DIBUJANTE Y CARICATURISTA. Nació en Guayaquil el 3 de diciembre de 1899 mientras su padre el Coronel Carlos Andrade Rodríguez hacía vida de cuartel en Guayaquil y fue su madre María Moscoso González, hija de la poetisa Mercedes González Tola de Moscoso. Fue el segundo de una familia compuesta de ocho hermanos. El 1900 se trasladaron a Tulcán y después fijaron definitivamente su domicilio en Quito. Desde pequeño le decían Canela por la coloración rojiza de su pelo y con el tiempo adoptó el seudónimo de Kanela para firmar sus obras artísticas y literarias.
En 1906 entró al Jardín de Infantes que mantenía el cura alfarista Luís Vicente Torres en el barrio de La Chilena. El 09, debido a su precocidad y excelente caligrafía, fue llevado por su tío Abelardo Moncayo, Rector del Mejía, a la preparatoria de ese plantel, en la que el Profesor César E. Arroyo le preparó en Gramática y “en optimismo y, esperanza” pues era muy entusiasta y solía frecuentar su casa para conversar con su abuela Mercedes, tan menuda, tan leve y sensitiva, quien sólo gustaba de limitadas amistades selectas.
Su amigo Federico Mancheno le motivó a dibujar pues desde niño había demostrado gran facilidad artística. A principio del año 12 comenzaron sus pesares pues mientras seguía en el Mejía, fue herido su padre en la acción de guerra ocurrida en Huigra y permaneció varios meses postrado en cama, poco después ocurrió en Quito el asesinato político de su tío el General Julio Andrade Rodríguez. El 1 4, su padre se alzó en armas en las Provincias del norte contra el gobierno de Leonidas Plaza pero fue traicionado por uno de sus colaboradores y cayó preso en Cayambe, pasando dos años en el Panóptico de Quito. Su familia soportó la discriminación política y graves apuros económicos. Entonces tuvo que abandonar sus estudios para realizar esporádicos trabajos en diversas imprentas.
Era un joven alto y delgado, acostumbraba reunirse en la pila de la Plaza del Teatro con sus compañeros del equipo de fútbol y con otros jóvenes y aprendió a ser irreverente. Un sábado de Gloria soltaron una jauría de perros ladradores, a los que amarraron latas y petardos a sus colas, justo en el momento que sonaron las campanas anunciando la resurrección del Señor. Otro año, en vísperas de la Pascua, se robaron los badajos de las campanas y estas no tocaron el Gloria. En 1915 frecuentó los billares y la casa de Canuto Silva mientras asistía a la Escuela de Bellas Artes que funcionaba en Santa Catalina, donde recibió clases de litografía y grabado. Hacía poemas, leía sin descanso toda clase de obras de literatura e historia hasta formarse una excelente cultura, a la par que empezaba a vivir una bohemia pobre pero no exenta de cierta elevación espiritual.
En 1916 fue contratado como calígrafo de la Secretaría del Senado. En la pieza de Jorge A. Diez, ubicada en la calle Junín, participó de la idea de fundar una revista semanal de arte y cultura con Alberto Coloma Silva y Enrique Terán Baca que llamaron “Caricatura” y durante tres años renovaron el ambiente espiritual de Quito, pues la revista vino a suplir un vacío que se dejaba sentir desde la desaparición de “Dingo”, que tuvo tan corta duración, obra de Simón Cárdenas (Bibí) Francisco Andrade – Marín Baca y Carlos H. Endara, mejor conocido como Diletante.
En “Caricatura” se publicaron sus dibujos a tinta china del Quito Colonial y unos espléndidos retratos humorísticos que captaban el espíritu sin perder de vista el parecido físico de cada personaje. Estos trazos de línea fácil y generosa, nacidos de una capacidad de penetración y de una agudeza sin par, aparecían firmados por “KANELA”, fueron la comidilla de Quito y pronto le dieron justa fama. El 18 frecuentaba los aperitivos de las tardes del Bar Royal del español Ramón Viver en alegres veladas con Juan Antonio Bustamante, el ñato Salvador, Carlos Rodríguez, Simón bibí Cárdenas, Francisco Jijón Bello, el cacho Pólit, etc.
Por susceptibilidades juveniles en 1919 salió de la revista “Caricatura” y con Cesar Monge, Alejandro Mancheno, Leopoldo Rivas, Alejandro Campaña, el sordo Benjamin Piedra publicaron el semanario denominado “Calenturas” el que sólo apareció durante cuatro meses.
