CONSERVACIONISTA AMBIENTAL. Nació en Ambato el 16 de Diciembre de 1910 y fueron sus padres legítimos Eulalio Acosta Núñez, quien se preparó para hermano cristiano pero solo llegó a ejercer el magisterio un año, pues debía que acompañar a su madre viuda, posteriormente se dedicó al comercio de productos agrícolas por la vía Flores entre Ambato y Babahoyo, trabajó exitosamente como arriero hasta que se inauguró el ferrocarril en 1909, al año siguiente se hizo agricultor en sus propiedades de Huachi y Picaigua; y de Serafina Solís Manzano, acomodados vecinos del lugar.
Fue el mayor de ocho hermanos y vivían en casa propia en la Benigno Vela junto al chalet del inglés Robertson, maquinista del ferrocarril. De seis años se torció un tobillo por saltar cercas. Su padre le llevaba en su caballo a ver las siembras y las cosechas, la poda de los frutales y los injertos, de suerte que prontamente aprendió a amar la vida campesina, se aficionó a la colección de hojas, conchas, caracolas, raíces, en fin, de todo cuanto veía y podía recoger y entró de alumno de la escuela del Liceo Montalvo de Ambato, donde tuvo de profesores a Miguel Ángel Vaca y a Manuel Coello Peñaherrera.
En 1922 inició la secundaria en el Colegio Bolívar. En mayo del 26 ganó un certamen de Geografía que versó sobre la cuenca hidrográfica del río Amazonas y el Gran Canal de Kiel en el mar Báltico, recién inaugurado con gran éxito internacional. En mayo del 28 ganó el Primer Premio por su monografía “Los frutos de la tierra ambateña” que mereció el honor de ser publicada en la imprenta del plantel.
En 1930 se graduó de Bachiller. Era un muchacho inquieto, atlético y de buen ver, que leía incansablemente todo libro que caía en sus manos especialmente si se trataba de aventuras y de viajes imaginarios, posteriormente devoró los cuatros tomos de Ciencias Naturales del autor italiano Lino Vaccarri, se entregó con fe al conocimiento de la flora, el clima, la naturaleza en general y realizó su primera excursión botánica sería, a las que se sucederían muchas más para recopilar plantas de valor económico tales como hortalizas, legumbres, frutas, cereales, y pastos en las huertas cercanas a la ciudad, luego herborizaría en Huachi Chico las plantas de vegetación espontánea xerofítica.
A fines de ese año ingresó a la recién fundada Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Central de Quito gracias a la ayuda de Carlos A. Paz.
En 1931 recogió de algunos Jardines y huertos las plantas ornamentales (herbáceos, arbustivas y arbóreas) tanto autóctonas como introducidas, para lo cual visitó los parajes comprendidos desde Pishilata hasta Pelileo, siguiendo la vía férrea y los caminos. En otra ocasión estuvo en las vegas del río Ambato desde Catiglata hasta Aguaján, recogiendo plantas espontáneas y cultivadas.
En 1932 trabajó para el instituto de Agricultura, exploró la flora xerofítica de los arenales de Picaigua y colectó plantas leñosas, arbustos, y árboles. El 33 se dedicó a las plantas medicinales y excursionó desde Aljuján hasta Pilahuin siguiendo un camino ascendente y casi vertical. El 34 atravesó la ruta del carretero a Baños y de Quito a Cruz Loma y en el ruco Pichincha examinó las plantas de altura. En Cotocollao herborizó las del camino. Había ganado en varias ocasiones el Premio al Mejor estudiante de Ciencias, era ayudante del Gabinete de Botánica con obligación de dictar clases y se licenció en Ciencias Naturales como el mejor alumno de su promoción.
En 1935 fue designado Profesor agregado a la cátedra de Botánica y con sus alumnos observó la transición de la vegetación desde San Juan a Chiriboga. Entonces creó el Instituto Botánico de la Universidad Central. En agosto viajaron a Guayaquil y recorrieron las haciendas del río por Milagro y Daule herborizando las plantas más comunes del camino En Diciembre pasó de Quito a Turubamba y de allí a Santa Rosa y a Machachi.
