EDUCADOR. Nació en Chone, provincia de Manabí, el 1 de agosto de 1910 y fueron sus padres el Dr. Carlos Abad Piedra, cuencano, abogado liberal que ejerció en Chone donde formó parte de la Junta Escolar y posteriormente pasó a Guayaquil de Ministro Juez de la Corte Superior de Justicia, ocupando la presidencia por un período y falleció en 1957 y Matilde Grijalva Macias, natural de Chone.
De un año de edad fue llevado a Tumaco por su madre y abuelos maternos y allí estuvieron varios meses en asuntos de comercio, pero como le fue mal al abuelo regresaron a Chone.
Su tía Amelia Grijalva casó con Benigno Vásquez Izquierdo, militar cuencano que pasó de Jefe de Zona a Portoviejo, e invitaron a Matilde y a su hijo Gonzalo, quienes presenciaron los combates ocurridos en Manabí en 1914 con las guerrillas conchistas y el 18 de octubre del 15 cuando la población se hallaba celebrando la fiesta, un violentísimo incendio (1) provocó el pánico general. Posteriormente viajaron a Riobamba y a Quito. En 1916 regresaron a Chone donde su abuela Mariana Macias de Grijalva le inculcó las primeras letras porque a ella le gustaba enseñar.
Ese año ingresó a la escuela primaria que funcionaba en Chone y el 22 su padre quiso mandarlo a estudiar la secundaria en Cuenca pero el joven no aceptó por ser liberal. Entonces su abuelo Grijalva lo puso a trabajar en el almacén de su amigo el Cónsul de Colombia Heriberto Hurtado como vendedor de telas con S/. 20 mensuales y el 23 en la sucursal del Banco La Equitativa cuyo jefe era su conocido Aurelio Salazar Mancero, funcionando la matriz en Bahía de Caráquez bajo la gerencia de Manuel Mejía. Allí atendió los depósitos y retiros en una ventanilla con Esther Mora que llevaba las cuentas y un sueldo de S/. 30 al mes. La señorita Mora había sido su antigua maestra de piano en casa del Cónsul Hurtado.
“A principios del 24 mi papá, que tenia la costumbre de llamarme Cholo, me avisó que su amigo Luis Felipe Chávez, Director de Educación en Manabí, tenía una beca para estudiar interno
en el Normal Juan Montalvo de Quito. Rendí el examen previo ante el Sr. Salgado, Director de la Escuela de Chone, quien me puso por tema hablar sobre la batalla del Pichincha y como salí bien se tramitaron mis papeles, en abril viajé como simple oyente porque el curso lectivo estaba por terminar. En las vacaciones debía vivir en casa de mi tutor el oculista Dr. Enrique Aray, pero me negué a ello porque era muy anticuado y acostumbraba tomarme estrictas cuentas del sucre semanal que me mandaba mi papá. Entonces permanecí una semana solo en el Normal hasta que el Director me consiguió de tutor al profesor Alfonso Aulestias que me llevó a la casa de su familia en la calle García Moreno cerca de Santa Bárbara”.
“Quizá por estas rebeldías mi papá decidió mantenerme en Quito los seis años de estudios o talvez debió ser en razón de las dificultades que ofrecía viajar de Quito a Chone, pues había que tomar el ferrocarril hasta Guayaquil y de allí en motovelero a Manta y el resto del camino en carro”.
“Mis profesores fueron excelentes, la mayor parte eran de la segunda Misión Pedagógica alemana, pero también los nacionales dirigidos por el Rector Leonidas García. Entre los que más recuerdo están Manuel Utreras Gómez, Reinaldo Espinosa, Luis Felipe Torres, César Silva, etc. Al principio la estadía en el Normal no era de mi agrado, el edificio era lóbrego, frío y grande, tenía pocos compañeros costeños y las materias eran teóricas, pero desde el tercer año las cosas comenzaron a cambiar y en el quinto, a través de las clases prácticas, me puse en contacto con niños y jóvenes y aprendí a amar al magisterio”.
“Algunos fines de semana concurría a la casa de mi paisana Mariana Calderón Álava que acababa de casarse con Alberto Enríquez Gallo, por otra parte yo era muy popular entre mis compañeros y todos los años me elegían presidente del curso. El 29 obtuve que la rectora del Colegio Normal Manuela Cañizares acepté la realización de un reinado de la belleza. El 30 participé en el Pentatlón intercolegial con alumnos del Mejía y de la Academia Militar Eloy Alfaro. Ese año egresé con el título de Preceptor Normalista y pasé a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central a seguir la especialización
como profesor de Física y Matemáticas para el segundo nivel, pero salí para trabajar de Profesor-Secretario del Reformatorio de Menores que había venido dependiendo de la Policía y pasé al Ministerio de Educación. Ganaba S/. 120 mensuales de sueldo, comida, vivienda y el uso de talleres (sastrería, peluquería, zapatería, etc.) Allí permanecí dos años y logramos algunos éxitos aplicando los métodos activos de la pedagogía, pero el 33 salí cuando designaron a un nuevo Director”.
