PROMOTOR CIVICO- Nadó en la Villa de Madrugada, Cuba, el 8 de mayo de 1851. Fueron sus padres legítimos Antonio Alburquerque y Josefa Vives, residentes en esa vecindad.
De origen humilde y condición económica pobre, fue de profesión sastre pero supo elevarse de nivel cultural con lecturas provechosas hasta poseer una hermosa cultura. A los diecinueve años obtuvo el puesto de primer cortador en el importante taller de sastrería de Aranguren en La Habana. Dos años más tarde, en 1872, abrió una elegante y concurrida sastrería y se vinculó al gremialismo de la Isla, que le permitió el 73 formar parte de la directiva de la Unión Obrera de Cuba y ser socio fundador del Recreo Social-Habanero.
Casi enseguida ingresó al movimiento revolucionario cubano y junto a su compatriota Tomás Mac William sirvieron de agente de Carlos Roloff en la adquisición de municiones durante la llamada “Guerra Chiquita” que fue un movimiento armado que no alcanzó carácter nacional y en la práctica constituyó la suma de varios alzamientos en determinadas zonas de las provincias de Oriente y Las Villas. Este proceso fue liderado por el Comandante Calixto García y como Alburquerque fuera perseguido por las autoridades españolas emigró a New York. En 1880 tuvo sastrería en la Sexta Avenida, ingresó a la Sociedad de Beneficencia Cubana y conoció personalmente a José Martí, que acababa de arribar exilado a dicha urbe.
En 1884 organizó el primer Club revolucionario con el nombre de “Renacimiento” que dio lugar a la formación de otros clubes similares de patriotas cubanos en New York y aún fuera de esa ciudad, lo que finalmente sirvió para instalar la Junta Revolucionaria Cubana presidida en el exilio por José Martí y de la que Alburquerque fue Primer Vocal.
Meses más tarde llegó a ser Ayudante de Campo del General Antonio Maceo y en 1886 le acompañó a la ciudad de Colón en el istmo de Panamá donde permaneció algunos años. Era generoso, valiente, idealista, dispuesto a cualquier sacrificio y laboraba en los talleres masónicos.
En Panamá tuvo un pequeño almacén, hizo amistad con Eloy Alfaro y ayudó a su compatriota Rafael de Castro Palomino a fundar el periódico “La Estrella de Panamá” que hizo activa propaganda a la causa patriota de la isla antillana. Allí trabajó en la Sociedad Amigos de Cuba y alcanzó el grado 33 en la masonería.
En 1889 emigró al Ecuador con cartas de recomendación de su amigo Alfaro y puso una sastrería en la calle del Bajo, hoy Víctor Manuel Rendón, esquina de Boyacá, con un capital de mil sucres, así como una fábrica de cigarrillos que llamó “La Puritana”. “Me establecí en Guayaquil donde esperaba órdenes del General Antonio Maceo, que con muchos jefes revolucionarios se hacía establecido en la república de Costa Rica.”
El 92 viajó a París con carta de recomendación de José Martí para el Dr. Ramón Emeterio Betances, pues sufría de una inflamación en el iris (iritis) Se operó sin éxito y fue perdiendo paulatinamente la visión hasta quedar ciego. El 93 se alistó en el ejército del General Maceo pero no llegó a combatir. Ese año compró a Carlos Lynch la fábrica de cigarrillos “La Marina” con un stock de estampas con retratos de damitas guayaquileñas que venían en el interior de cada cajetilla, en cuyo reverso Alburquerque reselló la denominación social de su empresa.
En 1894 empezó a fomentar la dirigencia sindical con prácticas y conferencias de índole doctrinal pues en la ciudad funcionaban incipientes industrias que en su mayor parte no pasaban de ser simples talleres artesanales, pero ya existían núcleos obreros que era necesario adoctrinar. Al triunfo la revolución liberal el 5 de junio de 1895 fue protegido por Alfaro.
El 31 de diciembre conjuntamente con los miembros de la Sociedad de Tipógrafos fundó la Confederación Obrera del Guayas con ocho sociedades y uniones de trabajadores y el 9 de febrero de 1896 dio inicio a la Sociedad de socorros mutuos, instrucción y recreo Hijos del Trabajo”, mediante sesión solemne que presidió en el salón de honor del Colegio San Vicente del Guayas. La nueva entidad clasista funcionaría en P. Icaza entre Boyacá y Escobedo en un amplio solar donado por el presidente Alfaro, bien es verdad que el mutualismo se restringía por entonces a la ayuda mutua o recíproca entre sus miembros, para los casos de enfermedad, ausencias, accidentes, prisión, invalidez y muerte mediante la prestación de las cajas de ahorro.