En 1936 se graduó de Doctor, contrajo matrimonio con Blanca Castro Endara, doctora en Psicología y recibió la cátedra en propiedad. Sus superiores también le concedieron la de Farmacognosia y la dirección del Instituto Botánico con cuatrocientos sucres mensuales de sueldo, pero le atiborraron de trabajo pues tenía que dictar clases a los estudiantes del primer año de Medicina y cuarto de Farmacia, a los de Agronomía e Ingeniería Civil, de manera que trabajaba cuatro horas por las mañanas y de tarde atendía en las prácticas de laboratorio a los mismos estudiantes. En forma de grupos, incluyendo los sábados de tarde. Estas actividades duraron siete años y sirvieron para que forme una buen a colección Micrográfica que fue de mucha ayuda a los estudiantes.
En compañía de algunos de sus discípulos pasó a trabajar en Baños y meses después realizaron un segundo viaje a Guayaquil y la zona peninsular. Estuvo en San Vicente, Ancón, Salinas y la Libertad con fines puramente didácticos. De regreso salió al puente del Río Guayllabamba, a Puéllaro y a la laguna de Mojanda.
Se vivía en el Ecuador una época en que las ciencias de las plantas en todos los países de la América tropical, reorientó sus objetivos, produciéndose una transformación en las relaciones entre el Estado, la economía y la naturaleza pues tras la crisis mundial de la década de 1930 y la caída de las exportaciones de los monocultivos, se aspiraba a encontrar nuevos modelos de desarrollo económico. Se enfatizó en la producción de alimentos para uso doméstico a fin de satisfacer las necesidades de una creciente población urbana y reducir la importación de alimentos foráneos.
En 1937 viajó por el Chota, Ibarra, el páramo del Ángel, Tulcán, Ipiales, siguiendo el trazo de la carretera Panamericana, con los estudiantes de Farmacia. En la siguiente ocasión partieron a Riobamba, Guaranda y Balzapamba para conocer la distribución altitudinal de la vegetación y las Cinchonas de ese último paraje. Luego estuvo por Chillogallo y sus alrededores y volvió a Guayaquil para seguir a las islas Galápagos como miembro de la Misión Científica que recorrió buena parte de ese archipiélago, incluyendo las islas de San Cristóbal, Isabela, Santa Cruz, James o Santiago y por último Floreana. Todos esos viajes le fueron de gran valor para su formación científica pues a más de las continuas lecturas, logró hacer acopio de una vasta experiencia botánica en todo tipo de terreno, tanto de costa como de sierra, que le serviría en breve, al declararse la II Guerra Mundial.
En ese año sugirió la construcción de la carretera sub andina oriental desde la frontera con Colombia hasta el Perú, pero su idea fue tildada de imposible por las mentalidades estrechas del país. Hoy todavía es un hermoso sueño.
En 1938 examinó ampliamente la zona norte de Quito desde la desembocadura del río Pisque en el Guayllabamba con los estudiantes de Agronomía. Luego exploró de San Antonio a la hacienda Huatos por el camino de herradura, con dos ayudantes. Finalmente fue desde Ibarra a Yaguarcocha, Otavalo, la laguna de San Pablo, Cotacachi y Cuicocha con los estudiantes de Botánica, publicó un folleto explicando cómo se formaba un herbario, concurrió a la I Reunión Sudamericana de Botánica realizada en Río de Janeiro donde expuso sus principales logros y empezó a ser conocido por especialistas del continente. También mantenía una muy leída columna en diario El Comercio de Quito sobre asuntos científicos.
De regreso sustentó una conferencia en el colegio Gómez de la Torre de Ibarra, luego habló en Otavalo. Enseguida escaló el Guagua Pichincha para adiestrarse en andinismo. Su alumno Jorge H. Viera publicó una interesante Relación de este viaje en “El Comercio”.
Finalmente herborizó en la laguna de Cuicocha, en Puéllaro – desde Shaigua al puente del río Guayllabamba – en las vacaciones estuvo en Ambato realizando observaciones meteorológicas y ascendió al cerro Pilis-Urco para comparaciones florísticas con los páramos del Pichincha a igual altura. En diciembre pasó a Shaigua investigando los algarrobos. Fue un año de incansables viajes y experiencias científicas que formaron al gran investigador.
En 1939 fue designado Miembro correspondiente de la “National Geographic Society” de Washington D.C. y continuó sus viajes. Primero estuvo en Cumbayá y en los llanos secos de las pirámides, pasó a la hacienda Velasco en la mitad del mundo, siguió hasta el valle geológico del Pululagua acompañado del botánico sueco Dr. Erik Asplund, herborizando desde Ventanilla hasta el valle cráter. Con dicho sabio siguió al valle del río Chota de vuelta por la peña y lagunas de San Pablo y Cajas hasta Saloya. Desde Machachi y Lasso cruzó el páramo de Tiopullo buscando flores y estudió el estado vegetativo de la hacienda Velasco donde adquirió una parcela de terreno semiárido para sus experimentos.
