La montaña de Monserrat, que en catalán significa “Monte Cerrado”, está ubicada en el corazón de Cataluña y es un peñasco que sobresale sobre otros de una leve cordillera en medio de apacibles olivares. Durante los primeros siglos del cristianismo sirvió de sitio de oración y penitencia y lugar apropiado para vivir en soledad, luego se construyeron en su cima cinco ermitas y a partir del siglo IX se venera en uno de sus peñascos la imagen en madera de la Virgen y el niño, en pose mayestática y estilo románico.
La tradición dice que unos pastores habían observado en Monserrat varios rayos luminosos que unidos a cantos suavísimos los embelesaban cada sábado y siempre a la misma hora. Que uno de ellos contó el prodigio a Gotmar, Obispo de Vich y que éste, seguido por una multitud de fieles, se dirigió a la abrupta montaña y en una cueva hallaron la imagen y como no pudieron moverla porque se les hizo pesada, tuvieron que construir una capilla para adorarla.
Con los años se hizo costumbre prenderle velas y fueron tantas que la talla de madera se ennegreció con el humo tal como ahora existe y por eso le dicen la Morenita en castellano y la Morenica en Catalán; sin embargo no debemos pasar por alto la antigua costumbre céltica de adorar Vírgenes negras en las cuevas y cerca de las fuentes de aguas, pues ellos creían en la existencia de la diosa de la agricultura y de la fertilidad de la tierra, representada en figuras femeninas; de tal suerte que a primera vista se podría pensar que se trata de una diosa pagana encontrada a destiempo, pero esto no es verdad, pues la talla morena de Monserrat tiene un niño en brazos y esto ciertamente la libra de cualquier origen precristiano.
Efectivamente, la imagen que se venera en Monserrat es cristiana, representa a la Virgen madre sentada y coronada, con los pies descansando en un almohadón. Tiene en su mano derecha una esfera que simboliza el poder real y su izquierda descansa en su hijo, que está bendiciendo. Todo el conjunto es fino, espiritual y llena de encanto, es un mensaje del misterioso pasado al presente y al futuro, su grandeza no sólo es artística, también es espiritual.
Los monjes benedictinos desde hace muchos siglos administran el monasterio y un coro de monaguillos le entonan a la virgen las estrofas del “Virolai”, himno que compuso en su honor el gran poeta catalán Jacinto Verdaguer.
También se ha afirmado que la primera capilla construida por Colón en América fue dedicada a la Virgen de Monserrat y que luego se levantaron otras muchas iglesias en su honor, especialmente en México y Lima, donde estuvieron las más rumbosas en el siglo XVI.
El Emperador Carlos V frecuentemente visitaba en España el santuario y ordenó que a diario se celebrara una misa en su altar. Cuando el Rey Francisco I de Francia era llevado prisionero a Madrid, al pasar por Monserrat se quitó un anillo y lo obsequió a la Virgen con estas palabras: “Recibid madona, el único presente que un rey prisionero puede ofrecer a la dama de sus amores”.
Felipe II tenía en gran estimación una vela a medio arder y con la imagen y el escudo de la Virgen de Monserrat, que su padre Carlos V había sostenido en su mano al momento de su muerte. Esta vela la guardaba en una cajita y en su escritorio.
Sus descendientes veneraron la imagen de Monserrat y fueron muy generosos con ella. Felipe V se hizo nombrar Camarero Mayor pero luego se perdió tan curiosa costumbre. En el siglo pasado Isabel II pidió tal honor.
Así pues, la peña, la basílica y la imagen han sido respetadas por el tiempo y por los reyes y se cuentan por miles los milagros que la fe ha alcanzado en esa montaña, razón demás para que los catalanes del mundo veneren a la Morenita de Monserrat como a su santa Patrona, rindiéndole toda clase de honores el día de su santo, que se celebra el 27 de abril de cada año con inusitadas muestras de alegría.
PROCESIÓN EN MONTECRISTI
En nuestra Patria este día sirve para la gran fiesta de Montecristi, pues a de saberse que la Virgen de Monserrat es la santa patrona de esa población, donde se guarda en el templo una hermosísima imagen de ella. Aquí en Guayaquil y desde hace casi cien años se le ha venido rindiendo culto en un altar lateral de la Iglesia de San Agustín.