Para cuando alguien escriba la historia de la educación deberá constar que en 1930, mientras Ernesto Guevara Wolf en la Escuela anexa al Normal Juan Montalvo y Elisa de Aulestia y Lucía Baquero en una escuela primaria y un jardín de infantes comenzaban a practicar el Método Decroly, Abad Grijalva reunió en el Reformatorio de Menores de Quito a un grupo de maestros entre los que destacaron Edmundo Carbo Bravo y Víctor Hugo Maldonado para aplicar al Plan Dalton, que pronto se convirtió en el Plan de Trabajo, especie de adaptación ecuatoriana a las ideas de Decroly y de las técnicas de enseñanza individualizada. Durante esos cinco años participó activamente en la docencia apilando técnicas inspiradas en la Nueva Educación, como miembro de la comisión de Reforma Educativa, en la que cesó en 1936.
“Entonces el rector del Normal me llevó de preceptor de la escuela anexa con S/. 180 de sueldo y el 34 me ascendieron a Profesor de Pedagogía en el propio Normal, continuando en ambos cargos porque éste último era un honor sin sueldo y esto era como un premio por mi colaboración en la revista Cuadernos Pedagógicos que dirigía Femando Chávez, quien acababa de ser designado Subsecretario de Educación y como me apreciaba tuvo a bien designarme Ayudante de la sección Primaria y Normal del Ministerio de Educación”.
“Frisaba sólo en los veinte y seis años y creí mi deber excusarme, pero Chávez me mandó a hablar con el Ministro Carlos Zambrano Orejuela, quien luego de oír mis razones me dijo: Tiene razón, es muy joven, justamente por eso lo voy a mandar a estudiar becado a Europa y como era persona de palabra la cumplió al poco tiempo”.
“En la Escuela de Pedagogía de la Universidad Libre de Bruselas estuve un año (36-37) viviendo en una pensión de señoras alemanas con cien dólares mensuales que recibía de Quito.
“A mi regreso entre el 38 y el 40 escribí con el Dr. Edmundo Carbo Bravo y Ermel Velasco Mogollón, varios tests para medir el rendimiento instructivo en todos los grados de la escuela primaria, que salieron impresos bajo el título de “Pruebas ACB” en 1940 y alcanzaron notable éxito con ocho ediciones consecutivas”.
Calificado de “el mejor estudio que sobre la materia se ha escrito entre nosotros y uno de los de más interés en español, pone especial empeño en la evaluación periódica del trabajo escolar a fin de apreciar objetivamente el valor de los métodos empleados en la enseñanza, busca el origen de ciertas irregularidades que nunca falta en todas partes y así, con elementos de juicio estadísticamente expresados, emprender en nuevas orientaciones pedagógicas para mejorar la tarea diaria.”
“El 38 ascendí a Director Técnico del Ministerio de Educación con S/. 250 mensuales, pero allí sólo estuve cinco meses, porque el Dictador Enríquez me envió becado al Teachers College de la Universidad de Columbia en New York y conocí en casa de mi amigo Pepe Ortiz Bermeo a su hermana María Luisa con quien contraje matrimonio en Quito el 42”.
“El 40 había visitado cuatro escuelas modelo en los Estados Unidos, analizando y describiendo su funcionamiento, programas, métodos de aprendizaje y evaluación del alumnado. Remití los originales al Ministerio de Educación ese año y el 44 los publiqué en un libro de 234 páginas titulado “Cuatro Escuelas Democráticas”. Un año después, un funcionario de la Editorial Kapelusz de Buenos Aires, me visitó en Quito para obtener los derechos de autor de la segunda y ulteriores ediciones, dentro de la colección Biblioteca Cultura Pedagógica. Luego salieron dos ediciones más pues el libro fue muy utilizado en las escuelas normales del Ecuador y demás países de la América Latina”.