En 1920 obtuvo la Primera Mención en el Concurso de Afiches de la fiesta del Estudiante organizada por Luis Barberis Jaramillo, con su Pierrot frenético de alegría, que sólo sabe reír y divertirse y no ha conocido aún los desengaños del amor de Colombina.
Esa noche, disfrazado de Arlequín, como no consiguió una compañera a tiempo para el Baile del Estudiante, asistió con su amigo Luís Martínez Cevallos, mejor conocido como El Terrible Martínez, quien se prestó a disfrazarse de mujer en el departamento de Lola Vinueza, quien le proporcionó las medias, zapatos, vestido, peluca y hasta le maquilló convenientemente. Nadie se dio cuenta del engaño porque había mucha gente, pero a la media noche, tras burlarse de todos los presentes con simulados coqueteos y contoneos, siguieron la farra en La Palma de Morillo y varios caballeros chispos, encantados con la “Chullita”, en un momento en que KANELA salió al W.C., comenzaron a perseguirla muy en serio y terminaron arrinconándola, hasta que El Terrible no tuvo más remedio que arrancarse la peluca, descubriéndose la broma. Ese año ayudó con varios de sus amigos a escribir la revista musical “Sin Batuta” de sátira costumbrista, que presentó en el Sucre la compañía Saullo, de paso por Quito. Entre septiembre y octubre asistió a las fiestas del Centenario de la Independencia de Guayaquil con toda la troupe del Senado.
Kanela acostumbraba usar disfraces elegantes para asistir a las fiestas de carnaval e inocentes, estas últimas eran fiestas populares que se hacían en la Plaza Belmonte o en la Plaza Arenas. Pero en una ocasión Kanela se disfrazó de vieja beata, con paleto y manta y en el camino a una de esas fiestas se encontró con el Terrible Martínez quien le reconoció de inmediato y le reclamó por tan ridículo disfraz, ante lo cual Kanela le dijo: “No te preocupes Terrible, que con media vara menos de estatura puedo parecerme a cualquiera de tus hermanas”. El Terrible se sintió un tanto ofendido pero reaccionó de inmediato y juntos concurrieron al baile.
El 22 mantuvo amores con una dama rusa que le enseñó los secretos de eros diciéndole cariñosamente “Dorian Grey”. Con Guillermo Destruge Maruri, Antonio Bellolio Pilart y Leonardo Arcos editó la revista juvenil “Pomona” que duró pocos números. Obtuvo el Primer Premio en el Concurso de Afiches organizado por la Cruz Roja Ecuatoriana con una vista lejana de Quito y en primer plano una bella mujer socorriendo a la vera del camino a un niño desvalido.
En diciembre de 1925 intervino en el Salón de Arte Moderno inaugurado en el Salón las Palmas del Hotel Metropolitano, con cuatro trabajos, dos dibujos a tinta china hechos sobre pergamino del austero encanto de Quito “elegantes y finos en el detalle” y dos caricaturas: la del cronista Riga gustó mucho, pero a causa de cierta caricatura muy comentada en solfa, la dama retratada le asestó en público un soberbio golpe de paraguas, que Kanela recibió como una condecoración.
En mayo del 26 organizó con Juan Pavel, Guillermo Latorre, Sergio Guarderas, Pedro León y Efraín Diez, la Galería permanente de Arte Moderno Camilo Egas, inaugurada frente a la plaza de la Alameda, con setenta y cinco dibujos de Egas, Latorre, Kanela, Diez, Guarderas, Ortiz y Espín. Un crítico ramplón, al referirse a su físico – que tiene fama de ser apuesto y elegante – declaró que sólo le faltaba el monocle para semejar a un Lord Inglés. Ese año también figuró entre los colaboradores artísticos de “Ecuatorial” y con Nicolás Delgado, José María Roura Oxandaberro, Pedro León y Sergio Guarderas abrió una exposición de dibujos y caricaturas que les consagró.
El 29 casó con Sofía Cevallos Campaña, que luego fue por muchos años profesora de manualidades en el Colegio Gran Colombia y en el Simón Bolívar, a quien conoció en una fiesta. La ceremonia eclesiástica se realizó en San Blas. El 32 quiso con otros amigos levantar un monumento a los poetas mayores del modernismo ecuatoriano pero la pudibundez de la gente no lo permitió porque habían sido un mal ejemplo para los jóvenes por toxicómanos y desadaptados. En julio logró el Primer Premio en Dibujo en la exposición del Colegio Bolívar de Ambato, con cuatro dibujos inspirados en la belleza de la ciudad de Quito. En pintura fue premiado Pedro León.
