EL ESPADACHIN SIN MANCHA.- Nació en la hacienda “Gualchán”, cerca de El Puntal, provincia del Carchi, el 21 de octubre de 1866. Hijo legítimo de Rafael Andrade olim) Gómez de la Torre “señorón rural de anchos hombros, barba castaña, alto y recio”, formado en una escuela de probidad y de trabajo, casado muy joven con Alegría Rodríguez Ubidia, mujer esbelta y garrida, de principios inquebrantables y sólida moral, madre de doce hijos, siendo Julio el noveno (1)
Sus primeros años transcurrieron en la quinta, propiedad de su padre ubicada en los alrededores de Otavalo y al pie de las montañas de Canbugan y de Mojanda, donde “emprendía cacerías y violentos ejercicios campestres” y aprendía las primeras letras de su cuñado Abelardo Moncayo Jijón, escondido por su participación en el crimen de García Moreno. Después pasó a Ibarra y realizó estudios secundarios en el Colegio Seminario de San Diego y en el de los jesuitas de Quito. “Era un mocetón orgulloso y altivo, de casi dos metros de estatura, anchos hombros, rostro fino y aristocrática presencia”, cuando se incorporó en Ibarra a las fuerzas del General Landázuri, que había improvisado una División de veteranos y jóvenes voluntarios para luchar contra la dictadura del General Ignacio de Veintemilla a fines de 1.882.
El 10 de enero de 1883 entró con las fuerzas restauradoras en Quito. Esa noche hizo guardia de honor frente a la celda donde estaba prisionera la Generalita Marietta de Veintemilla y organizó en su honor una romántica serenata, cantando varias romanzas con su hermosa voz de barítono. Al día siguiente fue licenciado en castigo.
En 1884 fue electo prosecretario de la “Sociedad Liberal del Pichincha” que presidía el Dr. Luís Felipe Borja Pérez y se graduó de Bachiller en Filosofía y Letras, ingresando a la Facultad de Derecho donde su profesor el Dr. Carlos R. Tobar lo calificó de “inteligencia brillante y generoso corazón. Lástima que sea liberal”.
El 7 de mayo de 1886 contrajo matrimonio con Elisa Thomas, de sólo catorce años de edad, estudiante del Colegio de los Sagrados Corazones de Quito y fueron muy felices, pero siguió interviniendo en los Clubes y mítines donde ejercitaba su oratoria. En
octubre de 1888 permaneció por varios días en el panóptico.
En enero de 1889 murió uno de sus hijos a causa de una epidemia. A fines de año viajó a Francia para arreglar los problemas de la sucesión de su suegro el Dr. Jules Thomas y en París concurrió a varios cursos en la Sorbona y en el Colegio de Francia, pero no gustó del exotismo de la poesía decadentista ni comprendió a las nuevas tendencias como el naturalismo. Concluidos los asuntos familiares que le habían llevado a Europa, en marzo de 1891 regresó por la vía de Panamá, visitó a Alfaro y a su familia, siguió a Guayaquil, donde se unió con su hermano Carlos y juntos partieron a Lima, a visitar a Roberto, que permanecía en prisión a pedido del Ministro ecuatoriano General Francisco X. Salazar.
En Enero de 1895 vivía en la Loma Grande de Quito y organizaba reuniones liberales contra el régimen del presidente Luís Cordero. En febrero decidió entrar en acción, viajó al sur con otros guerrilleros y el 3 de marzo se enfrentaron en San Miguel a las fuerzas leales de Ulpiano Páez y fueron derrotados, pero rehechos por la ayuda recibida de Francisco Hipólito Moncayo y Emilio María Terán y de algunos efectivos conservadores, logró formar una columna denominada “Vengadores de la Patria” que el 18 de abril avanzó hacia Riobamba. Andrade había sido designado Coronel y vocal de la Dirección General de Guerra y habiéndose conocido la dimisión del Presidente de la República, se celebró una sesión en la que liberales y conservadores no pudieron ponerse de acuerdo y las fuerzas se disolvieron.
Entonces, con varios jóvenes liberales igual que él, siguieron por caminos extraviados hasta Guaranda y Babahoyo, donde se enteraron de la revolución guayaquileña del 5 de Junio a favor del General Eloy Alfaro y en el vapor San Pablo de la flotilla Puig – Mir pasaron al puerto principal y se entrevistó con Alfaro, que le designó Jefe de Estado Mayor de la Primera División que subió a la sierra
El 14 de agosto combatió en Gatazo y entró entre los triunfadores a Quito. De allí en adelante no se separó del caudillo. En noviembre fue Subsecretario del Ministerio de Guerra y Marina, mientras tanto había sido designado Diputado a la Convención Nacional de 1896.