“En Columbia tuve la suerte de contar con profesores de tanto prestigio como John Dewey, autor de la teoría filosófica del Pragmatismo. Cada semestre viajaba a Washington a entregar mis reportes y notas al Embajador ecuatoriano Colón Eloy Alfaro, quien llegó a tenerme en gran aprecio y luchó porque mi beca no fuera cancelada. Así pude terminar el Bachelor y el Masterado de Artes en Educación Comparada y el 41 regresé a Quito”, a los tres años de ausencia.
“Hablaba inglés y francés, tenía un altísimo título y sin embargo no encontré empleo adecuado en el Instituto Superior de Educación que acababa de abrirse bajo la dirección de Pedro Velasco Ibarra, así es que tuve que aceptar un trabajito de mecanógrafo en la estación de radio HCJB con S/. 200 al mes, pero al poco tiempo un amigo manabita me recomendó a la Secretaria Ejecutiva de la Oficina de Prioridades, cuyo jefe era Pablo Thur de Koos y funcionaba en colaboración con la sección Comercial de la Embajada americana. Mi buen inglés y mi título sirvieron de mucho y comencé a percibir S/. 800 al mes, que poco a poco fueron aumentados, hasta que el 46 que se cerró dicha oficina estando yo de Jefe, recibía unos S/. 2.500”
“Desde 1941 dirigió la revista “Cuadernos Pedagógicos” un año. El 42 escribió “Tres problemas de la Pedagogía de nuestro siglo” como ensayo.
“El 46 el presidente Velasco Ibarra había traído de la Universidad Católica de Valparaíso al Ing. Gatica, como Asesor del Colegio Central Técnico de Quito antes conocido como Escuela de Artes y Oficios y él me llevó a trabajar en calidad de Director de Orientación Pedagógica con S/. 200 mensuales. Antonio Gándara era el Director Administrativo y allí estuve hasta el 49”.
“El 48 pasó por Quito un inglés enviado por la Unesco. Mi antiguo profesor Manuel Utreras Gómez se enteró y me puso en contacto con él. Poco después viajé a París contratado como Especialista del Programa. Así llamaban al departamento de Intercambio de personas, obreros, profesores universitarios y jóvenes. Todos los años publicábamos la lista de becas internacionales, los planes de estudio, etc. y con tal motivo tuve la oportunidad de visitar numerosos países de Europa, Asía y África, tratar con distintos Ministros de Educación y darme cuenta de las nuevas tendencias pedagógicas”.
“El 52 fui ascendido a Jefe Adjunto del Departamento de Intercambio de personas y allí permanecí hasta el 61, cuando el nuevo presidente ecuatoriano Carlos Julio Arosemena Monroy me invitó a formar parte de su gabinete en la cartera de Educación y Deportes. Anteriormente solo nos habíamos conocido en un coktail en casa de un amigo común ecuatoriano en París, pero mí nombre le fue recomendado por Gonzalo Almeida Urrutia, mi pariente político, ex Consejero de la Embajada del Ecuador en París. Fui el único Ministro no tomado del Congreso y quizá por eso provoqué la sorpresa de los círculos políticos que me desconocían por completo, así que con el permiso del Director General de la Unesco tomé posesión del cargo y decidí poner en práctica mis ideas”.
“Estaba conciente de la existencia de un déficit educacional en e! Ecuador. Había un 40% de analfabetos, pocas escuelas primarias en relación al total de la población escolar, los colegios secundarios no llegaban a cubrir ni el 10% de la población adolescente, los colegios Técnicos casi no existían y el profesorado debía ser reorganizado y revisado”.
“Para cubrir tales vacíos eché mano de la oficina de Planeamiento Educativo que había fundado el Ministro Leonidas Ortega Moreira dos o tres años antes y que su sucesor Quirola reforzó en algo, pero encontré que sólo había investigación mas no un Plan homogéneo investigativo y que todo se hacía en forma aislada y sin la debida sincronización. Entonces me propuse crear un Plan Integral de Desarrollo Educativo con técnicos de la Unesco que hice venir el 62 y pude presentar al Congreso Nacional de ese año, para su aplicación en el quinquenio de 1963 -1967. Sus prioridades fueron: 1) La generalización de la primaria considerando el mejoramiento de un Plan ideado por la Unesco para el Ecuador desde 1955, cuya duración era de diez años. 2) Para enfrentar a la enorme cantidad de analfabetos con éxito saqué de la Unión Nacional de Periodistas el Plan de Alfabetismo y lo llevé al Ministerio donde funcionaba sin pena ni gloria un Departamento de Educación de Adultos, de manera que designamos Director a Luís Maldonado Tamayo y mediante un Decreto de Emergencia creamos tres mil Centros de Alfabetización, tomando los fondos necesarios de un pequeño impuesto a las bebidas alcohólicas y de una participación de las rentas de los Municipios
- Resolvimos el problema de la Educación Secundaria a largo plazo con nuevos Colegios y montando un programa de Construcciones Escolares
- Para cambiar la mentalidad del profesorado se creó el Instituto de Capacitación y Experimentación
Pedagógica designando Director a Edmundo Carbo Bravo, con cursos de verano, especiales, etc. y se empezó a trabajar una nueva Metodología con el apoyo de las Universidades del país. Igualmente se comenzó la política de experimentación pedagógica y se extendió la idea a todas las provincias con métodos y evaluaciones adaptados a la realidad nacional y como corolario tenía programada una labor con la Casa de la Cultura Ecuatoriana, institución estimuladora de la cultura que requería un mayor apoyo gubernamental, pero en eso cayó el gobierno y no pudimos aplicar esa nueva fase de mi Plan, que incluía la intervención de promotores culturales para una mayor y mejor difusión en provincias.” De allí en adelante, los siguientes gobiernos hicieron propias estas propuestas.
