PROFESORA. Nació en Quito el 26 de febrero de 1915 en la casa de propiedad de León Toro situada en la Olmedo y Cotopaxi y fueron sus padres legítimos el comerciante Enrique Alvarez Mosquera y su prima segunda Mercedes García Coello; hija a su vez de Lizardo García Sorroza, Presidente Constitucional de la República en 1905-06 cuya biografía puede verse en este Diccionario y de su prima segunda Carmen Coello Alvarez, todos guayaquileños.
Aprendió las primeras letras, las cuatro reglas y algo de piano con su madre que era muy inteligente y tocaba por las tardes. De noche les leía novelas francesas que traducía al español. La familia era numerosísima, se componía de diez hijos vivos, aunque originalmente habían sido trece. Lila era la hija número once y siempre fue muy unida a su hermana Piedad que le llevaba solamente un año de edad.
Era una niñita tímida, alegre, sana y divertida, que no iba a la escuela porque no se acostumbraba. Por las tardes recibía con sus hermanos a la profesora Mercedes Jaramillo que les enseñaba con paciencia, imponía deberes, tomaba lecciones y los domingos sacaba a sus alumnos a pasear al Tingo, Conocoto, la Magdalena o Sangolquí y hasta les brindaba una soda de las que tapaban con bolitas.
En casa tenían un piano vertical y negro marca Playel, de factura francesa, adquirido por don Lizardo en París y llevado en el ferrocarril a Quito. I como la pequeña Lila lo tocaba con mucho empeño fue puesta en el Conservatorio Nacional de Música donde ganó varios cursos en pocos años con el maestro Sixto María Duran, gran amigo de sus padres.
En 1931 viajó con su madre y cinco hermanos, todos menores, a Guayaquil. Su padre quedó en la capital con los mayores que ya eran casados y con su madre Angela Mosquera Ramírez, natural de Santa Rosa en la Provincia de El Oro, luego consiguió un empleo en el Resguardo de Aduanas de Puerto Bolívar y finalmente falleció en Quito en 1937.
Había sido hombre importante, amigo de políticos como Neftalí Bonifaz. Lila le recuerda con cariño, como a un gran señor con su saco elegante, chaleco, pantalón de fantasía, bombín y bastón.
Para los que arribaron a Guayaquil el cambio resultó traumático por la división de la familia y la incertidumbre del futuro en un nuevo ambiente. Desde Jjnio habitaron en el departamento bajo de la casa de los abuelos García en Ballén y Chimborazo esquina, que acababa de ser desocupado por sus tíos Estrada Coello – García Coello que no tenían hijos y habían pasado a vivir en un anexo del hospital de Niños León Becerra al sur de la ciudad. Su madre decidió pagar arriendo a razón de cincuenta sucres mensuales para no disminuir la economía de don Lizardo. Al poco tiempo ocurrió la muerte de su hermano Adolfo García Coello enfermo depresivo por algunos años y dueño de la gran hacienda “La Linda” en Balzar.
Lila recuerda que sólo tenía dieciseis años cuando consiguió su primera alumna de piano Martha Fernández Borrero, luego tuvo a Teresa Paz Arcentales y a Greta Portugal Capeciotti, estas dos últimas en las Peñas.
Salía por las tardes a pie, caminaba por el malecón para observar la ría o por Panamá para aspirar el bouquet del cacao que se secaba en los tendidos. Era una joven delgadita, canela clara, que amaba la música por sobre cualquier otra manifestación del espíritu y practicaba la bondad innatamente. Por eso subía varias veces al día a visitar a sus abuelos y llegó a hacerse querer entrañablemente de ellos. Finalmente tuvo el consuelo de verlos morir en sus brazos.
El ambiente cultural encontrado en el puerto era de sumo refinamiento. Existía el Conservatorio Nacional de Música desde 1928. Su hermano Pablo no tuvo problema para conseguir la plaza de Profesor de Violín en dicho centro de estudios y por la vecindad con la familia Burbano Zúñiga – que habitaba una casa propia en la misma calle Ballén – entró a formar parte de la orquesta del Círculo Musical Guayaquil que dirigía el Dr. Gabriel Burbano Zúñiga, quien también tocaba el chelo y el que protegía como mecenas era don Manuel Ayala. Otros miembros eran el Dr. Aquiles C. Rigail Caamaño en el oboe, Ramón Acevedo Gangotena violín concertino, los hermanos Leopoldo y Aurelio Carrera Calvo, Juan Calvo Santistevan en trompeta, etc. Ellos habían sido los promotores del Conservatorio en 1920.
