EDUCADOR.- Nació en Quito, en la casa familiar de la calle Mideros el 9 de Octubre de 1901 y fue bautizado el día 10 en el Sagrario. Hijo del Dr. Luís Andrade Berrío, abogado quiteño de ideas conservadoras, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad Central y Luisa Reimers Thomas natural de Hamburgo, que pasó con sus padres a Lima y más tarde a Quito donde conoció y casó con Andrade. Ella era hija de Louis Reimers que hacía sombreros de paño y él hijo de Manuel Andrade Coronel, a) El loco Andrade, Canónigo de la Catedral, quien tenía una de las mejores bibliotecas de Quito y de Josefa Berrío, pintora ella,quien años más tarde contrajo nupcias con Joaquín Pinto, considerado el mayor pintor quiteño de fines del siglo XIX.
Creció en un hogar acomodado y
recibió la educación elemental en El Cebollar de los hermanos cristianos, era un muchacho inquieto y amigo de las aventuras. Para el 28 de enero de 1912, mientras jugaba en la Alameda con algunos amigos, vieron venir una turba amenazadora y subieron temerosos a un potrero abandonado. De allí observaron una columna de humo en la plazoleta de El Ejido, donde se quemaron los cadáveres de Alfaro y sus tenientes.
Al terminar la primaria en 1913 fue matriculado en el Colegio San Gabriel de los jesuitas situado en la Benalcázar y Espejo a solo tres cuadras de su casa. Buen alumno, se disgustó muchísimo cuando el profesor de un Colegio Fiscal – que ponía las notas en los exámenes semestrales – le suspendió en historia por ciertos juicios escritos sobre García Moreno. Era la víspera de Semana Santa y cuando relató lo sucedido a su padre, éste le llevó a los ejercicios espirituales que en el monasterio de San Diego predicaba el famoso orador fray José María Aguirre, franciscano tenido como un hombre ascético, casi un santo. I tan impresionado quedó el joven, que resolvió hacerse sacerdote, fue cambiado al Seminario Arquidiocesano de San Luís ubicado donde hoy queda el Banco Central y el edificio del Consejo Provincial y tuvo por maestros a los padres lazaristas Madonía, de Argila y Farget, de quien fue discípulo predilecto. Allí estudió física y algebra, leyó a los clásicos Virgilio y Horacio, al Dante, también a Lamartine, se hizo deportista y jugador de tenis y futbol. En 1.921 pasó al Seminario Mayor ubicado al norte de la ciudad y fue profesor de química y matemáticas del Seminario Menor hasta 1923.
El 28 de Julio de 1929 fue ordenado sacerdote por el Arzobispo Manuel María Pólit, editó un folleto de piedad titulado “La Devoción al Vía Crucis” en 49 págs. en la Editorial Prensa Católica y celebró su primera misa en el templo de la Concepción donde tenía una hermana monja de claustro. Enseguida fue enviado a Ambato, se aficionó a los caballos, a la fotografía, a la radiodifusión y con piezas en parte compradas y en parte fabricadas por él mismo, logró construir un eficiente radiotransmisor para conversar con sus amigos de Quito y aún del exterior.
En Julio de 1932 le designaron Cura de Alangasí en el valle de Machachi cerca del nevado Corazón. Reconstruyó la Iglesia, el altar mayor, realizó varias decoraciones menores con la ayuda del célebre arquitecto Padre Bruning autor de la torre de la Catedral de Quito y cuando en Julio del 35 fue trasladado a Chillogallo, la población le entregó una Carta de Gratitud que conservó toda su vida.
A fines de año fue llamado por el Arzobispo Carlos María de la Torre para colaborar con el octogenario padre Pedro Pablo Borja Yerovi en la dirección de su Pensionado Elemental, pues a causa de los años y mal estado de salud, dicho religioso había solicitado un reemplazo.
Andrade creyó necesario aplicarse con asiduidad al estudio de la Pedagogía Clásica y Moderna, llegando con los años a convertirse en una autoridad en la materia. El plantel solo contaba con ocho profesores y ciento sesenta alumnos que recibían clases en una vieja casona de la calle Olmedo, estrecha e impropia para un Colegio moderno.
En dicho pensionado (1) contó con la colaboración inmediata del padre Miguel Enrique Romero González, Alfredo Ponce Rivadeneira y Manuel A. Torres, aumentó el número de alumnos, mejoró los sistemas actualizándoles con una visión renovada más acorde con el siglo. Fueron años asendereados y no exentos de trabajos y complicaciones, pero todo lo sobrellevó con gran paciencia y mucho esfuerzo hasta lograr la culminación de su ideal de Dios y Patria a través de la formación de una juventud pujante y llena de fe católica al tiempo que desde 1937 fundaba la Federación Arquidiocesana de Establecimientos de Educación Católica FEDEC para difundir el catolicismo por medio de publicaciones y unificar a los planteles católicos del país.