En 1940 fue nombrado Rector fundador de Colegio 5 de agosto de Esmeralda y tuvo a cargo varias cátedras. Su estadía en esa provincia fue por demás provechosa. En julio excursionó por las playas desde Tachina hasta Rioverde y Mates. En agosto llegó a Atacames y a la punta de Súa. En septiembre visitó la Tola y por la mañana se internó desde Lagarto hasta el estuario del río Santiago y el poblado de San Lorenzo. De regreso a la costa siguió de Súa a las puntas Galera y Tortuga y llegó hasta Mutile. En noviembre se concretó a seleccionar las distintas muestras de granos y semillas recogidas. Para Acosta Solís la provincia de Esmeralda era un verdadero Museo – Parque Nacional.
En 1941 fue Director Botánico de la Comisión del IV Centenario del Río Amazonas y le otorgaron esa cátedra en el Instituto Superior de Pedagogía y Letras de Quito. De esos meses recuerda sus viajes por los páramos del volcán Chiles y el descenso hasta Maldonado herborizando en los chaparrales y páramos. En junio fue a Loa y a las faldas surorientales del Pichincha, que escaló hasta los 4.400 metros de altura.
En diciembre organizó el Instituto Ecuatoriano de Ciencias Naturales, fundó la revista “Flora” dedicada a la botánica y farmacognosia, que pronto circuló por los principales centros científicos del mundo, allí colaboró bajo el pseudónimo de Doctor Masandro. Hasta entonces había centrado sus actividades en la zona centro y norte de la República pero sentía que era necesario construir una ciencia nacional.
A través de la columna en El Comercio daba consejos a las familias pobres del país, para superar la carestía de los víveres, utilizando productos nacionales nobles y baratos, es decir, de alto contenido alimenticio y al alcance de cualquier bolsillo. En mayo del 41, habiendo retornado a Quito, inauguró una Exposición permanente de las riquezas naturales de Esmeraldas.
En 1941, al caer en manos de las tropas imperiales japonesas los campos de producción de la quina, también llamada el árbol de la vida o planta de la humanidad, la oficina de Guerra Económica de los Estados Unidos designó a un grupo de científicos e investigadores para que visiten el Ecuador a fin de explorar las selvas sub andinas, localizar e inventariar los árboles de quina. De inmediato sus miembros se pusieron en contacto con Acosta Solís a quien designaron Botánico Jefe de la Oficina de las expediciones cinchoneras del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos para el área del Ecuador, con sede en Quito, en consideración a sus conocimientos y por su permanente campaña para que la Quina o Cinchona sea declarada Planta Nacional del Ecuador y le asignaron un sueldo que guardaba relación con su alta calidad científica pues quintuplicó sus ingresos mensuales. La oficina funcionó hasta el final de la guerra en 1945.
Su colaboración con los botánicos extranjeros le permitió participar activamente en el establecimiento de la I Estación Experimental Agrícola Tropical del Ecuador con sede en Pichilingue, que funcionó bajo los auspicios de la “Defensa Spiles” del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos y fue destinada a realizar expediciones, organizar numerosos grupos campesinos para que siembren, recojan y entreguen la cascarilla de manera que pronto empezó a obtener ingentes cantidades que salían a los laboratorios de los Estados Unidos para su inmediato refinamiento y obtención del alcaloide quinina.
En estas expediciones también recogió nuevos especímenes que aumentaron su valioso herbario. Estuvo en Chorrera y Cruz Loma y desde la zona de Cotocollao, siguiendo el camino más occidental de Nono, en compañía de sus estudiantes de Ciencias Biológicas.
En 1943 realizó una excursión geológica a la quebrada de Chiche y la hacienda Nápoles con los miembros de la Sociedad Geográfica. En junio exploró las zonas de Cuenca y el Pan y los bosques sub andinos sobre Guagra – Rancho, donde se accidentó el Ing. Feathlar Stonhaugh y se interrumpió el viaje.