Lila, en cambio, ingresó en 1934 en la Coral de señoritas fundada por el maestro Angelo Negri, quien también tenía a su cargo la orquesta del Círculo. Ensayaban en un pequeño departamento alquilado en Vélez y Luque donde Negri vivía modestamente. Lila era contralto y se presentó en numerosas funciones de gala en el antiguo Teatro Edén. Su tía Catalina García vda. de Marín que era muy rica hacía de Presidenta y de mecenas de la Coral y no dejaba de concurrir a las reuniones. Por esos días la Orquesta del Círculo Musical Guayaquil se había transformado en Orquesta de la Asociación Angelo Negri y la Coral terminó siendo mixta.
En 1939 fue designada Profesora de Piano y Teoría en el Conservatorio siendo Director Angelo Negri, pero cuando en noviembre de 1942 le canceló el gobierno por su nacionalidad italiana y dizque porque también era pro fascista – lo cual era una falsedad grande – en señal de protesta abandonó con otros profesores sus cátedras, aunque necesitaba el sueldo de doscientos cincuenta sucres mensuales que allí percibía. Ella recuerda que las clases se impartían en el primer piso alto del edificio de la Sociedad Filantrópica del Guayas en 9 de Octubre entre García Avilés y Morro.
Al poco tiempo ascendió a la Dirección del Conservatorio el gran músico ecuatoriano Segundo Luis Moreno, quien rogó a los profesores renunciantes y al propio Negri que retomaran sus clases y así fue como todos regresaron. Mientras tanto Negri había formado una Academia Particular de Música llamada Santa Cecilia, donde se dictaban clases de piano para tener con que pagar al resto de los profesores, pues los demás instrumentos eran menos populares. Lila le acompañó hasta la muerte de Negri en 1947. Entonces la Academia se reestructuró con José Barniol en la Dirección y como profesores Laura Calle Solano, Lila Alvarez García, Sara Parducci Zevallos y Carmela Navas de Rodríguez, cambiando de domicilio por gestiones de Juan Vallaza al local de la Liga Deportiva Estudiantil LDE en Luque y luego a un departamento en casa de Lila en Boyacá No. 1526 donde funcionó hasta mediado de los años cincuenta, que Lila quedó sola y alquiló un pequeño departamento en Colón y Pedro Carbo al lado del almacén Carlín. En los 60 tumbaron esa casa y entonces regresó a un Pent House en la suya de Boyacá y Ballén, donde funcionó hasta su muerte con pizarrón, pupitres y todo lo demás.
En los años cuarenta, del valor de cada función más las cuotas de los miembros, Negri sacaba para abonar el sueldo de los músicos de la Orquesta, los arreglos y demás gastos, pero casi no le quedaba nada a él, de suerte que vivía en gran pobreza, como quien dice a un toque y dos repiques; por eso tenía que darse tiempo para sus clases particulares que no eran pocas. Fue siempre un bohemio, soñador y generoso que solo pensaba en la música y en los demás.
En los cincuenta Lila ejerció la presidencia de la Junta Directiva de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil y promovió a un grupo de alumnos y amigos del Maestro Negri para construir un pequeño mausoleo en el terreno donado por María Luisa Zerega de Barniol en el Cementerio General.
En 1961 fue Subdirectora del Conservatorio por designación de la Junta General de Profesores. Uno de los primeros problemas de música transmitidos por la naciente televisión ecuatoriana fue organizado por Lila en 1962 en el Canal 4 bajo el título ¿Qué sabe usted de música? El éxito no se hizo esperar, duró dos años en sintonía bajo los auspicios del Núcleo y finalizó dejando gratísimos recuerdos. El mismo año 63 ocupó la Dirección del Conservatorio y fue reelecta por dos ocasiones hasta ocurrir su retiro voluntario el 69, tras largos treinta y ocho años de cátedra.
