490. Subdesarrollo Cultural

Escribo esta crónica porque alguien tiene que hacerlo, se está acabando el tiempo de nuestra generación en medio de la más absurda y gris de las mediocridades y porque la Patria vive una época sin sentido crítico ni estético donde se aplaude todo, incluso lo malo y hasta lo vulgar, porque no se conoce lo bueno y en consecuencia no se tiene el sentido justo que ofrece la comparación. Faltan librerías, bibliotecas, más periódicos con sentido común, instituciones activas y hasta intelectuales generosos. Falta dar, todos quieren recibir ¿A dónde vamos?

LIBRERIAS. Hace veinte años Guayaquil tenía buenas librerías con textos y obras antiguas y actuales y era tan fácil encontrar un Quijote como un Joyce, una Antología del siglo pasado como una del presente. El boom literario, que estaba comenzando, ya se había hecho presente en los estantes y se encontraba al alcance de todos, las obras de numerosísimos autores, incluso las del inefable Jorge Luis Borges. Hoy el panorama ha cambiado notablemente, las librerías sólo tienen libracos viejos o producciones de autores de principio de siglo o de las postguerras tan obsoletos como Stefan Sweit, Curcio Malaparte, Thomas Mann o Giovanni Papini, buenos para su tiempo y ahora lectura para eruditos. En poesía no hay casi nada y pedir algo de la actual producción latinoamericana resulta un imposible. Sólo textos y más textos y todos extranjeros, se ve en esos “eriales de la pena” qué son las librerías guayaquileñas y para colmos ¿Qué precios señores, qué precios? Cualquier bobaliconada 500 sucres. Una Enciclopedia 5.000 y si es completa 20.000 ¿Uds. creen que alguien tenga tanto dinero para gastar en libros?

El problema de nuestras Librerías sin embargo no se circunscribe a su abastecimiento paupérrimo y al mal gusto imperante en ellas pues va más lejos; resulta que para importar libros se requiere de papeleos interminables en el Banco Central, depósitos previos, regateo de impuestos más impuestos menos en las aduanas, riesgos de pérdida, robo o destrucción en las bodegas, etc. etc. Ya este negocio no es un filón de riquezas como era antes, todo se ha complicado y por eso su decadencia ¿Qué se puede hacer al respecto? Tiene la palabra la Subsecretaría de la Cultura.

Lo único cierto es que mientras sigamos con librerías pobres y libros anticuados no habrá cultura pues cultura significa buenas y actualizadas lecturas que comprendan la problemática del mundo en que vivimos; lo anterior, lo que pasó hace cincuenta años o más, es simple erudición, bueno para las elites o minorías que siempre habrá y gustan conocer el pasado.

NUESTRAS BIBLIOTECAS. En Guayaquil no existen, verdad que es necesario decir a veces para no seguir engañándonos. Unas que otras hay por aquí o allá, pero dan pena. Que yo sepa sólo la del Núcleo del Guayas y la de la Sociedad de Artesanos Amantes del Progreso están clasificadas a base de tarjetas, las demás no y es de ver los apuros que pasan los estudiantes y el público cuando desean consultar una obra pues hay que revisar estante tras estante para dar con ella, si es que se da, que en la mayor parte de los casos se termina agotado y sin éxito.

La Biblioteca Municipal es ejemplo de pobreza pues como hace muchos años no hay presupuesto para compra de libros. ¿De dónde los va a sacar? La Carlos A. Rolando de Autores Nacionales, honra y prez de la cultura, se halla en igualdad de condiciones y para colmos, metida en un mezanine antihigiénico y pequeño, peor no puede estar.

LAS INSTITUCIONES CULTURALES. Existe algunas, pero todas dan tumbos por falta de dinero. El Centro Municipal de Cultura no tiene Director por renuncia del último; pues, a pesar de los meses transcurridos, aún no ha sido reemplazado. La Casa de la Cultura, Núcleo del Guayas, recién hace pocos días ha anunciado que recibirá fondos para salir de esa muerte lenta en que se encuentra hace más de seis años cuando menos.

Cultura y Fraternidad es más bien una institución social con sesiones mensuales. Las organizaciones periodísticas, aunque incursionan de vez en cuando en el ámbito cultural son más gremiales. Las Universidades no pueden volcar su atención a la cultura por los tremendos problemas que las sacuden, incluso con peligro de muerte, pero hay que hacer una excepción honrosa en la labor que está desplegando Elías Muñoz Vicuña al frente del Departamento de Publicaciones de la U. de Guayaquil, quien en los tres últimos años ha editado o reeditado casi cien títulos importantísimos para el país, en labor benedicta que aún no se aprecia ni se premia.

LOS PERIODICOS. Ante el aumento de costos del papel e impresión, los periódicos de Guayaquil decidieron sacrificar los aspectos culturales ante que los políticos, económicos y deportivos y por supuesto los espacios que recibían las noticias artísticas y literarias, así como los artículos de crítica e información han disminuidos. Si sumamos a esto el hecho cierto y probado que en nuestro periódico no hay redactores o son muy escasos, pues se prefiere a los cronistas y al personal de planta o administración, veremos que la crítica y la estética se han olvidado y da lo mismo publicar chana que juana y junto a un verso de límpida calidad modernista aparecen adefesios que más que versos constituyen burlas o desatinos culturales.

NOTA: Este artículo fue escrito a fines de los años ochenta del siglo pasado, pero la situación cultural poco ha cambiado en esta ciudad.