjo que la halló entre los papeles dispersos en el departamento de su hija Marina en New York, y del Dr. Fernando Jurado Noboa que hizo de editor. Igualmente dejó inédita su “Montalvo y García Moreno” publicado por Cajica de México también a instancias del citado Dr. Naranjo.

El Montalvo y García Moreno de Andrade está considerado uno de los más importantes libros del Ecuador, en otras palabras, un clásico de las bellas letras nacionales. Contiene hechos históricos que el autor presenció y relata con estilo patriótico, rebelde y literario. “Más de una vez los originales se salvaron de la hoguera. Saltaron de un refugio a otro, siguieron un fantástico viaje a Lima, retornaron a Ecuador, luego fueron a Cuba y a los Estados Unidos. Muerto Andrade volvieron a Ecuador y permanecieron por muchos años ocultos o ignorados en una bóveda de un banco y por fin retornaron a los Estados Unidos”. Finalmente el Dr. Plutarco Naranjo los halló en casa de su hija Marina Andrade en New York, pues había estado varios años tras esa huidiza pista, los ordenó con paciencia, copio a máquina y entregó a la Editorial Cajica de México para su publicación en 1970 en dos tomos de 620 y 446 págs. respectivamente.

De Roberto Andrade se ha dicho: “Hombre histórico, ha esgrimido la pluma media centuria. Este atormentado ciudadano habría sido coronado de rosas en los tumultuosos días de Sila o habría alcanzado el mando de algunas de las legiones remanas en los revolucionarios de Lúculo, Pompeyo, Bruto y Casio. Muchas veces estuvo a punto de ser asesinado. En el campo de la ruda polémica ha peleado con multitud de ecuatorianos. Dedicó aceradas frases a muchos más, delatando sus felonías y crímenes. Se ha creado atmósfera adversa al convencionalismo dulzón, el aplauso rutinario, a la conveniencia de hacer llover baratas glorias. El Ecuador necesita de hombres de semejante talla, infatigables, de acción, iracundos contra el mal, convencido de su doctrina hasta el fanatismo, en medio de la abulia en que vivimos y de la amnesia de más saludables doctrinas. Su esfuerzo, su talento, le hacían a la postre acreedor al mérito que pocos le brindaron. Rico en anécdotas, se apodera del lector y sugestiona…”

Pocos años antes de su muerte, por méritos personales y no como representante del país, mereció ser designado Vicepresidente del Instituto Panamericano de Geografía e Historia con sede en ese tiempo en México, cuando figuraban vocales suplentes de la talla de personalidades continentales como Rafael Eleodoro Valle, Toribio Medina, Ricardo Rojas, Carlos Pereira.