AGUILAR VÁZQUEZ AURELIO

POLITICO. Nació en Cuenca el 16 de mayo de 1900. Hijo legítimo del Dr. Remigio Aguilar Maldonado, natural de la parroquia Jima en el Cantón Sigsig, Provincia del Azuay, graduado de abogado en 1896, Tesorero de la Municipalidad de Cuenca, Escribano Público, Ministro Juez de la Corte Superior del Azuay, y de Ernesta Vázquez Rivera, natural de Lima, hija del Comandante Aurelio Vázquez, Edecán del Presidente ecuatoriano Plácido Caamaño.

Estudió la primaria en la escuela de los Hermanos Cristianos, la secundaria en el Colegio Benigno Malo y fue tan buen alumno que en las veladas de repartición de Premios acaparaba casi todos. En sexto curso dirigió un periódico manuscrito y el rector Federico Malo le tomó de secretario privado. Ese año, su profesor de Filosofía Alfonso Cordero Palacios, teniendo que ausentarse a Quito, consiguió que el Colegio le gradúe de Bachiller por aclamación unas semanas antes de la terminación del año lectivo, para encargarle la cátedra en calidad de sustituto. En tal condición enseñó a sus condiscípulos que dieron sus grados ante el compañero de aulas. Caso raro y peregrino que no se ha vuelto a producir en Cuenca. Enseguida se matriculó en la Facultad de Jurisprudencia atraído por el estudio de las leyes, donde también fue un alumno aprovechadísimo.

En 1920 desempeñó la Secretaría de la Judicatura Primera de Letras, contrajo matrimonio con su prima Segunda Emilia Maldonado Vázquez, fueron felices y tuvieron cinco hijos. Para el 24 de mayo de 1922, como presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios de Cuenca intervino en los festejos cívicos y en el Certamen Nacional promovido por tan feliz suceso triunfó con un trabajo de carácter histórico sociológico.

En enero de 1923 ocupó la secretaría del Benigno Malo y dictó las cátedras de filosofía, lógica y psicología. El 24 se graduó de abogado, ya era afiliado al Partido Liberal Radical y el 25 fue Procurador Síndico del Concejo Cantonal, pero no participó en la revolución Juliana. El 26 ascendió a Secretario del Ayuntamiento.

En 1927 viajó a Manabí como Agente Fiscal Tercero con sede en Portoviejo pues era pobre y debía ganarse la vida en su profesión. Poco después lo nombraron Secretario de la

Gobernación de Manabí en tiempos del titular, Coronel Alfonso Darquea.

En 1928, nuevamente en Cuenca, dictó la cátedra de Derecho Civil en la Universidad. El 29 fue Vocal de la Junta de Asistencia Social y miembro de la Junta provincial del Partido Liberal Radical.

En 1931 fue electo Consejero Provincial del Azuay. El 32 editó en la Revista de la Universidad de Cuenca un “Tratado Sintáctico de Ciencia del Derecho Penal”. El 34 salió electo quinto Diputado por el Azuay y comenzó a enseñar Criminología y Derecho Penal. El 35 publicó su ensayo sobre la “Legítima Defensa”.

En 1936 editó “La Universidad y la Cárcel” en 22 págs. y tomó la palabra en un acto celebrado en la cárcel pública de Cuenca, discurso en 34 págs. publicado después de su muerte. En 1937 y a petición del General Alberto Enríquez Gallo, Jefe Supremo de la República, formó parte de la Comisión de Juristas que revisaron y actualizaron las leyes y formularon otras nuevas. Con tal motivo se trasladó a Quito y dictó las cátedras de Criminología y Derecho Penal en la Universidad Central. Poco después también tuvo a cargo la materia de Práctica Procesal Penal y pronunció un discurso al declarar inaugurada la semana del niño el día 3 de noviembre.

Ese año adquirió con hipoteca al Seguro Social una casa en la calle Simón Bolívar de Cuenca donde instaló a su familia.

La Comisión redactó un Código de Procedimiento Penal con el proyecto presentado por Aguilar Vázquez y codificó las leyes penales también a base de un proyecto elaborado con el Dr. Andrés F. Córdova desde la cátedra universitaria. Igualmente se codificaron las leyes de Procedimiento Civil, la de Extranjería, la Orgánica de la Función Judicial, la de Aranceles de Derechos Judiciales, la de Juzgamiento de Tinterillos y la de Matrimonio Civil (1)

Entre 1938 y el 40 fue miembro del Club Rotarlo de Cuenca y de la Junta Suprema del Partido Liberal Radical formando parte de la mayoría arroyista. El 39 fue profesor de la Universidad de Cuenca y resultó electo primer Senador por el Azuay. El 40 ocupó el sub decanato de la Facultad
de Jurisprudencia en Cuenca y salió Vicepresidente de la Cámara del Senado.

