ALTA MAR : La llave del ataúd

SUCEDIO EN ALTA MAR
LA LLAVE DEL ATAUD

Mi tía abuela Victoria era una viejecita encantadora y de más de noventa años que vivía en una hermosa casa antañona, muy espaciosa y confortable, de numerosas habitaciones, que había sido de la viuda del General Manuel Serrano Renda, y cuando por los años 48 al 49 yo iba por las tardes a visitarla casi nunca faltaban visitas, todas ellas matronas respetabilísimas por sus años e ingenuidad. 

 Era costumbre en esas reuniones que se pusieran a contar milagros o sucesos portentosos ocurridos antaño y hogaño. Una contó lo siguiente: “Cuando joven, hacia 1.920, mi marido tuvo la ocurrencia de visitar Europa para hacer algún negocio de importancia. Los viajes no eran rápidos como ahora y hasta se corrían severos riesgos, de suerte que nos preparamos con varios meses de anticipación y tomamos un buque de la Pacific Steam Co. que iba directamente a Panamá y de allí a Europa. El paso del Canal, con sus esclusas, fue impresionante y más aún el sentirnos en el Caribe rumbo al Atlántico, pero la desgracia se interpuso y una de mis dos hijas enfermó súbitamente con ataques de fiebre perniciosa o malaria cerebral, sumamente grave porque mata en pocas horas y así ocurrió. La niña de cinco años falleció al día siguiente en medio de las más atroces convulsiones y tuvimos que mandar a construir un ataúd de apuro, con los carpinteros del barco”.

“Estaba desolada, había perdido a la más cariñosa y regalona, la mimada de todos y mi marido se hundió en una grave depresión de la que no volvía sino por momentos para llorar amargamente la desaparición de nuestra querida hijita. Me hice cargo de la situación y el Capitán muy educado, para consolarme, dijo: “No se preocupe, a usted le voy a permitir que lleve el cadáver a Francia donde la enterrará provisionalmente. No la vamos a echar al mar como es costumbre y además le concederé un salón grande y espacioso para que deposite el ataúd mientras dure el viaje. Estas llaves las tendrá usted y solo usted las usará, pudiendo acompañarse con alguien cuando entre al salón, pero cerrando siempre la puerta para que los demás pasajeros no la miren y se respete su dolor. Recuerde, una llave es de la puerta y otra del ataúd” 

“Nunca olvidaré con cuantas lágrimas le expresé mis sentimientos de gratitud y desde ese día, después de consolar a mi marido, iba al salón a llorar y lloré muchos días teniendo en mis manos las dos hermosas llavecitas.”

“Una semana después y más tranquila, tomé la llave del salón y abrí su puerta, me arrodillé en el reclinatorio y en la soledad más absoluta abrí el ataúd como de costumbre con la otra llave, entonces ocurrió lo imprevisto y casi me desmayé al ver el hermoso rostro de mi regalona, la carita más linda del mundo para mí, horriblemente deformada y cubierta por los más asquerosos gusanos blancos y grandes que se puede pensar. El impacto emocional fue tal, que a pesar de haber transcurrido casi medio siglo, cada vez que lo recuerdo me parece estar viviendo una pesadilla terrible, trágica”. 

“Mi primer impulso fue gritar pero me contuve porque pensé que botarían el cadáver al mar y la perdería para siempre, por eso me callé y cerré la tapa. Salí de la habitación y casi sin mirar lancé la llave del ataúd al mar, a tiempo que una ola gigante y negra, como mi alma en esos terribles momentos, se alzaba en mi frente y barría la cubierta del barco con peligro inclusive para mi vida”. 

“Desde entonces vivo preguntandome ¿Qué hizo coincidir mi decisión de tirar la llave del ataúd de mi hija como protesta por la corrupción de su cuerpo, con la ola gigantesca y tan poco usual en aquellos momentos? ¿Sería una simple coincidencia?” Se hizo un silencio respetuoso ante su dolor pero la buena tía intervino con mucho tacto acotando: ¡Hay preguntas que solo tienen sus respuestas en el más allá y no nos compete a nosotros, simples mortales, interrogar a Dios! Así es, afirmaron las demás señoras y cambiaron el tema, aunque la afectada seguía preguntándose en voz baja, como quien dice, sólo para ella ¿A donde habrá ido a parar la llave? ¿Dónde estará ahora?