El 16 de marzo de 1896 le fue ratificada la calidad de Coronel de Infantería de Ejército y el 5 de mayo siguiente recibió el nombramiento de Secretario de la Legación del Ecuador al Congreso Internacional Americano a reunirse en México, evento transitorio, por lo que el 18 de dicho mes también fue designado Primer Secretario de la Legación en México y en los Estados Unidos.
Con tal motivo viajó a New York y permaneció en dicha ciudad estudiando afanosamente el Inglés entre julio y septiembre, que regresó a Guayaquil para asistir de Diputado por Esmeraldas e Imbabura a la Convención Nacional, pero se retrasó con algunos días y recién el 14 de octubre pudo presentarse a las sesiones, mostrándose discordante en sus juicios, no se sumó a la mayoría oficialista y hasta votó en blanco para la elección de Presidente de la República.
Poco después pidió que el Ecuador reconociera la beligerancia de los patriotas cubanos en su contienda contra el gobierno español pero fue interrumpido por el Vicepresidente de ese cuerpo colegiado Dr. Adolfo Páez quien levantó la sesión. Dicho incidente motivó que Andrade le abofeteara y renunciara la representación, aunque todo terminó en explicaciones, porque el General Eloy Alfaro le protegía, su cuñado Abelardo Moncayo, Presidente de la Convención, obtuvo que se le designe Juez de la Quinta Sala del Tribunal de Cuentas en Quito y en diciembre de 1897 fue electo presidente del Tribunal y miembro nato del Consejo de Estado.
En 1898 la reacción conservadora agitó las guerrillas en el norte y centro de la República y para diciembre salieron varios cuerpos armados con destino a Latacunga. Andrade iba de primer jefe de la Columna de Voluntarios y Flavio Alfaro de Jefe de todas las fuerzas del gobierno.
El encuentro con los conservadores de José María Sarasti y Melchor Costales se produjo el 31 de diciembre en Guangoloma y favoreció al gobierno. Andrade fue herido en la pierna izquierda pero continúo en campaña, interviniendo en Guasiloma contra José María Sarasti, Melchor Costales y Ricardo Cornejo, donde se consolidó definitivamente el régimen liberal.
En mayo de 1899 fue designado Jefe de Estado Mayor de la Comandancia del Norte con sede en Tulcán, puesto de vital importancia por la amenaza constante de los guerrilleros conservadores del sur de Colombia.
Durante las elecciones presidenciales de 1901 fue partidario de Manuel Antonio Franco primero y después apoyó al general Leonidas Plaza. El 19 de octubre fue elevado al grado de General y el 28 obtuvo la Comandancia General del Distrito de Cuenca, cargo también difícil por ser esa ciudad el mayor foco de resistencia al nuevo orden político, pero supo granjearse el aprecio de todos haciendo un gobierno pacífico y de acercamiento social con las familias ultramontanas. Esta errada política con los conservadores como quedó comprobado en 1906 cuando volvieron a las armas con el General Antonio Vega Muñoz, fue rechazada con toda razón por el Dr. José Peralta que desde entonces fue su enemigo. Por eso se ha dicho que 1901 fue el año de la división del liberalismo ecuatoriano entre el alfarismo radical y el placismo conciliador de vuelta al Progresismo.
En enero de 1903 fue designado Ministro de Instrucción Pública y se despidió de Cuenca con una hermosa proclama de corte literario. No dejaba presos políticos en las cárceles, pero Cuenca seguía siendo el reducto conservador de siempre y un potencial peligro para el Liberalismo, de suerte que su paso por la Gobernación fue del todo contra producente y no sirvió de nada a la revolución.
Desde la Cartera de Educación apoyó los trabajos de la II Misión Geodésica Francesa, la creación de la Quinta Normal de Ambato, la formación de la Sociedad Nacional de Agricultura de Guayaquil y de las Cámaras Agrícolas de todo el país. En enero de 1904 fue designado Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario en Colombia para tratar de solucionar los problemas fronterizos, conforme los deseos de nuestro canciller Miguel Valverde Letamendi, que con su carácter vehemente quiso solucionar de una vez por todas las diferencias territoriales de nuestro país con sus vecinos Colombia, Brasil y Perú, pero esta modalidad no fue comprendida por nuestra inerte cancillería.
