ANDRADE-MARÍN VACA LUCIANO

SABIO EN ECUATORIANIDADES. Nació en Quito el 27 de enero de 1893, en la amplia casona propiedad de su padre ubicada en la calle Loja y Ambato cerca de la quebrada de Jerusalen. Hijo legítimo del Dr. Francisco Andrade Marín Rivadeneyra, abogado ibarreño, escritor que intentó la colonización del Napo en tiempos del presidente Caamaño, Gobernador de la provincia del Oriente, miembro de la Liga de Librepensadores, presidente por dos ocasiones de la Municipalidad de Quito, presidente de la Cámara de Diputados, Encargado del Poder en 1912 por cortos meses. Presidente de la Corte Suprema en 1914, cuya biografía pude verse en este Diccionario y de su primera esposa Clotilde Vaca Merizalde, quiteña, que falleció joven.

Huérfano de madre, recibió las primeras letras de sus hermanas mayores y luego asistió a la escuela de las señoritas Toledo. Su padre casó en 1900 por segunda ocasión con Victoria Malo German.

Matriculado en la escuela del Cebollar de los hermanos cristianos, de regreso corría al Panecillo a coger plantas, tierra y piedrecitas, jugaba con ellas y las acomodaba en diversas colecciones. Realizó la primera comunión preparado por el hermano Miguel. De estos años fue su conocimiento del Arzobispo Pedro Rafael González Calisto, amigo de su padre, a quien llevaba recados. En 1906, de trece años ingresó al Instituto Mejía y como su padre aún era partidario del presiden Eloy Alfaro fue con varios compañeros a recibirlo en Riobamba y de regreso el Viejo Luchador fraternizó con ellos en el tren y les preguntó si podía ayudarlos en algo. Los muchachos le solicitaron papel para una revista estudiantil y Alfaro accedió gustoso. Así apareció “Bolas y Boladas” que dirigió Leonardo Endara G. y administró Andrade Marín en colaboración con su hermano Francisco y Hernando Pallares Zaldumbide, publicación estudiantil que conoció dos épocas distintas hasta 1919 y por defender a un hermano de los golpes de un profesor, éste le dijo: “Ud. solo sirve para zapatero, traiga a su representante” pero el incidente no prosperó. Era un muchachón fornido y largirucho, muy popular entre sus compañeros por ser dado a todos los deportes, inclusive al más peligroso, el andinismo.

En 1912 se graduó de Bachiller y el profesor con quien tenía punto tocado le preguntó: “¿Qué le pasó al Ecuador después de su separación de la Gran Colombia?” Se hizo Flores, fue la inteligente respuesta y lo aprobaron en ese momento entre risas y aplausos. Entonces empezó los estudios de medicina en la Universidad Central, fundó la revista quincenal “Andina” con Carlos H. Endara y trabajó por cortos meses de Director de la Biblioteca Municipal.

Al finalizar el tercer curso en 1917 acompañó a su hermana Margarita y su cuñado el Dr. Manuel Cabeza de Vaca Silva, que eran adinerados, a San Francisco de California, estudió inglés y fue corresponsal de los periódicos “El Día” y “El Comercio” de Quito.

Cuando intentó continuar la carrera de médico, las Universidades se negaron a reconocer sus estudios efectuados en el Ecuador, entonces siguió varios cursos de Geografía y Agricultura y para ganarse la vida trabajó en la Librería Paúl Helder con el nuevo sistema de catalogación decimal Dewey, leyendo todo cuanto caía en sus manos pues siempre fue un autodidacta de conocimientos dispersos.

En 1925 la revolución Juliana le llevó de Concejal y al crearse la Dirección Nacional de Agricultura la ocupó hasta 1929. En esas funciones desplegó una actividad extraordinaria, modernizando servicios, iniciando cursos escolares de agricultura, creando estaciones experimentales agropecuarias y forestales en Quito, en el páramo de Cotopaxi y en Ambato, siendo el precursor de la forestación a gran escala, pues sembró pinos y cipreses y otras coníferas en el páramo. También se dedicó a instalar bañaderos garrapaticidas para el ganado y estaciones sanitarias de plantas y animales y publicó varios artículos sobre agricultura, los páramos, las heladas, la educación agrícola y otras novedades, pues tuvo la virtud de la anticipación sobre diversos aspectos hasta entonces desconocidos en el ambiente científico del país. En 1927 editó un “Informe sobre asuntos forestales ecuatorianos” en 113 págs. y el 29 salió de esas funciones.

