498. John Murra En El Ecuador

Cierto día de 1.941 apareció en la puerta de uno de los salones de clases de la Facultad de Historia de la U. de Illinois un letrero que decía “Se busca un alumno que hable español y quiera trabajar en los Andes”. El salario era mínimo y quizá por eso el joven John Murra, de veinte años de edad fue el único en presentarse al Profesor Donald Collier del Field Museum de dicha U, quien iba a explorar con propósitos arqueológicos los límites por el norte del horizonte temprano de la cultura Chavin en las zonas norte y costera del Ecuador y Perú. 

Los expedicionarios viajaron al Quito. “Fui para ganarme el pan. No para hacer grandes proyectos intelectuales. Collier quería averiguar si había presencia Chavin en el norte andino. El ya había sido becado por el Institut of Andes Researcch formado en 1.935 en Lima por Julio Tello. “Empecé a pedir permisos para excavar y a buscar eruditos que me auxiliaran, Jacinto Jijón y Caamaño mostró cierto interés,  era el único arqueólogo ecuatoriano casi profesional, fue un eterno candidato a la presidencia que nunca alcanzó, tenía una excelente biblioteca, creo que bajo llave, había patrocinado durante años las labores del célebre Profesor Max Uhle, conocía los trabajos de Paúl Rivet, Julio Tello y Luís E.Valcárcel, había excavado donde ahora está el aeropuerto de Lima y conocía muy bien las Crónicas, me trató a distancia pero sin hostilidad. Estuve de seis a ocho meses allí porque el arqueólogo que me contrató hacía solo trabajo de campo, tuve que asumir todas las negociaciones con el gobierno ecuatoriano a través de Jijón y Caamaño, tenía a mi cargo cinco señoritas que estaban lavando cerámica ¿Es que nadie había visto tal cosa? Yo había aprendido en el verano anterior, así que si lo sabía. En las paredes y en el centro de mi taller había una exposición de tiestos interesantes y venían estos señores, el embajador chileno y el norteamericano a verlo todo, las señoritas lavando ocho horas al día. Hablé con Jijón y Caamaño, una vez antes de la excavación. No me atendió; sin embargo, cuando regresé con todos estos ceramios y le dije donde habíamos estado y que yo había ido a mula desde Loja hasta Cuenca, cuatro días y cuatro noches. Una vez que supo que éramos serios, nos tuvo confianza, me invitó a su casa, era un Palacio y abajo del Palacio había dos Museos, uno arqueológico, otro católico religioso, y una Biblioteca, pero también Museo de Crónicas, primeras ediciones y en la parte donde estaba el oro y las imágenes me dejaban solito pero en la Biblioteca estaba siempre acompañado de dos tíos en librea verde con oro. Una vez me invitó a un almuerzo al que también venían unos príncipes Habsburgo y al final él, como Consejero arqueológico del Ministerio de Relaciones, firmó un papel que permitía sacar todo lo que habíamos recogido. No había ceramios enteros. En Julio del 41 ocurrió la invasión peruana que hizo que abandonáramos el proyecto iniciando otro, verificar la hipótesis de Max Uhle sobre las supuestas influencias mayas en el norte del Ecuador.”

 “Fuimos a los lugares que Uhle había visitado y excavamos allí mismo. No hay tal marea Maya, tema que discutír en mi tesis de maestría.  I estando en Cañar nos alcanzó el ataque a Pearl Harbour ocurrido en diciembre. Collier y yo nos presentamos como voluntarios, el embajador de los Estados Unidos nos felicitó y animó a continuar en el Ecuador. En el verano del 42 viajé a Chicago y encontré a Collier de Conservador en el Museo Field de Chicago quien usó parte de la plata que todavía quedaba del proyecto para permitirme clasificar en detalle lo que había traído. Hice todo ese trabajo de peón y se me ocurrió una tesis de Maestría que sirvió para graduarme.”

En el norte ecuatoriano Collier y Murra también habían estudiado las técnicas agrarias utilizadas por los campesinos de la zona de Otavalo que tan buenos resultados les da y visitaron casi todo el país en compañía del joven antropólogo ecuatoriano Darío Buitrón.

El 43 Wendell C. Bennett, que enseñaba en Yale, encargó dos artículos sobre los indígenas del Ecuador para el “Handbook of Southamerican Indians”. Collier preparó la Arqueología de los Andes del Norte y solicitó a Murra que lea relatos tempranos de testigos europeos en esas regiones. Fruto de tales lecturas y de su encuentro con los pueblos andinos fue su teoría sobre el modo de producción de las sociedades preindustriales, que calificó de feudales. Ese año debatió con los Arqueólogos Arza y Métraux sobre ese modo de producción (de los Incas)

Cabe señalar que el tratadista Friedrich Engels había igualado a toda las sociedades preindustriales del mundo sin considerar sus diferencias, y que a principios del siglo XX varios  antropólogos sociales británicos: Melville J. Herskovits, Autrey Richards, Sigfried Nadel e Isaac Schapera, al estudiar a diversos pueblos del África habían concluido que cada sociedad marca sus propias diferencias y que no es posible ponerlas a todas en un cajón de sastre, pues eso significa forzarlas dentro de un limitado conjunto de posibilidades humanas. 

El 44, conciente de la inminente liberación de las colonias africanas, dictó un Curso de Etnología Africana en la Universidad de Chicago. “Nunca he trabajado tan duro, tuve que encontrar las regularidades históricas de la producción en cada sociedad, y tal fue mi éxito que dicté el Curso en diversas U. del mundo. Mi tesis del Control Vertical de los pisos ecológicos en las sociedades andinas constituye una explicación completa muy cabal del éxito andino que se sintetiza en una densa población y alta productividad.”

Este es el ensayo que mayor debate ha provocado en los países andinos y ha sido traducido al rumano, italiano e inglés porque invirtió la perspectiva al estudiar al Tahuantinsuyo, no desde el centro del poder, sino desde las sociedades que tras ser conquistadas quedaban incorporadas al Incario. De esta manera Murra fundó los modernos conceptos sobre los cuales se basa la comprensión de abastecimiento y los mecanismos de reciprocidad y redistribución en la economía interandina.