Pasó a Cuenca y herborizó en Baños y en las vegas del río Tomebamba. En Agosto excursíonó desde Bucay, Sibambe y Alausí. En septiembre viajó a la zona cinchonera de Saloya y trabajó desde el puente del Socabón en el río Salinas hasta Vinchoa en la provincia de Bolívar y desde Guaranda hasta las cabeceras de Olivo. En noviembre estuvo en Chillanes, luego en Arrayán, en San Pablo de Atenas y logró descubrir cinco especies no conocidas de cipreses en Guapangoto. En noviembre herborizó en Tilimbela, dando vueltas por Cumbillí, San Simón, etc.
En enero de 1944 siguió al occidente de Aloag por Lache a Cóndor Machay y al área de Gualilagua y con el Dr. Wilson Penonoe fue a Telimbela. En febrero desde Alao a Huamboya y el sotobosque de Cubillín a 3.300 metros de altura. En marzo volvió a Fungala, Alao y las faldas SE del Sangay, herborizando en el trayecto por los potreros de San Luis hasta la cuesta de Pinlillic. En abril trabajó en Loja desde las Chinchas a Cotacocha y Playas y el bosque de la hacienda La Hamaca.
En marzo estuvo en las faldas noroccidentales del Mojanda y en el sotobosque superior hasta Otavalo. En junio en el nevado Cayambe y en la laguna de Chiche, en el nevado Cotacachi y haciendas San Francisco y Pataichubamba. En julio en el bosque de Sebritana al noroeste del Cotopaxi. Todos los ejemplares que recolectaba enriquecían su herbario personal denominado “Acostessi”.
Ese año finalmente pudo editar “Nuevas contribuciones al conocimiento de la provincia de Esmeraldas”, tomo I de 606 págs. más 184 fotografías y 4 mapas a colores, publicación considerada pionera en el país en muchos aspectos, que le introdujo en el mundo científico Internacional al ser calificada en Buenos Aires como “El Mejor Libro Geográfico de América”.
Para componer tal cantidad de información arqueológica, geológica, térmica, histórica, sociológica, socioeconómica, sanitaria y educativa requirió de un equipo de colaboradores científicos y de la ayuda económica del Diputado Gonzalo Gutiérrez Santos, esposo de Marina Concha Andrade, hija de Carlos Concha, líder de la revolución de su nombre en 1913.
En 1945 trabajó en las selvas de Santo Domingo de los Colorados con los edafólogos Pendleton, Charles Simons y Eilif Miller, fue contratado por el Banco de Fomento como Agrólogo para confeccionar la Carta Agrícola de la Provincia de Tungurahua y como botánico en la Estación Experimental de Pichilingue editó “Las Cinchonas del Ecuador” en 320 págs. en coautoría con sus colegas norteamericanos Julian A. Steyermark del Chicago Natural History, William C. Steene de la Universidad de Michigan y William B. Drew de la Universidad de Missouri, a fin de que el gobierno ecuatoriano pueda elaborar un Plan para el fomento del cultivo a gran escala de la Cinchona, lo que nunca se llegó a realizar por la inercia propia de nuestros gobernantes.
En los veranos del 45 y 46 realizó cursos de Toxonomia botánica, manejo de herbarios y práctica de laboratorio en el Museo de Historia Natural de Chicago. Entre el 46 y el 48 realizó un postgrado en Recursos Naturales, Bosques y Microtecnias de maderas tropicales becado entre las Universidades de Ann Arbor en Michigan y el Museo de Historia Natural de Chicago donde le ofrecieron una importante colocación que rechazó por regresar a colectar en su patria. El Decano, Samuel T. Dana, certificó que era un excelente Tecnologista y un gran trabajador en Microtecnia.
En los veranos del 47 y el 48 trabajó en el Forest Products Laboratory del Departamento Forestal de los Estados Unidos en Madison, Wisconsin y en el Jardín Botánico de New York donde solía clasificar sus colecciones hechas en el Ecuador.
En el Encuentro Conservacionista celebrado en Denver expuso por primera ocasión la alarmante situación del bosque ecuatoriano, talado sin ningún tipo de protección ambiental. Ya para entonces se consideraba un conservacionista de la naturaleza y empezó a luchar por su cuidado y defensa.
Por eso, cuando en noviembre del 48 finalmente retornó a su Patria, fundó el Departamento Forestal del Ecuador que funciona adscrito al Ministerio de Agricultura y fue su primer Director, pues desde el 35 venía abogado por su creación. Se inauguraba la administración del Presidente Galo Plaza Lasso un agricultor progresista que utilizaba métodos modernos y allí se mantuvo hasta el 53 que salió durante la tercera administración del Presidente Velasco Ibarra.
