ALVARADO ESPINOSA HIPOLITO

RELATISTA. Nació en Guayaquil el 5 de septiembre de 1920 en la casa ubicada en Ayacucho y Chimborazo propiedad de su abuela quiteña Purificación Robayo, mujer muy trabajadora, dueña también de una barraca en el Mercado Sur y una tienda en los bajos de su casa, famosa porque allí se vendían hayacas y tamales los días sábados, y fueron sus padres legítimos Agustín Alvarado Robayo y Dioscónides Espinosa de los Monteros Martínez.

Creció con numerosos primos mayores y a los cuatro años aprendió de memoria el alfabeto oyendo las lecciones de su madre, quien le enseñó a deletrear en las historietas del ratón Miguelito que salían en los periódicos pues era un niño vivaz y sensible.

Su padre se ocupaba despostando ganando en el Camal pero bebía muy era despreocupado, por eso su madre se separó y empezó la pobreza. Hipólito solo tenía siete años y trabó amistad con su vecino de treinta años Demetrio Aguilera Malta, cuyos padres eran dueños de una panadería y fábrica de fideos situada al frente, donde los sábados los muchachos del barrio hacían la limpieza a cambio de unas monedas y nos íbamos llevando los panes viejos porque eramos pobres.

De seis años había ingresado a la escuelita de Sixto P. Tapia en García Avilés y Diez de agosto, aunque a causa de alguna travesura lo metieron en castigo a un cuarto oscuro donde había una calavera y como se asustó, su padre lo cambió a la del profesor Francisco Rivera. De allí pasó a la Rocafuerte en Gómez Rendón y Cacique Álvarez, que dirigía la preceptora Isabel Ochoa.

A la muerte de su abuela paterna el 33 se vendió la casa y pasó con su madre a la casa de caña de Cuenca y Villavicencio propiedad de su abuela materna Mercedes Martínez Riera natural de Malchinguí, que era pobre. Era un muchacho diestro para las manualidades que solía contar a su madre todo cuanto veía en las calles. La situación económica se había deteriorado y le dio por crear pequeños negocios con los cuales ayudó a su familia: banano disecado, cajitas de palo de balsa para cigarrillos, etc. Entre octubre y diciembre pintaba con sus primos los hermosos soldaditos de plomo que conseguían en una fábrica cercana.

El 37 llegó de los Estados Unidos hablando inglés – donde había radicado catorce años – su tío Hipólito Espinosa de los Monteros, bondadoso, dicharachero, trigueño, cojo y gordito y todos se fueron a vivir a Quito, donde cursó el cuarto grado en la
escuela fiscal Vicente Rocafuerte de la Loja y Ambato y con su compañero Edmundo Rivadeneira Meneses inventaron una historieta de dibujos titulada “Quintín el Aventurero” de circulación manuscrita diaria. Hipólito se ocupaba de los diálogos, Edmundo de los dibujos, después ideó un librito de boxeo que al pasar rápidamente sus páginas se animaban los puños y tomaban vida los cuerpos. Hipólito inventaba la forma de ponerle diálogos. El profesor Restrepo, vecino suyo, le dejaba leer cualquiera de sus libros, especialmente los de literatura, siempre y cuando se los limpiara periódicamente.

Ese año ganó un Concurso de Cuento navideño con “Doble aguinaldo de amor para Ana” que apareció en la revista chilena “Peneca”, su ejemplar lo obsequió a su tío Hipólito y éste lo llevó a enseñar a sus amigos literatos, especialmente a José de la Cuadra y se perdió para siempre; sin embargo, el cuento fue rescatado años después y rehecho merced a un antiguo cuaderno de dibujo donde constaba en forma de historieta con diálogos, incluyendo las correcciones de su profesora Lastenia Rivadeneira, quien lo había estimulado para enviarlo al certamen.