Ese año 63 la Municipalidad de Guayaquil premió sus esfuerzos por la música con la Medalla al Mérito Artístico durante la Alcaldía de Carlos Luis Plaza Dañín. El 65 recibió su título de Profesora de Música y Canto para grados superiores. Enrique Espín Yépes Director Musical del Ministerio de Educación, tuvo la amabilidad de traérselo de Quito y no fue necesario que le tomaran examen como era usual en casi todos los casos.
En 1966 fue designada Miembro de la Sección Música del Núcleo del Guayas de la Casa de la Cultura y de la sección Música del Patronato Municipal de Bellas Artes donde sus compañeros la elevaron a la presidencia de dicha sección y organizó Conciertos, Concursos, Audiciones de radio y televisión, presentando numerosos invitados extranjeros. En su archivo conservaba infinidad de Programas de estos tiempos. En los setenta fue una de las fundadoras de “El Liceo Panamericano”, dictó la cátedra de Educación Musical y dirigió los Coros de primaria y secundaria, al igual que lo hacía en el Colegio Guayaquil. En 1974 logró su jubilación en el IESS por años de servicio y comenzó una columna semanal en “EL Telégrafo” que tituló “En alas del viento” bajo el seudónimo de “Syringa” que pronto la hizo famosa. Dicho seudónimo fue tomado del nombre de la flauta que se usaba en Grecia.
Su amigo Gustavo Soriano Urbina le había pedido que escribiera cuando estuvo de administrador y la idea resultó, pero al cerrar sus puertas el decano tuvo que cambiarse a “El Universo” firmando con su nombre los domingos, aunque después aparecía los viernes. Ya era miembro de la Asociación Cultura y Fraternidad.
Se ha dicho que sus publicaciones sobre animalitos domésticos revelan un gran corazón, los recuerdos de familia la transportan a como era la sociedad guayaquileña de los años treinta en adelante y sus memorias musicales abren un amplio panorama para conocer el mundo artístico citadino. Aparte que en los últimos tiempos, habiendo tenido que sufrir como todos nosotros – el síndrome del crecimiento desmesurado de la urbe con todas sus secuelas domésticas insalvables – iba anotando esos cambios, pero siendo una mujer dulce en esencia soportó la falta de agua potable, la carestía de la luz, las molestias en los teléfonos, etc. por eso su visión de las cosas era edulcorada por una pátina de bondad. Así había venido comentando la problemática de su presente, el caos reinante y lo que fue la vida en el pasado, todo en uno.
En 1988 recibió la Orden Nacional al Mérito. El 92, por gestiones de SAYCE y de su presidente Eduardo Brito Mieles, fue homenajeada por el Plenario de las Comisiones del Congreso con Medalla y Diploma. El 93 le fue entregada la Condecoración al Mérito Educacional de Primera Clase “por su actividad artística y largos años de servicio…”
Bajita, delgada, pelo entrecano, hablaba rápido con giros inteligentes y lo que más llamaba la atención en su trato era el cariño que ponía en todo lo suyo y en la solidaridad que mantenía con sus semejantes, así como la dulzura con que trataba a los seres, cosas y animales, pareciendo
que su universo estuviera poblado de maravillas dignas de preservar ¡I así era en verdad!
Por eso era querida y recordada, a pesar que había decidido no salir de su departamento por temor a caerse o quizá porque teniendo un balcón abierto al mundo, no requería de otra comunicación y como vivía pobremente hasta decidió obsequiar a sus numerosos sobrinos el juego de copas y vasos de cristal San Luís con el monograma tallado de su abuelo el Presidente Lizardo García, para lo cual mandó a confeccionar numerosas cajas de cartón forradas de terciopelo azul, pensando que dichos objetos ya no se deberían usar pues aparte de su antigüedad y belleza, constituían parte de la historia familiar.
Falleció en su casa de la calle Boyacá, a consecuencia de un cáncer, sin dolores, el 28 de diciembre de 1999, a los ochenta y cuatro años de edad.