Llegado a Bogotá, inmediatamente se dio cuenta del mal ambiente que el Ecuador tenía en esa capital. El Ministro peruano José Santos Chocano, poeta monumental y declamatorio, había obtenido del país del norte reiteradas muestras de aprecio; además, el Tratado Tanco – Pardo suscrito en Lima, dejaba a Colombia una puerta abierta hacia el Amazonas; sin embargo, logró que dicho tratado no fuera aprobado y hasta elaboró un proyecto con el Canciller colombiano Dr. Francisco de Paula Mateus, que al ser presentado a los congresos de Bogotá y Quito fue rechazado. Entonces tuvo que hacer concesiones territoriales a Colombia para que ésta pudiera salir al Amazonas por nuestro territorio a cambio de establecer una ayuda militar recíproca contra el Perú y firmó con el comisionado Enrique Cortés el Tratado Cortés – Andrade que se conoció en Quito al mismo tiempo que los Tratados Tobar – Riobranco con el Brasil y Cornejo – Valverde con el Perú; los tres, beneficiosos en última instancia, pues ponían fin a nuestros litigios fronterizos, sin embargo de lo cual no concordaban y hubo que darles prelacía, prefiriéndose los suscritos con el Perú y el Brasil antes que el de Colombia, que no se aprobó. Por esta razón Andrade volvió a conversar con la Cancillería colombiana y el 5 de noviembre de 1904 celebró el Convenio Andrade -Betancourt con el Diplomático Julio Betancourt, por el que se sometía nuestro problema limítrofe con Colombia al arbitraje del Emperador de Alemania, que fue aprobado pero no entró en vigencia, porque le faltó el canje de ratificaciones.
Nuevamente en Quito desde diciembre de 1 904 y retirado a la vida privada, fundó en 1905 la “Liga ecuatoriana de librepensadores” para implantar el laicismo integral y meses después el presidente Plaza le instó a que regrese a Bogotá donde se requería su presencia.
Con el ascenso a la presidencia de Lizardo García renunció pero le fue devuelta la nota. Para la revolución de Alfaro de enero de 1906 también renunció y nuevamente fue ratificado, de suerte que permaneció en Colombia dedicado a obtener documentación histórica aprovechable a nuestro país. Su hermano Roberto le pidió una copia del proceso seguido contra los próceres quiteños de 1809 y 1810, entre otros documentos.
En 1908 fue designado uno de los representantes del Ecuador a la Corte Permanente de Arbitraje en La Haya; después ingresó a la Academia Nacional de Historia de Colombia y suscribió el segundo tratado Andrade – Betancourt, instado y perurgido por nuestra Cancillería, pues la situación con el Perú amenazaba guerra. En este nuevo tratado se reiteraban las anteriores concesiones territoriales y por eso el Senado ecuatoriano no lo aprobó.
Ese año recibió la Legión de Honor de Francia por su ayuda a la Misión Geodésica y volvió a renunciar; más, el presidente Alfaro, lo consideraba peligroso y quiso retenerlo fuera de Quito porque estaba alejado de su Ministro Abelardo Moncayo, quien era cuñado de Andrade y había sido acusado falsamente de haber querido proclamarse dictador.
Durante las fiestas del centenario de la Independencia recibió reiteradas muestras de simpatías en Colombia y para el conflicto de 1910 pidió que se le permita venir a combatir. En noviembre fue electo Ministro en Venezuela y viajó a Caracas en enero de 1911 a firmar el protocolo de la “Unión Boliviana” con los representantes de Colombia, Perú y Venezuela. Poco después asistió al I Congreso Boliviano celebrado en esa misma capital, que resultó intrascendente y regresó a Quito después de seis años de vida diplomática.
Alfaro había sido depuesto de la presidencia de la República y Emilio Estrada solamente había gobernado tres meses y medio y fallecido del corazón. Era Presidente interino Carlos Freile Zaldumbide. Su llegada coincidió con la de Leonidas Plaza que venía en plan de candidato presidencial y de inmediato se apoderó de la voluntad de los ministros, a pesar de la imposibilidad legal de intervenir en las elecciones, pues no habían transcurrido dos períodos.
Así las cosas, el 29 de diciembre se proclamó en Guayaquil la Jefatura Suprema del General Pedro J. Montero, Jefe de la II Zona Militar, quien llamó a Alfaro que se encontraba en Panamá. Freile Zaldumbide nombró Jefe del Ejército a Plaza y días después confirió la Jefatura de Estado Mayor a Andrade, iniciándose la campaña el 11 de enero de 1912, continuando con el triunfo de los Constitucionales en Huigra, rubricado en Naranjito y Yaguachi, donde las fuerzas de Flavio Alfaro resistieron ferozmente pero por falta de municiones tuvieron que replegarse a Guayaquil.