En 1936 de la Cuadra conquistó a una guapa chiquilla guayaquileña huésped en casa de Hipólito Espinosa de los Monteros, se la llevo al Hotel Majestic y tras una hermosa noche de bodas la dejó encerrada con centinela a la vista pues era Subsecretario del Ministerio de Gobierno. De allí fue rescatada por Teresa Espinosa de los Monteros, que acompañada de su sobrino Hipólito logró distraer a los guardias y llevarse a la prisionera de amor nuevamente a su casa. Esta tía era muy querida. Hipólito le dedicó un capítulo en su libro “Mas allá del tiempo y las imágenes”. De mis tías más recuerdo a Teresa, ella era muy linda, yo estaba secretamente enamorado de sus hermosas piernas blancamente olorosas, teresamente redondeadas, que alguna vez lucieron en una vitrina de Quito las primeras medias nylon. Un pequeño lujo de entonces, producto y contrabando de una guerra lejana y novelera…. El caso era que su tío Hipólito trajo una pequeña cantidad de medias nylon de contrabando desde Panamá, marca Kayser, que entregó a su amigo Carlos Bacdach, dueño del almacén de telas “La Casa

Blanca” donde trabajaba Teresa. Dicho comerciante libanés le solicitó a ella que se sentara en el interior de una de las vitrinas luciendo una falda corta que dejaba ver sus largas y torneadas piernas y por supuesto las medias. El público se agolpó. La modelo mona, orgullosísima, cada cierto tiempo movía sus piernas. El asunto se tornó escandaloso por la novedad y cuando a las doce del día llegó el tío Hipólito, como de costumbre, a retirar a su hermana, al verla envitrinada montó en santa indignación, entró gritando y se la llevó a casa con expresa prohibición de volver, rompiéndose la amistad y hasta el negocio con el inteligente e inocente Bacdach. La bella y delgada tía Teresa Espinosa de los Monteros debe ser considerada la primera modelo femenina de la capital.

El 38 intervino en un concurso escolar convocado por el Club de niños “Brethem” de la colonia norteamericana en Quito, sobre los objetivos de la Cruz Roja Juvenil en la sociedad, logró el Premio consistente en un estuche de Primeros Auxilios y fue seleccionado con otros estudiantes capitalinos para un nuevo programa llamado “Hogar y Escuela” en Machachi, donde se inscribió en los cursos de horticultura, diseño manual, dibujo y teatro. Su cuento premiado fue adaptado por Chavica Gómez de Albán y llevado a escena bajo la dirección de su profesora la Srta. Lastenia, con la participación de los niños Albán Gómez; con uno de los cuales – Ernesto – trabó cordial amistad debido a la común afición por la lectura de Penecas cuyos ejemplares intercambiaban.

Vivía en una de las dos villas de propiedad de su tío ubicadas en la Dieciocho de Septiembre y Valdivia y muy cerca habitaba el escritor Pablo Palacio, que ya estaba enfermo y solía dar cortos paseos (1)

El 39 casó su tío con Ana María Vargas. Su madre trabajaba en el Correo, el sueldo era bueno, se cambiaron al frente de la Merced, entonces le pusieron en el primer curso del Colegio San Pedro Pascual porque quería ser médico, pero las tías le habían escogido secretamente dos profesiones diferentes, en el Seminario Menor como paso previo al sacerdocio y en el Colegio Militar o en la escuela
de Carabineros para ser militar o policía. I como ninguna le agradaba, casi al terminar el segundo Curso lanzó su tintero al bedel en un conato de huelga y fue expulsado. Para evitar la consiguiente paliza escapó a la casa de su tía Luz María Albán Robayo en Ambato, y su amigo Teófilo Toral Albán le recomendó para trabajar de monaguillo al sacristán de la Catedral, ganando a razón de cinco sucres por cada Misa de cuerpo presente. También fue vendedor del semanario “Heraldo”, cargador de maletas de los pasajeros del tren y se dio tiempo para travesear las herramientas del sacristán en su carpintería.

El 40 le dieron a su madre el pase a Tulcán y viajó en su búsqueda, pero prefirió vivir en Otavalo como vendedor del semanario “La Frontera” cuyo editor Juan Reascos, de origen colombiano, terminó haciéndole corrector de pruebas, cajista y hasta redactor. Cuatro meses después conoció al joven poeta riobambeño Sergio Enrique Maldonado, bohemio, talentoso, chupador y se hizo su presentador.