El 50 fundó la Estación Forestal de Tierras Áridas en San Antonio del Pichincha en la quinta equinoccial de su propiedad y editó “Los Manglares en el Ecuador” en 84 págs. Igualmente presidió la Sociedad Ecuatoriana para la protección de la Naturaleza y la conservación de los Recursos, planificó e inauguró las Estaciones forestales del trópico húmedo en San Lorenzo ubicada al nivel del mar y Sub trópico en Lita a seis cientos metros de altitud, ambas en la zona noroccidental de la provincia de Esmeraldas, merced al apoyo recibido por el gobierno de Plaza. El 51 recibió la Orden Nacional al Mérito.
Al salir de estas funciones dijo: Logré organizar la Dendroxiloteca ecuatoriana y el Museo Forestal, a base de mis antiguas colecciones y de las nuevas realizadas durante mi administración de casi cinco años, entre excursiones y colecciones. Como resultado de estas actividades publiqué algunas contribuciones sobre bosques y fitogeografía del país, varias hojas de divulgación conservacionista que fueron distribuidas profusamente en los campos y haciendas del territorio nacional. Entonces aproveché toda oportunidad y viaje para hablar personalmente con los hacendados y agricultores e insinuarles la explotación racional de los bosques y las tierras y yo mismo hacía algunas demostraciones de lo que les había hablado y para subsistir estableció en Quito una oficina de consultora agro técnica con un anexo para la venta de semillas forestales y forrajeras. El 52 editó un libro pragmático “Por la conservación de las tierras andinas: la erosión en el Ecuador y métodos aconsejados para su control, pero al poco tiempo fue designado ese año 53 Asesor Conservacionista del Ministerio de Agricultura y Cría, en Caracas, Venezuela y en Agosto obtuvo el Premio Internacional de la Sociedad de Conservación y Divulgación Conservacionista de Washington por su amplia campaña científica en el continente, primer galardón internacional que recibirla en su larga y fructífera vida pero en estos trajines fue gastando su pequeña fortuna personal, herencia de sus mayores, al punto que al final de su vida pasó por grandes trabajos económicos para subsistir y mantener su Museo de la Mitad del Mundo.
En 1954 regresó a Quito, empezó a enviar colaboraciones al diario “El Telégrafo” de Guayaquil donde trató temas conservacionistas, presidió el Instituto Nacional de Ciencias Naturales y dio a la luz pública “La forestación artificial en el Ecuador Central” en 86 págs. un mapa, fotografías y dibujo, y elaboró el informe “Azuay – Cañar” con el Economista Walter Pitarque y el Agrónomo César Herrera, enviados por la Junta de Planificación para estudiar la situación del austro ecuatoriano, que sirvió de base a la creación del Centro de Reconversión Económica CREA que tantos frutos ha dado a esa región. El 58 fue designado Profesor de Botánica y Ecología de la U. Católica de Quito.
En 1959 editó “El noroccidente ecuatoriano” en 148 págs. con resúmenes en inglés, francés y alemán y “Glumíforas del Ecuador” en 120 págs. El 60 “Maderas económicas del Ecuador y sus usos” en 328 pags. ilustradas con dibujos, fotografías y resúmenes en diversos idiomas.
En 1960 viajó a Salinas llamado por el empresario Luis Noboa Naranjo para implementar un programa gigantesco de reforestación a nivel nacional pero el infarto que sufrió Noboa se interpuso en la realización del proyecto que finalmente se truncó con grave perjuicio para Misael.
Entre 1960 y el 64 dirigió las Extensiones Experimentales de San Lorenzo y Lita. El 61 editó “Los bosques del Ecuador y sus productos” en 348 págs. con dibujos, fotografías y tablas. El 62 ‘’Fitogeografía y vegetación de la Provincia del Pichincha” en 136 Págs. realizó cursos avanzados de verano de Biología y Ecología en las Universidad Sauthern California de Los Ángeles y San José de Costa Rica.
En 1964 fue coordinador de la Expedición Internacional a las islas Galápagos para la Unesco y la Universidad de California; trabajando de enero a marzo lograron interesar a los organismos conservacionistas del mundo sobre la importancia de dicho enclave ecológico.
