535. Metidas De Pata De Alto Nivel

(Aquí entran los diplomáticos, los políticos y hasta los periodistas)

Se me ha referido que en 1975 un embajador ecuatoriano fue invitado a un acto relacionado con el entierro del Conde de Orgáz (grandioso cuadro al óleo del Greco que se conserva en la capilla de santo Tomé en Toledo) y al recibir la esquela el desaprensivo diplomático la contestó por escrito lamentando no poder concurrir por compromisos contraídos, pero aprovechaba para enviar la más sentida condolencia – en su nombre y en la del gobierno – por tan luctuoso suceso. Provocando la natural sorpresa e hilaridad que esta clase de “errores” motivan siempre.

Durante una de las dictaduras militares que asolaron nuestro país, otro embajador, esta vez el que nos representaba en Egipto, con motivo de la fiesta nacional del Ecuador no tuvo empacho en leer en una estación de radio a las diez de la mañana y en idioma castellano, un discurso patriótico que nadie entendió pues en dicho país se habla el árabe. A su regreso y como se sentía orgullosísimo lo hizo publicar por cuenta de la Comisión Nacional de Conmemoraciones y Festejos en un folletito de casi diez páginas.

Estando en 1987 la primera dama de la nación María Eugenia Cordovéz de Febres Cordero, en viaje de visita en La Habana, por expresa invitación del Comandante Fidel Castro. Su comitiva había pasado en diversas ocasiones por el sitio donde se levanta el busto de Eloy Alfaro, cuya memoria es venerada en Cuba por haber solicitado en 1895 a la reina de España, la inmediata libertad de la isla. Pues bien, quien presidía nuestra delegación era nada menos que el Ministro de Educación del Ecuador que había heredado el cargo a la muerte de su hermano mayor el anterior Ministro miembros ambos de la Junta Suprema del Partido Liberal ecuatoriano. El Ministro heredero no abrió su boca durante el viaje. Al final de la gira, su homólogo de Cuba, delante de los visitantes ecuatorianos le preguntó en alta voz: Dígame Ministro ¿Ha notado nuestro monumento al General Eloy Alfaro? Hemos pasado varias veces por delante y Ud. no ha dicho nada… Se produjo un instante de vergüenza ajena, pero con esa inteligencia que caracterizaba a la primera dama, ésta sutilmente rompió el silencio y exclamó: ¡Que bello¡ Cuba y Ecuador hermanadas por un recuerdo glorioso. El Ministro cubano no tuvo más que sonreír ¿I nuestro Ministro – heredero?  Ni siquiera se inmuto y permaneció mudo como siempre. 

En esa gira viajaba como periodista delegada por el diario El Comercio de Quito una jovencita más comunista de mandada a hacer. En su simpleza, cuando veía los enormes letreros de propaganda fidelista se emocionaba a gritos provocando la hilaridad de sus acompañantes. “Con Fidel y el fusil, llegaremos al dos mil.” Maravilloso, maravilloso. “Gringos, no les tenemos miedo.” Sublime, sublime, y así por el estilo. Todo la excitaba y vivía en continuos estados de exaltación y paroxismos de dicha, pues al fin se cumplía uno de sus mayores anhelos, estar en un paraíso comunista. La última mañana antes de tomar el vuelo de regreso me pidió que la acompañe a una librería cercana porque deseaba adquirir un disco muy especial. Señor, tiene Ud. en venta el disco con esa canción bellísima que dice: Cuando salí de Cuba dejé mi vida, dejé mi amor…. El librero, pensando que era una espía del gobierno y que lo estaba poniendo a prueba (en las tiranías nunca se sabe) le gritó rápido: Gusana, lárgate de Cuba para que se la cantes a tu madre en Miami. I la dejó perpleja, sin imaginar que esa canción es el himno de las familias víctimas del castrismo y no se puede cantar en la isla.

En 1976 y con ocasión de las fiestas julianas los concejales fuimos invitados a una reunión en la gobernación. Se había acomodado el bufet sobre mesas con manteles largos que llegaban al suelo. Los Triunviros recibían con sus esposas y todo iba bien, se brindó una copa de champan, cuando en eso nos dimos cuenta que los Triunviros y sus cónyuges sigilosamente se habían escurrido por una puertecita disimulada y por otra hacían su ingreso varios oficiales de ejército, que levantaban los manteles y hurgaban con aire misterioso debajo de las mesas ¿Qué había sucedido? que alguna almita blanca había dado un aviso telefónico – falso por supuesto – indicando que una poderosa bomba iba a explotar en el salón. Lo feo de este sainete es que no les importó a los triunviros dejar a los invitados en grave indefensión, sobre todo a las damas.

Don Vicente Cabezas Pérez gozaba en el Guayaquil de los años cuarenta de una justa fama de personaje chistoso. Era el autor de la teoría de los Pendejos al Garete, que como su nombre lo indica se explica sola pero que paso a desarrollar por si acaso me está leyendo alguno que otro: En toda ciudad del Ecuador existen multitud de pendejos que andan sueltos aunque a veces se reúnen en las esquinas. Estos pendejos son incontables y muy dañinos porque cometen grandes tonterías sin darse cuenta. También proponía fundar un partido político titulado el PUP (Partido Unión de Pendejos) que indudablemente tendría múltiples filiales y adherentes en toda la república y se alimentaría de los más prestantes miembros del velasquismo, que por entonces mandaba en la República, por ser el partido mayoritario en la población.