Juntos ofrecieron recitales en escuelas y colegios hasta el 43, recorriendo los pueblos de la provincia de Imbabura. Los versos eran tristes y nostálgicos. De allí en adelante siguió una vida bohemia, a medias entre lo aventurero y lo intelectual, hasta que el 49 se presentó en un Cuartel y tras la instrucción básica que aprobó con honores de segunda antigüedad salió de Cabo de reserva y le correspondió realizar labores de rescate y salvamento de las víctimas del terremoto en Pelileo, Píllaro y Ambato.

Entre el 50 y el 52 permaneció con su madre y hermanos menores en Tulcán trabajando en el vivero del programa de Reforestación. El 53 volvió a Guayaquil y reinició estudios en el Colegio Nocturno César Borja Lavayen. Panagra le contrató para organizar el archivo de la bodega de productos de su subsidiaria Grace. El 58 ganó el Primer Premio en un Concurso sobre la vida del Viejo Luchador en el Colegio particular Eloy Alfaro donde estudiaba y en los de Cuento y Relato del Vicente Rocafuerte y Aguirre Abad. El 59 triunfó en otro sobre la importancia de la Ingeniería Química en el desarrollo económico del Ecuador.

Ese año se cambió al Aguirre Abad porque el Eloy Alfaro resultó clausurado por el Ministro de Educación Leonidas Ortega Moreira. Entonces desafió al profesor Aquiles Rigail Santistevan a un debate público por haber tergiversado “la sacrosanta filosofía marxista durante una de sus clases” pero el asunto no prosperó. Era un comunista convencido aunque no participaba de las actividades del Partido. Finalmente “me repleté del Colegio y no quise ser bachiller, faltándome únicamente unos pocos exámenes finales”.

Entre el 62 y el 64 publicó ensayos literarios en el diario “El Universo” a razón de cincuenta sucres cada uno y se hizo merecedor a uno de los premios en el Concurso de testamentos de Años Viejos. La revista “Cuadernos” de Paris y la Casa de la Cultura Ecuatoriana premiaron su cuento “El Desquite” y otro de sus cuentos, “La Manzana de la Discordia”, obtuvo una de las Menciones.

El 64 fue Relacionista público de la Empresa Eléctrica del Ecuador Inc. colaborando en la revista que dirigía José Martínez Queirolo. Entre el 64 y el 66 administró la Librería Cervantes. El 68 ganó el Primer Premio del Concurso de relatos de la FEUE de Guayaquil con “Para dorar la píldora” El 73 fue redactor de Televistazo en el Canal 2 y por las noches realizaba guiones para la empresa Mundicolor.

Tenía por compañeros a Carlos Béjar con quien fumaba cualquier cachito, Carlos Rojas, Alcino Ramírez, Walter Bellolio, Pipo Martínez, Antonio Santos. “Yo escribía todo lo que acontecía a mi alrededor, era como un cronista de losdiario, de las cosas que se sucedían.” Por entonces su escritura tradicional se transforma. Fue un proceso muy lento, al principio era como que escribía rápido a máquina y en eso me faltaba una coma y lo dejaba así. A veces dejaba suelta una palabra como si fuera un escalón Luego me dí cuenta de que, además de darle cierto tono poético, me gustaba formalmente y lo dejaba así. A esos textos los he llamado novelerías por lo nuevo, no queriendo utilizar el término novedad.”