En 1965 recibió la Medalla Reytemeyer otorgada por la Asamblea Interamericana de Prensa realizada en Lima, como premio a sus numerosas publicaciones científicas en los diarios de Quito, especialmente en El Comercio, donde tuvo por muchos años una columna.
La “Georgia Pacific Co.” le designó botánico forestal para la evaluación de la selva noroccidental del Ecuador y fruto de tal experiencia fue su Informe editado en 1966 en inglés “The Forests of the northwest of Ecuador” en 120 págs. El 67 fue contratado por la “American Research of New York” para evaluar las cinchonas en Ecuador y Bolivia. Ese año participó en la Mesa redonda convocada por el Museo de Historia Natural de México sobre la conservación de la naturaleza.
En 1969 sacó “Los Recursos naturales del Ecuador y su conservación” en cinco volúmenes que aparecieron en México, merecieron el Premio Wallace Atwood del Instituto Panamericano de Geografía e Historia y constituye una enciclopedia de los Recursos naturales de nuestro país y su modo de conservarles. También salió “Geografía y Ecología de las tierras áridas del Ecuador, catálogo de gramíneas, ciperáceas y juncáceas” en 120 págs.
Por esas obras fue declarado por el Senado de la República como el Decano de los Naturalistas del país y recibió la Medalla Humboldt otorgada por el Departamento de Cultura de Alemania Federal y la Medalla al Mérito Educacional de Primera Clase del Ecuador.
En 1970 ocupó la Vicepresidencia de la Alianza para el Progreso en el Ecuador por designación otorgada por la OEA. y hasta el 78 fue Secretario Técnico del Instituto Panamericano de Historia y Geografía, sección Ecuador, miembro activo del Comité Nacional del Medio Ambiente. El 72 editó “La Ciencia y la investigación científica en el Ecuador” con un plan de acción estatal para formar investigadores y técnicos a fin de crear un sistema desarrollista en esos tiempos, con este trabajo se situó entre los forjadores del Ecuador moderno.
En noviembre se hizo cargo de la secretaría técnica de la Sección Nacional del Instituto Panamericano de Geografía e Historia que “hasta entonces había sido poco productiva.” La reorganizó y logró publicar un Boletín que apareció hasta el primer semestre del 78 porque Acosta Solís dejó de ejercer la secretaría en octubre de ese año debido a que la institución volvió a ser controlada por los militares y “el Boletín dejó de salir porque los Coroneles no son capaces de escribir ni un simple remitido y menos artículos…”
En 1977 recibió la medalla de oro Gerlach. El 78 en el I Congreso Internacional de Botánica Tropical celebrado en la Universidad danesa de Aarhus y visitó las Universidades suecas de Estocolmo, Upsala y Gotemburg siendo electo miembro del Comité editor de la Flora del Ecuador, obra magna que se estaba editando por entregas desde el 73 bajo la dirección de Gunnar Harlin, Benkt Sparre y Lennart Andersson y finalmente terminó de aparecer cuando llegó al volumen setenta y tres el año dos mil cuatro.
Finalmente viajó a Texas y a la baja California mexicana para participar en Congresos Internacionales en los que se abordó el problema del aprovechamiento de los recursos en las tierras áridas.
El 79 publicó “Galápagos y su naturaleza” en 360 págs. en el décimo tomo de la Biblioteca Ecuador. En 1980 fue Director de Investigaciones Geográficas y Ecológicas del Instituto Ecuatorianos de Ciencias Naturales. Entre el 82 y el 84 representó a la comunidad científica ecuatoriana ante la Comisión de Ciencia y Tecnología.
El 82 fue Condecorado con la Orden Nacional al Mérito, el 83 apareció su “Manual para la elaboración y publicación de trabajos científicos” en 180 págs. El 84 “Los Páramos andinos del Ecuador” en 224 págs. estudiando los paisajes andinos, anhelo iniciado desde su adolescencia en 1925 cuando había acompañado a los indígenas que transportaban la nieve del Carihuairazo hasta los mercados de Ambato. El 86 “La tierra agrícola: nuestros recursos básicos” en 100 págs.
En 1987 fue miembro de la Comisión del Medio Ambiente del Congreso Nacional y ascendió al Tungurahua. El 88 subió hasta el refugio del Cayambe y recibió un Público Reconocimiento del Instituto Mundial de Ciencias y Cultura “Albert Eínstein” de la U. de Heidelberg.