En 1930 tradujo del inglés “Un mensaje a García” del escritor norteamericano EbertHubberten21 páginas, folleto que

Se ha popularizado a través de otras versiones, al punto que hoy es una lectura cursi.

El 32 salió “El Ecuador minero, el Ecuador manufacturero, el Ecuador cacaotero” en 111 páginas y estrechó lazos de amistad con el andinista Nicolás Martínez. Ese año empezó a planear una expedición a las agrestes regiones desconocidas de las montañas de los Llanganati, donde el llamado plano o Derrotero de Valverde asegura que existe oculta una gran cantidad de oro y plata que se envió de Quito a Cajamarca en 1532 para el rescate del Inca Atahualpa y que al saberse la noticia de su ejecución fue enterrado en aquellas oquedades. La expedición fue científica y al mismo tiempo aventurera, pues nadie sabía lo que podrían hallar y se realizó con la participación de los alpinistas y aviadores (miembros de la Fuerza Aérea de Italia: Tulio Boschetti que puso los fondos y de Humberto Re, de paso por el Ecuador, ex paracaidista del ejército italiano durante la Gran Guerra.

Boschetti fue el de la iniciativa, para 1933 ya había penetrado a la región, organizó al grupo y fue el que más aportó económicamente. Los expedicionarios siguieron el Derrotero y aunque no encontraron ningún tesoro, pudieron comprobar que los accidentes geográficos mencionados en esa ruta son reales, lo cual ya había sido verificado por otros aventureros.

Cabe aclarar que la zona de los Llanganati está formada por un ensanchamiento de la cordillera central de los Andes en la parte oriental de la provincia del Tungurahua, la cual avanza hasta las estribaciones que se pierden en la llanura amazónica. Se caracteriza por ser una región inhóspita, con un clima extremadamente lluvioso, cubierta en parte por una tupida vegetación y en otras por traicioneros pantanos, Sobre ella se cuentan apasionadas historias ligadas a un supuesto tesoro enterrado allí, parte del que se llevaba desde el norte del Tahuantinsuyo hasta Cajamarca en el Perú, para ser destinado al rescate del Inca Atahualpa en 1532. La leyenda fue avivada por el libro del científico y explorador inglés Richard Spruce, titulado “Notas de un botánico en el Amazonas y en los Andes” publicado en inglés en Londres, con numerosas ediciones en varios idiomas.

Spruce indica que durante su paso por el Ecuador logró en 1857 conseguir una copia del misterioso Derrotero de Valverde, así llamado porque debió ser elaborado por un personaje de ese apellido que debió en el siglo XVIII haber recorrido extensamente esa zona, y contiene una descripción detallada de una ruta al corazón de los Llanganati, en donde se encuentran supuestamente los talleres en los que se fundía el oro para el Inca. El mismo Spruce da cuenta del mapa del botánico y naturalista Anastasio de Guzmán y Abreu, que describe con notable exactitud los accidentes geográficos de esa región montañosa, de manera que Guzmán debió ser uno de los buscadores de tesoros en la zona.

La expedición Ítalo – Ecuatoriana Boschetti – Andrade Marín – Re logró tomar más de trescientas fotografías y “exploró profundamente las montañas ecuatorianas de los Llanganati entre los años 1933 a 1934, dando a conocer esa extensa región que hasta entonces solo se describía bajo el calificativo de zona desconocida o tierra inexplorada; fruto de ella fue el descubrimiento de la existencia de la tercera cordillera oriental que antes jamás se había sospechado y que Luciano Andrade – Marín fue el primero en mencionar, correspondiéndole la revelación de su estructura de rocas cristalinas metamórficas, la determinación y definición geomorfológica del triple sistema geológico: Andes volcánicos, Llanganati granítico y tercera Cordillera de conglomerados, la tesis ecológica original de la subordinación y distribución selectiva de la flora paramal a estas tres formaciones geológicas subyacentes más que a los sub climas orográficos envolventes de la región, una teoría sobre la orogenie de las formaciones graníticas en el gran bloque de Llanganati, la tesis de la climatología equinoccial seudo temperada de esa peculiar región andina – amazónica, el esclarecimiento de la errónea hidrografía tradicional y