El 23 de abril del 96 Tomás Estrada Palma, en su calidad de Delegado de la República de Cuba en el extranjero, le designa Agente Financiero en el Ecuador. El 12 de junio el General Maceo escribió al Presidente Eloy Alfaro en los mejores términos, recomendándole que extienda sobre él (Miguel Alburquerque) su brazo protector en servicio de nuestra obra política y lo ayude en cuanto para este objeto necesite.
Dos días más tarde el mismo Estrada Palma escribió a Alburquerque para comunicarle la designación de Manuel Sanguily como representante diplomático de Cuba en el Ecuador y sobre las propuestas del Coronel Valle relacionadas con el interés alfarista de enviar tropas a Cuba.
El 1 de enero del 97 fundó la Logia masónica “Luz del Guayas No. 10” y poco más tarde figuró entre los directores del periódico de la Confederación Obrera.
En 1902 y viviendo en Quito fundó “La Unión Obrera”. En 1905 le vemos nuevamente en Guayaquil dirigiendo el periódico “Acción Social” y dictando conferencias en el Colegio Vicente Rocafuerte, que resultaron espléndidas, según lo anunció la prensa.
Por esos tiempos había sido designado Presidente de Honor de la “Sociedad Protectora Mutua de Vivanderos”, Síndico de las “Sociedad Cosmopolita de Cacahueros” y de la “Unión de Pintores, Carpinteros, Hojalateros, Hijos del Pueblo y Sombrereros”.
El 31 de diciembre de 1905 figuró entre los fundadores de la Confederación Obrera del Guayas y recibió una Medalla del Comité Estímulo al Obrero que le concedieron los delegados de todas las sociedades del puerto principal.
En 1908 vivía en Quito preparando el primer Congreso Obrero Ecuatoriano convocado por la Sociedad Artística e Industrial de Pichincha que estaba dominada por los conservadores y la clerecía. El Congreso iba a realizarse con motivo del centenario de la independencia. En Guayaquil fue colocado su retrato en el salón de sesiones de la Confederación Obrera y figuró entre los fundadores de la Unión Obrera del Pichincha, entidad formada por los obreros liberales, que escindió a la Sociedad Artística e Industrial pero tuvo corta duración.
En 1909 concurrió al I Congreso Obrero Ecuatoriano celebrado en Quito, cuyas sesiones demoraron casi tres meses y en las que tuvo destacadísima actuación pues fustigó en diversos momentos la inercia de los obreros de la sierra. En uno de sus discursos dijo: “A mi General Eloy Alfaro debéis quererlo del mismo modo que lo estiman nuestros hermanos de la costa. Vosotros debéis ser libres y no sumisos borregos a los manejos de los frailes, que son los que os tienen en la oscuridad y envilecidos”. Estas opiniones le significaron la violenta expulsión de la reunión.
En algunas ocasiones le acusaron de anarquista por sus conferencias libres y revolucionarias donde pedía una mayor unidad para combatir el abuso del capital desorbitado. Siempre fue un orador de lujo, que sabía arrebatar a las masas, principalmente si eran obreras, siendo el primero en explicar los alcances de la doctrina anarquista pues solo se conocía al anarquismo por referencias históricas. Por eso se decía sin fundamento que era un anarquista cualquier persona que levantaba a las masas doblegadas por la ignorancia y la pobreza.
En 1912, luego del arrastre de los Alfaro, continuó como activista en los centros obreros de Guayaquil hasta que en 1916 volvió a su Patria, estableciéndose en La Habana, pues Cuba había adquirido la independencia anhelada, le esperaban sus parientes y ya no tenía objeto su estadía en el Ecuador.
Dictó unos “Apuntes históricos autobiográficos de los servicios prestados por el suscrito a la Independencia de Cuba desde la Guerra de los Diez Años hasta la consolidación de la República” que aparecieron editados ese mismo año en un interesante folleto.
En 1919 residía en la calle Monte No. 5 con la condición de emigrado de la revolución. En 1930 moraba en la calle Simón Bolívar No. 103 pero sufrió una embolia y aunque recibió las atenciones del Dr. R. Betancourt falleció el 30 de octubre a la avanzada edad de setenta y nueve años y fue enterrado al día siguiente en el Cementerio Público de Colón, Cuartel Sudeste, propiedad de la Sociedad de Emigrados de la Revolución cubana.
Miguel Alburquerque Vives constituye una de las principales figuras en los primeros tiempos del obrerismo ecuatoriano pues ayudó a fundar y a mantener las sociedades mutualistas que se crearon a la sombra del General Eloy Alfaro, donde se empezaron a emitir vagos conceptos cuestionadores del mutualismo tradicional, así como a demandar una movilización general para reclamar conquistas laborales durante los regímenes que siguieron al liberalismo machetero y que se dieron en llamar liberalismo de Orden.
Su memoria permaneció largo tiempo en la mente de los líderes que fueron formándose a su sombra tal su influencia, prueba de ello es que Joaquín Gallegos Lara le hace participar en su célebre novela “Las Cruces sobre el Agua” aparecida en Guayaquil en 1946.