Entonces publicó “Informe sobre el Tribunal de Menores” en 9 págs. y “Al servicio de la causa del niño” en 28 págs. En estas materias del Derecho Preventivo fue uno de los pioneros en el Ecuador, pues trató de conseguir a través de la higiene y rehabilitación social un cambio favorable en la conducta del delincuente.

A principios de 1941 fue nombrado Ministro de Gobierno y Policía por el Presidente Carlos Alberto Arroyo del Río y renunció a su cátedra cuencana, pero ya era profesor de Ciencias Penales en la Escuela de Carabineros y decidió seguir allí a pesar de ocupar el portafolio.

En 1943 visitó Quito el Vicepresidente de los Estados Unidos Henry Wallace y se hospedó en una residencia que se le tuvo preparada. Ni bien se había alojado ocurrió un incidente doméstico pues desaparecieron unas hermosas manzanas del comedor. Alguien acusó al pelotón de guardia formado por varios carabineros. El oficial a cargo dispuso el retorno de los presuntos culpables al cuartel, donde posiblemente serían castigados con tres días de reclusión. Enterado del asunto el Ministro Aguilar Vázquez montó en cólera y dispuso por órgano regular que los policías volvieran de inmediato a la casa de Wallace y que el “insultador” les pidiera disculpas. Como ello no sucedió, le retó a duelo, enviándole padrinos.

El presidente Arroyo mandó a decir que no había lugar pues el Código del Marqués de Cabriñana determina que quien ejerce funciones públicas no puede desafiar. Aguilar Vázquez presentó su renuncia para que el duelo pueda realizarse pero “el insultador”, viendo el peligroso sesgo que tomaba el asunto, “reconoció su error” y pidió disculpas a los Carabineros. Aguilar Vázquez fue desde entonces un líder entre ellos y nadie volvió a acordarse de las famosas manzanas.

Durante su desempeño en el Ministerio demostró una extraordinaria firmeza de carácter. El 41 presidió el primer Congreso de Municipalidades y durante los días de la invasión Peruana aconsejó en gabinete utilizar la reserva de oro del país en compra de armamento
pero no le hicieron caso, pues el Presidente manifestó que la reserva no era propiedad del país ni del gobierno, sino del pueblo que la había ahorrado.

El 42 el ejecutivo empleó las Facultades Omnímodas con la oposición fustigándola hasta por simples sospechas. Entonces salieron al exilio o fueron confinados hacia apartadas regiones del país los principales políticos y otros fueron detenidos y enviados al Panóptico. Pesquisas y carabineros sembraron el terror en la República y muchos abusos se atribuían directamente al ministerio de Gobierno resultando de esto disminuida la imagen pública del Aguilar Vásquez que comenzó a ser odiado por la oposición.

Los abusos de la pesquisa llegaron a extremos inconcebibles, una noche en que el ilustre maestro español Antonio Jaén Morente dictaba una conferencia en el paraninfo de la Universidad de Guayaquil sobre la libertad de los pueblos, alguien del público – un soplón a sueldo del gobierno – fue con el cuento que se estaba conspirando en ese acto. A la salida los carabineros repartieron sable a la concurrencia sin que de parte de esta hubiera algún síntoma de insurrección. El asunto se prestó para toda clase de críticas, incluso de profesores afectos al gobierno, que salían del acto y también fueron víctimas de la caballería y el sable, que no respetó ni edades ni condiciones ¡Así se vivía por entonces!

Para la revolución populista del 28 de mayo de 1944 Aguilar Vázquez no huyó ni se escondió y cayó detenido en el Panóptico. La Asamblea Nacional Constituyente, considerándole el único secretario de estado que había durado cuatro años en funciones, le trató con singulares muestras de desafecto, bien es verdad que había mandado sobre los pesquisas y carabineros.

(1) La revisión al Código Penal había sido substancial y comparada con la más bien teorizante del Código Penal argentino, inspiradas al influjo del penalista y filósofo José Ingenieros, por eso resultó mucho más práctica.