En 1940 se trasladó a Guayaquil a operarse una vieja ulcera al duodeno y durante su recuperación sufrió una eventración que se le hizo crónica, le apareció una hernia y tuvo pleuresía. Convaleciente aún, fue llamado por monseñor Borja Yerovi mediante telegrama que decía “Venga, que no hay plata para pagar a los profesores” pues el Pensionado Elemental cobraba unas pensiones mensuales ínfimas
que no alcanzaban para mantener el plantel, de suerte que Andrade tenía que poner de su peculio para superar las crisis.
En octubre de 1941 alquiló una casa más cómoda en la Avenida América entre las calles Bogotá y Caracas a su dueña la señorita Elena Enríquez, en la cual inauguró el Pensionado Elemental No. 2 con sesenta y cuatro niños repartidos en los cuatro primeros grados, bajo el cuidado de los profesores Sergio Vélez, Néstor Vinueza, Manuel Torres y Alejandro Santillán, siendo Auxiliar Jacinto Cuesta. En este nuevo local todo era nítido, pulcro y relucía, pues había muchas ventanas que permitían la entrada del aire y la luz matinal.
En 1942 arrendó y luego terminó comprando por su bajo precio, el amplísimo local donde venía funcionando el Colegio Alemán de Quito, expropiado por el Estado debido a la II Guerra Mundial. Eran dos edificios muy cómodos y elegantes sobre un terreno de veinticinco mil mtrs. cuadrados en el barrio de moda de la Mariscal Sucre. En 1945 celebró con su hermana Lucía – con la que siempre fue muy unido – una semana catequística, a fin de obtener los fondos necesarios para un Centro de Publicaciones Cristianas que en 1967 originó a la empresa publicitaria “Luz y Vida”.
En el pensionado ideó un sistema de altoparlantes que le permitía escuchar las clases desde el rectorado y al mismo tiempo servía para dar noticias al alumnado También usó dispositivos que ilustraban las clases de historia y geografía. Creó festividades propias como el día de San José patrono del plantel, el día del Director Chiquito, montó una plaza de toros con niños vestidos de toreros, madrinas de majas y hasta caballos para picadores y toretes de casta. En Mayo de cada año eran las solemnísimas primeras comuniones. Al final de cada curso realizaba un paseo a cualquier sitio cercano y cuando terminaban el sexto grado se hacía para los finalistas un Acto Académico solemne. Así fue como alcanzó a tener quinientos alumnos y nuevos profesores de la talla de Antonio González Zumárraga y el Dr. Luis Tapia, con quien fundó el Pensionado Elemental No. 3 que abrió sus puertas en 1948. Para entonces su contextura delgadísima, cabellera gris y hondas arrugas denotaban al hombre de estudio, fe y devoción.
En junio de 1950 viajó con el padre Aurelio Espinosa Pólit al Congreso de la Confederación Interamericana de establecimientos católicos CIEC celebrado en Roma. Al término de esas jornadas el Papa Pío XII le designó miembro del Consejo de Educación Religiosa para América Latina. El 51 presidiendo la FEDEC con un centenar de establecimientos católicos asociados y casi cien mil alumnos de ambos sexos, era un poder político en el Ecuador; pero ese año renunció tal dignidad en razón de su mal estado de salud, siendo reemplazado por su amigo el padre Aurelio Espinosa Pólit. De todas maneras siguió asistiendo a las sesiones como Presidente de Honor. El cambio era necesario dada la brillantez de Espinosa Pólit quien ya era considerado el primer humanista del país.
En 1952 consiguió una declaración del Presidente Velasco Ibarra dirigida a su Ministro de Educación para que no se persiga a la educación católica en el país. Ese año viajó al Congreso de la CIEC en Bolivia y el 53 el mismo Velasco Ibarra con quien se llevaba muy bien, declaró su “respeto absoluto a la conciencia de los educadores y su empeño de llevarlo a la práctica, a diferencia de lo que se había hecho anteriormente, al convertir los claustros educativos en centros de difusión de ideas de izquierda.” El asunto trajo cola y fue comentado hasta en el Congreso Nacional pues se consideró dicha declaración como un ataque al laicismo imperante desde 1895; sin embargo, la FEDEC demostró su apoyo al Presidente de la República y Andrade fue comisionado para visitar a Velasco Ibarra en palacio y hacerle entrega de una placa de Agradecimiento (2) Este año se le reprodujo la úlcera y viajó a los Estados Unidos para someterse a una nueva operación.
