ANDRADE ARBAIZA FRANCISCO

PIONERO DE LA RADIO NASCIONAL. Nació en Guayaquil en 1884. Recibió las primeras letras de su madre, siguió estudios secundarios en el San Vicente del Guayas y obtuvo Diploma de Honor en los Cursos que dictaba el Profesor Francisco Campos Rivadeneira. En 1902 se graduó de Bachiller en Humanidades Clásicas iniciándose en los estudios de Medicina en la Universidad de Guayaquil, carrera que culminó en 1908 con honores.

Entre 1910 y el 20 perteneció a la intelectualidad bohemia guayaquileña e instaló consultorio desempeñándose en su profesión. En 1923 acompañó a un familiar enfermo a París, capital que le maravilló al punto que muchos años después seguía siendo el tema preferido en sus conversaciones. En Francia permaneció casi dos años ilusionado con estudios tan serios como la telefonía sin hilos, las ondas electromagnéticas.

En 1924, nuevamente en Guayaquil, puso el siguiente anuncio:   “Dr.

Francisco Andrade A. Graduado en Francia. Ofrece rehabilitación médica en su Gabinete y a domicilio con los novísimos aparatos eléctricos de total aceptación de los fisioterapeutas de Europa. Calle de las Peñas No. 8 Teléfono 914” donde vivía en compañía de su hermana María, que también estaba soltera, al mismo tiempo se dedicaba a la fotografía con varias cámaras de mano traídas de París, donde también aprendió a usar la letal morfina. Pronto fue el médico de moda.

Sus diatermias eran solicitadas para curar todo tipo de zafaduras y torceduras y una tarde le visitó en su consultorio una señorita de sociedad, menor de edad, con un doloroso esguince en una pierna, y surgió el amor, pero también la morfinomanía de ella, porque la inició en su vicio secreto.

El padre de ella le siguió un juicio escandalosísimo, la chica quedó marcada y no solo eso, si nó que su afición la hizo caer en la prostitución para financiar la morfina, constituyéndose en un caso único en toda la República. Ese fue el Inri de ambos.

El escándalo adquirió grandes proporciones y el Dr. Andrade fue “al Panóptico, de donde solo pudo salir después de la revolución Juliana” y gracias al tratamiento prolongado de su amigo el Dr. Juan Tanca Marengo, que lo libró momentáneamente de la dependencia del alcaloide, se reincorporó a la vida normal. Entonces fabricó para el amigo y colega un electrocardiógrafo a distancia, compuesto de un bombillo eléctrico conectado al cardiógrafo para señalar las pulsaciones del corazón mediante una luz intermitente. El día de la inauguración Tanca quedó tan admirado que solo atinó a exclamar: “Este Cucaracha, tan inteligente, tan creativo” pues ha de saberse que desde su niñez Andrade gozaba del cariñoso apodo de Cucaracha, que años más tarde cambió a Cucaracha Eléctrica por sus aficiones.

En 1926 la ciudad tenía relativamente una escasa población, el centro y Las Peñas, eran los sectores de concentración donde residía la clase alta, única con posibilidades económicas de adquirir un aparato receptor de radio, de manera que cuando armó una estación experimental de radioaficionados en onda corta, no lo hizo con miras económicas sino más bien artísticas y culturales. La estación llamó Radio París y funcionó en su departamento ubicado en Las Peñas, casa de propiedad de Luís Vernaza Lazarte.

Andrade fue la primera persona que perifoneó en Guayaquil y como existía mucha estática proveniente de los motores, timbres y aparatos eléctricos del vecindario, inventó un aparato que eliminó esas chispas eléctricas molestosas y superó el problema.

Desde su estación ofreció semanalmente óperas, operetas y zarzuelas interpretadas por las mejores voces del viejo continente, que tomaba de los numerosos discos de pizarra que había adquirido en Europa. Andrade acostumbraba explicar sus argumentos, contar sus historias y dar otros elementos de crítica a su radio audiencia. En otras ocasiones enviaba mensajes al exterior, por cuyo motivo iban a visitarlo muchos amigos.

El Intendente General de Policía, Comandante Enrique Salgado, lo nombró miembro de honor de la Comisión Radiotécnica formada para organizar el servicio de radio en Guayaquil. Otro de sus inventos fue un mecanismo para cambiar las agujas de las victrolas.

De esa época son las numerosísimas fotografías que con su firma aún se pueden apreciar en diferentes revistas guayaquileñas y en álbumes de familias del gran cacao.