Iniciado un juicio en su contra, quisieron arrebatarle sus fondos, pero como no los tenía, se le notificó para que se defendiese y al mismo tiempo fueron elevados el valor de las hojas y los timbres fiscales que debía usar. Al final no hubo sentencia, aunque se dispuso la pérdida de sus derechos politicos e inhabilitación para ocupar cargos públicos. El 45 falleció su padre a causa de un infarto y no le permitieron asistir al sepelio. Su hermano Carlos escribió

una balada filial en su memoria, cuya lectura le impactó mucho y sirvió para acercarle a la religión y aprender a orar, por eso le contestó. “Haz escrito una plegaria. Ya puedo rezar. Mi sentimiento amargado y mi mente atormentada nunca había alcanzado a formar una oración como esa que es toda ternura y delicadeza. Meses después, el presidente Velasco Ibarra le mandó a Insinuar que si formulaba una escueta petición de libertad se la concedería de inmediato. Vázquez no aceptó dando ejemplo de dignidad y de poseer una férrea voluntad, aunque algunos malquerientes suyos opinaron que no lo hizo por soberbia. En todo caso su prisión se prolongó hasta convertirse en un molestoso incidente para el gobierno, que terminó por dejarlo en libertad en septiembre, tras dieciocho meses en el Panóptico.

Salió envejecido, extenuado y más pobre que nunca pues hasta su patrimonio estaba seriamente  comprometido pero instaló nuevamente su Estudio, ya no intervino en política.

En 1948 un joven estudiante colombiano quitó la vida a un taxista. Dicho gremio movió a la opinión cuencana que se alarmó enormemente. Aguilar Vázquez aceptó defender al hechor a pesar de las múltiples amenazas que recibía contra su integridad física y hasta contra su vida y luchó tenazmente en el juicio. El día señalado para el Jurado la ciudad se paralizó. El teatro llenóse de curiosos, público y estudiantes de Derecho, las radios perifonearon el acto. Tomó la palabra y aceptó que su defendido había ocasionado la muerte, pero sin intención.

La exposición fue brillante y los taxistas terminaron por aplaudirte. Su hermano Carlos aprovechó para escribir un ensayo sobre el caso y la fama de criminalista de Aguilar Vázquez creció a alturas insospechadas pues la pena que recibió su defendido fue por demás benigna.

Por esos días llevó a su madre a visitar Lima, deseo que ella siempre había manifestado por haber nacido allí. Fue el único viaje al exterior de ambos, de regreso enfermó ella de un cáncer hepático y falleció al poco tiempo.

En 1952 la Revista del Colegio de Abogados del Azuay insertó su artículo “Un fallo de la Corte Suprema sobre un juicio ejecutado por suma de sucres” en 6 págs.

El 54 saludó a su amigo Manuel de Jesús Serrano Abad por su designación como Obispo Auxiliar de Cuenca. El 59 volvió a formar filas en el rotarismo cuencano y participó en la formación del Frente Democrático del Azuay que respaldó la candidatura presidencial de Galo Plaza Lasso, actuando como su amigo personal más que como político.

El 15 de febrero de 1960 sufrió un ataque cardiaco y aunque mejoró considerablemente, a la una de la tarde del viernes 4 de marzo volvió a infartarse y tras diez minutos de ligera agonía falleció de casi sesenta años de edad. Sus honras fúnebres fueron solemnes, en la Catedral, con misa rezada por su amigo monseñor Serrano Abad, concurso de deudos, amigos y parientes. Dejó muchos alegatos y temas jurídicos listos para publicar. Entre otros han aparecido los siguientes: Ese año de su muerte “Casos prácticos de Derecho Penal” en 20 págs. El 87 “Cuestiones Jurídicas” en 182 págs. editorial Fondo de Cultura Ecuatoriana.

Fue un abogado de consulta, integral, pues dominaba todas las partes del Derecho (lo Civil, Penal, Laboral y Mercantil) y brilló como orador penalista en los Jurados que entonces se acostumbraba.

En lo físico era alto y magro, usaba pequeño bigote y tenía una cierta gallardía en sus gestos y movimientos. Severo, tajante y al mismo tiempo cortés, podría decirse que era definido en sus conceptos y valeroso al sostenerlos, pero no usaba la violencia pues prefería convencer antes que dominar.

Su inteligencia, lógica exacta y sentenciosa, le predispuso para el Derecho. Buen charlista que salpimentaba de bromas elegantes e inofensivas sus relatos, dándoles animación y vida. Entre sus amigos políticos estuvieron Carlos Alberto Arroyo del Río, Juan X. Marcos Aguirre y Esteban Amador Baquerizo en Guayaquil, Francisco Ochoa Ortiz, Manuel Benigno Cueva García, Catón Cárdenas, Luis Guillermo Peña, etc. en el resto del país.

La Municipalidad de Cuenca le honró con un nicho en el sector de Hombres Ilustres del Cementerio General.