la ubicación científica de los arrecifes y los lavaderos de oro occidentales, el descubrimiento y descripción de nuevas y riquísimas especies de plantas, señaladamente de una gigantesca espeletia (frailejón) nunca antes conocida y el trazado de los únicos planos y croquis geográficos fidedignos del país de Llanganati; “sin embargo debieron    de transcurrir muchos años para que empezaran a serle reconocidos estos descubrimientos”. Aparte de ello, realizó estudios de otra índole, como el desciframiento del nombre geográfico Llangana-Ati o país del Ati y la identificación de Rumiñahui como Jerarca o Ati de Píllaro, por ser nieto del gran Ati Pillahuaso, que fue quien opuso tenaz resistencia a la invasión incásica de Tupac Yupanqui a mediados del siglo XV.

Ese año de 1934 fue nombrado Director de la Quinta Nacional de Agricultura en Ambato a donde se trasladó con su esposa Zoila Balarezo Quiñónez, quien falleció años después a causa de una afección renal.

Con motivo de celebrarse el IV Centenario de la fundación española de Quito dio a la publicidad un trabajo de extraordinario valor titulado “Geografía e historia de la ciudad de Quito” en 45 págs, donde trató sobre el sitio en que fue fundada, su historia primitiva, la arquitectura residencial y la urbanización en cuatro siglos. Una segunda edición data de 1966 y se ha republicado parcial o totalmente en diversos folletos.

El 35 falleció su padre, heredó solamente ochocientos sucres que se los estafó un amigo. “Tenía la sencillez y hasta la dulzura de un sabio y como amigo era demás ejemplar”.

“A principios del 36 comenzó a imprimirse en una anticuada y modesta imprenta de Quito y por eso solo salió en 1937, su libro “Viaje a las misteriosas montañas de Langanati, con el subtítulo de Expedición italo- ecuatoriana Boshetti – Andrade Marín –Re 1833. 34” en 239 págs, relacionado con la expedición ya citada.

La obra al principio no tuvo mucha circulación pero después de un tiempo relativamente largo en que la edición estaba hacinada, empezó de pronto una activa demanda, tanto por las instituciones científicas del exterior como por viajeros extranjeros especialmente anglo – sajones y cuando ya no habían ejemplares de primera mano, seguían llevando fuera del país hasta los ejemplares de segunda”, de suerte que se vio presionado el 70 a sacar una edición de 295 páginas con ligeras ampliaciones en sus capítulos finales, que circuló quince días y se agotó también, por lo que se considera a esta obra como una especial rareza de la bibliografía científico -histórica ecuatoriana.

El 37 fue llamado por la U. Central a ejercer el cargo de profesor de Geografía en la Facultad de Filosofía y Letras. De esa cátedra pasó a la de Geografía Agrícola en la Facultad de Agronomía donde le fue concedido el Doctorado Honoris Causa por méritos, ejerciendo por algún tiempo la dirección de la Escuela de Agronomía.

“El 38 fundó con Carlos Mantilla Ortega el diario Ultimas Noticias y a través de la prensa reveló las ingentes posibilidades de las serranías y páramos ecuatorianos, se manifestó acérrimo defensor del padre Juan de Velasco y de su tesis sobre la existencia del reino de Quito y en dos ocasiones rechazó el nombramiento de miembro correspondiente de la Academia Nacional de Historia porque consideraba que dicha institución había sido fundada con el propósito de atacar al padre Velasco”.

Desde 1940 comenzó una serie de artículos históricos de enorme interés demostrándose sabio en quiteñidades. El 41 falleció su esposa de una afección renal.