El 35 figuró entre los fundadores de la Sociedad de Artistas. El Presidente Velasco Ibarra donó treinta mil sucres para la construcción de un Pabellón de Exposiciones, pero el Concejo Cantonal se negó a donar el terreno perdiéndose la partida presupuestaria. En agosto de ese año viajó a Guayaquil con Sergio Guarderas, Pedro León y Gustavo Bueno a fin de fundar la filial de la Sociedad de Artistas y comenzó a colaborar en la revista “Semana Gráfica” que editaba el diario “El Telégrafo”
A principios de octubre regresó a Guayaquil con Germania Paz y Miño, su hermano Jaime Andrade, Guarderas y Latorre y el día 9 se inauguró una Exposición Nacional en los Salones del Cuerpo Consular y bajo los auspicios de la Municipalidad, con trabajos de artistas visitantes y otros de Antonio Bellolio, María Zaldumbide de Denis, Nicolás Delgado, Camilo Egas, Aracely Gilbert, Sergio Guarderas, Eduardo Kigman, Efraín Diez, Guillermo Latorre, Pedro León, Eloy Morla, Piedad Paredes, Ciro Pazmiño, Ezio Patay, Enrico Pacciani, Enrique Guerrero, Galo Galecio, ente otros. La muestra constituyó un acontecimiento cultural pues fue la primera ocasión que se realizó una exposición conjunta entre los más acreditados artistas de Quito y Guayaquil, originando una corriente estética.
Francisco Ferrandis Albors mejor conocido como Feafa, escribió sobre el Arte Decorativo Ecuatoriano. Enrico Pacciani fundó la Agrupación Allere Flama que tantos triunfos cosechó en los siguientes años y dio paso a la Sociedad de Artistas y Escritores Independientes en 1936, a la Escuela Municipal de Bellas Artes en 1940 y finalmente al Núcleo del Guayas de la CCE. en 1945. El 13 de octubre dio una conferencia sobre Arte Moderno (impresionismo, cubismo y surrealismo) explicando al público los alcances del futurismo en pintura.
El 38 alternaba con los actores españoles Fernando, Domingo y Julián Soler que estaban nuevamente de paso por el Ecuador, pues una de sus hermanas había casada con un señor Baquerizo Germán de Guayaquil. Su hermano Raúl, Jorge Diez, Demetrio Aguilera Malta y el sordo Benjamín Piedra eran sus mejores amigos, este último su vecino en San Marcos. Para los carnavales del 40 se divirtieron mucho y a las pocas semanas murió intempestivamente el sordo Piedra.
El nacimiento de su hijo Carlos le alegró sobremanera. El matrimonio había disminuido su bohemia y la llegada del hijo le transformó totalmente, bien es verdad que ya no existían los sitios donde había refugiado su adolescencia. Las pilas de las plazas públicas no servían para cobijar mentideros, las esquinas estaban ocupadas por nuevas generaciones, todo había cambiado, nada era igual, ni el Hispano Bar, ni el Bar Royal, el elegante hotel Froment se llamaba Savoy y el antiguo Europa estaba convertido en el Des Etranger. El Café Central de la Mercedes Solano y el del chivo Víctor Cañas parecían tugurios. Las chullitas cuicas y las vampiresas (madonas de medianoche del 920) por obra del tiempo habían involucionado a pecadoras arrepentidas. Así, pues, los años 40 transcurrieron en la tranquilidad hogareña y cuando se fundo la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1.945 quizá por un olvido imperdonable, sus promotores no se acordaron de nombrarlo miembro.
En 1941 Kanela escribió en uno de los periódicos de Quito un comentario sobre el exceso de personal burocrático en la Administración Pública y la rémora que esto significa para el desarrollo del País, ante lo cual un diputado de apellido Lasso había pedido, entre otras supresiones, la de los Directores y Jefes de sección de todos los Ministerios, por economía naturalmente. Kanela, con fina ironía, le propuso a dicho diputado, que también por economía, pida en el Congreso, la supresión de las ruedas delanteras de los automóviles oficiales y si esto no fuera posible, suprimir ambas, aunque con su influencia y categóricos razonamientos, pudiera conseguir que se suprima y se economice siquiera una de las ruedas.
El 1950, tras cumplir treinta años de servicio ininterrumpido en el Ministerio de Educación, calificados por el mismo como “perdidos en las cavernas de la bruma a la orilla del lago del silencio” fue injustamente separado de sus funciones como Jefe del Departamento Técnico de Educación, por orden del Ministro de tumo.