A pesar de su edad seguía siendo un aventurero incansable. “Cuando subía montañas iba como dicen los alemanes como perro, siempre adelante. Espere, espere, no se adelante, me decían, y yo seguía adelante. Suban, les decía yo, no descansen porque es malo hacerlo en medio de una ascensión.
El 89 le fue entregado el Premio Nacional Eugenio Espejo a las Ciencias. El 90 ayudó a los miembros del Programa de Extensión Agrícola de la Misión Alemana en el Ecuador. El 91 recibió una pensión vitalicia igual a diez salarios mínimos vitales, pues había sido desahuciado de la casita que ocupaba en la calle Manabí y pasaba penurias económicas
Entonces cambió a la finca equinoccial de su propiedad la biblioteca especializada con libros y revistas que recibía de todo el mundo, ordenándola con método pues siempre había sido un excelente trabajador, acostumbrado a la vida frugal, parco en el comer, a veces había tenido que contentarse con un poco de maíz molido, capulíes o chochos.
Sus conocimientos científicos aplicados a la conservación de los suelos habían servido para preservarlos de la erosión, pero no todas sus ideas se aceptaron, aunque quizá lo sean en el futuro.
Con una jubilación magra a cuesta y un sueldo simbólico de cincuenta mil sucres mensuales que recibía del Banco Central para terminar su “Enciclopedia de Botánica Economía” que debió entregar en cinco volúmenes, pasaba apuros y se quejaba pues no le alcanzaba.
De sus Excursiones, más de doscientas cincuenta, aún tenía numerosos ejemplares, porque los de la U. Central fueron descuidados y casi habían desaparecido.
Se hallaba casado con Beatriz Oñate Gaon y estaba finalizando el primer Catálogo de las Maderas y Leñosas del Ecuador, una Sinopsis de la Flora Útil del Ecuador – pues tuvo una ideología desarrollista, pensaba que una naturaleza que no produce es inútil – que era una Enciclopedia de Botánica Económica con cinco mil páginas de texto, grabados y fotografías por la que le pagaban cincuenta mil sucres mensuales durante treinta y seis meses y que debía entregar en dicho plazo al Banco Central, bien entendido que dicho estipendio era realmente insignificante pues cualquier chofer del Banco percibía ochenta y cinco mil mensuales, un Catálogo de las Gramíneas y Ciperáceas. También trabajaba un libro sobre Fitogeografia ecuatoriana y un Manual Gráfico sobre conservación de las tierras andinas. Mantenía sus cuadernos con prolijas anotaciones, detalles de prensa, etc. En 1992 publicó su Curriculum Vitae con biobibliografia actualizada, en 102 págs. y una “Botánica Médica ecuatoriana” donde defendió los conocimientos ancestrales de los saberes indígenas andinos y amazónicos, libro que respondía a la preocupación de la ciencia académica hacia estos saberes.
Acostumbraba levantarse a las cuatro de la mañana para ganar horas al día pues era disciplinado y poseía una inagotable energía. Formó dos colecciones: El Herbario Nacional con 25.000 especímenes y la Deudología con 8.000 tablillas de diversas maderas, ambas en doble serie. Una Obsequió a los Estados Unidos y otra al estado ecuatoriano que no la supo preservar.
Poseía la biblioteca de ciencias naturales mayor del país y aspiraba a llenar sesenta y dos mil fichas bibliográficas antes de venderlas al Banco Central y con mucha gracia anotaba que antes de iniciar sus excursiones científicas, trataba de leer la mayor cantidad de bibliografía posible, incluyendo toda clase de crónicas desde las históricas hasta las meramente naturalistas. Así fue como descubrió que los mercedarios habían explotado caucho en el siglo XVIII y donde hay caucho hay también cascarilla y así fue.
Un desliz en una grada le ocasionó una caída y a consecuencia de ella falleció en Quito el de abril de 1994, agobiado por un absurdo Catastro Municipal millonario que prácticamente le condenaba a la pérdida de su Jardín Botánico Equinoccial.
Fue considerado en vida y hoy es tenido sin equivocación como el mayor sabio ecuatoriano en botánica siendo su especialidad el conservacionismo ambiental, las cinchonas y las maderas. Hizo ciencia útil en un medio científico débil, luchó por el conservacionismo de la naturaleza cuando el tema aún era desconocido en el país e insertó los conocimientos modernos en la tradición pre hispana de conocimientos de la naturaleza.