El 42 dictó una Conferencia en el Instituto de Estudios Amazónicos de Quito y explicó la existencia del tercer ramal de la cordillera de 1os Andes. Al finalizar su intervención se levantó emocionado el Dr. Antonio Santiana Bedoya y opinó sobre la necesidad de traer geólogos del extranjero para que comprueben definitivamente dicho descubrimiento, pero el Dr. Tschopp, geólogo y Gerente de la Shell, allí presente, dijo a todos: “No hay necesidad, la Shell tiene gastado más de treinta y cinco millones de sucres en exploraciones geológicas en el oriente y todos nosotros hemos confirmado y así lo declaramos ahora aquí, que su postulado de la existencia de una tercera cordillera de los Andes en el Ecuador es científico y perfectamente correcto”.

“Hacia 1943 protestó bastón en mano, delante de la iglesia de la Compañía cuando los jesuitas quitaron la pátina protectora de la fachada” utilizando mangueras y potentes chorros de arena que dejaron a la iglesia de un color diferente.

En 1944 realizó una expedición a la región de Oyacachi con el objeto de determinar el origen de las cenizas volcánicas que habían caído en Quito esos días y se suponía que podían procederé de algún volcán de la región oriental del país. Fruto de estos esfuerzos fue un interesante folleto publicado en los talleres de la U. Central el 52 y contrajo segundas nupcias con Georgina Pérez Olmedo, quien durante veintiocho años fue su abnegada compañera y empezó a colaborar en la revista “Museo Histórico” de la Municipalidad de Quito.

Desde 1931 tenía iniciada la impresión de su obra “Altitudes de la República del Ecuador” recopiladas, arregladas y editadas en 133 páginas e ilustrada con profusión de grabados, mas por razones económicas, solo pudo retirarla de la imprenta en 1945, con un estudio sinóptico completo sobre los cultivos más importantes en el Ecuador, con altitudes óptimas, mínimas y máximas, en dos hojas explicativas de 1 x 0,60 mtrs.

En mayo del 44 obtuvo el premio Ministerio de Educación al mejor trabajo científico de la Exposición Agronómica Universitaria de Quito. En agosto discutió con el Concejal Humberto Albornoz, que quería expropiar una extensa zona aledaña al Ejido donde Andrade – Marín tenía su casita desde muchos años atrás (Calle Luis Felipe Borja No. 500) Hubo una acalorada sesión de Concejo y Andrade – Marín gritó a Albornoz que se calle, pues el pueblo le acababa de expropiar la palabra; finalmente no se expropió nada.

Ese mismo año triunfó en el concurso promovido por “El Ateneo Ecuatoriano” El 45 obtuvo Medalla de Oro en la II Exposición Agronómica Nacional y comenzó a publicar un curioso periódico personal titulado “La defensa de Quito” que conoció dos épocas, pues primero aparecía en 4 páginas y costaba 20 centavos y luego en 1950 en 8 páginas y 40 centavos. Allí Andrade Marín demostró ser el mayor defensor de las tradiciones, costumbres y vivencias de su ciudad, constituyéndose en el cronista de la capital de la República.

El 46 editó una “Monografía de la Provincia del Pichincha” en 56 páginas, que también fue premiada por el Ateneo y la Municipalidad quiteña, y ocupó el rectorado de la Escuela Politécnica en cuyo desempeño realizó numerosos trabajos y mejoras para el país, tal es así que el 47 planificó la construcción del aeropuerto de

Macará, la dotó del hospital, de un colegio religioso de niñas y llevó y montó la primera planta eléctrica que funcionó en ese sector de la frontera, teniendo que pasar la máquina por el lado peruano, ya que no existían carreteras en el Ecuador.

El 47 desempeñó las cátedras de Meteorología y Climatología en el Instituto Geográfico Nacional, apareció su “Bibliografía geográfica ecuatoriana y los geógrafos ecuatorianos” en 23 páginas. El 50 el Dr. Walther Sauer opinó públicamente que era mérito indiscutible del geógrafo ecuatoriano Luciano Andrade Marín el haber indicado por primera vez la existencia individual de la tercera cordillera oriental.