El 74, llevado de su afán consiente de buscar la verdad del universo y servir al pueblo, se volvió vegetariano y comenzó a estudiar el mejor aprovechamiento de varios productos alimenticios baratos y de gran poder proteínico como el fréjol de Soya, en cuyas diferentes elaboraciones se especializó, tales como leche, queso, carne, pan, dulces. También formuló dos nuevas aplicaciones. Un producto granulado y crocante llamado “Kaluga” y otro en polvo y soluble que exhibió en la Feria de Muestras de Durán. Pronto instaló una microindustria que funcionó con altas y bajas por falta de suficiente capital hasta que el 83 se asoció para seguir produciendo Kaluga y formó “Alimentos Vitales Compañía Limitada AL VITAL”. Al siguiente año la Cámara de la Pequeña Industria declaró al Kaluga – cereal lacteado de soya – como el mejor producto alimenticio nacional y bajo los auspicios de la Fundación Programa de Ayuda Social P.A.S. que dirigía la segunda dama de la nación Celeste de Parodi, empezó a publicar artículos de difusión popular que fue uniendo hasta formar el libro “Una celebridad llamada Soya” que ha visto siete ediciones hasta la presente, estando por editarse la octava en 168 págs. El 87 exhibió su producción en tres Ferias Mundiales celebradas en Alemania. El Universo reseñó el asunto en su edición del 28 de noviembre. Los trámites para la exportación se complicaron y al final todo quedo en meros proyectos. Entre el 89 y el 91 asesoró a “Elaboradora de Alimentos S.A.” y trabajó un programa de alimentos y nutrición para emergencia social PANES, como fórmula alternativa para combatir la desnutrición nacional, también el material didáctico de apoyo.

El 75 había publicado en el No. 5 de la Colección Letras del Ecuador, del Núcleo del Guayas de la C.C.E. su libro de cuentos y relatos “La Segunda Voz”. Después adoptó una postura panteista reflejada en una filosofía mística y escribió “Fokoto” y otros relatos, novelería o imaginería que aún no edita. El 91 obtuvo una Mención en el concurso de relatos del diario “El Universo” con su libro “Una Adorable vitrina”. El 96 salió su segundo libro “Más allá del tiempo y las imágenes” con el subtítulo de novelerías, también en Letras del Ecuador. Hermosa colección de recuerdos de casa adentro sobre sus abuelas, madre, tías y numerosísimos primos compañeros suyos de la edad primera, a los que menciona en detalle, poéticamente, con morosidad, delectación y mucho amor aumentado por los años y la nostalgia ¿Poemas o cuentos, o ambas cosas? El prólogo dice: “Su estilo de relatar poéticamente las situaciones aprovechando la trama corta del cuento, manejando el tiempo por muy breve que sea para describir las circunstancias en que se desenvuelven sus protagonistas seres humanos corrientes en condiciones sub económicas, le permite dar giros intempestivos, colocar al lector en otro momento sin transiciones y da al relato un carácter volátil y poético. Hay innovación en el lenguaje, se sale de la estructura tradicional con nuevas fórmulas originales”.

Tiene inéditas vanas colecciones tituladas “La Edad y el Polvo”, “Una adorable victima”, “A la buena de Dios”, “Por esas calles”, “El juego del amor y otros juegos” con cuentos de distintas épocas, que responden a temáticas determinadas.

De estatura más bien alta, sano, delgado, blanco canela claro, pelo canoso Modesto en su trato, vivía con sus hermanos en un departamento bajo alquilado a la suegra de uno de ellos en Nicolás Segovia No 2.212 y Portete.

El 2009 aparecieron varios trabajos suyos en la antología “Tapestry of the sun, and anthology of ecuadorian poetry” de Alexis Levitin, siendo calificado con Carlos Béjar y Agustín Vulgarín como lo mejor de la literatura de los años sesenta y setenta y al mismo tiempo los menos reconocidos y estudiados. Ellos abren el camino para la cultura oriental y hippie en la experiencia latinoamericana.

El 2012 fue entrevistado en su departamento por Jorge Martillo Monserrate. Vivía solo en una habitación austera y pequeña como la celda de un monje, sus paredes estaban adornadas por dibujos de sus sobrinos, un retrato suyo, un puñado de libros y un escritorio que acoge sus originales inéditos cubiertos por una insoportable pátina de polvo y olvido y ante ese montón de carpetas declaró con la voz cansada de un hombre de ochenta y tres años. Diez y seis más los dos tomos de Cómo escribir un cuento, suman dieciocho libros inéditos, todos escritos entre el 74 y el año pasado. “Este año 2012 no he escrito nada porque ya ni máquina tengo” Me daría pena que mis libros fueran a parar a un tacho de basura, por eso pienso entregarlos a la Casa de la Cultura para ver si algún momento deciden publicarlos.