“En 1962 concurrí a la Conferencia regional de Ministros de Educación y Ministros encargados de la Planificación económica, organizada por la Unesco y la Cepal. El 63 recibí la Orden Nacional al Mérito en el grado de Gran Cruz”.
“A principios del mes de Julio me encargué del Ministerio de Defensa mientras duraba la ausencia del titular Francisco Acosta Yépez en el Vaticano. El día 10 inauguré un Colegio Técnico en Esmeraldas y el 11 una escuela rural en Muisne pues requería saber si el Plan de Desarrollo Educativo estaba dando resultados, cuando me enteré que el Estado Mayor se había reunido y completaban los detalles para el golpe de estado que desde muchos meses atrás venían forjando en complicidad con la CIA. Regresé inmediatamente a Quito a las doce del día pero no fui al Ministerio de Defensa sino al Palacio Presidencial donde estaba el gabinete en pleno, poco después nos enteramos que varios batallones marchaban a tornar el Palacio y decidimos ir a nuestras casas en vista de que ya nada se podía hacer”.
“Pocos días después del golpe revolucionario revalidé mi Pasaporte Diplomático en la Cancillería y el 15 de Julio viajé a París pues mi último permiso en la Unesco finalizaba el 30 y me reinstalé en el Departamento de Educación hasta 1964 que el Director
General Sr. Matheu, de Francia, me envió de Director del Centro Regional de Construcciones Escolares para la América Latina con sede en México, donde trabajé con el Codirector Arq. Ramírez Vásquez en colaboración con Jaime Torres Bodet, Ministro de Educación de México. Hicimos cursos de tres a seis meses, seminarios cada dos años, publicamos la revista Conescal donde apareció mi ensayo largo El Planteamiento Educativo y la Explosión Demográfica en América Latina, en 1968”.
“El 69 me retiré de la Unesco acogiéndome a la jubilación y a principios del 70 regresé a Quito. Ya no estaba gobernando la Junta Militar sino el Presidente Velasco Ibarra que había declarado su dictadura personal.” “Entre el 70 y el 72 la Unesco me envió dos meses a Etiopía a revisar la convalidación de estudios efectuados en el extranjero, igualmente estuve en el Yemen del Norte otros dos meses con el mismo fin y asistí a dos seminarios sobre dicho tema celebrados en Bogotá y Kingston”.
“Para el 72 el Ministro de Educación General Vicente Anda Aguirre, en la nueva dictadura militar del General Guillermo Rodríguez Lara, se disgustó con Oswaldo Guayasamín durante la Bienal Latinoamericana de Pintura de Quito y declaró vacante la presidencia de la Casa de la Cultura Ecuatoriana que ejercía dicho pintor. El Subsecretario Enrique Noboa Arízaga me propuso dichas funciones y acepté. Nombramos una comisión de Reformas para la elaboración de un proyecto de Ley de la Cultura y por primera vez se mentalizó un Plan de Desarrollo Cultural para el país. El Ministro me felicitó pero me dijo que no había el dinero. Pedí fondos a la Junta Nacional de Planificación, autora de un Plan General de Desarrollo, donde no se contemplaba una partida presupuestaria para cultura y no me oyeron. Hablé a Rodríguez Lara, quien me escuchó con atención y no supo qué decirme. Entonces renuncié y viajé a París seis meses a seguir un Curso sobre la historia de la equivalencia de estudios y convalidación de títulos en los países de América Latina. Jorge A. Garcés quedó encargado de la presidencia de la CCE”.