El 22 de enero se firmaron las capitulaciones en Duran con asistencia de los representantes consulares extranjeros. En estas Capitulaciones se acordó que no se perseguiría a los derrotados ni se tomarían medidas contra ellos. Plaza y Andrade entraron en Guayaquil y traicionando lo pactado se apresó a Alfaro y a sus principales tenientes que fueron remitidos en el ferrocarril a Quito. De este hecho se sindicó directamente a los Ministros del régimen, que habían viajado a Guayaquil dizque a controlar la situación política cuando en realidad lo hicieron para asegurarse de que los vencidos fueran enviados a la capital, donde existía un clima de revanchismo pues ochocientas familias lloraban la muerte trágica en los combate de Huigra, Milagros y Naranjito de uno de sus miembros y pedían venganza. Por eso, en Quito, a los vencidos les esperaba una muerte segura.
Mientras tanto en el ambiente político nacional flotaban tres candidaturas presidenciales. Plaza por los liberales, Andrade por los independientes y Carlos R. Tobar por los conservadores. El encargado Carlos Freile Zaldumbide, queriendo librarse de la presión que ejercía Plaza sobre los miembros de su gabinete, convocó a una sesión y los enfrentó a Andrade y a Plaza. Andrade cometió el error político de decirle a Plaza “mientras yo viva, no será usted presidente del Ecuador” y ante esta actitud amenazante, Plaza no tuvo más remedio que retirarse a su casa y dar comienzo al cuartelazo, que estalló la noche siguiente del 5 de marzo, en circunstancias en que el Encargado, sus ministros y Andrade se hallaban reunidos en el Palacio y cuando pasaron a la Intendencia, al escuchar los primeros disparos en el antiguo cuartel de Policía, Andrade salió a ver qué pasaba y fue asesinado de un tiro en el corazón que le disparó el mayor Alfredo García, agazapado en las sombras y vestido de civil. Momentos después Plaza concurría a la Intendencia y observaba el cadáver de su enemigo político. Esa misma noche el encargado Freile Zaldumbide se enteró que Plaza había mandado a buscar a su casa a altas horas de la noche al presidente de la Cámara de diputados, Francisco Andrade – Marín, quien asumió la presidencia y las bandas tocaron música en la plaza de la Independencia con grave escándalo para la ciudad, que estaba de luto por el crimen de Andrade.
A la mañana siguiente la viuda del General Andrade rechazó las honras oficiales en protesta por su asesinato. El Dr. Tobar renunció airadamente su candidatura y con el ex – encargado Freile Zaldumbide abandonaron el país en señal de protesta, perfeccionándose el golpe de estado; pues, del sumario instaurado por el crimen de
Andrade sólo se obtuvo un mayor escándalo y realizadas las elecciones presidenciales, triunfó la candidatura de Plaza sin mayor oposición y asumió la Presidencia por segunda ocasión para el período 1912 – 1916.
Al momento de su muerte Andrade estaba en la plenitud de su vida, lucía un apellido histórico y liberal, era “todo espiritualidad y talento”, gentil con las damas y arrogante con los hombres, pues no acostumbraba usar las medias tintas, por eso se ha dicho que carecía de ductibilidad. En lo intelectual poseía elementos de cultura, conocía a los clásicos, sus viajes por Francia, Estados Unidos, Panamá, Colombia, Perú y Venezuela le hacían un hombre de mundo, hablaba idiomas – francés e inglés – y habiendo tratado a los diplomáticos solía moverse en los salones con gran familiaridad, pero lo mejor de él era su alma melancólica y a la vez apasionada y sentimental. En lo físico era de “tez blanca rosada aunque algo marchita por el sol de las campañas; rubicundo y ondeado el cabello, de aspecto atlético y gallardo por lo bien conformado de su cuerpo”.
Su biografía ha sido escrita por el Dr. Carlos de la Torres Reyes y se titula “El espadachín sin mancha”. Manuel J. Calle que era su amigo y le conocía muy bien ha escrito que la muerte de Julio Andrade en un ruin tumulto de cuartel determinó una de las mayores crisis políticas de la vida nacional, mientras se preparaba él – liberal de raza – a entregar la República en manos de un progresismo conservador redivivo.