El 52 apareció “La desconocida región de Oyacachi” en 64 páginas, donde indica que dicha población ha tenido tres asientos, que en la antigüedad originó la talla de la actual virgen del Quinche y demostró hasta la saciedad que el verdadero camino seguido por Orellana al oriente pasaba por la población de Pifo. El 54 editó “La Batalla del Panecillo”, 7 de noviembre de 1812, antecedentes de la batalla del Pichincha, en 45 páginas y su obra maestra por excelencia “El Reino de Quito” en 260 páginas con numerosas pruebas sobre su existencia, criticando a Jijón Caamaño y defendiendo al padre Juan de Velasco, más como etnólogo que como historiador. En esta erudita obra – pues trata sobre muchísimos descubrimientos suyos – al hablar de las tolas de Cochasquí al igual que en las tolas del Quinche, aparece en cada campo de ellas un grupo de siete tolas pequeñas semiesféricas en el suelo (tolas significa en idioma Cayapa amontonamiento de tierra) que corresponde a las siete estrellas que forman la constelación de la Osa Mayor.

El 8 de enero de 1955 fundó el Museo Científico Solar de carácter cosmográfico, o  de geografía

astronómica que       viene a ser prácticamente lo mismo, situado sobre la línea equinoccial en San Antonio de Pichincha, que prestigió como centro internacional de Cultura. El 56 recibió una Medalla en la Facultad de Ingeniería Agronómica. El 58 fue premiado por la Municipalidad de Quito con la Orden Sebastián de Benalcázar en el grado de Comendador. Entonces se dijo que pocas veces se había concedido esa Condecoración con tanta justicia.

Entre 1964 y el 68 publicó en “Ultimas Noticias” sesenta y ocho artículos que los tituló “Historietas Quiteñas” bajo el seudónimo de “Quítense”, pero las cortó a raíz de una polémica que sostuvo con Guillermo Segarra. I como parte de la biblioteca de dicho vespertino reeditó numerosas obras clásicas relacionadas con la Historia y la Geografía del país. El 65 se jubiló como profesor. El 67 recibió la condecoración al Mérito Agrícola.

El 69 sostuvo un fuerte incidente con el geógrafo Francisco Terán, que equivocadamente aseguraba que eran los geólogos de la Shell los descubridores, a consecuencia de lo cual renunció en la Casa de la Cultura Ecuatoriana y editó un folleto en 32 páginas titulado “Mi retiro voluntario de la C.C.E. y la defensa de mi derecho de autor del descubrimiento de la tercera cordillera de los Andes del Ecuador, falseados y conculcados en los textos escolares oficiales de Geografía ecuatoriana para los colegios de la República” en 32 págs. dejando a Terán callado, pues entre ambos, existía una enorme diferencia intelectual, siendo Andrade – Marín un sabio verdadero.

En 1971 se trasladó a su Casa Museo solar en San Antonio y empezó a ordenar papeles, así como la segunda edición de “El Reino de Quito” y unos manuscritos sobre toponímicos. Estaba optimista y feliz, pero en junio del 72 sintió unos fuertes dolores de estómago y así estuvo hasta que fue llevado al Hospital del Seguro, falleciendo ocho días después, el día 24 de Julio, de setenta y nueve años, a causa de enfisema con complicaciones e infarto por trombosis mesentérica.

Tuvo carácter polémico pues nunca transigió con las medias tintas y peor con las mentiras, por eso discrepó con muchos y terminó prácticamente aislado, pues no fue amigo de integrar instituciones. El 77 se emitió una estampilla ordinaria de 0,70 con su efigie en la serie “Hombres Ilustres”.

El 2000 fueron republicadas en un volumen sus sesenta y ocho historietas de Quito. El 2003 salió una nueva edición profusamente ilustrada, de lujo, en 331 págs. con datos biográficos aportados por Javier Gómez- Jurado Cevallos y prólogo de Fernando Jurado Noboa donde se indica que antes de morir el sabio disponía del conocimiento de más de cien palabras del antiguo idioma Quitu, que se hablaba antes de la llegada de los Shirys.