Entonces se acogió filosóficamente a los beneficios de una magra jubilación “con harapos y remiendos en el cuerpo pero caudales escondidos en el corazón, me dedique a la tarea filantrópica de dilapidar nuestra fortuna”. Así fue como para superar la depresión de encontrarse sin trabajo principiaron a salir unas colaboraciones suyas en la Revista “La Calle”.
Habitaba con su esposa e hijo en la calle Juan Rodríguez 147, barrio Bolívar, hoy barrio Mariscal Sucre, vivienda adjudicada por el Seguro Social. En el año 55, al intentar embarcarse en un autobús se cayó al suelo y rompió el fémur de una de sus piernas. Llevado a la Clínica del Seguro el doctor Augusto Bonilla le hizo una reducción, pues no se le podía operar debido a su hemofilia de siempre y tras doce largos meses con ambas piernas enyesadas dentro de su casa, volvió a caminar. Mas adelante, por un leve ataque de artritis en sus manos, le suministraron cortisona, medicamento sobre el que aún no se conocía sus efectos secundarios, lo que le provocó un leve temblor en sus manos y desde ese momento ya no pudo volver a dibujar ni ganarse la vida iluminando pergaminos.
Sus amigos Juan Antonio Bustamante y el ñato Salvador le visitaban de continuo. El doctor Bonilla le diagnosticó cariñosamente “Amigo Kanela, usted padece la neurosis del recuerdo que es un mal crónico e incurable.
Para volver a la normalidad entre el 57 y el 62 escribió en El Comercio y Ultimas Noticias una serie de retratos de sus antiguos amigos, que pronto alcanzaron justa fama por contener finos y certeros brochazos psicológicos y por tratar de la vida bohemia del Quito de los 920 con detalle y anécdotas de indudable buen gusto y humor, pero como también contienen situaciones dramáticas muy personales, le trajeron diversas clases de comentarios y hasta dos aclaraciones. En general, fueron como una clarinada de alerta dirigida a la sociedad quiteña, un llamado de rebeldía social para los jóvenes de las nuevas generaciones, a fin de que sean auténticos y rebeldes ante la injusticia del medio. I lejos de arredrarse ante la crítica negativa decidió editarlas bajo el título de “Los Inolvidables”.
En octubre del 62 pidió un prólogo a su amigo Isaac Barrera. En julio del 63, encontrándose listo el material para la impresión en los Talleres Gráficos Nacionales, el Presidente Arosemena Monroy fue destituido por una Junta Militar de Gobierno y la edición se postergó hasta el 64, que por gestiones de Egidio Moncayo apareció en 335 páginas, conteniendo 5 crónicas ajenas, 45 del autor, 8 dibujos del autor y 2 protestas.
Kanela fue un espíritu de alta selección, solitario, paciente y tranquilo pero de rebeldía innata que mantuvo a través de toda su existencia a pesar de haber vivido la dualidad de dos mundos opuestos: el del arte que engrandece el espíritu y el del oscuro burócrata de un Ministerio cualquiera, prueba de ello es que el 61, al caer el cuarto velasquismo, felicitó a la juventud quiteña por su heroísmo.
En enero del 63 se puso mal de salud a consecuencia de una úlcera estomacal sangrante, le internaron en la Clínica del Seguro, mejoró, fue dado de alta y salió a su casa con un tratamiento y varios medicamentos. En febrero volvió a agravarse y en la Clínica Pichincha el doctor Eduardo Luna empleó un procedimiento que recién se estaba aplicndo pero no tuvo éxito y el paciente falleció en la noche del 4 de mayo, de sólo sesenta y tres años de edad, aunque por su enfermedad, parecía de mayor edad. Femando Jurado Noboa en su magistral obra “El Chulla Quiteño” le califica de prototipo de chulla intelectual. La situación política imperante en el País tras los asesinatos de 1912 le formaron rebelde. En una de sus crónicas contó que juntos a sus parientes Andrade hizo la formal promesa de no concurrir al Club Pichincha “donde los pelucones acudían en oleadas a besar manos tintas en sangre en procura de una migaja diplomática, del ascenso inmerecido, del privilegio burocrático o de la simple casaca de lacayo”
En lo físico era de buen ver, por alto, delgado y simpático. En sus mejores años usaba un fino bigote que le distinguía. Su hijo le recuerda afectuoso, bondadoso, con un fino sentido del humor y muy paciente. Jamás fue afiliado a ningún partido político, pero siempre practicó el credo liberal radical. Su amigo Francisco Guarderas escribió que Kanela tuvo el espíritu firme, el vivir digno, sin claudicaciones ni cobardías, y la inteligencia rebelde y batalladora de los Andrade que creen con firmeza y aman con pasión.