En febrero del 54, algo repuesto de sus dolencias, celebró las bodas de Plata Sacerdotales con un acto muy solemne en el Teatro Sucre. Pío XII le nombró Capellán suyo extra urbe con Medalla de Oro, título de Monseñor y derecho a vestir de morado. El Presidente Velasco Ibarra a través de su ministro de Educación y el Alcalde de Quito Rafael León Larrea también se hicieron presentes y apareció una publicación con su obra educativa
en 64 págs. en calidad de sentido homenaje. Su escuela mantenía una Capilla pequeña, llena de intimidad y recogimiento.
Ese año asistió a los Congresos de la CEIC en Puerto Rico y Argentina. Henry Raad en su obra ¿Valió la pena? Guayaquil, 2012 ha escrito que fue alumno del Pensionado y le recuerda así: Fumaba como loco unos cochinos cigarrillos amarillos de marca Full Speed de la fábrica El Progreso, fabricados en el país, y que acumulaba por docenas en un cenicero primero, y por centenas en el vecino tarro de basura ubicado al lado de un desordenado escritorio. Solo dos veces entré en su despacho y hasta ahora recuerdo el fuerte y encerrado olor a nicotina que lo transportaba en la sotana. Por esta costumbre de fumar y no cambiarse de sotanas, en Quito gozaba de una inmerecida fama de sucio.
El 55 viajo al Brasil y de regreso se le presentaron las primeras complicaciones severas de la enfermedad que le llevaría a la tumba: mareos y desequilibrios.
En 1959 comenzó a estudiar la posibilidad de entregar su Fundación privada dueña del pensionado y sus numerosos bienes, a la Orden de los Maristas, en donación millonaria. La Fundación llamaba Pedro Pablo Borja Yerovi y era la propietaria de los Pensionados Elementales. El 63 suscribió el correspondiente acuerdo y recibió a cambio una módica pensión vitalicia de solamente doscientos dólares mensuales, que destinaba a dotar a señoritas pobres que deseaban hacerse monjas.
Durante la presidencia de Carlos Julio Arosemena Monroy hizo saber al Ministro de Educación Dr. Gonzalo Abad Grijalva, que los cien mil alumnos de las escuelas y colegios católicos del país, irían a una huelga si el ejecutivo trataba de arrebatar al FEDEC algunas de las garantías conseguidas. De esta forma se logró el Decreto Ley de Emergencia del 25 de Junio de 1963 que concedió igualdad de derechos constitucionales a los planteles laicos y no laicos.
En 1966, al entregar definitivamente la Fundación a los padres maristas, fue condecorado por la Cancillería ecuatoriana y a consecuencia de un tratamiento para la cicatrización permanente de su úlcera quedo seriamente afectado de la vista. El 67
aprovechó un viaje a Madrid costeado por uno de sus hermanos y se sometió al examen completo de la circulación, especialmente de las piernas, porque sufría de unas dolorosas várices y de ulceraciones en los pies; enfermo, seguía concurriendo por las mañanas al Pensionado, más bien como curioso pues no tenía que dar clases pero todo lo vigilaba y trataba de ayudar en la marcha de la institución y hasta el final de sus días conservó la plena lucidez de sus facultades, a pesar de sus dolores de cabeza y mareos que no le dejaban en paz.
El 73 sufrió de una diverticulitis, se recluyó en una clínica con hemorragia intestinal pero se recuperó. Luego fue operado del oído y ya no sintió mareos ni dolores de cabeza pero en cambio el 74 empeoró con una peligrosa trombo flebitis. El 75 se operó de cataratas. El 76 se le desprendió la retina de un ojo que perdió totalmente pues aún no se operaba en América latina ese tipo de complicaciones oculares. Vivía retirado en casa de su hermana Lucía, en una silla de ruedas, con una pensión exigua del Cabildo eclesiástico y la renta de los maristas que se portaron pesimamente con él, pues habiéndoles regalado todo, se hicieron los ciegos ante sus dolencias físicas y ante sus penurias económicas, pero así son de impersonales y egoístas las órdenes religiosas cuando tienen sus sedes en el exterior.
El 79 cumplió sus Bodas de Oro y a consecuencia de una caída en su aposento, roto el fémur y operado, ya no se levantó. Sereno, ecuánime, mostraba un constante interés por sus alumnos del Borja y por la Federación de Educadores y fue declinando tranquilamente, aunque adolorido, hasta que ocurrió su fallecimiento el 6 de junio de 1981, cuando casi tenía ochenta años de edad, a consecuencia de múltiples complicaciones pues nunca había gozado de buena salud.
Fue todo un carácter. Su estatura regular, rostro alegre, enjuto, pelo y ojos negros, gran trabajador de la educación católica en el Ecuador y a sus desvelos se deben los logros alcanzados por la Confederación de Establecimientos que fundó y presidió en años de lucha, por eso se le considera el iniciador de la campaña que hasta hoy prosigue la iglesia Católica para que el Estado ecuatoriano subvencione sus escuelas y colegios confesionales igual que lo hace con los oficiales.