Ese año volvió a visitar París y de regreso trajo numerosos discos de pizarra con selecciones escogidas de música clásica. En 1930 inventó un sistema eléctrico para ayudar a los recién nacidos con luxaciones musculares a consecuencia de traumatismos sufridos en el parto. A una niñita de la alta sociedad guayaquileña que tenía un bracito paralizado, lasometió a varios electros schocks y logró reavivar la musculatura, permitiéndole el crecimiento normal de ese miembro. Por todo ello su consultorio se veía siempre concurrido y hasta se regó su fama de médico milagrero.

En 1936 figuró entre los fundadores de la Sociedad Amigos de la Música. El 9 de octubre de 1939 la Municipalidad le concedió medalla de Oro por la construcción de un aparato de electro diatermia.

La noche del 15 de diciembre de 1947 había asistido a la representación de la ópera Caballería Rusticana obra de Pietro Mascagni en el teatro 9 de octubre, a cargo de los alumnos del maestro Angelo Negri, quien sufrió un fulminante infarto y cayó pesadamente sobre uno de los músicos que tocaba en el foso del teatro. Llevado Negri a la Clínica Guayaquil solo se pudo comprobar su deceso. Entonces Andrade tuvo la oportunidad de hacerle una prueba de su especialidad y le aplicó dos electrodos con corriente en el pecho, pero todo fue en vano.

En los últimos años fue Director artístico del Programa Selecciones clásicas y música de los grandes maestros de la revista radial Vida Porteña. Era muy didáctico. Leía los argumentos de las piezas, hablaba sobre las biografías de los autores y finalmente, tras dichas explicaciones, ponía la pieza musical. Aún conservaba rasgos de su personalidad pues era culto, jovial y encantador.

Hacia 1950 le conocí en la clínica Julián Coronel donde tenía un gabinete radiológico. Cuarto oscuro e inútil al que nadie se atrevía a entrar porque había vuelto a la morfina y casi no trabajaba, era un manojo de nervios y estaba inscrito en el Registro de Adictos que se llevaba en la Junta de Asistencia Pública del Litoral para suministrar gratuita y diariamente esa droga. Le observé con detenimiento, estaba vestido con un impecable traje de dril color blanco. Nadie utilizaba sus servicios pues la Clínica mantenía un modernísimo gabinete de rayos X en la planta baja, que atendió con gran competencia profesional el entonces joven galeno Mario Hinojosa Cardona hasta su muerte.

Desde 1928 vivía en la casa de Julia Elizalde Gómez de Santisteban, frente a la de los Orrantia (hoy de los Klein) herencia de esa señora por su madre y que había sido del General Gómez Valverde. En esa casa Andrade vivía en compañía de su hermana María que le cuidaba y acompañaba pues estaba solterón. Su nariz aguileña, el pelo abundante, fino y muy rizado había platinado, pero conservaba la esbeltez de sus primeras épocas. Su estatura baja, la tez blanquísima rosada y andaba con pasitos cortos y como si perdiera el equilibrio a cada momento, por eso se sostenía en las paredes.

Si hubiera nacido en un medio adelantado, con mayores novedades que el nuestro, hubiera desarrollado su brillante talento de inventor. Numerosos datos suyos, trae Hugo Delgado Cepeda que le considera el pionero de la radio en el Ecuador.

Como simpática anécdota se cuenta que en los años treinta, tenía su consultorio en la calle Vélez y muy cerca de una cantina de borrachines. Hastiado de los malos olores que provenían del estante cercano a la puerta, porque allí acostumbraban hacer sus micciones varios bebedores de cerveza, decidió darles un escarmiento cubriendo dicho estante con una lámina de zinc en la que terminaba disimuladamente una instalación eléctrica de bajo voltaje. Al poco rato uno de los borrachines orinó sobre la plancha y al hacer contacto con los zapatos en el suelo, recibió una descarga sobre su miembro viril que le hizo gritar horrorizado. Los demás no se explicaban el origen del fenómeno, aunque desde entonces perdieron la costumbre de miccionar allí.

Un vecino de las Peñas ha relatado que Andrade bajaba las escaleras tan rápidamente y con tan sonoro tropel, que del impulso que tomaba iba a dar a mitad de la calle, donde felizmente por la falta de tráfico jamás le ocurrió ningún accidente. Entonces daba un giro de noventa grados y descendía calle abajo hacia la ciudad “con su típica marcha algo eléctrica, acompañada de una extraña combinación de bamboleos de la cabeza y cintura que recordaba a Charlot.”Falleció en Guayaquil el 21 de noviembre de 1957 de setenta y tres años de edad, a consecuencia de un edema pulmonar agudo debido a que fumaba casi sin interrupción y por eso sufrió varios meses de asfixia.