El 74 me propuso el Subsecretario de Industrias Richelieu Levoyer, la dirección del Centro Interamericano de Artesanías en Cuenca, pero no acepté porque hubiera tenido que irme de Quito, a vivir en esa ciudad”.
“Entre el 73 y el 74 fui designado miembro del Comité Interamericano de Cultura, nombramiento que me fue otorgado por el Consejo Interamericano para la Educación, Ciencia y Cultura Cotam adscrito a la Organización de Estados Americanos OEA. El 74 publiqué el ensayo “Inquietudes de la Juventud Contemporánea” y fue propuesta mi reelección por el gobierno ecuatoriano, que se logró por unanimidad y actué hasta el 76. Ese año contraje segundas nupcias con Jeannine Rousseau Contaud, nacida en París, el gobierno del Ecuador presentó mi candidatura para Miembro del Consejo Consultivo de la Unesco que controla el programa aprobado por la Conferencia General y ejercí funciones hasta el 80. Igualmente desde el 78 presidí la Comisión de Educación y Relaciones Exteriores, tuve la oportunidad de servir a los gobiernos latinoamericanos y al del Ecuador y vivía entre París y Quito pues los seis meses de sesiones del Consejo Consultivo los pasaba en Francia”.
“En Septiembre del 79 el Canciller Alfredo Pareja Diez – Canseco me ofreció la Embajada en París en el gobierno de Roldós. Acepté y como al mismo tiempo fui presidente del grupo de Embajadores Latinoamericanos y del Caribe en la Unesco y del Grupo de los 77 de la Unesco, que engloba a los países del tercer mundo y es paralelo al grupo de los no alineados, realmente ejercí poder, pero el 83 se produjo el incidente de la nacionalidad de mi esposa francesa (2) que la Cancillería estimó que debía hacerse ecuatoriana y como no fue posible fui cesado en el cargo y regresé a Quito” a finales de ese año.
“En 1984 fui nombrado en Tokio presidente de la Federación Mundial de Asociaciones y Centros del Club de la Unesco. El 87 fui reelecto en Madrid por otros tres años hasta el 90, sin sueldo” (3)
Instalado en Quito, en un cómodo departamento del edificio Los Shyris No. 1 de la Avda. de los Shyris y Rusia, concurrió en 1989 a la Conferencia Mundial de la Juventud a realizarse en Estrasburgo donde formó parte de la mesa redonda sobre Educación y Cultura.
El 92 fue lanzado su nombre como candidato a la presidencia de la Casa de la Cultura Ecuatoriana “pero la picaresca criolla hizo elegir al candidato oficial el conocido Marco Antonio Rodríguez.”
Gonzalo Abad se había destacado en todos los niveles del ramo educativo, desde la escuela primaria hasta la cátedra universitaria, desde el desempeño de modestas funciones administrativas hasta el Ministerio de Educación y entonces se dijo de él que llegaba un hombre para el puesto y no un puesto para el hombre. No había sido cortesano ni practicado el adulo, luchando siempre por la renovación, para sustituir las prácticas obsoletas de la llamada Escuela tradicional, por eso la pérdida de su candidatura constituyó un duro golpe para la cultura nacional.
Desde entonces se retiró de toda actividad pública, bien es verdad que tenía ochenta y un años, pero aún se encontraba saludable y fuerte. Vivió diecisiete años más hasta que ocurrió su fallecimiento en Quito el 13 de junio del 2009 a la avanzada edad de noventa y nueve años.
“Fino, carismático, atento, de grandes conocimientos y de gran prudencia (tan apropiada para sus misiones diplomáticas) fue un verdadero maestro.
De buen porte, alto, blanco tostado, ojos azules, pelo negro y ligeramente ondulado, hablar majestuoso y con doctrina. Tenía una fuerte personalidad, y amaba su profesión. Fue uno de los ecuatorianos más viajados y con mayor experiencia internacional en el siglo XX y está considerado el más grande Ministro de Educación del Ecuador en toda una época pues desde su retiro el 63 ninguno otro ha repetido sus logros y actividades, bien es verdad que a ese Ministerio solo han accedido políticos exitosos, como profesionales especialmente en la rama de la abogacía, profesores universitarios en horas libres pero sin vocación pedagógica pues dictan clases solo por figurar y cubrir sus pobres currículos o como ha sucedido después con sujetos particulares enriquecidos como propietarios de universidades.
Por eso se ha dicho que el Ministerio de Educación en el Ecuador tiene la maldición de que jamás es ocupado por maestros de verdad.